sábado, 3 de enero de 2015

Revolución Ciudadana: un nuevo año

Es de esperar que entre 2015-2017, la Revolución Ciudadana profundice el camino de las transformaciones que despertaron la euforia de los primeros tiempos, a fin de asegurar el futuro del ‘socialismo del siglo XXI’.

Juan J. Paz y Miño Cepeda / El Telégrafo

El gobierno de la Revolución Ciudadana (2007-2014) inició un nuevo ciclo histórico: desmontó el modelo empresarial-neoliberal, superó el Estado de Partidos, inauguró otra institucionalidad nacional, orientó el poder del Estado a favor de las mayorías, y aseguró inversiones y políticas sociales que promovieron el mejoramiento de las condiciones de vida y trabajo en el país. Todo ello puede comprobarse empírica y objetivamente.

El ‘socialismo del siglo XXI’ en Ecuador ha combinado un capitalismo social (esfera económica) con un poder ciudadano en el Estado (esfera política). Esta situación explica que los empresarios, siempre resistentes a las reformas sociales, se consideren relegados del poder, a pesar de que hoy hacen buenos negocios. Pero la misma situación también ha provocado que la izquierda tradicional y una serie de dirigentes sociales crean que el gobierno del ‘correísmo’ nada ofrece, pues no ha seguido las orientaciones políticas, partidistas o ideológicas que a ellos les inspiran.

No se ha comprendido, por tanto, la oportunidad histórica que ha significado para Ecuador la existencia de un gobierno de nueva izquierda. Pero tampoco el Gobierno ha sabido tratar ni comprender a esos sectores de la izquierda y de los movimientos sociales que, exceptuando aquellos cuyo dogmatismo hace imposible todo diálogo, bien podrían ser, todavía, aliados preferentes.

También la democracia, los derechos y las libertades han avanzado en este nuevo ciclo histórico, si se analiza al país desde una perspectiva macropolítica e institucional. Basta comparar la situación con cualquiera de los gobiernos sucedidos entre 1979-2006, y con lo que ocurre con los otros gobiernos de Nueva Izquierda en América Latina, todos iniciadores de una nueva e inédita era para la región, que, desde luego, ha provocado polarizaciones y confrontaciones, precisamente porque han sido afectados antiguos poderes políticos e ideológicos y tradicionales intereses económicos.

Sin embargo, dentro del mismo ciclo histórico ecuatoriano iniciado en 2007, hay fases que han venido definiéndose: el primer momento (2007-2008), de euforia política, estuvo marcado por el proceso constituyente; siguió la institucionalización política de la Revolución Ciudadana (2009-2013); y luego la estabilización política (2013-2014), fase en la cual se hicieron evidentes los alcances y los límites históricos del ‘socialismo del siglo XXI’, así como las contradicciones entre algunas posiciones teóricas del régimen y las políticas concretas adoptadas, como se advierte en el Decreto 16, ciertas reformas laborales, el tratado comercial con Europa, o el tratamiento a la Conaie, el FUT y otros movimientos sociales, que tampoco han sabido cuestionar a dirigentes movilizados en líneas absolutamente reaccionarias frente al país.

Es de esperar, por consiguiente, que entre 2015-2017, la Revolución Ciudadana profundice el camino de las transformaciones que despertaron la euforia de los primeros tiempos, a fin de asegurar el futuro del ‘socialismo del siglo XXI’.

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