sábado, 28 de noviembre de 2015

Macri y la estrategia regional de EE.UU

Escudado en la opereta "cláusula democrática contra Venezuela", el macrismo retoma la mejor tradición de la política exterior mitrista y se dispone a avanzar en aquello que Andrés Oppenheimer sintetizó el día después de las elecciones a través de Twitter: "Se rompe el eje Buenos Aires-Brasilia-Caracas".

Federico Bernal / Tiempo Argentino

Ya en su nota del martes 17 Oppenheimer -a la sazón agente del Departamento de Estado y furioso lobbista del terrorismo financiero y especulador estadounidense- adelantaba que de ganar Cambiemos "se viene un gran cambio en el mapa político de América Latina: Macri ha prometido tomar distancia del régimen populista radical de Venezuela, y acercarse al bloque de la Alianza del Pacífico, integrado por México, Colombia, Perú y Chile" (El Nuevo Herald - 17/11/2015). La orden de Washington es contundente: romper ese eje. En otras palabras, quebrar el Consenso de Mar del Plata nacido en la Cumbre de las Américas, en noviembre de 2005. El objetivo supremo: terminar de engullirse a América del Sur desde la supremacía absoluta de la Alianza del Pacífico.

Suspensión de Venezuela del Mercosur

Nos cuenta Oppenheimer en esa nota que "en materia de Venezuela (sic), Macri ha dicho que terminaría la estrecha alianza política de la Argentina con Venezuela. Durante el debate presidencial del 15 de noviembre con el candidato oficialista Daniel Scioli, Macri dijo que si es electo propondrá la suspensión de Venezuela del Mercosur... por no cumplir con la cláusula democrática de ese organismo. Esta requiere que los países miembros respeten principios democráticos". El 21 de diciembre, en Paraguay, se realizará la cumbre del Mercosur. Allí, el flamante presidente argentino pedirá lisa y llanamente la suspensión de Venezuela del bloque. Las legislaturas paraguaya y brasileña no tardarán en aceptar la moción. Se habrá dado entonces el primer paso para someter al Mercosur y, de esta forma, avanzar para la incorporación plena de la Argentina a la Alianza del Pacífico o, lo que es lo mismo, suscribir un acuerdo entre ambos bloques con un Mercosur totalmente debilitado al estar Venezuela suspendida y la Argentina en poder de la Sociedad Rural y el Departamento de Estado.

Orígenes de la Alianza del Pacífico (AP)

El antecedente de la AP -iniciativa librecambista impulsada por las oligarquías nativas y los sectores industrialistas de EE UU- fue la Comunidad Andina de Naciones (CAN), fundada en 1988 por Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela y México (observador, junto a Panamá). Pero el año en el que se incorporaba Chile al bloque, esto es, 2006, Venezuela lo abandonaba. El Tratado de Libre Comercio (TLC) firmado entre Colombia y EE UU fue el factor detonante. Como sea, desde la salida de Venezuela y, paralelamente, el fortalecimiento de la Alianza Bolivariana para América Latina y el Caribe (ALBA), la CAN quedó reducida virtualmente a TLC bilaterales entre los países residuales y Estados Unidos, o bilaterales entre ellos o con terceros países de la región. Las fuerzas librecambistas se replegaron ante la derrota propinada por los "gobiernos parecidos a sus pueblos". El crecimiento exponencial del Mercosur bajo el paraguas del Consenso de Mar del Plata (lo que Oppenheimer denomina el eje Buenos Aires-Brasilia-Caracas), la creación de la CELAC (febrero de 2010) y la intención de Venezuela de sumarse al Mercosur derivaron en la creación de la Alianza del Pacífico.

La AP como envase de un TLC con los EE UU. La Alianza del Pacífico comenzó a funcionar a comienzos de 2012. Sus miembros son Chile, Colombia, México y Perú. Está constituido por 216 millones de personas y representa el 38% del PBI latinoamericano y caribeño. Hasta el momento, la AP alcanzó una desgravación de más del 90% de los productos comercializados internamente, aunque carece de arancel externo para las importaciones desde EE.UU. como consecuencia indirecta de los TLC suscriptos entre este último y la totalidad de sus integrantes. Se comprende así que la potencia norteamericana sea el principal socio de la AP, penetrando fuertemente gracias a México y el TLCAN de 1994. Cuando se examina miembro por miembro, se comprende aun más la hegemonía estadounidense: primer socio comercial de México y Colombia, y segundo de Chile y Perú. El portal oficial del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo de Colombia no nos deja mentir: la estructura de las exportaciones del bloque en 2014 fueron explicadas por EE UU " con una participación del 63,7%", seguida por China (6,9%), Canadá (2,8%), Japón (2,2%), España (2,2%) y Brasil (2,2%). En cuanto al origen de las importaciones: "EE UU (41,4%), China (17,8%), Japón (3,9%), Alemania (3,6%), Corea del Sur (3,3%) y Brasil (2,5%)".

Plan Belgrano, Malvinas y narcotráfico

La destrucción del eje Buenos Aires-Brasilia-Caracas es fundamental al plan estadounidense de sometimiento regional. Y la administración macrista es su pieza medular. De hecho, sus principales propuestas están en sintonía fina con los postulados de los países firmantes de la AP y los reclamos del Congreso de EE UU hacia América del Sur. Veamos. En primer lugar, el ya anunciado ataque contra Venezuela. En segundo lugar, el "plan de infraestructura" más promocionado por Macri y supuestamente el más importante de sus cuatro años. Hablamos del denominado Plan Belgrano, plan destinado al norte del país. ¿Genuino interés por el desenvolvimiento regional? Lejos de eso, tiene que ver con el desarrollo de una infraestructura de vinculación con la AP y el Océano Pacífico, infraestructura contraria a la Iniciativa de Integración Regional Suramericana (IIRSA) implementada por el Mercosur. En tercer lugar, la cuestión Malvinas. Nuevamente e impulsado por EE UU, la posición de Macri se encuentra en las antípodas de lo avanzado desde el Mercosur, UNASUR y la CELAC. Claramente a la OTAN no le interesan amenazas políticas que puedan hacer tambalear su base militar más poderosa en suelo latinoamericano. En cuarto y último lugar, la "lucha" contra el narcotráfico, tan presente en el discurso de Macri. ¿Por qué? Es una demanda del sector industrial y corporativo estadounidense que lo utiliza como mecanismo de protección indiscriminada de sus inversiones, activos y operaciones de lobby.

Aquí debemos remitirnos al TLCAN, que si bien se trata de un TLC signado por el Congreso mexicano, implícita y explícitamente está regido por la Alianza de Seguridad y Prosperidad de América del Norte. En un trabajo sumamente interesante al respecto, el economista mexicano Rodolfo González Molina (Revista Economía Informa - Mayo/Junio 2015) explica que la política de la ASPAN en materia de negociaciones comerciales "... después del ataque a las Torres Gemelas, tiene como objetivo, según declaraciones del presidente Bush "la protección de las fronteras y avanzar en medidas coordinadas sin fisuras dentro y más allá de nuestras fronteras para ofrecer a los ciudadanos protección contra terroristas, criminales y desastres naturales comunes". Desde los primeros ensayos de TLC en la región (Plan Mérida, Plan Puebla Panamá, etc.) hasta los últimos en México y Colombia, todos quedaron sometidos a la aprobación de planes de combate al narcotráfico y al crimen organizado, sofisma para contratos multimillonarios de compra de material bélico y financiamiento para la militarización de las fronteras. Por ejemplo, la ayuda de EEUU a México se estima en U$S 1400 millones en los últimos años para la militarización de la frontera sur, la modernización de sus fuerzas militares y policiales, la compra de equipo (a EE UU) y la capacitación impartida por agencias también estadounidenses (ver "Del Tratado de libre Comercio de América del Norte a la Alianza de Seguridad y Prosperidad", 2009). En suma, control comercial, financiero, militar y geopolítico.

La depredación colonial

La suspensión de Venezuela y su eventual expulsión del Mercosur, sumados a la destrucción del aparato industrial y productivo argentino como consecuencia de la administración neoliberal macrista insertará a la Argentina de lleno en la AP, lo cual en definitiva y en razón de lo expuesto será equivalente a suscribir informalmente un TLC entre nuestro país y EE.UU. Las manufacturas estadounidenses nos lloverán a través de Chile, Perú, México y Colombia. Nuestras exportaciones se primarizarán, como sucedió con las exportaciones de la AP (el principal producto de exportación es el petróleo), como con México desde la firma del TLCAN (analizado oportunamente) y Colombia en años recientes. Efectivamente, a sus socios de la AP, Colombia les vende carbón (17%) en primer lugar, e importa Maquinaria y equipo (24,6%), Automotor (20,8%) y Metalurgia (11,7%). Yendo al caso argentino: ¿Nuestro producto exportable de mayor interés para Washington? El petróleo y el gas natural de Vaca Muerta. ¿Las empresas encargadas? Las multinacionales del país del norte, con sus socias europeas, apuntaladas jurídicamente por el acuerdo con los fondos buitre y resguardados por estrictas normas de protección comercial y militar basadas en aranceles cero de la Alianza del Pacífico, la militarización de las fronteras y la lucha contra el narcotráfico. La infraestructura del Plan Belgrano, financiado por las mismas empresas involucradas, garantizará el saqueo de nuestros recursos vía Chile y con rumbo al Pacífico norte. En verdad nada nuevo, sino el histórico círculo vicioso de la depredación colonial”.

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