sábado, 13 de febrero de 2016

Ecuador: Economía con políticas sociales

Ecuador, como país primario exportador, ha dependido económicamente de los ciclos de sus principales productos de exportación.

Juan J. Paz y Miño C. / El Telégrafo (Ecuador)

Durante el siglo XIX, el cacao se erigió como el primer producto generador de la riqueza nacional. Su segundo “boom” (1880-1920) fortaleció a una élite de empresarios y hacendados; pero semejante riqueza no se distribuyó socialmente. El Estado liberal, triunfante desde 1895, incluso pudo extender algunas obras y servicios públicos al aprovechar los altos ingresos derivados del comercio externo cacaotero.

Solo los gobiernos de la Revolución Juliana (1925-1931) rompieron con la hegemonía de los intereses privados del ‘gran cacao’ en el Estado e impusieron su papel económico regulador y, por primera vez en la historia, impulsaron políticas sociales destinadas a redistribuir la riqueza y afectar con impuestos a las capas ricas.

Durante el auge del banano (1950-1965), prácticamente el país inició su tardío desarrollo capitalista y hubo alguna modernización. Nuevamente la riqueza se concentró en la élite empresarial, agroexportadora y terrateniente del país. El ‘desarrollismo’ de la década de 1960 en algo cambió el panorama. Pero fue el auge del petróleo (1972-1980) el que transformó al Ecuador, al permitir un desarrollo económico inédito, gracias a que el Estado manejó esa riqueza, extendió como nunca antes las obras y servicios públicos, promovió el crecimiento empresarial e impuso alguna redistribución de la riqueza.

Durante las décadas finales del siglo XX se desmontó la herencia estatal-desarrollista. Ecuador ingresó al ‘paraíso’ del modelo empresarial inspirado en el neoliberalismo. Otra vez la hegemonía de los intereses privados en el Estado provocó la más aguda concentración de la riqueza, desmontó el sistema impositivo que otrora tuvo como finalidad la redistribución de la riqueza y agravó las condiciones de vida y de trabajo de la población.

Desde 2007 el país nuevamente cambió. En buena parte se retomó el camino de activar un rol económico decisivo para el Estado, que ha sido la fórmula históricamente más conveniente para el país, aunque en Ecuador todavía se cree que cuando el Estado interviene, comienzan los problemas económicos. La verdad es absolutamente distinta, pues cuando los intereses privados han dominado el Estado, es cuando peor se ha concentrado la riqueza y menos servicios sociales se ha brindado a la población.

Desde la Revolución Juliana se ha intentado, como en oleadas de adelanto y retroceso, que Ecuador cuente con seguridad social universal, atención médica general, educación pública gratuita, pensiones suficientes, salarios dignos y derechos laborales consolidados. Un modelo económico hacia el futuro debería asegurar, por lo menos, esas conquistas ya encaminadas, que en Europa ni siquiera se discuten, a pesar de los retrocesos impulsados por los neoliberales. Mantener una economía socialmente orientada exige aumentar y consolidar fuertes impuestos sobre las capas ricas. Nada dicen sobre estos puntos los precandidatos a las futuras elecciones ecuatorianas.

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