sábado, 5 de diciembre de 2015

Venezuela: elecciones legislativas

Venezuela es una olla de presión en vísperas de las elecciones, las primeras sin Chávez después de la elección de Nicolás Maduro a la presidencia. Un país ya de por sí altamente politizado  y expresivo, pareciera llegar al límite antes de los comicios del domingo.

Rafael Cuevas Molina/ Presidente AUNA- Costa Rica

La Avenida Bolívar en Caracas: cierre
de campaña del Gran Polo Patriótico.
No hay resquicio en ninguna pared para una pinta o grafiti más, y por doquier carteles, mantas, banderas de partidos, sindicatos, asociaciones o candidatos y candidatas.

Si algo tiene la democracia venezolana es vigor, y no hay venezolano que se separe de ella. Todos tienen opinión y todos opinan; nadie puede sentirse ajeno en medio del ruido, la algarabía y el ímpetu que se pone, en las últimas horas que quedan, a convencer.

El chavismo está consciente que estas son, seguramente, las elecciones más difíciles que ha tenido por delante. Hay descontento y preocupación porque la guerra económica a la que se ha sometido al país ha sido dura y larga. Hay cansancio y, en algunos, desilusión o, cuando menos, un escepticismo que lleva a establecer distancias.

La oposición tiene para sí el voto protesta, un voto negativo de quienes quieren, como en Argentina, cambio, sin saber muy bien hacia dónde. La oposición es dispersa, se pelean entre sí y, dada la popularidad de las políticas sociales del chavismo, no se atreven a oponérseles frontalmente y aseguran que las mantendrán. Por este arte del camuflaje político, algunos la llaman “izquierda inteligente”.

Los medios de comunicación tradicionales, los más poderosos, los que lloriquean porque dicen que les han quitado poder aunque no sea cierto, toman partido sin ningún rubor y aplican estrategias sucias: inventan, mienten, omiten, sesgan.

Habiendo recién pasado las elecciones argentinas, viendo lo que pasa hoy en Venezuela, no cabe más la duda: hay una estrategia continental que tiene por objetivo la restauración de la derecha en el poder, retomar el camino de la vía neoliberal, acabar con las pretensiones de autonomía latinoamericana.

Es importante América Latina en el concierto mundial actual. Ha sido el continente en donde se han armado los más ambiciosos proyectos políticos nacionales distintos a los del rumbo de la etapa actual de desarrollo del capitalismo. En Europa, por ejemplo, los intentos similares han sido acallados a bofetadas. Estamos pensando en Grecia, que hoy hace la tarea calladita y humilde.

América Latina, sin embargo, se mantiene enhiesta y es muy mal ejemplo. Los españoles de PODEMOS han dado testimonio de lo importante que ha sido para ellos las experiencias latinoamericanas. La izquierda francesa también se ha manifestado en el mismo sentido.

La arremetida contra los proyectos nacional populares no es nueva y sigue teniendo la agresividad y virulencia que la ha caracterizado. Recuérdese lo que fue Bolivia y el conflicto con las provincias de la media luna, cuando la Bolivia “camba” bregó incluso por la partición del país. O el intento de golpe de Estado contra el gobierno de Rafael Correa, con un presidente cercado en la habitación de un hospital de Quito, mientras el tiroteo se escenificaba en las afueras del edificio. O en la misma Venezuela, el llamado  paro petrolero, que dejó varado al país por meses.

Donde pudieron, dieron el zarpazo y así cayeron Honduras y Paraguay. Ya saben que, luego de un tiempo, los grandes poderes con los Estados Unidos a la cabeza, les dirán que han hecho la tarea democrática y todo mundo verá para otro lado.

Con el antecedente argentino, Venezuela es una trinchera crucial. Como trinchera hay que verla y como en trinchera hay que pelearla. 

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