sábado, 30 de octubre de 2010

El SUCRE y el tiempo de la emancipación real

Estamos observando la implementación instrumental de una decisión política asumida por los presidentes del ALBA. Su puesta en marcha implica mucho esfuerzo, concertación, compatibilización política y normativa; sin embargo, es el primer intento real de emancipación económica y financiera en América Latina.
Ramiro Lizondo Díaz / ALAI
El Tratado Constitutivo del Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (SUCRE), fue aprobado en un tratado que lo establece como unidad de cuenta común para realizar transacciones comerciales. Fue firmado por los Presidentes del Estado Plurinacional de Bolivia, de la República de Cuba, de la República del Ecuador, de la República de Nicaragua y de la República Bolivariana de Venezuela en Octubre de 2009, y entró en vigencia el día 27 de enero de 2010, al ser ratificado por Cuba y Venezuela. En el mes de Julio de 2010 fue ratificado por Bolivia y Ecuador, y se espera la ratificación por parte de Nicaragua.
El Manifiesto de la Cumbre del Bicentenario, celebrada en Caracas, el 19 de abril de 2010, instruye al Consejo Económico del ALBA presentar un Gran Mapa de Soberanía e Independencia Económica que incluya un Plan para Acelerar la Implementación del SUCRE y ampliar el desarrollo de las Empresas Gran Nacionales y el Banco del ALBA, en una escala que impacte la vida económica de los países del ALBA.
Fue en Cochabamba, el 17 de octubre de 2009 cuando fue aprobada la creación oficial del SUCRE que comenzó a operar en enero de 2010 y la primera transacción se realizó entre Cuba y Venezuela en febrero de este año. La segunda transacción utilizando el SUCRE se realizó entre Venezuela y Ecuador en julio de 2010. Y el 8 de octubre de 2010, se realizó la primera transacción en Sucres entre Bolivia y Venezuela, cuando una empresa de nuestro país, exportó 5 mil toneladas métricas de aceite crudo de soya hacia Venezuela por un valor de 4,2 millones de Sucres equivalentes a $us. 5,3 Millones de dólares.
El SUCRE es una unidad de cuenta y de valor y no una moneda de curso legal. Por lo menos no por ahora. Su principal objetivo es el de reemplazar de manera gradual al dólar en el comercio intrarregional entre los países del ALBA. Con el inicio de las operaciones del SUCRE, la Alianza Bolivariana comienza a redefinir la arquitectura financiera regional al proponerse un Sistema de Pago Internacional al margen del Dólar. De todos los intentos de integración que se dieron en América Latina, éste es el primero que busca la construcción de un espacio regional que tenga su propia unidad de cuenta para sus relaciones comerciales. La forma como funciona este nuevo sistema de moneda virtual permite hacer pagos por operaciones comerciales en el marco del ALBA y su horizonte es convertirse en una moneda física que evite los problemas planteados por las fluctuaciones del dólar.
Estas primeras experiencias con el SUCRE muestran que se requieren esfuerzos adicionales para su implementación gradual y en el futuro abarcar la totalidad de los pagos por el intercambio de bienes y servicios entre los Estados miembros del sistema. Una de las ventajas del SUCRE como medio para direccionar el intercambio es el de orientar determinados objetivos nacionales y regionales; por ejemplo, privilegiar intercambios que vayan a potenciar la soberanía y seguridad alimentaria de los países que lo conforman. Pero todos los bienes y servicios producidos pueden ser intercambiados.
A pesar del poco tiempo de vida, se ha avanzado bastante. La institucionalidad básica del SUCRE consta del Consejo Monetario Regional, la Cámara Central de Compensación y el Fondo de Reserva y Convergencia Comercial cuya reglamentación está en proceso de aprobación. Sin embargo, aún requiere el fortalecimiento de su institucionalidad, la implementación y puesta a prueba de su plataforma tecnológica cuyos sistemas comparte con el Banco del Alba.
La implementación del SUCRE no deja de tener su complejidad. Su incorporación gradual como unidad de cuenta en las relaciones comerciales requiere de acciones concretas por parte de los organismos rectores en materia de comercio, finanzas y control de cambio en cada país miembro. Entre estas acciones están las de definir las listas de bienes y servicios a tramitar por el SUCRE. Estas listas deben ser revisadas y actualizadas en base a criterios comerciales y de reciprocidad entre importaciones y exportaciones entre los países.
Al ser el SUCRE un Sistema de Pagos, su utilidad no se asienta solamente en lograr objetivos comerciales, sino en canalizar flujos de pago. Pasa del simple concepto de administración del comercio de bienes y servicios al manejo de valores. Por eso, es importante conciliar las listas de bienes y servicios entre países con los montos subyacentes a su comercio, sobre la base del comercio histórico entre los mismos para lograr el doble objetivo de administrar el espacio comercial e impulsar su utilización.
La redefinición de listas de bienes y servicios que pueden ser intercambiados, corresponderá a la negociación bilateral entre los Estados parte del SUCRE. En todo caso, se debe ampliar la posibilidad de que las listas no sean únicas y aplicables a todas las contrapartes comerciales de cada país miembro, sino que se puedan manejar listas específicas para cada relación bilateral, ampliándose el universo de bienes, servicios y valores a intercambiarse. Esto promoverá el uso del SUCRE y la configuración de un mercado regional preferencial articulado por este Sistema como llave de entrada a futuros beneficios en la zona ALBA.
Con el SUCRE se crea una nueva alternativa para la canalización de los pagos por el intercambio comercial recíproco entre los países miembros del ALBA, con características totalmente nuevas y sustancialmente diferentes a las existentes en los mecanismos de pagos tradicionales. Las normativas comerciales, tributarias y financieras relacionadas con los pagos internacionales que en algunos casos son incompatibles con la operación de este nuevo Sistema de intercambio comercial debido a medidas como el control de salida de divisas o los regímenes arancelarios o para arancelarios por ejemplo. Hay que adecuar de forma progresiva la normativa comercial en cada país para superar el uso de los mecanismos convencionales en los pagos internacionales tanto como adecuar las regulaciones de control de uso de divisas, de tipos de cambio existentes o la asignación de liquidez en moneda extranjera para expandir el uso del SUCRE. Nunca se dijo que sería fácil, pero lo importante es que ya está funcionando.
Actualmente, el comercio existente entre los Estados miembros se desarrolla de forma directa entre sus empresas privadas, estatales y mixtas, en algunos casos definidos por convenios de cooperación bilateral. Un desafío importante es abrir este Sistema a las pequeñas y medianas empresas, las cuales dispondrán de un mecanismo de pago alternativo más eficiente y barato.
Como parte de la nueva arquitectura financiera está la participación de los Bancos Centrales de los países miembros como las entidades que realizarán los pagos a través de entidades financieras como BOAs (Banco Operativo Autorizado), que corresponderá a la entidad financiera con la que el importador-exportador trabaja en su país de origen. Esto significa que se debe lograr una vinculación activa con los bancos comerciales autorizados en la promoción y utilización del SUCRE.
Definir políticas comerciales en el marco del SUCRE, requiere de información fiable para realizar proyecciones de comercio y precisar los recursos financieros necesarios para ello. Por eso, otra acción importante es la de llevar a cabo un estudio sobre las regulaciones comerciales y monetarias vigentes en cada Estado miembro del SUCRE que permita conocer la situación comercial interregional mediante un sistema de información y análisis de datos sobre intercambio comercial y de servicios dentro de la Zona ALBA.
Otras acciones importantes son las de impulsar en el corto plazo la utilización del SUCRE por parte de las entidades y empresas de los países miembros del sistema, ampliándose a la Zona de Complementación Económica Regional a través de la participación de las empresas gran nacionales y empresas binacionales creadas en el marco del ALBA-TCP. Tanto el Banco del Alba como el SUCRE, son mecanismos e instituciones creadas en el marco del ALBA-TCP, por lo que es necesario que éstas deban incluir la posibilidad de transacciones comerciales en Sucres y estar reflejada en las Actas Constitutivas y normativas de las Empresas Gran Nacionales y Empresas Binacionales que se están creando en diferentes ámbitos.
En la VIII Reunión del Directorio Ejecutivo del Consejo Monetario Regional del SUCRE llevada a cabo en la ciudad de La Paz, se habló incluso de fomentar y apresurar la creación de empresas gran nacionales estratégicas como las de la industria forestal, de comunicaciones y de transporte aéreo. No solo para introducir mecanismos de regulación de los mercados en algunos casos con presencia de agentes monopólicos, sino para ampliar la cobertura y mejorar la calidad de los bienes y servicios que se ofertan a los ciudadanos. Esto requiere una mayor coordinación entre el Consejo Monetario Regional del SUCRE y el Banco del ALBA en función de los acuerdos de las Cumbres Presidenciales y el espíritu de este nuevo modelo de integración e intercambio.
Al alcanzar la plena operatividad del Fondo de Reservas y Convergencia Comercial, se deben promover proyectos que eliminen desequilibrios en el marco del espíritu del SUCRE y de las relaciones de colaboración, complementariedad y reciprocidad del sistema. Ampliar el alcance y la cobertura del SUCRE en el mediano plazo hasta lograr un mayor peso relativo como sistema de pagos en el comercio regional es un desafío que se puede lograr en el corto plazo. A la fecha existen al menos 17 proyectos que quieren usar este mecanismo y están iniciando sus trámites en la Secretaría Ejecutiva del Consejo Monetario Regional y los Bancos Centrales de sus respectivos países.
En todo caso, estamos observando la implementación instrumental de una decisión política asumida por los presidentes del ALBA. Su puesta en marcha implica mucho esfuerzo, concertación, compatibilización política y normativa; sin embargo, es el primer intento real de emancipación económica y financiera en América Latina.

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