sábado, 19 de julio de 2014

América Latina en la política exterior rusa

Más allá de los intercambios comerciales y la búsqueda de aliados políticos en el escenario mayor de las tensiones globales, Rusia tiene hoy una mirada mucho más amplia, comprensiva y plural sobre América Latina y sus singulares procesos políticos. ¿Podremos aprovechar las oportunidades que se abren con este acercamiento?

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica

Los presidentes Vladimir Putin y Cristina Fernández
sostuvieron reuniones en la Casa Rosada de Argentina. 
Un primer balance de la reciente gira latinoamericana del presidente Vladimir Putin, con escalas en Cuba, Nicaragua, Argentina y Brasil, confirma el interés de Rusia por elevar el nivel de la relaciones con nuestra América en todos los niveles. Con decenas de acuerdos bilaterales firmados, en ámbitos como la explotación petrolera y electricidad, el desarrollo de infraestructura portuaria y aeroporturia, salud y cultura con Cuba; comercio, cooperación tecnológica en materia de energía atómica, comunicación, televisión digital e industria cultural, asistencia legal y derecho internacional, investigación espacial, seguridad, con Argentina; cooperación económica y comercio, intercambio tecnológico, defensa, explotación de gas, salud y educación, con Brasil; pocos podrían dudar del interés de Moscú por afianzar su presencia y cooperación con una región a la que considera estratégica en el desarrollo de su política exterior.

Antes de emprender su viaje con rumbo a La Habana, el presidente Putin concedió una entrevista a las agencias de noticias Prensa Latina e Itar-Tass, cuya lectura nos parece imprescindible para entender las nuevas tendencias del sistema internacional y el lugar que nuestra América ese complejo ajedrez geopolítico.

El mandatario no solo se mostró como un conocedor de la historia y de la cultura latinoamericana, con referencias que iban desde las artes plásticas a la música, o de la literatura a la política y las luchas independistas; sino que además expuso ampliamente su visión sobre nuestra región, a la que reconoció, por un lado, como “una fuente riquísima de recursos naturales, los cuales son el petróleo y la bauxita, el agua dulce y los alimentos”, y en esa medida, destino de las inversiones rusas; y por otro lado, destacó como un ejemplo a seguir la experiencia reciente de varios países “en la creación de un modelo sostenible de desarrollo democrático y crecimiento económico, un modelo con un componente social significativo”.

Además, Putin resaltó los avances en materia de integración, y en particular, celebró la buena disposición de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que actualmente preside Costa Rica, para establecer vínculos con países fuera de la región, como China y Rusia. La CELAC, un organismo que expresa la nueva correlación de fuerzas políticas en el continente, y que tiene como fundamentos las visiones martianas y bolivarianas sobre el futuro posible de América Latina, atrae el interés del mandatario ruso, quien destacó su importancia como “una asociación de todos los países del continente diseñada para ser el foro de consulta sobre asuntos regionales, sin participaciones ni impertinentes intervenciones del exterior”.

Putin también se refirió al potencial de las relaciones ruso-latinoamericanas y lo que estas pueden aportar a la construcción del mundo multipolar que se configura en las primeras dos décadas del siglo XXI: Estamos interesados en una América Latina unida, fuerte, económicamente sostenible y políticamente independiente, que se está convirtiendo en una parte importante de un mundo policéntrico y emergente”, dijo a las agencias de noticias. Un mundo al que el presidente ruso caracteriza como “global e interdependiente”, en el que “ningún Estado o grupo de Estados puede resolver los principales problemas internacionales por su cuenta”, y donde –aseguró-  los diversos desafíos y amenazas de los tiempos modernos exigen negarse a los intentos de imponer a otras naciones los modelos de desarrollo ajenos. Esa actitud ya había demostrado su impotencia”.

Sin obviar el hecho de que estos acercamientos entre Estados siempre tienen un fuerte contenido económico (por ejemplo, el comercio ruso-argentino de la última década alcanzó los 1800 millones, con una tasa de crecimiento del 16% el año pasado), lo que por sí mismo debería llevar a un análisis minucioso y un debate sobre sus beneficios y riesgos en cada uno de nuestros países, lo cierto es que tanto las declaraciones como los gestos diplomáticos expresados en esta visita evidencian que, más allá de los intercambios comerciales y la búsqueda de aliados políticos en el escenario mayor de las tensiones globales, Rusia tiene hoy una mirada mucho más amplia, comprensiva y plural sobre América Latina y sus singulares procesos políticos. ¿Podremos aprovechar las oportunidades que se abren con este acercamiento?

En un mundo que cambia y crea nuevos desafíos para los Estados, los gobiernos y los pueblos, y en el que los viejos paradigmas van siendo relegados por las nuevas realidades emergentes, para nosotros, como latinoamericanos, en la tarea de pensar y analizar nuestro futuro parece más vigente que nunca aquella exhortación que nos legara José Martí en aquellas palabras de 1891: “El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse, vende a más de uno. (…) El pueblo que quiera ser libre, sea libre en negocios. Distribuya sus negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir a alguno, prefiera al que lo necesite menos, al que lo desdeñe menos…”

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