sábado, 12 de enero de 2013

Costa Rica: Mundos separados

Un centro comercial situado al oeste de San José de Costa Rica pone en evidencia las tendencias  socioeconómicas y culturales del modelo neoliberal en este país centroamericano: un exclusivo paraíso del consumo rodeado de pobreza, desigualdad y barrios marginales.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

Un complejo comercial de lujo que contrasta con
la desigualdad que predomina en Costa Rica.
El domingo 6 de enero pasado quise ir a ver con mi familia una película española que, a la postre, resultó excelente, La voz dormida, basada en una novela de Dulce Chacón y dirigida por Benito Zambrano, que tiene en su haber varios Premios Goya del año 2011. Viendo la cartelera, resultó que el sitio más cercano para ir a verla era un cine al que no había ido nunca, ubicado en un lugar que, en San José, capital de Costa Rica, se llama Avenida Escazú, así que hacia allá nos dirigimos.

Escazú fue un antiguo y pequeño poblado cercano a San José, ubicado en el Oeste del Valle Central (sitio en el que se extiende lo que ahora se conoce como el Gran Área Metropolitana –GAM-), pero ahora es asentamiento del crecimiento impetuoso del polo de viviendas y comercios favorecidos con el modelo de desarrollo neoliberal: se ha llenado de edificios (lo que es toda una novedad en Costa Rica, acostumbrada a las casitas bajas, muchas con su propio jardín) en donde viven quienes pueden pagar más de 150 mil o 200 mil dólares por un pequeño apartamento, centros comerciales lujosos, restaurantes con comidas exóticas y una fauna humana acorde con todo esto.

Avenida Escazú resultó ser un barrio (no sé de qué otra forma llamarle) acorde con estas características. Es, en realidad, una calle adoquinada, bordeada de altos edificios en donde en sus pisos superiores hay viviendas y en los inferiores comercios. Para el contexto costarricense es totalmente atípica, no solamente porque todo está ordenado y limpio en una calle flanqueada por edificios de varios pisos y por el precio de los platos que se sirven en los restaurantes, sino porque ahí todos ostentan un comportamiento totalmente distinto al de otras partes de la ciudad: los automóviles circulan despacio y respetan a los peatones que cruzan la calle, la gente no tira basura al suelo y se oyen risas de niños por doquier.

Es como un país dentro de otro país. De hecho, los costarricenses, en son de burla hablan de la “República Independiente de Escazú”.

Cuando nos encontrábamos buscando la tal Avenida Escazú, perdidos preguntamos a un guarda por su ubicación. Se trataba de un muchacho joven, de unos treinta años, que no supo decirnos en dónde estaba. El lugar resultó ser el complejo comercial que se encontraba a la par del sitio donde él trabajaba. Pero él no sabía en dónde estaba porque ese complejo comercial, la Avenida Escazú, no fue construida para la gente como él, así que este muchacho seguramente sale de su trabajo, se sube a un autobús que pasa en la carretera del frente y se va para alguno de los barrios marginales que se multiplican en toda el área metropolitana. Avenida Escazú, que está a la par de su trabajo, no existe para él.

Una vez en el lugar, al caminar por su arteria principal pude identificar a varios ministros y funcionarios de distinto pelaje del actual gobierno almorzando en terrazas acondicionadas con parasoles. Reían a mandíbula batiente y comentaban, seguramente, los acontecimientos políticos de ese país que, para ellos, debe ser todo similar a la República Independiente de Escazú. Se les ve a todos tan pulcros, tan bien vestidos, tan educados; son tan correctos al tomar los cubiertos con los que comen, se llevan con tanta gracia la comida a la boca. En fin, son la gente linda, a tal punto que estuve a punto de olvidar al guarda que no sabía de ese lugar en donde ellos departían.

La película es un drama ubicado históricamente en la posguerra española, en el año 1939. Remueve la conciencia y su universalidad: no pude dejar de pensar en nuestros países, en nuestros desaparecidos, en las arbitrariedades del poder, en la prepotencia de los militares.
Me dio vergüenza haber ido a verla en ese lugar.  

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