sábado, 30 de julio de 2011

¿Se acuerdan de Haití?

Siguen al pie del cañón, en Haití, los cubanos: sus hospitales y médicos son ejemplo de solidaridad. Ellos ya estaban ahí cuando el terremoto, seguían ahí en la epidemia del cólera y no se irán porque el país los sigue necesitando. En cambio, los que se llenan la boca con la defensa de los derechos humanos y muestran impúdicos la ayuda que brindan, ya están viendo para otro lado.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

rafaelcuevasmolina@hotmail.com

(Fotografía: médicos cubanos en Haití)

Cuando Haití fue asolado por el último terremoto que dejó a Puerto Príncipe en el suelo, no hubo quién no corriera a llenarse la boca con ella. Si no fuera porque era una tragedia de aquellas que hacen evocar el Armagedón, diríamos que se puso de moda.

Corrieron a ponerse en primera fila los que quieren figurar como salvadores de la humanidad y aprovechan cualquier resquicio para fotografiarse con niños desnutridos, madres desoladas, hombres desesperados, calles mugrientas y muertos bajo los escombros. Solo faltaron Angelina Jolie y Brad Pitt, la pareja más perseguida por los paparazzi en el mundo, pero no pudieron porque estaban ocupados arreglando el palacio que recién habían alquilado en las cercanías de Berlín, para estar cómodos durante la filmación de una de las películas estúpidas de acción en las que participa ella.

No había pasado mucho tiempo antes de que la cuarta de las siete plagas que antes del 2020 caerán sobre la isla, iniciara el remate de los que habían quedado vivos del terremoto: el cólera. En medio de los ríos de excrementos, montañas de desperdicios, falta de agua potable, ausencia de electricidad y mil y una carencias más, el azote de convirtió en una verdadera máquina trituradora.

Desafortunadamente, el portaviones que había enviado los Estados Unidos como parte de la ayuda humanitaria, no tenía nada que pudiera servir para paliar la nueva epidemia. Le sucedió algo parecido al portaviones que enviaron a Costa Rica para combatir al narcotráfico: no sirvió para absolutamente nada.

A las calladitas, otros también sacaron tajada del caos haitiano: las ONG. Muchas de ellas han venido quedando en evidencia desde hace tiempo en América Latina. Se han convertido, de buenas a primeras, en adalides de la libertad de expresión y asociación en Venezuela; en fiscalizadoras de los derechos de los cambas en Bolivia; en soporte de la oposición parlamentaria en Ecuador. Pero ya desde mucho antes nos habíamos dado cuenta que lo que mejor hacen muchas de ellas es bailar al son que les toquen las agencias que les pasan la plata en Europa y los Estados Unidos. Ahora, en Haití, las cosas han sido llevadas al extremo. Michelle Wong, costarricense que vivió la experiencia haitiana in situ, dice: “las ONG son las únicas organizaciones que pueden ayudar a Haití; sin embargo, a las ONG no les conviene que los problemas de Haití se solucionen porque si los resuelven se quedan sin sus inversiones millonarias de "grants" y donaciones. Por ejemplo, supe de algunas ONG cristianas que tienen a huérfanos falsos solo para poder seguir pidiendo dinero (millones) para un orfanato falso[1].

Ahora, el mundo parece haberse olvidado de la tragedia haitiana. No solo porque la ayuda de millones y millones de dólares prometida por los gobiernos no llegó, sino porque todos parecen haber tranquilizado su conciencia con lo que hicieron los primeros días después del terremoto y, luego, si te he visto no me acuerdo.

A finales del mes de junio se abrió en el Caribe la temporada de huracanes que durará hasta octubre. El calentamiento global ha provocado que éstos sean cada vez más violentos y devastadores. Las lluvias torrenciales han empezado a precipitarse sobre la isla y sus habitantes, con temor, otean el horizonte a la espera de una tromba que los agarrará sin donde cobijarse.

Somalia, Etiopía, Haití: esquinas de las que el mundo se acuerda solamente cuando las cosas han llegado al límite y los muertos se cuentan por decenas, centenas o miles. Son los pueblos que salen sobrando en el orden mundial neoliberal, los marginados entre los marginados, los que el mundo de “los mercados” ni siquiera sabe de su existencia a menos que vivan y mueran sobre territorios que escondan diamantes, petróleo, gas o tierras raras.

Siguen al pie del cañón, en Haití, los cubanos: sus hospitales y médicos son ejemplo de solidaridad. Ellos ya estaban ahí cuando el terremoto, seguían ahí en la epidemia del cólera y no se irán porque el país los sigue necesitando. En cambio, los que se llenan la boca con la defensa de los derechos humanos y muestran impúdicos la ayuda que brindan ya están viendo para otro lado.

No olvidemos.


NOTA

[1]. Michelle J. Wong: Las ONG en Haití se interesan más en crear un negocio que en ayudar al país. Disponible en: http://www.culturacr.net/11/07/Las-ONG-en-Haiti-se-interesan-mas-en-crear-un-negocio-que-en-ayudar.html

“¡Una, dos, tres, muchas Telesur…!”

Las iniciativas de integración comunicacional, y por lo tanto cultural, resultan de la mayor importancia en el apuntalamiento del gran proyecto nacional popular latinoamericano.

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

El título de este comentario retoma una idea del politólogo argentino Dr. Atilio Borón, expuesta en un foro sobre el poder de los medios de comunicación, organizado la semana pasada por la cadena Telesur en su sitio web: precisamente, en ocasión del sexto aniversario de la creación y salida al aire de la señal de esta televisora multiestatal nuestroamericana.

Ante la consulta de un cibernauta, quien le interrogó sobre qué hacer para contrarrestar el bombardeo informativo de los conglomerados empresariales de la información en América Latina, Borón, parafraseando a Ernesto Che Guevara en su tesis internacionalista y anitimperialista plasmada en el célebre “Mensaje a la Tricontinental” , de 1967 (“Crear uno, dos, tres Vietnam es la consigna”), respondió así:Tener (…) ¡"una, dos, tres, muchas Telesur"! Y desde allí denunciar los intereses a los que sirven esas empresas, sus conexiones con los grandes grupos económicos, con el imperialismo, con la reacción. Su complicidad con las matanzas que hay y hubo en Nuestra América, su ocultamiento de las noticias que hablan de lo que realmente está ocurriendo en nuestros países”.

Lo que el intelectual argentino señala no es otra cosa sino el carácter revolucionario, emancipador, capaz de subvertir el orden y el sentido común dominante desde la fuerza de las ideas y la búsqueda honesta de la verdad profunda de nuestras sociedades, al que deben aspirar los proyectos de comunicación alternativa, popular, democrática y contrahegemónica, independientemente de que dispongan de respaldo tecnológico y financiero como el de Telesur.

Es decir, que asuman como una práctica intrínseca a su ejercicio periodístico y comunicacional ese aprender a mirarnos con nuestros propios ojos, condición sin la cual tampoco es posible emprender el proceso de liberación y descolonización cultural y mental que tanto requerimos en nuestra América.

La construcción de un nuevo orden de la comunicación social, que recupere para el bien común la infraestructura, espacios, recursos y frecuencias públicas, es un imperativo en países como los latinoamericanos y caribeños, sometidos al dominio casi incontestable de los grupos económicos e infocomunicacionales que controlan los medios de producción, los circuitos de distribución, y los canales de difusión y producción de contenidos en las industrias culturales del continente.

En este sentido, la unidad es la palabra y el concepto clave de nuestra época. Por ejemplo, desde Telesur, de la que participan Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Uruguay y Venezuela, ya se ha posicionado con claridad la idea de la integración latinoamericana desde los medios de comunicación.

Además, recientemente se constituyó la Unión Latinoamericanana de Agencias de Noticias (ULAN), que agrupa a nueve agencias de Argentina, Bolivia, Venezuela, México, Paraguay, Guatemala, Ecuador, Brasil y Cuba, con el objeto de “promover la democratización de la comunicación en América Latina y aportar a la integración regional de los pueblos”. En sus estatutos, la ULAN se propone “aumentar y facilitar el libre flujo de información de la región producida por las Agencias de Noticias públicas y estatales de los distintos países de América Latina y el Caribe”, desde una práctica comunicacional fundada “en el rechaza a toda forma de racismo, colonialismo y dependencia económica y cultural”.

Estos y otros proyectos de vocación latinoamericanista, que puedan surgir en el futuro cercano, con mayor o menor identificación y respaldo de los gobiernos nacionales, tienen ante sí una tarea prioritaria: revertir, en todo lo que sea posible, el entramado de negocios, privilegios, padrinazgos oligárquicos y desigualdades en el acceso a los bienes culturales, en torno al cual se construyó el sistema hegemónico de medios de comunicación en América Latina, durante las últimas cuatro décadas de dictaduras militares, gobiernos autoritarios y democracias mínimas y de baja intensidad.

En momentos en que los complejos procesos políticos regionales se debaten entre la continuidad del neoliberalismo y la construcción de alternativas posneoliberales, y al mismo tiempo, se mira en el horizonte la posibilidad de consolidar valiosas instancias de acción política y concertación regional, como la UNASUR y la CELAC, las iniciativas de integración comunicacional, y por lo tanto cultural, resultan de la mayor importancia en el apuntalamiento del gran proyecto nacional popular latinoamericano.

Nuestra América vive tiempos excepcionales. Y así deben ser las respuestas a los problemas y retos que se le presentan en todos los ámbitos.

Fidel a pecho descubierto

Con los disturbios del 5 de agosto de 1994 en Cuba, el enemigo buscaba un enfrentamiento armado, donde se produjeran hechos de sangre, para desprestigiar y acusar a la Revolución. Pero una vez más el enemigo se equivocaba, ignoraba contra quien estaba lidiando…

Abner Barrera R. / AUNA-Costa Rica

El próximo 5 de agosto se cumplen diecisiete años de los hechos protagonizados por decenas de personas marginales en el Parque Maceo en La Habana, quienes instrumentalizadas por la contrarrevolución, se amotinaron en las calles con piedras, palos y botellas, para protestar. Fue en 1994, en pleno Periodo Especial, en esos años, los enemigos de la Revolución Cubana, querían aprovechar los descontentos sociales, para realizar disturbios contra el gobierno revolucionario. Como es sabido, desde el triunfo de la Revolución el 1 de enero de 1959, Washington siempre ha estado detrás de las acciones subversivas contra Cuba, y para agredir se ha valido de dos de sus principales brazos: la mafia miamense y la SINA en La Habana.

Los actos violentos y terroristas contra la isla soberana, en todos estos años de Revolución han dejado como saldo 3 478 personas muertas, y resultaron mutiladas e incapacitadas 2 009. Todas las agresiones del imperio no han podido doblegar a los revolucionarios; en lugar de crear temor y descontento, han producido más valor, cohesión y unión en el pueblo, y éste siempre ha acuerpado a sus gobernantes.

El 5 de agosto de 1994, no es una fecha cualquiera en la historia de Cuba; la provocación de gente lumpen, personal delictivo y con antecedentes penales estaba debidamente planificada. En palabras del propio Fidel, “el enemigo había trabajado mucho tiempo para crear un desorden. ¡Un desorden! No se puede decir que aquello fue siquiera un intento de rebelión, fueron en realidad desórdenes. Esos desórdenes se crearon alrededor de grupos que se movilizaban para robar embarcaciones con las cuales trasladarse a Estados Unidos, donde eran recibidos como héroes.”

Con los disturbios del 5 de agosto, el enemigo buscaba un enfrentamiento armado, donde se produjeran hechos de sangre, para desprestigiar y acusar a la Revolución. Una gota de sangre –aunque sea por un arañazo de la policía a los revoltosos-, sería una noticia que nunca terminaría de propagar la prensa servil del imperio. Pero una vez más el enemigo se equivocaba, ignoraba contra quien estaba lidiando; durante todos los años de Revolución, en Cuba no ha habido un detenido ensangrentado, un desaparecido, un asesinado en las calles por motivos políticos y nunca se ha torturado a un ciudadano.

Acercarse al lugar de los amotinados era darles motivo suficiente para que desencadenaran violentamente sus intenciones. Sin embargo, y contra todas las advertencias y oposiciones, Fidel decidió aproximarse al lugar de los hechos. El historiador de La Habana, Eusebio Leal, lo expresa así en el libro de Luís Báez, Absuelto por la Historia: “de tantísimas impresiones escojo la del 5 de agoto de 1994 cuando guiado por su instinto -que rechaza todas las formas de cobardía-, encabezó un pequeño destacamento para salir al paso a un motín promovido por la marginalidad en la ciudad de La Habana. Previamente había advertido a los compañeros que nadie usara las armas sin una orden suya; para luego –prescindiendo de ellas y a pecho descubierto- encarar a la plebe que retrocedió ante el estupor de los que le acompañábamos. Avanzó resueltamente y se detuvo al pie del monumento al general Maceo, como quien viene a pagar un tributo; sin haberse derramado una sola gota de sangre de nuestros adversarios”.

El recuerdo por parte de los revolucionarios es modesto. Extrañamente, corresponsales de la prensa internacional radicados en Cuba en esos años, señalan otros aspectos. Fidel se hizo presente en las calles, con su uniforme verde olivo y acompañado de sus colaboradores. Mucha gente al enterarse de su presencia se acercó y empezaron a gritar consignas a su favor. El mismo Comandante encabezó una marcha y llegó hasta al lugar donde los disturbios continuaban. El periodista Homero Campa, que trabajaba esos años en Cuba para el semanario mexicano Proceso, reportó lo siguiente: “Curiosamente muchos de los que gritaron consignas pidiendo libertad y contra Fidel Castro, escondieron piedras, palos y botellas, cambiaron de semblante y su protesta se convirtió en alabanzas: “Viva Fidel”, “Viva Cuba”, corearon ahora. Los más escépticos dijeron: “hasta aquí llegamos. Llegó el Caballo” (uno de los apelativos con los que popularmente se conoce a Fidel). Otros reconocieron su valentía y la osadía que representaba su presencia en el lugar de los disturbios: “Este tipo sí tiene cojones para meterse aquí”, “este viejo no cambia, no hay nadie que lo tumbe”

En todas partes del mundo, incluyendo los países más ricos -esos que dicen que el mercado ha logrado los equilibrios sociales-, se ven cantidades de policías disparando con pedigones, lanzando chorros de agua, arrojando gases lacrimógenos, aporreando y pateando a la gente en el suelo, dejando muchas veces como resultado muertos y heridos. Eso aparece todos los días en la televisión.

Lo realizado por el Comandante frente a los disturbios en La Habana en agosto de 1994 es un ejemplo de valor y entereza moral. Un año después de esos acontecimientos, Fidel, en un discurso en La Punta en La Habana, expresó: “nosotros no tenemos por qué emplear las armas, teniendo el pueblo y teniendo las masas para mantener la estabilidad de la Revolución. Ese era mi papel, contribuir a que no se dejara nadie provocar, y preferíamos que dispararan contra nosotros a usar primero las armas. Y, realmente, se logró algo que no tiene precedentes: en cuestión de minutos el pueblo entero se lanzó a la calle y estableció el orden. Su sola presencia masiva y su espíritu establecieron el orden, sin usar las armas en absoluto. ¿En qué lugar del mundo ocurre eso?”

Guatemala: Bauer Paiz, decencia e ideología.

En el caso de Alfonso Bauer Paiz, su pensamiento de izquierda marcó para siempre una honradez paradigmática, una lucha indeclinable y una austeridad ejemplar. Su legado tiene que ver con su convicción en el derrotero independiente y soberano de Guatemala como nación y no como una republica bananera.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América

Desde Puebla, México

El domingo 10 de julio, aproximadamente a las 8 de la noche, dejó de existir Alfonso Bauer Paiz, uno de los grandes próceres de la Guatemala del siglo XX. Me enteré casi inmediatamente de la noticia en el autobús que me llevaba de la ciudad de Puebla al Aeropuerto de la ciudad de México. En medio de la oscuridad y con mi pequeño hijo al lado, pensé en el gran legado moral que deja Alfonso Bauer Paiz. Poncho es una de las grandes personificaciones de lo que Max Weber alguna vez llamó la ética de las convicciones. No en balde, la vinculación de la ética con la política fue una de sus grandes preocupaciones académicas.

Murió Poncho como vivió. Luchando hasta el último momento. La muerte no lo venció sino después de casi tres meses de estarlo asediando. Pero está escrito que cada uno de nosotros tiene que cumplir ineluctablemente con su ciclo vital. Ahora que Poncho ha entrado a la historia los que nos quedamos vivos lo haremos seguir viviendo si reflexionamos sobre su legado. Éste tiene que ver con su convicción en el derrotero independiente y soberano de Guatemala como nación y no como una republica bananera. Tiene que ver con la dignificación de los pobres del campo y de las ciudades y no con su abatimiento en medio de la miseria. Tiene que ver también con el anhelo de una democracia inclusiva y participativa y no con una democracia de bajísima calidad y manipulada por una minoría privilegiada. Pero su gran legado, el que deben asumir las nuevas generaciones de guatemaltecos y guatemaltecas que tienen hoy similares preocupaciones, es la inmensa honestidad, rectitud, apego a las convicciones que siempre expresó Alfonso Bauer Paiz. Nacido en el seno de una familia de clase media acomodada y con los vínculos sociales adecuados, Poncho pudo haber terminado su vida como un abogado viviendo de la manera más acomodada. En lugar de ello murió en una de las salas del IGSS y en medio de la precariedad económica.

Al repasar la vida de Bauer Paiz con la ayuda de los recuerdos comunes que me da el hecho de que él y su esposa Miriam fueron amigos de mis padres, mi conclusión es que en el caso de Poncho la decencia y la ideología fueron congruentes. Poncho vivió su vida como pensó al mundo. Sus decires y sus haceres fueron perfectamente congruentes. Pero también concluyo que la decencia no es propiedad de ninguna ideología. En el momento en que fue despedido ignominiosamente por las autoridades de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de San Carlos (USAC) de su cargo como investigador del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales, salvo la investigadora Mara Polanco, yo no vi ninguna otra voz del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales que vigorosamente se alzara contra la arbitrariedad de que era objeto ese hombre extraordinario. Mientras era atropellado por los pigmeos que lo rodeaban y el jefe de esos pigmeos decía que el IIES no debería ser “un asilo de ancianos”, no vi ninguna acción colectiva de sus colegas que se solidarizara con él. Y en el IIES hay académicos que se precian de ser de izquierda. Cuando se debatía entre la vida y la muerte en el IGSS, el embajador de los Estados Unidos de América, Stephen Macfarland, se avocó con Miriam Colón de Bauer Paiz y le expresó su total solidaridad. Fácil es pensar que el embajador Macfarland sabía muy bien lo que pensaba Poncho de los Estados Unidos de América. Repito, la decencia no tiene ideología.

Por fortuna mi buen amigo, Adrián Zapata, Director del Instituto de Problemas Nacionales de la USAC le propuso al Rector Estuardo Gálvez una salida que éste aceptó inmediatamente. Uno de los asesores del Rector Gálvez, el Ingeniero Álvaro Folgar, también coadyuvó en darle esta salida al atropello que había sufrido Alfonso Bauer Paiz. Así las cosas, Poncho participó todavía un breve tiempo en las actividades de ese Instituto que se dignifica por los mismos motivos por los cuales el IIES queda indeleblemente manchado. Le dio así continuidad en sus últimos días, a la ética laboral que siempre le acompañó. Esta ética laboral que le hizo estar preocupado aun en la cama del IGSS donde yacía, por no poder cumplir con su columna semanal en el periódico La Hora.

La decencia, la rectitud, la congruencia en efecto no tiene ideología. Una persona de izquierda puede ser un bribón y alguien de la derecha puede actuar con una gran eticidad. Y esto se puede decir también a la inversa. En el caso de Alfonso Bauer Paiz, su pensamiento de izquierda marcó para siempre una honradez paradigmática, una lucha indeclinable y una austeridad ejemplar.

Ojalá Alfonso Bauer Paiz renazca en las nuevas generaciones. Guatemala lo necesita y lo merece.

El juramento asertorio del presidente Ollanta. La delicada frontera entre el hecho "de jure" y "de facto".

¿Quién de los que ahora cuestiona un juramento simbólico de orden político, se rasgó las vestiduras ante las decenas de Decretos Legislativos que legitimaron centenares de asesinatos, despidos laborales, esterilizaciones, lotizaciones de tierras y demás barbaries del fujimorismo?

José Toledo Alcalde* / Especial para Con Nuestra América

Desde Lima, Perú.

En el 190° aniversario de la independencia, Perú asistió el día 28 de Julio de 2011 a la juramentación -en las instalaciones del Congreso de la República- del presidente electo de la Nación, Moisés Ollanta Humala Tasso; la primera vicepresidencia, a cargo de doña Marisol Espinoza; y la segunda vicepresidencia, la cual recayó en don Omar Chehade.

En estas líneas nos referiremos a la alusión a la Constitución del año 1979 realizada en juramentación del Presidente Ollanta Humala. La experiencia atípica desarrollada en la solemne ceremonia fue el contenido del juramento de los tres neófitos mandatarios de la República. Los tres flamantes personajes del nuevo poder ejecutivo aludieron respeto y honra a la no vigente Constitución del año 1979, omitiendo toda referencia a la Constitución del año 1993 la cual cuenta con vigencia jurídica a la fecha. Entre el 27 y el 28 de Julio el País asistió a la juramentación de los miembros del Poder Legislativo (130) y los 18 miembros del Gabinete ministerial del actual gobierno de Gana Perú.

Hemos asistido a juramentaciones de las más diversas. Verbigracia: por los familiares, por los pobres, por Dios, por la patria, por la transformación, por José Carlos Mariátegui, José María Arguedas, Cesar Vallejos, María Jesús Alvarado, por la convivencia feliz de todas las sangres, por el Perú, por los santos evangelios, por la Constitución, por el “presidente” Alberto Fujimori, por Piura, por los pueblos de la sierra, por departamentos, pueblos y demás personajes e imágenes diversas.

El artículo 116° de la Constitución peruana del año 1993 dice a la letra: “El Presidente de la República presta juramento de ley y asume el cargo, ante el Congreso, el 28 de julio del año en que se realiza la elección”. Esta es la expresa ordenanza que faculta al Presidente de la República dar inicio a su mandato. No brinda detalles específicos sobre el contenido de la jura, ni dicta sugerencias a las cuales debería someterse. Como reza el dicho “la tradición se hace ley” y así comprendemos que cuando el presidente del Poder legislativo hace alusión a la Constitución en el momento de solicitar juramento al entrante Presidente lo hace a favor de la Constitución vigente. El presidente del Tribunal Constitucional, Carlos Masía, señaló: “el juramento de Humala debe ser visto desde un punto de vista principista [en el] artículo 116 de la Carta Magna vigente, no hay fórmulas obligatorias para jurar como presidente [de la República][1]. (2)

Como es de conocimiento de la opinión pública internacional, el 5 de Abril de 1992 el otrora Presidente Alberto Fujimori Fujimori decreta la disolución del Congreso de la República del Perú quedando sin efecto la Constitución de la República de 1979, imponiendo fácticamente la nueva Constitución del año 1993. En su acápite Decimosexto de Disposiciones Finales y Transitorias la Constitución del ’93 sostiene: “Promulgada la presente Constitución, sustituye a la del año 1979”.

En dos momentos el Presidente Ollanta Humala hace referencia a la Constitución de 1979, será en el juramento y el posterior discurso. En el juramento aseveró: “Juro por la patria que ejerceré fielmente el cargo de presidente de la República, que me ha confiado la nación por el periodo presidencial 2011-2016. Que defenderé la soberanía nacional, el orden constitucional y la integridad física y moral de la república y sus instituciones democráticas, honrando el espíritu, los principios y valores de la Constitución del 1979”.

En el discurso evocó la figura del fundador del Partido Aprista Peruano (APRA): “Evoco aquí nuevamente la figura de Haya de la Torre y su legado, plasmado singularmente en la Constitución de 1979, la última constitución de origen democrático, a la que muchos no la han respetado y por eso la olvidan, que constituye para mí una verdadera inspiración por su contenido nacional, democrático y de libertad”.[2]

El mandatario afirmó su juramento honrando no la vigencia de la Constitución de 1979, sino su espíritu, principios y valores; para el mandatario, de mayor importancia que los profesados por la Constitución del ’93. Así como aludió su olvido y fuente de inspiración basado en “su contenido nacional, democrático y de libertad”. Esta es una libertad –de jure- que asume el mandatario, invalidando la trascendencia valorativa de una Constitución (1993), la cual nació en un contexto en donde los poderes del Estado sufrían su descalabro institucional frente al poder de facto del gobierno fujimontesinista (1992-2000).

La expansión de la política neoliberal de los ’90 justificó dictaduras, golpes de estado, desapariciones, asesinatos, torturas, esterilizaciones y el peor de los retrocesos humanos vividos en la historia del Perú. La alienación y enajenación de la conciencia colectiva en manos de uno de los más nefastos gobiernos del Perú aún nos siguen pasando factura.

El crecimiento económico basado en el desarrollo de las urbes y el desarrollo de los índices macroeconómicos fue la prioridad dictada por el Banco Mundial y las principales corporaciones financieras. La Constitución del ’93 legitimó la política y economía liberal, la cual ha sumido a la Nación en el espejismo de un desarrollo sin justicia social, con discriminación económica y enriquecimiento desigual. Nos preguntamos, ¿quién de los que ahora cuestiona un juramento simbólico de orden político, se rasgó las vestiduras ante las decenas de Decretos Legislativos que legitimaron centenares de asesinatos, despidos laborales, esterilizaciones, lotizaciones de tierras y demás barbaries? ¿Quiénes de los que ahora pretenden debilitar las instituciones del Estado, pueden defender lo indefendible, como fue el auto golpe de Estado del año 1992?

Los golpes de Estado como hecho de facto se legitimaron en la historia de nuestros pueblos haciendo del imperio de facto de la Ley el argumento de jure de dictaduras y alianzas mercenarias, que nos sumieron en el terror represivo y aniquilador.

De facto es el hambre, la miseria, el analfabetismo, la prostitución, la corrupción, la manipulación religiosa, el incumplimiento de las promesas, el fanatismo ideológico, el imperio político-económico, la mentira, la injusticia, la insensibilidad. Si al jurar por los valores del cristianismo, el islamismo, la tradición de los Q’eros incas o la espiritualidad africana nos alejan de los valores fundantes de derechos inviolables como la alimentación, la educación y la salud, está primando la ley del imperio excluyente del poder sobre todo principio ético y equitativo.

De jure es la igualdad de oportunidades, es la salud integral basada en el desarrollo económico, social, psicológico, emocional, ambiental de los pueblos, es la posibilidad de realizarse como seres humanos y comunidades en iguales condiciones de intercambio comercial tecnológico, económico e intelectual. Si al jurar por Dios y la patria, es la manera subterránea de jurar por “Dios y por la plata”[3], estamos jurando en vano. Los escuadrones élites de la Waffen o Leibstandarte SS hitleriana presentaban juramentación con rezos como estos: “Te prometo Adolf Hitler como Führer y Canciller del Reich, lealtad y valor. Te prometo, y a los que has designado para mandarme, obediencia hasta la muerte. Que Dios me ayude”.

Solemos legitimar o deslegitimar juramentos y lealtades al Dios de la vida o al Dios becerro de oro, dependiendo del espacio físico-político-económico que nos toque movernos en la vida.

Nuestras fronteras entre lo licito e ilícito, lo permitido y no, lo de jure y lo de facto, nos acompañaran cual permanente disyuntiva que nos permitirán acceder al candente terreno de las definiciones. Muchas veces estos serán espacios pantanosos en donde las opciones de vida se debatirán entre las migajas que ofrece el sistema que todo lo compra y todo lo tiene, y las satisfacciones que puede cosecharse en el camino de la construcción de relaciones justas basadas en valores inalterables como la justicia, el derecho y la equidad.

Asumimos como un reto del actual gobierno peruano hacer de la débil frontera entre el hecho de jure y de facto una fortaleza basada en la coherencia, la humildad y la transformación socio-económica, eso es todo.

* Teólogo peruano.


NOTAS:

[1]Fuente: http://www.prensaescrita.com y http://www.larepublica.pe. Revisado: 29/07/11.

[2] Según el Diccionario de la Lengua Española la palabra juramento significa: “Afirmación o negación de algo, poniendo por testigo a Dios, o en sí mismo o en sus criaturas”. Consideramos que por la calidad del juramento de los tres mandatarios podríamos estar frente al juramento asertorio como el correspondiente a su clasificación. Este tipo de juramento es señalado como: “el juramento con que se afirma la verdad de algo presente o pasado”. Fuente: http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=Juramento Revisado: 28/07/11.

Ley del Talión = mano dura

Julia Esquivel es teóloga y poeta guatemalteca, de la Teología de la Liberación. Tiene una larga trayectoria como activista de Derechos Humanos en su país y Centroamérica. En diciembre de 1994 recibió el Doctorado Honoris Causa en Teología por la Universidad de Berna, Suiza. En este texto, comparte con los y las lectoras de Con Nuestra América una reflexión sobre la llamada “mano dura” en América Latina.

Julia Esquivel V. / Especial para Con Nuestra América

Toda América Latina está llena de memorias de “manos duras” Es una receta tan vieja como la humanidad. Por cierto, una humanidad des-humanizada. Es la muy conocida fórmula del ojo por ojo y diente por diente, o el que me la debe, me la paga. Las viejas películas de vaqueros del oeste están llenas de ejemplos de bravucones y super-machos que vivían obedeciendo ciegamente a esa consigna.

Lastimosamente, no sólo en las películas sino que también en la misma Historia, los “manos duras” han sobrado. Las familias, los gobiernos, las instituciones educativas, militares, policiales, judiciales y hasta los barrios y aldeas, están atiborrados de ejemplos de “manos duras”. Son las sociedades empantanadas en el machismo las que producen este tipo de hombres. Basta con recordar algunos nombres: Anastasio Somoza, Manuel Estrada Cabrera (“El Señor Presidente”), Augusto Pinochet; el añorado por sus fans, don Jorge Ubico, Lucas García, Stroesner, en Paraguay, Hitler en Alemania, Francisco Franco en España, Stalin en la Unión Soviética, y el ejemplo aún vivito y coleando aquí en nuestra lastimada Guatemala, el Patriarca del F.R.G. y otros…

Los convertidos a la ley de Talión añoran personajes así. Sobre todo cuando se promueven tan eficientemente el crimen organizado, la venta de armas y las numerosas empresas de seguridad particular. Son partidarios de la mano dura los machitos que desde el Congreso se oponen a reglamentar el próspero comercio o libre mercado de armas. Para ellos la solución a casi todos los problemas está en la limpieza social y en la Ley del Talión. Son fieles creyentes del conocido proverbio: muerto el perro, se acabó la rabia. Lea el artículo completo aquí...

¿Se podrá vivir sin fútbol profesional?

Si algo podemos criticar con fuerza no es el fútbol como deporte, sino todo el circuito político-económico que ha ido formando su profesionalización creciente, así como su utilización en tanto mecanismo de control de masas, ahora ya a nivel planetario.

Marcelo Colussi / Especial para Con Nuestra América

mmcolussi@gmail.com

Desde Ciudad de Guatemala

Escribir sobre este tema con carácter crítico puede traerme más sinsabores que otra cosa. Hasta no sería improbable que Eduardo Galeano –un “discapacitado capilar”, según su expresión, y escritor igual que yo (bueno… quizá no tan iguales más allá de la calvicie, pero colegas al fin o, al menos, sudamericanos ambos)– reaccionara airado si leyera este escrito, tan defensor del fútbol como es.

Pero sin dudas hay que abrir una crítica con todo lo que ha venido sucediendo con el fútbol, esta “pasión de multitudes” como suele llamársela, en estos últimos años, y a pasos cada vez más acelerados.

Los campeonatos mundiales ponen en evidencia de un modo particularmente grotesco lo que ha pasado a ser el fútbol profesional en nuestra aldea global: un fabuloso mecanismo de control social.

Sería ingenuo pensar que el Campeonato Mundial, esa parafernalia mediática que cada cuatro años crea un escenario ilusorio de 30 días de duración, sirve a los poderes fácticos para hacer o dejar de hacer lo que son sus planes geoestratégicos de dominación a largo plazo. No necesitan de él para invadir países, para aumentar el precio de los combustibles o para desviar la atención sobre la catástrofe medioambiental en curso debida al mismo modelo insostenible de desarrollo, sólo por dar sólo algunos ejemplos. Si hay “lavado de cerebro” de parte de las clases dominantes –¡y definitivamente la hay!– ello no se realiza porque durante un mes se inunden las pantallas de televisión con partidos de fútbol y media humanidad ande hablando sólo de los astros de moda, de cuánto ganan en cada fichaje o del nuevo modelo de ropa deportiva. El proyecto es más insidioso, más maquiavélico: se trata de controlar en el día a día, abrumando con partidos y más partidos, y más campeonatos y más ligas… ¿Cuántas horas diarias de fútbol consume por televisión un habitante promedio? ¿Mejora eso de algún modo su relación con el deporte? ¿Por qué ese crecimiento exponencial del fútbol profesional –amateur ya no existe, es casi una pieza de museo– en todo el mundo?

No hay dudas que, al igual que todo gran evento de proporciones enormes, puede funcionar puntualmente como distractor de masas, tal como también lo puede ser la boda real o la muerte de alguna estrella de la música pop, por ejemplo. No otra cosa fueron el que organizara la dictadura militar argentina en 1978, con el que se intentó lavar la cara en su sangrienta guerra sucia, o el de la Italia fascista de 1934, en el que se buscaba a toda costa disciplinar y mantener ocupada a una clase obrera demasiado “rebelde”. De todos modos quedarse con la estrecha idea que estos campeonatos son las cortinas de humo de gobiernos dictatoriales es ver sólo un lado del asunto, y quizá sesgadamente.

En todo caso, los Mundiales evidencian el papel que en la moderna cotidianeidad ha pasado a desempeñar el fútbol profesional (independientemente que, como deporte –en eso estamos totalmente de acuerdo con Galeano– sea muy bonito, vistoso, picaresco). En forma creciente, desde mediados del siglo pasado, y sin detenerse, aumentando cada vez más, el negocio del fútbol sirve como “opio de los pueblos”. Lo que sí es evidente es que el fútbol como espectáculo mediático para consumir –por televisión más que nada– crece sin parar. Ello, evidentemente, no es decisión de quienes estamos condenados a consumirlo en forma pasiva sentados ante un televisor sino de grandes poderes que fijan el curso de lo que sucede en nuestro atribulado mundo.

Que ello es gran negocio, es innegable (lo que mueve globalmente cada año representa la decimoséptima economía mundial). Lo que sí puede deducirse es que poderes globales de largo aliento que están más allá de las administraciones gubernamentales de turno, también lo aprovechan como droga social, como anestesia. El Mundial no es sino una dosis un poco más fuerte del “pan y circo” cotidiano al que nos someten, con dos, tres o más partidos diarios durante los 365 días del año, y con una cantidad de torneos que ya cuesta memorizar. ¿Cuántos partidos y cuántas copas se están disputando en este momento, cuando estamos leyendo estas páginas? ¿Cuántos millones de personas están ahora prendidos a un televisor (o radio, o pantalla de computadora quizá) siguiendo una transmisión de fútbol, anestesiados, embobados si queremos decirlo así?

Si algo podemos criticar con fuerza no es el fútbol como deporte (¡que vivan todos los deportes, por supuesto!, y ojalá todos practiquemos alguno) sino todo el circuito político-económico que ha ido formando su profesionalización creciente así como su utilización en tanto mecanismo de control de masas, ahora ya a nivel planetario. El Mundial es sólo una pildorita de esa medicina.

Hoy día pareciera imposible pensar en desprofesionalizar el gran circo del fútbol, pues eso implicaría chocar con poderes monumentales. Eso, sin dudas; pero vale la pena abrir la crítica sobre todo esto. ¿O preferimos quedarnos sentados ante la pantalla y mañana comentar el partido del caso con los amigos?

Un momento estratégico para Sudamérica

Las tres situaciones mencionadas en este artículo resaltan el papel estratégico que está jugando Sudamérica en el mundo, y de modo muy destacado el lugar que comienza a ocupar Brasil.

Raúl Zibechi / LA JORNADA

En medio de la creciente turbulencia global la región sudamericana se convierte en espacio en disputa entre imperios decadentes y potencias emergentes. Las cuantiosas y crecientes reservas hidrocarburíferas y de minerales, el mayor potencial hidroeléctrico del planeta, y las reservas de agua y biodiversidad, están en el centro de esa disputa. Tres hechos recientes lo confirman.

A mediados de julio la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) informó que Venezuela sobrepasó a Arabia Saudí como poseedora de las mayores reservas del planeta. En 2010 alcanzó 296 mil 500 millones de barriles, con un crecimiento de 40 por ciento respecto de 2009, frente a 264 mil 500 millones de barriles de los saudíes, cuyas reservas permanecen estancadas. A bastante distancia les siguen Irán e Irak. Los 12 países de la OPEP detentan 81.3 por ciento de las reservas mundiales. El petróleo sudamericano se torna cada vez más relevante. Lea el artículo completo aquí…

Revolución, Autogestión y Cooperativas. Una visión desde la presente perspectiva cubana

Hoy, con la misma confianza, es necesario entregarle las fábricas a los trabajadores, algo que a ningún otro gobierno del mundo se le ocurriría, para generar un escudo económico que haga irreversible la independencia y el socialismo.

Humberto Miranda Lorenzo / ALAI

Quienes conocen (y sobre todo disfrutan) de béisbol saben que el juego no termina hasta que caiga el último “out”. Por eso disiento de los enfoques “terminales” acerca de la Revolución cubana. No importa cuántas carreras debajo estemos, todavía nos quedan turnos al bate.

Justo ahora, en medio de una compleja situación (nada nuevo para cubanas y cubanos) se evidencian un sinnúmero de alternativas que podrían imprimirle un giro positivo al proceso más allá de la idea de “mantener” lo alcanzado. Centrarse únicamente en defender las conquistas lleva también a la trampa de defender un status de inmovilismo que deriva, sin remedio, en la muerte del proceso. Pero para “ir más allá” se requieren altas dosis de audacia, inteligencia colectiva y voluntad real de que el pueblo no solo “tome parte”, sino, y sobre todo, que protagonice y dirija el proyecto social de la Revolución. Lea el artículo completo aquí…

Discurso de asunción de la nueva presidenta de la Federación de Estudiantes de Chile

Debemos romper con aquella burbuja universitaria que instala el individualismo, la competencia y el exitismo personal como patrón de conducta para los estudiantes por sobre ideas y conceptos fundamentales como lo son la solidaridad, la comunidad y la colaboración entre nosotros.

Camila Vallejo Dowling

Mi nombre es Camila Antonia Amaranta Vallejo Dowling y quisiera, antes que todo, poder expresarle a los presentes el orgullo y el desafío que significa para mí encabezar la Federación de Estudiantes más importante de Chile, es una gran responsabilidad que significa hacerse cargo de 104 años de historia, 104 años de aventuras y desventuras, 104 años de lucha en el seno del movimiento estudiantil.

Y es un orgullo y un gran desafío porque vengo de aquellos lugares que no reciben condecoraciones, de los cuales poco y nada se dice, porque poco y nada se sabe, lugares que a veces incluso se les llega a olvidar. Lea el discurso completo aquí…

Emancipación y revolución mundial

El sistema colapsa: sólo la Revolución mundial evitará que arrastre al resto del planeta con él.

Luis Britto García / Patria Grande

Vive el mundo entre conmociones para imponer las cadenas de la explotación y sacudidas que las fracturan. Las independencias son rupturas de vínculos con el explotador internacional; las revoluciones, aniquilación de órdenes impuestos por explotadores internos y sus aliados transnacionales

Emancipaciones y revoluciones son las grietas que rompen la trama de la explotación del hombre por el hombre: toda independencia aspira a ser Revolución.

La Independencia de América fue el mayor proceso de descolonización del mundo. El segundo gran proceso de descolonización se cumplió en el siglo XX, con la masiva emancipación política y en parte revolucionaria de estados en Asia, África y Europa. El tercer gran proceso revolucionario de la Historia arranca ahora, y abarca el planeta, incluidas las potencias hasta hoy hegemónicas. Lea el artículo completo aquí…