sábado, 26 de marzo de 2011

“¡Procedan!”, dijo Obama, y se marchó sin pena ni gloria

¿Algo nuevo bajo el sol? Absolutamente nada. ¡Qué lástima, Obama! Con las esperanzas que cifraron en él tantos ingenuos de su país y de por estos lares.

Rafael Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica

rafaelcuevasmolina@hotmail.com

Sin la menor deferencia, con toda la prepotencia imperial que le confiere su cargo, Obama dio la orden de iniciar el ataque a Libia mientras se entrevistaba en Brasil con la presidenta Dilma Roussef.

Gira a tono con los tiempos la del presidente de los Estados Unidos por América Latina: Obama inicia la guerra que le correspondía (como buen presidente estadounidense), en medio de un periplo que ni siquiera mereció más que uno que otro comentario en las páginas interiores de los periódicos de sus mismos correligionarios y prosélitos de la región.

Convertido en un mercachifle de lujo, como otrora los vendedores ambulantes que visitaban puerta por puerta las casas de la vecindad, llegó a Brasil a promover aviones y asegurar las materias primas que necesita baratas la decadente industria norteamericana. Solamente la cada vez más ordinaria CNN le dio espacio a “comentaristas” de universidades norteamericanas y representantes del trasnochado “exilio” latinoamericano en los Estados Unidos, que retomaron la vieja y gastada promoción de Chile como modelo de desarrollo para América Latina.

En ese país, por cierto, no hizo el más mínimo comentario sobre el papel de su país en el golpe de Estado de 1973, que derrocó a Salvador Allende. Aprovechó su discurso, sin embargo, para retomar y reafirmar el sonsonete contra Cuba. ¿Algo nuevo bajo el sol? Absolutamente nada. ¡Qué lástima, Obama! Con las esperanzas que cifraron en él tantos ingenuos de su país y de por estos lares.

La visita a El Salvador no fue sino la confirmación del papel de fiel aliado de Washington que viene jugando la administración de Mauricio Funes en la región. Una decepción más ésta de la administración del Frente Farabundo Martí que, en aras de un pragmatismo que se quiere a tono con el espacio geoestratégico que es Centroamérica para los Estados Unidos, ha continuado sin pena ni gloria la política internacional que la extrema derecha, expresada en el partido ARENA, llevó a cabo durante 20 años en el pulgarcito de América. Para cerrar con broche de oro esta tendencia, solo falta que manden un contingente a Libia para apoyar a la OTAN.

Las expectativas que abrió el presidente de los Estados Unidos en la Cumbre de las Américas de Barbados hace poco tiempo se han esfumado. La “nueva era” de relaciones entre el Norte y el Sur del continente no llegó a dar ni el primer paso. Honduras la inauguró, confirmando las tradicionales e invariables posiciones que los Estados Unidos han mantenido durante todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI, y la gira de Obama de estos días no hace sino reeditarlas sin lucidez ni brillo.

Mientras esto sucedía en lo que los Estados Unidos conocen como el Hemisferio Occidental, en el Norte de Africa la primera potencia bélica del mundo ejercía su papel de gendarme internacional avalado por una cada vez más servil Organización de Naciones Unidas. Países petroleros latinoamericanos, ¡a poner las barbas en remojo! pues, como ha quedado en evidencia, la legalidad internacional no existe, la soberanía es papel mojado y las excusas sobran. La fortaleza en contra de esta estrategia solo puede encontrase en la unidad interna y latinoamericana, en el acompañamiento que, como ha demostrado la UNASUR en un par de ocasiones, es efectiva y necesaria.

Aunque deslucida, la visita del presidente norteamericano nos permite reflexionar sobre los tiempos que vivimos y sacar las enseñanzas que, aunque conocidas, no está de más remarcarlas y refrescarlas.

El Occidente imperialista y este extraño siglo

Afganistán, Irak, Libia… El Occidente imperialista bombardea a los "enemigos" que su propio sistema de dominación y explotación ha creado.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

El odio y la locura bautizaron con sangre, en los atentados del 11 de setiembre de 2001, el siglo XXI que nacía, o quería nacer, como promesa para una humanidad azolada por las grandes guerras. Pero aquellos demonios -vástagos imperiales en tiempos de la Guerra Fría-, que tumbaron las Torres Gemelas en Nueva York, también desataron con su inaceptable masacre las furias y apetitos de las potencias Occidentales. Guerra terrorista contra el terrorismo, llamó Ramón Grosfoguel al oscuro período que inauguró esa tragedia.

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Y entonces, el Occidente imperialista mintió deliberadamente y asaltó el derecho internacional; se armó, fraguó una alianza con pares y vasallos. Cuatro pobres repúblicas centroamericanas, por ejemplo, prestaron tropas y juramentos a la cruzada, a cambio de un acuerdo comercial con la potencia del Norte. El entonces presidente y comandante en jefe de EE.UU., G.W. Bush, sentenció el requerimiento neocolonial: o están con nosotros o están con los terroristas.

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Afganistán e Irak recibieron, de primera mano, los rigores de la vara con la que el imperialismo medirá, de ahora en adelante, a sus enemigos. En la bolsa de valores del mundo al revés, el precio de la democracia made in USA se tasó según el tipo de cambio que definen las intervenciones militares y el saqueo.

En el 2005, año del establecimiento de la democracia absoluta en Irak, Antonio Tabucchi, el escritor italiano, ironizaba: “cien mil muertos, la verdad, resultan un pelín excesivos”, es cierto, pero “mojar un dedo en tinta y levantarlo con el orgullo de quien puede afirmar: con esta huella digital en la papeleta yo sanciono la libertad de elegir a mi representante en el Parlamento democrático que los Estados Unidos nos han regalado”, bien vale el dolor de una invasión.

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Esa democracia absoluta también quiso ser impuesta en nuestra América. Pero aquí, pueblos y gobiernos supieron resistir y vencer: un golpe petro-militar-oligárquico fue derrotado en las calles de Venezuela, mientras en las urnas empezaron a caer, una tras otra, las viejas administraciones neoliberales. En Mar del Plata, en 2005, el panamericanismo asistió al fracaso de su centenario proyecto de dominación por la vía del libre comercio: el ALCA. Y entre aciertos y errores, entre obstáculos y maniobras desestabilizadoras, van avanzando las ideas de la unidad latinoamericana y de la integración regional.

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Pero los imperios jamás renuncian a sus indefendibles modales, a su voracidad ingénita. Bien lo sabía José Martí: “El tigre, espantado del fogonazo, vuelve de noche al lugar de la presa”. Ahora, en medio de una profunda crisis capitalista, una vez más, la razón imperial afila armas y argumentos –en ese orden- para sostener los endebles pilares del dominio universal, sacudidos por las insólitas rebeliones populares en el mundo árabe.

Los colonialistas e imperialistas de ayer, las modernas potencias occidentales, reverdecen laureles al mando de un Premio Nobel de la Paz. Y para frenar la locura de un viejo caudillo antiimperialista, devenido en autócrata neoliberal y socio en los negocios del casino mundial, prometen larga estancia en Libia. ¡La democracia absoluta así lo exige!

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El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, se justifica hoy ante la historia: “Estamos frenando la locura asesina”. Como lo hizo G.W. Bush en Afganistán e Irak, o como antes lo hicieron Bill Clinton y la OTAN en los Balcanes. Otra vez, a la atrocidad se le opone una atrocidad mayor, una agresión más destructiva que la que se pretende combatir.

El Occidente imperialista bombardea a los "enemigos" que su propio sistema de dominación y explotación ha creado. Y por supuesto, prueba la lealtad de sus vasallos: la petro-monarquía saudita, campeona de la antidemocracia y gorda de abundancia y privilegios, se pone a resguardo de los petro-cañones y los petro-cazas, mientras reprime a su pueblo y se suma al coro de la vieja Europa y los EE.UU.

Aquí, como en tantos otros conflictos, el Consejo de Seguridad de la ONU prefiere mirar hacia otra parte.

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Lúcido, el teólogo brasileño Frei Betto hace las preguntas incómodas, ante las que calla la tantas veces invocada comunidad internacional: Las potencias occidentales, lideradas por los Estados Unidos, se hacen de la boca gruesa en defensa de los derechos humanos en Libia. ¿Y las ocupaciones genocidas de Iraq y de Afganistán? ¿Quién dobla las campanas por un millón de muertos en Iraq? ¿Quién lleva a la Corte Internacional de Justicia de la ONU a los asesinos confesos en Afganistán y a los responsables de crímenes de lesa humanidad? ¿Por qué el Consejo de Seguridad de la ONU no dice una palabra contra las masacres practicadas contra los pueblos iraquí, afgano y palestino?”

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En 1966, antes de su combate definitivo en Bolivia, Ernesto Guevara envió una emotiva carta a sus hijos. En uno de sus pasajes, les habló así, con voz de futuro: “Tatico, tú crece y hazte hombre que después veremos qué se hace. Si hay imperialismo todavía salimos a pelearlo, si eso se acaba, tú, Camilo y yo podemos irnos de vacaciones a la Luna”[1].

Visto está, a casi medio siglo de que fueran escritas esas líneas, que la de la Luna seguirá siendo, para todos y todas, una temporada imposible.


NOTA:

[1] En: Casaus, Víctor (ed.) (2006). Che desde la memoria. La Habana: Ocean Sur – Centro de Estudios Che Guevara. Pág. 229.

Romero: entre Ratzinger y Obama

Monseñor Romero es un mártir, no sólo del pueblo salvadoreño, sino del pueblo latinoamericano, de sus resistencias, luchas y esperanzas.

“Sabemos que el Evangelio es hiriente, pero nos lo hemos acomodado”. Luis Espinal.

Abner Barrera Rivera / AUNA-Costa Rica

El 24 de marzo de 1980 fue asesinado el arzobispo Oscar A. Romero, en el momento de oficiar una misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia en la colonia Miramonte de San Salvador. Romero fue asesinado porque a diferencia de la iglesia católica oficial, decidió defender los derechos humanos del pueblo salvadoreño.

En los años siguientes, sectores responsables y cómplices de su asesinato (la ultraderecha conformada por civiles y militares, el partido ARENA e importantes sectores conservadores de la Iglesia) hicieron todo lo posible para que su memoria fuera olvidada, pero no lo lograron. Por el contrario otros sectores eclesiales se movilizaron para seguir el proceso de solicitud de canonización de Romero. Si esa solicitud se hiciera realidad, entonces estaríamos asistiendo a un caso sui géneris en la oficialidad de la Iglesia.

Pero la posible aceptación de la canonización de Romero puede interpretarse también como una forma de querer desdibujar su compromiso ético con los obreros, los campesinos y el pueblo oprimido de El Salvador. Romero opuso resistencia contra la Junta de Gobierno, por los hechos violentos como los asesinatos ejecutados por escuadrones de la muerte y la desaparición forzada de personas, cometida por los cuerpos de seguridad.

El intento por quitarle a Romero el compromiso que asumió con el pueblo oprimido y ultrajado lo vemos en las conclusiones del estudio realizado por la Santa Sede en el 2005 a la solicitud para su canonización, que dice: “Romero no era un obispo revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de los pobres”. Así el Vaticano aceptó seguir con el proceso. Recuérdese que fue la Congregación para la Doctrina de la Fe, dirigida entonces, por Joseph Ratzinger, la encargada de analizar los escritos y homilías de monseñor Romero. Ratzinger, defensor del conservadorismo católico, caracterizado por criticar y combatir iniciativas como el sacerdocio femenino, los derechos civiles de los homosexuales y la Teología de la Liberación, no podía dejar de dar su “aporte” en el caso de Romero

Reducir a Romero a “un hombre de la Iglesia” es desfigurar su verdadera imagen, es invisibilizar su compromiso con la defensa de los derechos humanos y es negar su clara participación en la política salvadoreña, cuando denunció las atrocidades cometidas por las fuerzas de seguridad contra la población civil. En sus homilías, monseñor Romero nunca dejó de manifestar su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política y denunciar las violaciones a manos de las autoridades de turno.


Ya hubiera querido Ratzinger que Romero fuera un sacerdote más, de aquellos que abundan enclaustrados en sus templos, distrayendo las necesidades reales de la gente con falsas promesas.


Las denuncias de Monseñor Romero no dejan dudas de lado de quién estuvo él y, que su participación fue decididamente política. Algunas de ellas son: "La violencia, el asesinato, la tortura, donde se quedan tantos muertos, el machetear y tirar al mar, el botar gente: esto es el imperio del infierno" (1 de julio, 1979). "Éste es el gran mal de El Salvador: la riqueza, la propiedad privada, como un absoluto intocable. ¡Y ay del que toque ese alambre de alta tensión! Se quema" (2 de agosto, 1979). "Se sigue masacrando al sector organizado del pueblo sólo por el hecho de salir ordenadamente a la calle" (27 de enero, 1980).


Ratzinger, hoy en el trono papal, puede decir todo lo que se le ocurra para desvirtuar la imagen de Monseñor, pero el pueblo latinoamericano sabe realmente quién fue él y por qué fue asesinado. Romero es un mártir, no sólo del pueblo salvadoreño, sino del pueblo latinoamericano, de sus resistencias, luchas y esperanzas.

Y como si la actitud de la derecha religiosa contra San Romero de América no fuera suficiente, el pasado 22 de marzo, la derecha política representada en Barack Obama también se hizo presente; cínicamente encendió una vela en la tumba de Oscar A. Romero en San Salvador.

¿Acaso no sabe Obama que el imperio que él representa ahora, a través de la extrema derecha salvadoreña y la CIA fueron los principales responsables del asesinato de Monseñor? ¿Acaso ignora el Premio Nobel de la Paz que en los años ochenta, cuando había guerra en El Salvador, Estados Unidos financió al ejército nacional y avaló desapariciones, asesinatos y torturas? ¿No sabe Obama que la ola de asesinatos en contra del pueblo, los dirigentes sociales y los militantes de izquierda en el país fue apoyada desde los Estados Unidos?

Para los pueblos latinoamericanos Óscar Arnulfo Romero es un ícono de la libertad y de la defensa de los derechos humanos, por eso, la actitud de Obama de encender una vela en su tumba es una forma de ensombrecer su memoria.

En una ocasión el obispo Pedro Casaldáliga dijo que “un pueblo que olvida a sus mártires no merece la pena vivir”. Mártires como Romero hay muchos en América Latina y la memoria de ellos alimenta la resistencia y las esperanzas de nuestros pueblos. Se han cumplido treinta y un años del crimen contra Romero, pero los que lo mataron nunca entendieron que lo asesinaron para dejarlo siempre vivo entre su pueblo.

Argentina: 35 años después

Al evocar el golpe militar tenemos que tener presente las 30.000 vidas segadas, por supuesto. Y debemos seguir exigiendo la revisión de esa historia negra con castigo a los culpables. Pero junto a eso debemos levantar las banderas contra el empobrecimiento que sufrió el país, contra el crecimiento imparable de las villas miserias, contra la precarización laboral, contra el retorno de enfermedades infecto-contagiosas, contra el analfabetismo que se disparó, elementos todos que ese golpe posibilitó.

Marcelo Colussi / Para CON NUESTRA AMÉRICA

Desde Ciudad de Guatemala

Argentina, miércoles 24 de marzo de 1976: un nuevo golpe militar. Uno más en la larga historia de cuartelazos que signaron su historia política en el siglo XX. Un golpe de Estado más, un general más al frente del Ejecutivo… Pero no fue cualquier golpe. El Proceso de Reorganización Nacional –eufemismo con el que se pretendió rebautizar engañosamente una sangrienta dictadura– significó un quiebre en la historia institucional del país. Claro que, sin dudas, más allá del engaño del nombre, efectivamente fue una verdadera “reorganización”.

A lo largo de su historia institucional Argentina, igual que la gran mayoría de países latinoamericanos, conoció innumerables procesos militares, quiebres de su orden constitucional, gobiernos de facto. Pero ninguno de ellos alteró estructuralmente su situación. El país fue, desde principios del siglo XX, gran agroexportador de cereales y carne vacuna al par que el lugar más industrializado de la región, y eso se trasuntó en una relativa bonanza económica –en términos comparativos con sus vecinos– que no modificó ningún golpe de Estado.

Ello viene a demostrar que las formas políticas que adquiere una sociedad no son los verdaderos factores de poder que cimentan todo el andamiaje social. Es decir, y para utilizar una terminología hoy supuestamente “pasada de moda” (pero en realidad más vigente que nunca): la estructura económica sigue siendo la plataforma sobre la que se construye la superestructura jurídico-política. El gobierno de turno (civil o militar) no es sino un administrador de las riquezas sociales, que siempre pertenecen a un clase, aunque ello no se diga claramente y se encubra con la manoseada noción de “patria”. Lea el artículo completo aquí…

El actual sindicalismo argentino

Difícil es ocultar un elefante en una heladera, porque lo delatan la cola, las orejas o la nariz, que quedan fuera. La condena pública que cae sobre dirigentes sindicales, por el estilo de vida que llevan, mientras los afiliados la pelean cotidianamente, es generalizada, por lo que más que apoyo, están cosechando el repudio colectivo.

Roberto Utrero / Especial para Con Nuestra América

Desde Mendoza, Argentina

La elaboración de ciertas preguntas non sanctas suele irritar la conciencia de las personas, sobre todo en épocas de ausencia de pensamiento o de evasión fácil y edulcorada.

Hago la salvedad porque, neoliberalismo de por medio, un país pionero del movimiento obrero organizado, ha borrado de la memoria, o por lo menos excede la observación de las nuevas generaciones -esclavizadas por la televisión basura y los mensajes de celulares- sobre nuestro actual sindicalismo y sus conductores.

Los grandes gremios que nucleaban a los obreros y empleados de las empresas estatales, liderados por Saúl Ubaldini y que le complicaron la vida al primer presidente de la recuperada democracia, en 1983, Raúl Alfonsín, desaparecieron junto con aquellas tradicionales empresas públicas, fruto de un modelo de Estado ya sepultado.

Lo que ha venido después, las ruinas y despojos de la fiesta de los noventa, que culminó con la crisis del 2001, ha sido un rejunte que ha pretendido quedarse con las achuras del desguace. No es de extrañar que el “sálvese quién pueda” del legado menemista se enquistó en los dirigentes emergentes y, frente al río revuelto, se han ido “acomodando” a las nuevas circunstancias.

El esquema corporativo de poder sindical había sobrevivido a su prueba más trascendente, emerger de la traición colectiva a la clase obrera tras haber comulgado con los preceptos del decálogo de Washington. Todo de la mano de la alianza popular conservadora que había llevado a cabo el caudillo riojano justicialista, Carlos Menem. Traición al pueblo que sólo podía lograrse bajo un gobierno peronista, en donde la mayoría del pueblo creyó en las promesas del Judas de largas patillas.

En un vuelco ideológico sólo explicable a través, del fin de la historia de Fukuyama, los otrora osados gremialistas de la “resistencia peronista”, aquellos que formaron las gloriosas “62 organizaciones peronistas”, los que sobrevivieron al paso del tiempo, fueron ocupando espacios y poder, hasta, en un envión violento desafiar al gobierno el año pasado, justamente el 17 de octubre, el Día de la Lealtad Peronista.

En ese momento, el Secretario General de la CGT, la Confederación General del Trabajo, el camionero Hugo Moyano, insinuaba la sentida necesidad de instalar a un obrero en el sillón presidencial de la nueva gestión. Cuestión que irritó los ánimos de la Señora Presidenta y devolvió el guante de manera irrefutable.

No han transcurrido seis meses desde esa apoteosis y varios de los que acompañaban y acompañan a Moyano en el Secretariado, están presos: Juan José Zanola, de bancarios, por medicamentos adulterados dentro de la Obra Social, José Pedraza, Secretario de la Unión Ferroviaria, procesado por el crimen de Mariano Ferreira, asesinado el año pasado.

Gerónimo “Momo” Venegas, Secretario de UATRE, la asociación que nuclea a los trabajadores rurales, también fue detenido y liberado bajo fianza, por el mismo tema de la “mafia de los medicamentos” en la que está Zanola.

Luego apareció el pedido de la justicia suiza, solicitándole al fiscal federal Jorge Di Lello, que investigue a Hugo Moyano, sobre supuestas conexiones con lavado de dinero. Cuestión que, en un arrebato de indignación, quiso paralizar el país con un paro descomunal. Situación que, sentido común de por medio, habría generado más evidencias y aprietes que blanqueo.

Difícil es ocultar un elefante en una heladera, porque lo delatan la cola, las orejas o la nariz, que quedan fuera. La condena pública que cae sobre estos dirigentes, por el estilo de vida que llevan, mientras los afiliados la pelean cotidianamente, es generalizada, por lo que más que apoyo, están cosechando el repudio colectivo.

Es inexplicable que, estos dirigentes de humilde origen se hayan erigido en magnates que llevan vida de empresarios. Doble rol, (representantes y empresarios) que varios cumplen con eficacia, Moyano y Pedraza son accionistas, entre otras cosas, del FC Belgrano Cargas, junto con un consorcio asiático y don Franco Macri, padre de Mauricio, jefe de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Al dirigente ferroviario fueron a detenerlo en el lujoso departamento que ocupa en Puerto Madero, privilegio que seguramente, no es compartido por sus representados.

Al émulo local de Jimmy Hoffa, le fue muy bien todos estos años que al país no le fue tan bien. Comenzó casi adolescente, en Mar del Plata, con una asociación de unos pocos miles de camioneros. En la actualidad supera con holgura los 140 mil afiliados, muchos más de los que en las mejores épocas supo tener el ferrocarril en todo el país. Es más, su considerable progreso ha sido, justamente, por la supresión de los ferrocarriles y su reemplazo por camiones, hecho que cualquier país racional hubiera hecho lo contrario.

No es necesario ser un sabio para advertir las ventajas del tren frente al automotor en el transporte masivo de cargas y pasajeros. Sobre todo, por las grandes distancias a cubrir y la dispersión poblacional de Argentina y los miles de accidentes y congestionamientos que se pueden evitar.

Sin embargo su estrategia ascendente prosperó al punto de llegar a conducir la máxima central obrera del país y tener bajo su responsabilidad la logística del tránsito de todas las mercancías que por él circulan.

Esta suma de hecho de todos los poderes, puede que, en una noche de asados y vinos entre amigos propicie la picardía criolla de dejar a todo el mundo en banda, por el sencillo capricho de demostrar “quien la tiene más larga”.

Desde aquel país embozalado por la Libertadora de 1955, que logró ocultar por décadas el bombardeo de la Plaza de Mayo, cuyos obreros silentes, perseguidos y proscriptos junto con su líder, el General Perón, obligado al exilio para evitar el derramamiento de sangre entre hermanos. Desde aquella gloriosa resistencia, de descamisados juramentados, orgullosos de los derechos adquiridos tanto como de los sabotajes al sistema opresor. Épocas en que la amistad se jugaba al fragor de la libertad so pena de ser un paria excluido, un muerto en vida por traicionar a los compañeros. Épocas de una Operación Masacre, en donde la palabra de Rodolfo Walsh era tan incisiva como un estilete o una molotov, en donde el Gordo John Williams Cooke daba letra a las nuevas generaciones que soñaban con la vuelta del líder. Desde Vandor, Tosco, Rucci o, el mismo Loro Lorenzo Miguel que gambeteó innumerables embates del poder de turno, han trascurrido varias décadas, ha corrido demasiada agua, tanto que ha vaciado de contenido nuestra historia, ha lavado la memoria de las instituciones y, como diría un viejo tango, hoy, cualquier cacatua sueña con la pinta de Carlos Gardel.

Sin embargo, conjeturas aparte, no todo está perdido y, los perdedores siempre esperamos anhelantes la llegada de aquella vieja silueta de la ciega con la balanza, esperanza de los desprotegidos de la tierra, que alguna vez simbolizó a la Justicia y que puede que por ahí, en algún mareo, incline su balanza a favor de los más y prosperen las causas en proceso y los de abajo, recuperemos la confianza en quienes legítimamente nos dirigen.

Tierra arrasada y democracia en Guatemala

De nada sirve presentarse como expresión de una cohesión social asentada en la justicia social, si no se tiene la fuerza para enfrentarse a los intereses empresariales que hoy mantienen realmente el poder.

Carlos Figueroa Ibarra* / Sociólogo e investigador guatemalteco

Agradecemos el envío de este texto a la señora Marylena Bustamante

He decidido interrumpir la serie de artículos sobre Venezuela que había iniciado hace tres semanas. Me siento profundamente impactado con las imágenes fotográficas y crónicas que he recibido sobre el desalojo violento de varias comunidades en el Valle del Polochic, en el municipio de Panzós, tristemente célebre desde la masacre que efectuó allí la dictadura de Romeo Lucas García. En las fotos aparecen efectivos de la policía y del ejército arrasando las comunidades de Miralvalle y Agua Caliente. Humildes ranchos de caña de maíz y paja incendiándose, igualmente derruidas aparecen viviendas de madera, lámina y plástico, sembradíos de frijol y maíz emergen arrasados por tractores implacables y sobre todo la indignante imagen de un hombre joven, pobremente vestido y descalzo, tendido en el suelo con la cabeza ensangrentada. Fue asesinado por las fuerzas de seguridad de un tiro en la cabeza. Se llamó Antonio Bed Ac, campesino K’ekchí, y hoy figura entre los innumerables muertos que ha ocasionado la voracidad capitalista legitimada ahora por la democracia neoliberal.

Las imágenes dejan muy mal parado al gobierno de la UNE y en particular al presidente Álvaro Colom. Son imágenes que recuerdan a la política de tierra arrasada que las dictaduras militares practicaron en los años setenta y ochenta del siglo XX. Fotografías y crónicas evocan la masacre de Sansirisay en Jalapa en mayo de 1973 y la de Panzós en mayo de 1978. Masacres pioneras de los cientos que habrían de escenificarse en los primeros años de la década siguiente. Masacres precursoras en las que estuvieron involucrados personajes como Carlos Arana Osorio, Efraín Ríos Montt y Romeo Lucas García. Todos ellos artífices de la política contrainsurgente de tierra arrasada que colocó a Guatemala en el primer lugar de los genocidios observados en la América contemporánea.

En aquellos terribles años ochenta del siglo XX, la dictadura hizo las masacres en nombre de la lucha contra el comunismo y por la defensa de la democracia. Hoy la democracia en Guatemala hace tierra arrasada en defensa de la acumulación capitalista desenfrenada. Hasta el momento describir estas líneas, habían sido devastadas ocho de las 16 comunidades asentadas en terrenos propiedad de la familia Widmann y el fracasado ingenio Chabil Utzaj: Agua Caliente, Miralvalle, Quinich, Río Frío, 8 de agosto, El Sauce, El Recuerdo, Bella Flor. Restaban San Pablo I y II, Paraná, San Miguel Cotxja, Santa María Cotoxja, El Paraíso, Las Tinajas y El Rodeo. Pese a un cuantioso préstamo otorgado a la familia Widmann por el BCIE en tiempos en que su pariente político Oscar Berger era el presidente de la república, al parecer fracasó en llevar adelante el referido ingenio. Los terrenos fueron ocupados por una masa de campesinos K’ekchís agobiados por la pobreza con lo cual afectaron tierras que resultan valiosísimas en el marco de los megaproyectos y expansión capitalista en toda la región. La violencia efectuada por el Estado el 15, 16 y 17 de marzo a través del gobierno del presidente Colom refleja la miseria campesina por la ausencia de una reforma agraria en el país y los procesos de despojo que en distintos lugares de Guatemala, Centroamérica y América latina se están observando por la expansión de las fronteras de inversión capitalista.

Lo que resulta revelador es que un gobierno que se inscribe dentro de la nueva época de democracia y gobiernos civiles, haya sido el instrumento del Estado en una violencia que tiene fines espurios. Resulta revelador también que un gobierno que se presenta a sí mismo como alternativa socialdemócrata y solidaria ante la mano dura, sea artífice de un hecho tan deleznable como el que ahora comentamos. Pero seamos justos, el gobierno de Colom solamente expresa las limitaciones profundas que tiene una democracia asentada en un modelo de capitalismo salvaje como el que ahora se vive en el mundo. Durante su gobierno ha sucedido exactamente lo que sucedió durante el gobierno de Oscar Berger: han sido amenazados, agredidos y asesinados activistas sociales en contra de los megaproyectos, activistas de derechos humanos y ambientalistas.

De nada sirve presentarse como expresión de una cohesión social asentada en la justicia social, si no se tiene la fuerza para enfrentarse a los intereses empresariales que hoy mantienen realmente el poder.

* Carlos Figueroa es autor, entre otros, del libro "¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y gobierno en América Latina", publicado en el año 2010, en Ciudad de Guatemala, por F&G Editores y FLACSO-Guatemala.

América Latina y Obama: ¿propuestas para un mundo sin Estados Unidos?

Este texto fue publicado originalmente en la revista Contralínea (n° 225, 20 de marzo de 2011). Agradecemos al autor su interés en divulgarlo también por medio de CON NUESTRA AMÉRICA.

Héctor Lerín Rueda / Exdiplomático mexicano y catedrático de la UNAM

Desde México D.F.

Cuando en 2008 estaba en su apogeo la efervescencia por el posible arribo a la Casa Blanca del candidato Barack Obama, la revista Foreing Affaires Latinoamérica tituló su último número de ese año de manera sugestiva: “Propuestas para un mundo sin Bush”. Se trataba de una serie de ensayos destinados a mejorar las relaciones de Estados Unidos con América Latina, calificadas, en lo general, como poco positivas hacia el subcontinente.

Hoy, que se plantea el inicio de una nueva gira de Obama por América Latina, el 21 de marzo, expongo esta hipótesis: la visita del presidente Felipe Calderón a Washington puede considerarse el reinicio de la relación de la administración de Obama con esta región, pero la falta de resultados diplomáticos positivos para México, la prepotencia congresional y el deterioro bilateral que tiene lugar entre tan asimétricos vecinos pueden considerase un pésimo primer mensaje para el resto del subcontinente.

A este escenario debe agregarse el interés pentagonal por reforzar la militarización en la lucha contra el narcotráfico, que nos coloca en una semiguerra civil y al denostado (por el embajador estadunidense) Ejército Mexicano, peleando contra narcotraficantes armados, y quizá hasta financiados (recuérdese la ilegal operación Rápido y Furioso) por los propios estadunidenses, con el peligro que esto implica para las escasas soberanía y democracia mexicanas. Y todo esto, en contradicción con que en Estados Unidos la ley prohíbe la utilización del ejército en el combate contra las drogas, como denunció recientemente la Washington Office on Latin America. Finalmente, el endurecimiento de una política migratoria que ofende al pueblo de México y, por extensión, a toda América Latina. Lea el artículo completo aquí…

La intromisión imperialista en los países de América Latina y el Caribe: nueva ofensiva contra nuestros pueblos

Ponencia presentada en el XV Seminario “Los partidos y una nueva sociedad”, México, D.F. 17, 18 y 19 de marzo de 2011.

Walter Martínez Alves / Movimiento de Solidaridad Nuestra América (México)

La intromisión imperialista estuvo presente en todos los golpes de estado de Nuestra América y en las escuelas del Pentágono fueron adoctrinados los más tenebrosos dictadores que impuso el imperialismo de EU, así como a la mayor parte de los jefes militares encargados de la represión, la tortura, las desapariciones y el asesinato de sus opositores.

En su estrategia imperialista organizaron, equiparon y entrenaron a las fuerzas armadas de nuestros países que actuaron como verdaderos ejércitos de ocupación de sus propios pueblos.

Son casi 5000 las intromisiones de Estado Unidos en los países de Nuestra América que documentó el recordado maestro Gregorio Selser, que recientemente se acaban de recopilar en una obra de 4 volúmenes denominada “ Cronología de las intervenciones extranjeras en América Latina”, editada por la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y el Archivo Selser.

En el último tercio del siglo pasado, la estrategia imperialista se implementó en base a la Doctrina de Seguridad Nacional, instrumentada por el tristemente célebre Plan Cóndor que coordinó las acciones contra los pueblos de los países del Cono Sur, donde todavía no han cicatrizado las heridas causadas por el terrorismo de Estado.

Después de la larga noche de las dictaduras en la mayor parte de nuestros países, y los posteriores gobiernos neoliberales, como los de Menem y De la Rua en Argentina, Collor de Mellor y Cardozo en Brasil, y Sanguinetti, Lacalle y Jorge Batlle en Uruguay, sometidos de pies a cabeza al Consenso de Washington, actualmente estamos viviendo un momento histórico extraordinario en Nuestra América. Por la vía electoral y en forma pacífica, en varios países se produjo un cambio en la correlación de fuerzas favorables a procesos autonómicos que se resisten a seguir siendo el patio trasero de EU. Lea el texto completo aquí…

Obama o la irrelevancia del imperio

En Brasilia se encontraron dos países que recorren caminos opuestos. Brasil crece, gana aliados y se proyecta al mundo. Estados Unidos está en crisis, cada día más aislado y en retirada en los espacios decisivos del globo.

Raúl Zibechi / LA JORNADA

(Fotografía: Dilma Roussef y Barack Obama en Brasilia)

La inercia, la resistencia natural de la materia a los cambios, se está apoderando del pensamiento crítico. La descomposición sistémica en curso hace más notorias las limitaciones de nuestros análisis, que ya no pueden dar cuenta del conjunto de cambios acelerados que transcurren ante nuestros ojos. La reciente visita de Barack Obama a Brasil es buena muestra de la inoperancia de análisis que hace pocos años lucían actualizados y rigurosos.

Lo más que puede decirse de la gira del presidente de Estados Unidos por la región es que no se pareció en nada a una gira del principal representante del imperio. Sonrisas, visita de lugares “exóticos” y frases que pretendían ser profundas pero sonaron huecas. Turismo político-familiar, y poco más. Lo sucedido en Brasil, donde sufrió el desprecio de Lula que no se presentó al almuerzo oficial, al que fueron varios ex presidentes, fue lo más notorio pero no lo peor. La constante tensión, desde antes del viaje incluso, entre miembros de ambos gobiernos, fue la tónica de una visita que no debió haber hecho como le dijeron en su propio país. Lea el artículo completo aquí…

Obstruir la estrategia imperial en Libia era una prueba

El conflicto libio se ve definido ya, en el plano bélico. Nos encontramos ante un caso como el de Iraq: se podría llegar a una ocupación sostenida y criminal.

Aurelio Alonso / LA VENTANA (Cuba)

Cuando ninguno de los Estados con poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se atrevió, el sábado 18 de marzo de 2011, a oponerse a la escalada invasora sobre Libia, quedaron descifrados varios enigmas. Diez votos a favor y cinco abstenciones: creo nunca antes las abstenciones habían sido más reveladoras que los votos definidos.

Antes de formular otra observación, admito que quedé impresionado por la aceptación generalizada, entre los abstinentes, de la coartada de la «zona de exclusión aérea», para que el acuerdo no fuera explícitamente el de invadir, como si de todos modos no significara cruzar el umbral mismo de una nueva cruzada imperialista, con toda la agresividad y la sofisticación de armamento de la guerra moderna, que se exhibió ya en Iraq. Una decisión que terminará masacrando a la población civil bajo la falacia de la protección de la población civil.

Entre las cinco abstenciones, hay que diferenciar a China y a Rusia, cuyo poder de veto convierte esta opción, prácticamente, en un enmascaramiento del voto positivo. No pude dejar de recordar con nostalgia las veces que vi, en otros tiempos, al representante de la Unión Soviética impedir con el veto que se consumaran maniobras imperiales. De China, la potencia emergente cuyo ímpetu económico querríamos creer acompasado con una postura antiimperialista, toda vez que en teoría se declara fiel a su legado revolucionario, recibí una inquietante sorpresa.

De las tres abstenciones restantes, que no hubieran impedido la escalada, saludo la de Alemania, cuya pertenencia al bloque de poder no le fuerza a renunciar a una posición digna; me desagrada como ninguna otra la de Brasil, y me pregunto (solo me pregunto) si esa hubiera sido la actuación en tiempos de Lula. La de la India la valoro positivamente, frente a otros que votaron con los poderosos y que debieron al menos haberse abstenido.

De todos modos, a partir de la votación del Consejo de Seguridad, la suerte parece haber quedado echada para el Estado libio y para sus líderes actuales, al margen de evaluaciones de sus cuarenta años de ejercicio de poder, ya que no es por decisión del pueblo que va a cambiar su destino. Lea el artículo completo aquí…

Una condena para terminar con la impunidad

La Corte Interamericana de Derechos Humanos resolvió que el Estado uruguayo debe juzgar a los responsables de la desaparición de la nuera de Juan Gelman y de la sustitución de la identidad de su nieta Macarena. “Me siento un poco recompensado”, dijo el poeta.

Macarena Gelman: “Sentí que mi abuelo y yo fuimos escuchados”

Luciana Bertoia / Página12

Juan Gelman y su nieta Macarena le ganaron una nueva batalla a la impunidad. La Corte Interamericana de Derechos Humanos sancionó a Uruguay por la vigencia de la Ley de Caducidad, que impide que se investiguen, juzguen y castiguen los crímenes cometidos durante la dictadura militar (1973-1985). “Me siento un poco recompensado, pues es reconfortante saber que después de tanto tiempo y sufrimiento al fin se avanzará en una investigación que fue negada durante cuatro gobiernos”, dijo Gelman (ver aparte). Los organismos de derechos humanos celebraron la noticia y esperan que, en las próximas semanas, el Congreso uruguayo deje sin efecto la cuestionada ley.

En agosto de 1976, un grupo de tareas secuestró a Marcelo Gelman y a su compañera, María Claudia García Iruretagoyena, en Buenos Aires. Hacía poco que se habían casado y esperaban a Macarena. Al momento del secuestro, Marcelo tenía 20 años y María Claudia, 19 y siete meses de embarazo. Por los testimonios de los sobrevivientes se supo que la pareja estuvo secuestrada en el centro clandestino de detención conocido como Automotores Orletti, que funcionó como sede del Plan Cóndor, la coordinación represiva pergeñada por las dictaduras del Cono Sur. En octubre de ese año, María Claudia fue trasladada hasta el Servicio de Información de Defensa (SID) de Montevideo, Uruguay. Días o semanas después, los represores la llevaron hasta el Hospital Militar para que diera a luz a su hija. María Claudia está desaparecida. En 1989, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) identificó los restos de Marcelo. El poeta Juan Gelman buscó a su nieta desde 1976 y tuvo que esperar 23 años para recuperarla. Desde su reencuentro, en el año 2000, los dos transitaron el camino de la Justicia. Lea la nota completa aquí…

Notas para un manifiesto de la izquierda en el siglo XXI

La responsabilidad que en América Latina tenemos es inmensa pues el Nuevo Mundo saldrá del Nuevo Mundo que ya muestra su grandeza, enriquecida por todos los proyectos de emancipación humana.

Pablo González Casanova / LA JORNADA

Un clamor resuena en todo el mundo. Todos queremos libertad, todos soñamos con la democracia. Que nos la den, que la hagamos, que la apoyen y, sobre todo, que luchemos por tenerla.

Pero, ¿con quién vamos a luchar, al lado y al amparo de quién queremos luchar? ¿Con quién contamos y queremos contar?

Obviamente no queremos apoyarnos en quienes entrenan a sus soldados para que al grito de libertad invadan, destrocen y saqueen pueblos enteros, y sin piedad alguna causen daños horripilantes a mujeres, niñas y niños, jóvenes y viejos, con el supuesto de que están luchando contra quienes merecieron su inmenso apoyo en armas, dinero, negocios, publicidad y diplomacia durante años y años.

No queremos apoyarnos en quienes han atacado por todos los medios a su alcance, incluidos los bloqueos, los intentos de magnicidio, las plagas, los golpes de Estado, las invasiones militares y paramilitares, las falsas y crueles guerras contra un narcotráfico que les sirve como gigantesco negocio para lavar el dinero de los criminales en sus bancos y quedarse con la mayor parte; que les sirve para prestar dinero con altos intereses a los gobiernos aliados que son sus clientes en la compra de armas de mediano y alto poder, iguales o inferiores a las que también les venden a los narcotraficantes; que les sirve para mediatizar la ira del pueblo empobrecido por sus políticas privatizadoras y especuladoras y para embarcar a los jóvenes de ésta América en falsas luchas de mafias que les hacen perder –con su identidad y sus vínculos sociales y familiares–, el sentido de la vida y el sentido de la lucha, y con que pierden a su propia juventud, a la joven América que protestara en Chicago contra la guerra en Vietnam y se manifestara a favor de los afro-americanos y de los habitantes y movimientos sociales del Tercer Mundo de los que el Che Guevara fue su icono y que hoy constituyen el principal mercado de narcóticos del mundo, con que se destrozan y los destrozan. No queremos apoyarnos en la lucha por la libertad con el ejército que defendió durante años al Mubarak que el imperialismo también apoyó, ni en los aviones de la OTAN que durante años han estado destruyendo a Irak y Afganistán. No queremos coincidir con quienes han declarado una guerra total contra el pueblo y gobierno de Cuba, con quienes han hecho todo lo posible por dividir y enfrentar al pueblo y gobierno de Venezuela, con quienes apoyaron y apoyan la secesión y desestabilización de la República de Bolivia. Lea el artículo completo aquí…

sábado, 19 de marzo de 2011

“Madame President” y las relaciones de Costa Rica con EE.UU.

“Madame President” y su gobierno siguen haciendo de Costa Rica una plaza funcional al proyecto hegemónico continental de Washington. Y todo esto, desgraciadamente, sin que se vislumbre en el horizonte nacional una alternativa real de cambio, que permita pensar que ese rumbo podría revertirse en el corto o mediano plazo.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

Los cables de la Embajada de EE.UU. en Costa Rica, difundidos por Wikileaks y el diario La Nación, han sido señalados por algunos analistas del establishment criollo y personajes de los medios de comunicación como poco novedosos o intrascendentes. Desde nuestra perspectiva, sin embargo, tienen un importantísimo valor didáctico-político para la sociedad costarricense: su publicación constituye la puesta en escena, ante todas las luces del teatro público, del entramado de relaciones e intereses que sostienen la subordinación de un Estado y su clase política ante una potencia extranjera.

Los reportes del jefe de la misión diplomática de EE.UU. en San José, Peter Brennan[1], por ejemplo, relacionados con el triunfo de la señora Laura Chinchilla en las elecciones presidenciales de 2010, no dejan lugar a la menor duda sobre el papel estratégico que desempeña hoy Costa Rica en la política exterior diseñada por Washington para la región centroamericana.

Para Brennan, la presidenta Chinchilla -“Madame President”, como la llamó en uno de los cables-, bien conocida por la Embajada puesto que “fue contratista de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional” (la USAID), era una figura clave para los asuntos económicos y de seguridad norteamericanos. Su triunfo, escribió el diplomático, “daría al gobierno de los Estados Unidos la mejor oportunidad de continuar en pos de las metas de política exterior en relación con Costa Rica” y afianzar “su papel de firme aliado estadounidense en Centroamérica”, dado que “los objetivos de la política de Chinchilla coinciden con los nuestros, y ella tiene fuertes lazos personales con Estados Unidos”.

Al menos tres hechos se pueden rescatar de estos y los otros cables publicados hasta la fecha. En primer lugar, lo que se perfila con el triunfo electoral de Chinchilla es algo más que la llegada de una mujer a la presidencia de la República: por lo demás, una conquista incuestionable y que salda una deuda histórica de la democracia costarricense. Visto en el plano mayor de las transformaciones sociopolíticas que experimenta la región desde los años 1990, el dato relevante aquí es el surgimiento de un tipo inédito de gobernante en Centroamérica: ya no son solamente personajes extraídos de las élites (pro)empresariales o de la tecnocracia local quienes acceden al poder, sino contratistas de agencias y oficinas del gobierno estadounidenses, probados en el cumplimiento de sus tareas y la promoción de los intereses y perspectivas del país del norte. ¡Todo un salto cualitativo para los grupos dominantes!

En segundo lugar, se muestra una colusión profunda de agendas y procesos al más alto nivel entre las dirigencias y élites políticas de Costa Rica y de EE.UU. que, sin constituir por sí misma una novedad, puesto que ese ha sido el tipo de relación entre ambos países desde la segunda mitad del siglo XX, sí ha conocido o experimentado una particular agresividad “diplomática” durante la última década.

Es amplio el arco de hechos y decisiones de los gobiernos costarricenses de ese período que han terminado por inscribir, entusiastamente, a nuestro país en los planes estratégicos de Washington para el área mesoamericana y del Caribe. Quien intente comprobar ese recorrido, bien puede ir de la firma del Convenio de Patrullaje Conjunto con el Servicio de Guardacostas de los EE.UU., en 1998, a la leonina reinterpretación jurídica de este convenio que, en el año 2010, permitió el ingreso de marines y buques de guerra estadounidenses a territorio nacional; o bien, del apoyo “político” del gobierno de Abel Pacheco a la invasión a Irak, en 2003, a la abierta injerencia de la Casa Blanca y sus embajadores en San José en la discusión y aprobación de TLC en 2007; y aún más, puede hacer el recorrido desde el contradictorio papel del expresidente Oscar Arias en la crisis hondureña de 2009, dándole aire y tiempo a los golpistas, hasta la inclusión de Costa Rica en la guerra contra el narcotráfico, por la vía del Plan Mérida y el más reciente Plan Centroamérica del 2011.

Finalmente, vale señalar que esa cada vez mayor coincidencia entre las políticas y objetivos de Costa Rica y EE.UU, como lo afirma Brennan, marcha en paralelo con el proceso de transformación del Estado y el modelo de desarrollo costarricense (de bienestar social, apoyado en la clase media), bajo los parámetros del ideario neoliberal, y que incide de manera decisiva en el cambio cultural de la sociedad costarricense, en términos de los estilos de vida, los patrones de consumo y la adopción de valores de la sociedad estadounidense.

El alineamiento de los gobiernos costarricenses con Washington tiene, además, inocultables consecuencias en la actual coyuntura latinoamericana. El investigador cubano Luis Suárez lo dice con acierto: los gobiernos derechistas o “socialdemócratas” instalados en Canadá, México, Honduras (a partir de junio del 2009), Costa Rica, Panamá, Colombia, Perú y Chile, al igual que en diferentes Estados del Caribe insular y continental” participan activamente de las estrategias inteligentes desarrolladas por el gobierno de Barack Obama para “contener”, neutralizar y, donde le fue posible, derrotar (roll back) a los gobiernos reformistas, reformadores o revolucionarios, según el caso, instalados en diversos países de América Latina y el Caribe[2].

Tal es la batalla que se libra en nuestra América en los últimos años. En ese escenario, “Madame President” y su gobierno siguen haciendo de Costa Rica una plaza funcional al proyecto hegemónico continental de Washington. Y todo esto, desgraciadamente, sin que se vislumbre en el horizonte nacional una alternativa real de cambio, que permita pensar que ese rumbo podría revertirse en el corto o mediano plazo.


NOTAS

[1] La Nación.Misión de EE.UU. temía a Ottón Solís y prefería a Laura Chinchilla”. 15 de marzo de 2011. Pág. 6A.

[2] Suárez Salazar, Luis. “La actual contra ofensiva plutocrática-imperialista contra las naciones y pueblos de “nuestra Mayúscula América”. Ponencia presentada en el Panel “América Latina y el Caribe ante la nueva ofensiva hegemónica”, realizado como para parte de las Jornadas del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica realizadas en La Habana entre el 13 y el 16 de marzo del 2011. Disponible en: http://alainet.org/active/45135