sábado, 30 de mayo de 2015

Miradas íntimas al Che

Qué razón tenía Ernesto, no sólo en la necesidad del hombre nuevo, sino también en la exaltación de la utopía: “vale mucho más tener en la boca el sabor agridulce de una frustración querida, que la imagen alambicada de lo que pudo ser…”; ¡qué sería de los pueblos del mundo sin la búsqueda de otra realidad, que sería de la humanidad si renunciáramos a la utopía de otro mundo!

Cristóbal León Campos / Especial para Con Nuestra América
Desde Yucatán, México

Para ti

I

El Che y el trabajo voluntario: uno de los pilares
de su visión del socialismo y el hombre nuevo.
En estas fechas viene a mi memoria la síntesis de la utopía plasmada en el Congo en 1965 por Ernesto Che Guevara, una de sus tesis fundamentales: El socialismo y el hombre en Cuba, que cumplió cincuenta años de haberse publicado en el semanario Marcha de Uruguay el 12 de marzo. En forma de carta vio la luz lo que posteriormente conoceríamos como el ensayo que reúne las reflexiones sobre el hombre nuevo que el Che planteó no sólo para Cuba, sino para todo el orbe. La esencia ética revolucionaria, la construcción del socialismo y la necesidad de un hombre nuevo, son no menos que provocaciones que el Che lanzó a todo aquel que se precie de estar a favor de la transformación de la sociedad; no son palabras menores, es un acto de rebeldía mayor, teóricamente es una ruptura y propuesta fundamental para los procesos revolucionarios de la época pero también para los actuales; hay vigencia en esa provocación, hay luz aún en esas ideas transformadoras.

¿Qué sería de éste mundo si en vez de creer en la idea de la maldad natural del hombre nos formáramos con la seguridad del bienestar humano? Más grande seria el desarrollo humano si elimináramos la competencia de entre nosotros y forjáramos el espíritu de solidaridad que ha guiado a los hombres y mujeres que con sus actos e ideas rompieron cadenas y abrieron caminos. Hombres y mujeres nuevos sembrarán las semillas de ese mundo mejor al que aspiramos. No hay perfil único de ese otro mundo, no hay una idea sobre otra, no puede ser así, construcción heroica ha de ser como José Carlos Mariátegui anunciara al escribir sobre la realidad peruana.

II

Entre tanto he releído a ese gran poeta de América que fue Pablo Neruda, su Canto General es obra maestra de la poesía y síntesis de nuestra historia, que dolor y esperanza conjugadas en poema, no por menos el propio Ernesto Guevara (antes de ser el Che) le recitó a Fidel Castro al conocerlo en México en casa de María Antonia, un párrafo formidable que resume la trágica intervención de la los Estados Unidos sobre los países centroamericanos, ese que dice: “Cuando sonó la trompeta, estuvo todo preparado en la tierra, y Jehová repartió el mundo a Coca-Cola Inc., Anaconda, Ford Motors, y otras entidades: la Compañía Frutera Inc. se reservó lo más jugoso, la costa central de mi tierra, la dulce cintura de América”. ¿Cómo olvidar cuanto ha constado la libertad a nuestros pueblos? ¿Cómo no pensar en lo justo de quien ha alzado la mano y dicho basta? ¿Cómo olvidar a quienes se ofrendaron por nosotros?

El mimo Che hizo saber a Neruda de la influencia ejercida por su poesía a tal grado, que al ser capturado y asesinado por el ejército boliviano, en su mochila llevaba una vieja y muy leída edición del Canto General. ¿Sabrán los poetas la forma en que influyen? ¿Serán consientes de que cada verso puede guiar incluso al alma más rebelde? Neruda lo sabía, dedicó sus versos a la libertad y a la consagración de un ideal, el mismo se sorprendía cuando al llegar a recitales en fábricas y talleres llenos de obreros cansados por la jornada en una sola voz repetían sus versos con esperanza. No por nada “La poesía es un arma cargada de futuro” como dijera el español Gabriel Celaya.

III

Revisando viejas lecturas me encuentro con la Carta que Ernesto Guevara envío a su amiga Tita Infante desde México el 29 de noviembre de 1954, años antes de convertirse en el Che, donde le decía con la agudeza que lo caracterizó que “…los pudores tírelos siempre por la borda porque complican el asunto. Vale mucho más tener en la boca el sabor agridulce de una frustración querida que la imagen alambicada de lo que pudo ser…”. Que profunda amistad los unió, al grado de que Tita al enterarse de la muerte del Che se dejó morir al poco tiempo, no sin antes, dedicarle un hermoso recordatorio a un año de la partida heroica de Guevara. Tita fue su confidente del alma.

Qué razón tenía Ernesto, no sólo en la necesidad del hombre nuevo, sino también en la exaltación de la utopía: “vale mucho más tener en la boca el sabor agridulce de una frustración querida, que la imagen alambicada de lo que pudo ser…”; ¡qué sería de los pueblos del mundo sin la búsqueda de otra realidad, que sería de la humanidad si renunciáramos a la utopía de otro mundo!

Otra sería América sí en las escuelas básicas se leyera de manera permanente la “Carta de Jamaica” de Simón Bolívar, el ensayo “Nuestra América” de José Martí y El socialismo y el hombre en Cuba de Ernesto Che Guevara, junto a nuestras historias libertarias.

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