sábado, 25 de febrero de 2012

EE.UU en América Latina: con licencia para matar

La unidad militar de elite que acabó con la vida de Osama Bin Laden pide carta blanca para operar en América latina sin control político de los gobiernos.

Walter Goobar / Miradas al Sur (Argentina)

El jefe del Comando de Operaciones Especiales de Estados Unidos (Ussocom, por sus siglas en inglés), cuyas fuerzas de elite fueron las que rastrearon y mataron a Osama bin Laden en Pakistán, pidió carta blanca para tener mayor libertad de desplazamiento de las fuerzas especiales (SOF, por sus siglas en inglés) y realizar operativos en todo el mundo. Ese permiso dotaría a las SOF de mayor flexibilidad para expandir sus operativos a regiones como África, Asia y América Latina, donde –hasta ahora–, sus actividades han sido limitadas. La gran diferencia es que se podrían desplegar tropas sin tener que pasar por las vías normales de aprobación que exige el Pentágono.


El periodista William Márquez de la BBC señala que “algunos analistas sospechan que una mayor amplitud del alcance de estas fuerzas en América Latina podría degenerar en actividades cuestionables y dañar las relaciones de Estados Unidos con sus vecinos en el hemisferio”.

Entrevistado por la Televisión Rusa, el profesor Victor Manuel Quintana cree que la misión oculta de estos pelotones podría ser la intimidación de gobiernos antagonistas a Washington, porque “EE.UU. siempre ha hecho esto en favor de sus intereses, no le importa violar la ley internacional o las leyes internas de otras naciones”, subraya el experto. Quintana opina que en este caso se trata de un intento de Estados Unidos por controlar el mercado de las drogas. “Con la injerencia de estos comandos especiales tendrían mucha más libertad para capturar, o incluso para asesinar, a los grandes capos de las drogas que no se alían con ellos, o que no se someten a ellos”, dijo Quintana.


Adam Isaacson, analista de política de seguridad nacional de Wola, la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, reconoce que “aunque naturalmente no se dan muchos detalles, uno se puede imaginar casi todo”.


En países “aliados” pueden “incluir operativos de inteligencia contra grupos, partidos o individuos que son vistos como amenaza contra EE.UU. aunque los mismos no estén haciendo nada ilegal en su país”.


Isaacson especula que “en los países con los que Estados Unidos no tiene muy buena relación”, enumerando específicamente paises del Alba, Venezuela, Bolivia, Ecuador o Nicaragua, “podría haber hasta actos de sabotaje “.
Según la BBC, el analista de Wola revela “que ha habido antecedentes en el marco de la llamada guerra contra el terrorismo con la creación, hace unos 5 o 6 años, de pequeños grupos dentro de las embajadas estadounidenses conocidos como Military Liaison Elements, elementos de enlace militar”.


“Eran grupos de elite que, en algunos casos, se encontraban allí sin el conocimiento del embajador”, dijo Isaacson. “Andaban de civiles, completamente armados y el mundo llegó a saber de ellos cuando en Asunción, Paraguay, mataron a un ladrón en la calle”.


Adam Isaacson indica que la búsqueda de una mayor actividad en América latina obedece a la retórica de algunos legisladores republicanos y centros de investigación conservadores que están hilando una compleja idea de amenaza de seguridad. “Empieza con Irán y el grupo radical Hezbollah”, explica, “y se conecta con Hugo Chávez en Venezuela y Evo Morales en Bolivia, pasa por las Farc en Colombia para finalmente terminar con las Maras en Centroamérica y los carteles de drogas en México, todos ocupando el mismo espacio para presentar conjuntamente una amenaza para la seguridad de Estados Unidos”.


Con la presentación de este tipo de escenarios, es muy probable que la solicitud para una mayor y más ágil presencia de Fuerzas de Operación Especial en regiones como América latina reciba una aprobación, aunque con algunas limitaciones, en el Congreso.


“El presidente Obama le brinda un estatus muy alto por los resultados que obtuvieron contra Bin Laden”, afirmó Adam Isaccson de Wola. “No importa la ideología, cualquier presidente se va a enamorar de esa capacidad de despliegue rápido de las Fuerzas de Operación Especial” (BBC).


Aunque no haya fuerzas del SOF en un país, siempre va a haber sospechas y eso afectará la confianza mutua y la fluidez de las relaciones”, reconoce Adam Isaacson.


Hasta ahora, las actividades de las tropas estadounidenses en suelo latinoamericano tienen que regirse por un protocolo que incluye una relación muy estrecha con el comandante de las fuerzas regionales, el Comando Sur, en el caso de América latina. Además, deben coordinar sus operativos con el embajador estadounidense del país en cuestión, pero todo eso podría cambiar con la solicitud del jefe del Comando de Operaciones Especiales.


Según Business Insider, el Equipo 6 de los Seal opera fuera del protocolo militar. Esto les permite realizar operaciones al nivel más alto de la clasificación y, a menudo, fuera de los límites del derecho internacional. Esto plantea la cuestión de cuánto control tiene el presidente Obama, el comandante en jefe, sobre ellos.
Lejos de ser una excepción, la política de asesinatos selectivos inaugurada con la muerte de Bin Laden se ha convertido en un eje de la doctrina de guerra asimétrica sustentada por Obama.

La jerga militar denomina “guerra asimétrica” a la que se da entre dos contendientes con una desproporción de los medios a disposición. En la guerra asimétrica no existe un frente determinado, ni acciones militares convencionales. Es un conflicto irregular que se basa en golpes de mano, combinación de acciones políticas y militares, propaganda negra, operaciones encubiertas y psicológicas, lo que implica acciones propias de la guerra sucia y el terrorismo de Estado.


Obama no es el primer presidente de los EE.UU. que toma tanto interés en los asesinatos. El homicidio ha sido siempre un arma de la política exterior de EE.UU. en los períodos de turbulencia, en los años sesenta. La lista de los asesinos abarca desde Eisenhower hasta Bush, pero probablemente Obama sea el más repelente junto con Woodrow Wilson, porque ninguno de sus rivales se colocaba a sí mismo en un plano moral más elevado, mientras –paralelamente– ejecutaba una cínica campaña electoral mediante asesinatos.

En 1976 el presidente Gerald Ford promulgó una orden ejecutiva que prohibía ese tipo de crímenes. “Ningún empleado del gobierno de los EE.UU. se involucrará o conspirará para involucrarse en asesinatos políticos”, decía el texto de la Orden Ejecutiva 11.905, actualmente caída en desuso.

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