domingo, 22 de marzo de 2009

Costa Rica y Cuba: un paso más hacia la unidad de nuestra América.

Declaración de AUNA-Costa Rica
“Los pueblos que no se conocen han de darse prisa para conocerse (…) Es la hora del recuento, y de la marcha unida, y hemos de andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes”. - José Martí.
La Asociación para la Unidad de Nuestra América (AUNA-Costa Rica), consecuente con sus principios constitutivos y su vocación latinoamericanista, celebra la promulgación de un Decreto Ejecutivo del Gobierno de Costa Rica, aceptado por el Gobierno de Cuba, que restablece las relaciones diplomáticas entre ambos países, y sienta las bases para avanzar en la consolidación de nuevos espacios de diálogo e intercambio a todo nivel.
Esta decisión, a pesar de los silencios y las omisiones del discurso oficial, así como de los reparos que no han dudado en expresar la derecha costarricense y las élites políticas más directamente vinculadas al proyecto hegemónico estadounidense, constituye la reparación de una deuda moral e histórica con el pueblo cubano y su lucha por la independencia, por el ejercicio del derecho irrenunciable a la autodeterminación y por la defensa de la integridad de su territorio.
Nuestra solidaridad con el pueblo cubano, su Revolución y su centenaria batalla por la independencia frente a dos imperios –el español y el estadounidense-, se funda en los vínculos históricos y culturales que unen a estos dos países, y en el espíritu internacionalista que, aún en los momentos más difíciles, ha mantenido intactas las entrañables relaciones de amistad y aprecio entre cubanos y costarricenses.
“Con ternura de hijo quiere el cubano bueno a Costa Rica”, escribió Martí en 1893, luego de visitar al General Antonio Maceo en su residencia en Nicoya, Guanacaste. Y fue en Puerto Limón, en la costa atlántica costarricense, donde en 1895 el General Maceo, su hermano José y Flor Crombet se embarcaron en el viejo vapor Adirondack, con rumbo a la estrella solitaria del Caribe, para emprender al lado del Apóstol, del General Gómez y de miles de patriotas cubanos, hombres y mujeres, la Guerra Necesaria. Así de estrechos, así de insoslayables, son los caminos comunes de la historia de estos dos pueblos.
Sin embargo, también América Latina recordará, con tristeza, que fue en la capital de Costa Rica donde las tendencias más reaccionarias del imperialismo estadounidense y sus aliados en el hemisferio (con excepción de México), suscribieron en 1960 la Declaración de San José, documento que, reforzado por la Declaración de Punta del Este de 1962, excluyó a Cuba del sistema interamericano. Bajo este clima de coerción diplomática y política, el gobierno de Costa Rica, mediante un Decreto Ejecutivo de setiembre de 1961, se sometió a las disposiciones estadounidenses y declaró la ruptura de relaciones con el gobierno Revolucionario cubano.
Solo ahora, 48 años después, cuando únicamente El Salvador y nuestro país mantenían su adhesión a ese dictum imperial; cuando casi la totalidad de los países latinoamericanos restablecieron y profundizaron los lazos políticos, culturales y comerciales con Cuba; cuando Cuba recobra su lugar en el concierto de las naciones de nuestra América, e ingresa al Grupo de Río; cuando una decena de presidentes y presidentas visitaron la isla en los últimos meses, para reafirmar la unidad latinoamericana; solo ahora, insistimos, aquella infame decisión ha sido, finalmente, enmendada por el gobierno costarricense.
En un comunicado oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores, el Presidente Arias Sánchez explicó que este cambio en la política exterior se debe al hecho de que hoy “el mundo es diametralmente distinto a lo que era en aquellos días [1961], debemos ser capaces de ajustarnos a las nuevas realidades”.
No obstante, es preciso señalar que si ese mundo ha cambiado, específicamente en lo que se refiere a las coordenadas culturales y sociopolíticas latinoamericanas, ha sido porque los pueblos, inspirados en buena medida por el ejemplo y la persistencia de Cuba en la idea de que otro mundo mejor es posible, asumieron el protagonismo en el cambio de época al que asistimos. Como lo anunció la Segunda Declaración de La Habana, uno de los manifiestos fundacionales de la Segunda Independencia de Nuestra América, “esta gran humanidad ha dicho: «¡Basta!» y ha echado a andar”.
AUNA-Costa Rica, fiel a sus principios rectores, considera que deben ser los pueblos latinoamericanos, y en este caso particular, el cubano, quienes decidan libremente su futuro. Por este motivo, criticamos y rechazamos los intentos de cualquier gobierno, más o menos poderoso, de someter o imponer a nuestros pueblos a un modelo de democracia concebido en otros escenarios, cuyas raíces históricas y culturales, tradiciones e idiosincrasia, son ajenas a las nuestras.
Asimismo, exhortamos al gobierno del Dr. Arias Sánchez para que, de conformidad con el consenso latinoamericano expresado en la última reunión del Grupo de Río en Salvador de Bahía, en diciembre de 2008, despliegue sus mejores oficios diplomáticas para que, de una vez por todas, Estados Unidos levante el embargo económico con el que, desde hace más de cuatro décadas, intenta sojuzgar la voluntad soberana de Cuba y castiga injustamente a su pueblo.
De esta forma, AUNA-Costa Rica reafirma su convicción en que la convivencia pacífica entre los Estados con distintos regímenes políticos y sociales, sobre la base de la igualdad soberana y el respeto mutuo, representa el camino correcto para las relaciones internacionales en el siglo XXI. Esa, y no otra, será la ruta de la construcción de una auténtica integración regional latinoamericana y caribeña, para la forja de la América nuestra.
San José, 20 de marzo de 2009

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