sábado, 15 de mayo de 2010

La historia, ¿maestra del presente?

Hoy, como en el pasado, las derechas oligárquicas saben cómo movilizarse y aprovechar las coyunturas para retomar el poder que consideran perdido.
Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo (Ecuador)
(Ilustración: el político-empresario Álvaro Noboa, de Ecuador. Un "estilo de hacer política" que se reproduce en América Latina).

El inicio de la democracia en 1979 creó una coyuntura especial para la alineación de las distintas fuerzas sociales. El triunfo en referéndum de la progresista Constitución de 1979, junto al triunfo del joven político Jaime Roldós (1979-1981), así como la continuidad del papel estatal regulador en la economía (sancionado por la misma Constitución), las orientaciones populares del naciente gobierno y el ambiente internacional favorable al "tercermundismo", provocaron la reacción de las derechas económicas derrotadas en el proceso constituyente que había vivido el Ecuador.
La Cámara Nacional de Representantes, por la alianza que hizo su presidente Asaad Bucaram con la derecha política, se convirtió en el foco de oposición a Roldós e inauguró la "pugna de poderes". Progresivamente las cámaras de la producción y los politizados dirigentes empresariales también se alinearon en la oposición y, luego de la muerte de Roldós, combatieron abiertamente al nuevo gobierno de Osvaldo Hurtado (1981-1984), al que tuvieron como "comunista". Pero también el Frente Unitario de Trabajadores (FUT), el movimiento social más vigoroso de la época, pasó a la ofensiva: una huelga nacional contra Roldós, pero cuatro contra Hurtado (por el aumento de precios, la política económica, el alza de la gasolina y la devaluación del sucre), a quien los dirigentes sindicales tenían como "neoliberal" y de ningún modo "izquierdista", como incluso pretendía presentarse la democracia cristiana unida al conservadorismo progresista en el partido Democracia Popular-Unión Demócrata Cristiana (DP-UDP).
La relativa estabilidad y hasta bonanza económica con Roldós empezó a caer en 1981 por el conflicto armado con el Perú en la Cordillera del Cóndor y se derrumbó desde 1982 con el estallido de la crisis de la deuda externa, que topó de lleno al gobierno de Hurtado. Entonces, a las reacciones políticas se unió el gran argumento del empresariado oligárquico del país contra la "destrucción nacional" a la que supuestamente nos conducía Hurtado y que el diputado León Febres-Cordero capitalizó para encumbrar su figura y tras él todos los intereses del empresariado político y gremial.
Para las elecciones de 1984, la derecha empresarial-oligárquica y los partidos ligados a sus intereses crearon el "Frente de Reconstrucción Nacional" (Hurtado había "destruido" al Ecuador), apostaron por el candidato socialcristiano Febres-Cordero y lanzaron su agresiva campaña por "pan, techo y empleo". Ganaron. Y el presidente León Febres-Cordero (1984-1988) se convirtió en el artífice del nuevo modelo empresarial de desarrollo, que arrinconó al FUT, violó la Constitución y los derechos humanos, persiguió a la prensa, edificó un Estado autoritario y entronizó los intereses del sector privado como si fueran los intereses de la nación.
Se dice que la historia es "maestra del presente". Es una frase demasiado vulgarizada. Pero si de algo ha de servir es para pensar que hoy, como en el pasado, las derechas oligárquicas saben cómo movilizarse y aprovechar las coyunturas para retomar el poder que consideran perdido.

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