sábado, 10 de septiembre de 2016

O Globo y la SIP contra Dilma Rousseff

Hoy Dilma Rousseff no está más en el gobierno, pero la derecha se equivoca si cree que ese pueblo, que hoy está en las calles, olvidará sus fechorías. La derecha podrá tener todo el dinero del mundo, pero no tiene al pueblo.

Ángel Bravo / Especial para Con Nuestra América

Un mar de gente se moviliza estos días por las calles de Sao Paulo y la gran prensa se hace de la vista gorda o mira para otro lado. Lo que se lee, oye y ve en los grandes medios, es que Neymar casi se lesiona porque una “avalancha” de gente ingresó a saludarlo n un entrenamiento ¡Pobrecito el menino! También recurren a publicar cualquier disparate que se le ocurra decir a Pele, aquella gloria del fútbol, que hoy cobra hasta por bostezar. Todo esto distrae y entretiene, especialmente a quienes no viven en Brasil. Tal vez ni Neymar ni Pele sepan lo que está pasando en su propio país, porque ellos, al igual que muchos famosos, viven en otro mundo, y no les interesa ni entienden lo que es la democracia.

O Globo, el oligopolio mediático brasileño, es el que decide lo que se publica y lo que se oculta; no es posible que el mundo se entere que Michel Temer, el actual presidente traidor, sea repudiado por el pueblo brasileño; quieren impedir que el mundo sepa que hubo un golpe de Estado; no aceptan que la gente entienda que en este capitalismo salvaje donde mandan los matones no es posible ser honrado; que el poder financiero de la oligarquía facinerosa brasileña es capaz de acusar, juzgar y condenar a una mujer como Dilma Rousseff, precisamente porque nunca fue corrupta, ladrona y mentirosa como ellos. Es el precio que tiene que pagar por ser honesta y por proyectar un gobierno con justicia social.

Lo ha dicho Dilma con claridad en su reciente carta: “El golpe está en contra de los movimientos sociales y sindicales y contra los que luchan por los derechos en todas sus acepciones: el derecho al trabajo y la protección de las leyes laborales; derecho a una jubilación justa; derecho a la vivienda y a la tierra; derecho a la educación, la salud y la cultura; derecho de la juventud a protagonizar su historia; derechos de los negros, los indígenas, la población LGBT, mujeres; derecho a hablar sin ser reprimido.”

O Globo le quiere hacer creer al mundo, que en Brasil reina la paz y la alegría, y que el fútbol sigue siendo la mayor felicidad de nuestros hermanos brasileños. Ese oligopolio es el ejemplo perfecto de lo que es una prensa vulgar e inmoral; y en toda América Latina, sus compinches -todos miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP)-, repiten lo mismo. Hay que admitirlo, y eso sucede desde hace varios lustros: en la Patria Grande, la verdad y la libertad de prensa han sido secuestrados por esa concentración de medios.

Esa es la misma prensa pedestre que hace pocos días, como si fueran papagayos repetían a los cuatro vientos, la toma de Caracas y la caída inminente del gobierno bolivariano de Nicolás Maduro; muchos publicistas -como Carlos Alberto Montaner y Andrés Oppenheimer- se regodeaban anticipadamente del triunfo que tendrían el 01 de setiembre. Perdieron. La SIP quiso ocultarlo, pero no pudo: el pueblo derrotó el golpe de Estado que tenía preparado la oligarquía venezolana. No se atrevieron a empujar a sus turbas hacia Caracas, porque temieron al pueblo, sí, a ese pueblo chavista, al mismo que en 2002 devolvió a Hugo Chávez al poder.

Hoy Dilma Rousseff no está más en el gobierno, pero la derecha se equivoca si cree que ese pueblo, que hoy está en las calles, olvidará sus fechorías. La derecha podrá tener todo el dinero del mundo, pero no tiene al pueblo.

Son emotivas, pero muy ciertas y esperanzadoras las palabras de Dilma, mujer luchadora y valiente que incluso se enfrentó a la dictadura militar: “Oigan bien: creen que nos ganaron, pero están equivocados. Sé que todo el mundo va a luchar. Habrá contra ellos la oposición más firme, incansable y llena de energía que un gobierno golpista pueda tener.”

En todo esto no ha dicho nada Barack Obama, el mismo que se llena la boca diciendo que el gobierno de los Estados Unidos defiende la democracia, los derechos humanos y la libertad; Washington también es cómplice de todos estos hechos.

O Globo y la SIP entiéndanlo bien: “Esta historia no termina así. Estoy segura de que la interrupción de este proceso por el golpe de Estado no es definitiva. Volveremos. Para continuar nuestro viaje hacia un Brasil donde el pueblo es soberano.”

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