sábado, 20 de octubre de 2012

A 200 años de la Constitución liberal de España

Con motivo del Bicentenario de la Constitución de Cádiz, se ha convocado para el 16 y 17 de noviembre en esa ciudad andaluza a la XXII Reunión Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de Iberoamérica.  Sería este un buen momento para rendir homenaje al general Riego y a los liberales españoles que con su acción y el sacrificio de sus propias vidas jugaron un papel decisivo en la lucha por la Independencia de nuestras naciones.

Sergio Rodríguez Gelfenstein / Especial para Con Nuestra América
Desde Caracas, Venezuela

España es un país de origen multicultural establecido en una región  en la que a través de la historia se ubicaron diversos pueblos provenientes del norte de África y el oeste de Europa. Sufrieron diversas ocupaciones hasta que los romanos se asentaron en su territorio e impusieron por primera vez una autoridad política única hacia el siglo I a.C.

La península ibérica fue ocupada por los visigodos entre los siglo V y mediados del VIII d.C. Posteriormente los árabes invadieron el territorio y se mantuvieron por 7 siglos. Los descendientes de los visigodos concentrados en el norte de la península fueron organizando reinos (Castilla, Aragón, Cataluña, Navarra y León entre otros) y comenzaron el proceso de unificación por oposición a los árabes.

Este proceso tuvo su punto cúlmine a través del matrimonio de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, cuyo nieto Carlos V llegó a ser Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico que abarcaba la mayor parte de Europa. En 1492, estos monarcas expulsaron  de España a los árabes y a los judíos paralizando el desarrollo del país y sumiéndolo en un atraso del que sólo pudieron reponerse bien avanzada la segunda mitad del siglo XX.  Por esa “obra”, el Vaticano les otorgó el título de Reyes Católicos.

La monarquía de los Borbón, actualmente reinante en España, se estableció en el país al comenzar  el siglo XVIII. A pesar de las gigantescas riquezas que expoliaron de sus colonias en América, su incapacidad administrativa y las repercusiones de la Revolución Francesa de 1789 ocasionaron una profunda crisis en el Estado. Al inicio del siglo XIX se empezaron a revelar expresiones de esa crisis cuando se produjeron diversas conjuras y manifestaciones populares en contra de la realeza. En estas condiciones Fernando VII asumió el trono para tratar de salvar a la monarquía e impedir que estas ideas libertarias llegaran  al otro lado del Atlántico, donde vientos de libertad e independencia  agitaban sus colonias en el continente americano.

Los movimientos independentistas de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX en Sudamérica, tuvieron su concreción en 1810 en Caracas cuando el 19 de abril se declaró la independencia de Venezuela, otras colonias tomaron el mismo camino durante ese año y los posteriores. La respuesta de la metrópoli no se hizo esperar, momentáneamente la contrarevolución se impuso y los patriotas se vieron obligados a  desatar la guerra por la Independencia. 

En España, el 19 de marzo de 1812 en una reunión extraordinaria de las Cortes  en Cádiz  fue promulgada  la primera constitución del país, un instrumento jurídico bastante avanzado para su época. Su articulado considerado muy liberal para ese momento contenía un articulado que  consagraba entre otros aspectos la soberanía en la Nación (ya no del rey), la monarquía constitucional, la separación de poderes y  la limitación de los del rey.

Esta constitución estuvo vigente  durante dos años hasta que en mayo de 1814 fue derogada tras el regreso  de Fernando VII a España. El monarca ordenó la detención de los diputados liberales e inició la más brutal persecución contra ellos. Los enunciados que significaban la pérdida de poder político y económico de la monarquía en favor de los ciudadanos provocaron una respuesta sanguinaria y atroz del Estado que nuevamente se refugiaba en el absolutismo más férreo para conservar la autoridad.

El símbolo más reconocido de la Constitución de Cádiz fue el general Rafael del      Riego. Con el grado de Teniente Coronel, este valeroso militar asturiano juró la Constitución en 1812. A través de su participación en la masonería estableció contacto con los patriotas iberoamericanos y conspiró  junto a otros liberales durante los 6 años de la restauración absolutista, hasta el establecimiento del llamado Trienio Liberal que volvió a darle vigencia a la Constitución Liberal de 1812, desde 1820 hasta 1823

El 1° de enero de 1820, en las Cabezas de San Juan (Andalucía), el Comandante Rafael del Riego proclamó la Constitución de Cádiz, restableció las autoridades constitucionales y con ello  evitó el traslado a América, del Ejército con el que Fernando VII buscaba someter a los patriotas que luchaban por la Independencia. En su arenga a las tropas Riego expuso su rechazo a "…las órdenes de un rey ingrato que asfixiaba a su pueblo con onerosos impuestos”, explicaba que la monarquía “… intentaba además  llevar a miles de  jóvenes a una guerra estéril, sumiendo en la miseria y en el luto a sus familias”. Finalmente el honorable oficial informó a sus subordinados que “Ante esta situación he resuelto negar obediencia a esa inicua orden y declarar la constitución de 1812 como válida para salvar la Patria y para apaciguar a nuestros hermanos de América y hacer felices a nuestros compatriotas”, finalizaba airoso exclamando “¡Viva la Constitución!"

A partir de aquel 1° de enero de 1820 ningún soldado español sería enviado a restablecer el absolutismo en ninguna parte de América.  Esta decisión del general del Riego y de los liberales españoles y su determinada oposición a que se trasladara un nuevo ejército español a América tuvo una influencia decisiva en la Batalla de Carabobo y en los posteriores combates que llevaron a la Independencia definitiva en Ayacucho en 1824.

En ese contexto el propio Simón Bolívar en carta dirigida a Melchor Aymerich, último gobernador español de Quito, fechada el 18 de febrero de 1822 en Popayán en el que le insta  a evitar mayor derramamiento de sangre ante la virtual debilidad de las tropas españolas frente a la ofensiva patriota, le informa de la rebelión de Riego como argumento para que Aymerich tome una decisión a favor del fin del conflicto. Expone el Libertador: “Tenga V.E. entendido que el gobierno español está reducido a una espantosa anarquía; que el señor General Riego, con otros muchos ilustres jefes, están a la cabeza de un partido republicano que en este momento debe haber derrocado al trono de Fernando VII. Yo podría convencer a V.E. con documentos oficiales, si me atreviese a exponerlos a los azares de la guerra, en un territorio que ha estado siempre cubierto de bandidos. Estos documentos existen y yo celebraré infinito mostrarlos a quien V.E. destine”.

La revolución liberal en España en 1820 propició otras en Nápoles, Sicilia, Portugal, Piamonte y Francia. La respuesta  de las potencias de la Santa Alianza del Altar y el Trono (Francia, Austria y Rusia) fue invadir España y derrocar el gobierno liberal en 1823. El 7 de noviembre de 1823 el general Riego fue ahorcado en Madrid por orden de Fernando VII, y todos los liberales cruelmente reprimidos en España. En abril de 1931 el Gobierno de la República española adoptó como Himno Nacional “la Marcha de Riego”, sustituido desde la dictadura fascista de Francisco Franco (1939-1977) por la denominada “Marcha Real”.

Riego es el máximo exponente de los defensores de las libertades civiles en España, y es considerado el mártir por excelencia de la represión política contra el liberalismo. Actualmente su retrato se puede ver en las Cortes Generales junto a otros cuadros como la Jura de la Constitución de 1812.

Doscientos años después, y con motivo del Bicentenario de la Constitución de Cádiz, se ha convocado para el 16 y 17 de noviembre en esa ciudad andaluza a la XXII Reunión Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de Iberoamérica.  Sería este un buen momento para que los representantes gubernamentales de las naciones que fueron colonizadas por España, rindieran un merecido homenaje al general Riego y a los liberales españoles que con su acción y el sacrificio de sus propias vidas jugaron un papel decisivo en la lucha por la Independencia de nuestras naciones. 

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