sábado, 12 de septiembre de 2015

El enigma llamado Lula

Combinando la centralidad de las políticas sociales, el rol activo del Estado como inductor del crecimiento económico y la prioridad de los procesos de integración regional y de los intercambios Sur-Sur, Lula logró revertir lo esencial de la herencia maldita que había recibido de 10 años de neoliberalismo, superar la recesión económica y articular el crecimiento económico con distribución de renta.

Emir Sader / LA JORNADA

Lula es un enigma que no es fácil de descifrar. Los que no logran hacerlo son devorados por él. Es lo que pasó con la derecha y con la ultraizquierda brasileñas.

Más allá de la extraordinaria biografía –con que los brasileños nos acostumbramos, pero que es de un carácter épico de la sobrevivencia heroica de las familias pobres del país–, Lula supo, como nadie, descifrar las condiciones contradictorias que heredaba de la era neoliberal y construir un modelo económico y político que ha permitido la más grande trasformación social del que era el país más desigual del continente más desigual.

Pero, ¿qué enigma es ese?

Es el de la capacidad de construir alternativa al neoliberalismo en tiempos de absoluta hegemonía neoliberal, en escala mundial, regional y local. Lula supo traducir el planteamiento histórico del Partido de los Trabajadores (PT) –prioridad de lo social– en políticas concretas, para lo cual tuvo que construir el esquema político que viabilizara un gobierno con esa prioridad, en condiciones de que no tenía mayoría en el Congreso.

Lula supo ubicar, antes de todo, las dificultades derivadas de las herencias dejadas por el neoliberalismo. No solamente la recesión económica, la desarticulación del Estado, la apertura de la economía, la desindustrialización, el peso del agronegocio, la precarización de las relaciones de trabajo, una política externa de subordinación absoluta a Estados Unidos. También, consensos que tenían que ser mantenidos, como el control de la inflación.

Por ello Lula combinó un ajuste de las cuentas públicas con la promoción de las políticas sociales a la centralidad de la acción del gobierno. Los que sólo miraron hacia el primer aspecto se quedaron o en la denuncia de la “traición” de Lula –la ultraizquierda– o de su fracaso –la derecha–.

Lula combinó un ajuste con las políticas sociales, de combate al hambre, en su primera fase. Cuando la derecha y la ultraizquierda, combinando una campaña de denuncias en los medios de información con acusaciones en el Congreso, creyeron que tenían derrotado a Lula –no se han atrevido al impeachment por miedo a la reacción popular, pero intentaron sangrarlo hasta derrotarlo en las elecciones de 2006–, los efectos de las políticas sociales ya se hacían sentir. Lula los derrotó y logró su relección.

Combinando la centralidad de las políticas sociales, el rol activo del Estado como inductor del crecimiento económico y la prioridad de los procesos de integración regional y de los intercambios Sur-Sur, Lula logró revertir lo esencial de la herencia maldita que había recibido de 10 años de neoliberalismo, superar la recesión económica y articular el crecimiento económico con distribución de renta.

Esa es la clave del enigma Lula: la construcción de alternativas de salida del modelo neoliberal, aun con la herencia recibida, aun en un marco internacional con hegemonía neoliberal. Por eso la derecha fue derrotada sucesivamente en cuatro elecciones presidenciales, por eso la ultraizquierda no ha logrado constituirse como alternativa. Por eso también Lula recién mencionó su disposición de pelear por un nuevo mandato presidencial en 2018.

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