sábado, 1 de noviembre de 2014

Capitalismo y gobiernos de nueva izquierda

Los gobiernos de la Nueva Izquierda han logrado avances sociales inéditos, bajo una nueva institucionalidad democrática. Pero, igualmente, corren el riesgo de una restauración conservadora, como la que se temía en Brasil y relativamente en Uruguay, aunque en Bolivia fue contundente el triunfo de Evo Morales.

Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo (Ecuador)

Los gobiernos de la Nueva Izquierda iniciaron un nuevo ciclo histórico en América Latina. Todos asumen una posición anticapitalista y algunos proclaman la construcción del Socialismo del siglo XXI. Pero, igualmente, todos siguen obrando en el marco general del sistema capitalista, si se entiende por este, como lo hizo Karl Marx, al que está basado en dos condiciones: 1. propiedad privada de los medios de producción; 2. apropiación del plusvalor proveniente del trabajo asalariado.

Como obran en el marco del capitalismo, los gobiernos de la Nueva Izquierda son víctimas de una serie de contradicciones, errores y límites internos. De allí que sectores de las izquierdas opositoras o críticas creen que no se camina en la dirección “correcta”, asumen que solo se ha trazado una vía “posneoliberal” y que el “socialismo” sigue postergado, de manera que todo continúa “igual” o “peor” que antes. Es un reduccionismo argumental que desconoce la oportunidad histórica y la correlación de fuerzas sociales que actúa en torno a los gobiernos de la Nueva Izquierda.

Pero, ¿quién tiene la verdad sobre lo que es o debería ser el “socialismo”? No solo que siguen existiendo condiciones mundiales de capitalismo a las que, incluso, los gobiernos de Nueva Izquierda no pueden escapar, como son, por ejemplo, las regulaciones de la OMC o los tratados de comercio como el que Ecuador acaba de suscribir con la UE. Sin embargo, se han dado pasos acelerados para avanzar en un nuevo modelo de capitalismo social que se ha demostrado válido para la misma línea de lucha contra el sistema capitalista como tal. De lo contrario no se entienden las resistencias imperialistas y de los altos empresarios, para quienes solo ese capitalismo social ya es un atentado a sus intereses.

Además, los gobiernos de la Nueva Izquierda han logrado Estados ciudadanos como en Ecuador y populares como en Venezuela y Bolivia, con lo cual perdieron hegemonía los tradicionales partidos y sectores del poder económico y político. Por eso han logrado avances sociales inéditos, bajo una nueva institucionalidad democrática. Pero, igualmente, los gobiernos de la Nueva Izquierda corren el riesgo de una restauración conservadora, como la que se temía en Brasil y relativamente en Uruguay, aunque en Bolivia fue contundente el triunfo de Evo Morales.

No hay duda que los liderazgos de Nicolás Maduro en Venezuela (Hugo Chávez, el primero), Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador, considerados a la vanguardia en la región, han sido garantías para los procesos de cambio orientados en la perspectiva anticapitalistas; pero, además, en Bolivia se ha trabajado en la organización popular comunal, con una fuerte base indígena, y en Venezuela no solo en comunas y consejos populares, sino en la organización política e ideológica de las fuerzas armadas. En Ecuador se ha confiado, hasta hoy, en el apoyo electoral y las políticas ciudadanas desde el Estado, lo que constituye una vía más débil para el mantenimiento del proyecto de socialismo en el largo plazo.

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