sábado, 4 de febrero de 2017

Una utopía necesaria: nuestra América unida

El contexto actual latinoamericano deja en claro la importancia de retomar los esfuerzos de integración y unidad; el presente exige la reflexión crítica para encontrar salidas humanas a los proyectos de terror que nuevamente amenazan la existencia en el mundo.

Cristóbal León Campos / Especial para Con Nuestra América
Desde Yucatán, México

I

Utopía nuestra la unidad y la integración de nuestros pueblos en una sola congregación compuesta por  la raíz compartida, la misma desde el río bravo hasta la Patagonia, fronteras difusas de una identidad común, nuestras naciones nacieron hermanadas en la tragedia de la historia, forjaron patria quienes con su vida y sus actos dieron rumbo a los ideales de próceres que soñaron con el mejoramiento humano, la independencia como bandera y guía de la esperanza, Nuestra América tiene su génesis en la dignidad de las mujeres y hombres de piel multicolor, en el esfuerzo diario por ser como somos sin condicionamientos ni condicionantes, libres, siempre libres, porque las cadenas apresan los cuerpos pero las ideas surcan los cielos sin presidio, la libertad y la independencia son la sangre que recorre nuestra venas, si la utopía es soñar, soñamos despiertos con los pies descalzos andando los senderos de la dignidad.

La colonia fue el trauma que aún vivimos, continúa viviendo en la república como advirtió José Martí, nuestros pueblos padecen el letargo lacerante del pasado, las manifestaciones de soberbia y desapego al sentimiento original dan forma a las lejanas maneras de gobernar, hay esperanza en Nuestra América, claro que la hay, pero también nos siguen habitando las formas coloniales de dominación, mirar al norte es ideal perpetuo en las mentes que olvidan o desdeñan la raíz profunda de la geografía humana que nos compone, las formas autóctonas han demostrado ser el sendero por el cual debemos andar, nuestra historia es la enseñanza más clara de que en nosotros está el venidero presente, la utopía nuestra vive con la misma fuerza con que se soñara, Simón Bolívar y José Martí conducen el imaginario hecho realidad en los pueblos liberados, en las manos alzadas pidiendo pan, tierra, justicia y libertad, sus plumas plasman las constituciones que habremos de redactar, Nuestra América unida es nuestra utopía necesaria.

II

La decisión del Consejo Mundial “José Martí” de la UNESCO de celebrar cada 30 de enero el Día de la Identidad Latinoamericana y Caribeña, no sólo es una acertada realidad, sino que en estas horas es una urgente necesidad de extender y profundizar, ahora que el soberbio imperio pretende desdeñar nuestra dignidad, hacer de la integración latinoamericana la vertiente que proporcionará el vigor de las naciones nuestras se convierte en la esperanzadora razón de las acciones, resistir es inherente a nuestra forma de vivir, construir realidades nuevas partiendo de las experiencias propias, “la conquista de la belleza” como augurará José Carlos Mariátegui se cimienta en el pan diario de la cultura viva que explica en sus formas varias el hecho de ser comunes.

“Nuestra América” el ensayo magistral que publicará Martí, el 30 de enero de 1891 en el periódico El partido liberal, habiéndose publicado veinte días antes por primera vez en La Revista Ilustrada de Nueva York, es la síntesis de nuestra historia escrita y descrita desde lo profundo del espíritu libertario que da forma a las miles de voces que reclamaban una segunda independencia, hoy, ciento veintiséis años después, las mismas voces demandan el establecimiento de otro orden social y continental, el reclamo originario por su derecho a ser, el grito rebelde de la mujer que se reconfigura a sí misma desde nuevas perspectivas autogestivas, el campesino despojado, el jornalero sobre-explotado, el obrero vilipendiado, el estudiante excluido de los debates nacionales, los niños hambrientos y los ancianos olvidados sin importar cuánto dieron a las patrias presentes, la voz martiana encausa el callado grito de esperanza, crítica y proposición, análisis y programa, el ensayo “Nuestra América” reúne lo más significativo de las necesidades y proyecta lo más urgente de nuestras obligaciones, “hacer es la mejor manera de decir” sentenciara Martí, en los tiempos de grandes discursos y pocas acciones estas palabras resuenan en lo profundo de los corazones que laten empujando el deseo irrenunciable de construir nuevas realidades en libertad, la cultura latinoamericana y caribeña es única porque retoma lo más universal y lo suscribe en forma originaria.

III

En 1791 comenzó en la colonia francesa de Saint Domingue una insurrección de esclavos negros que terminaría convirtiéndose en la guerra de independencia de Haití, nombre último que adoptarían los libertadores en reconocimiento al origen indígena del país, esa flama primera de dignidad, se extendería por todo el continente aún dominado por el imperialismo europeo, la llama de la independencia latinoamericana tomaría forma para ir procreando a sus naciones como hijos, el carácter autóctono de los ideales sumados al flujo universal de los derechos de la humanidad, dieron luz a la necesaria libertad del pensamiento, las cadenas coloniales comenzaron a resquebrajarse al momento en que se reconoció la existencia de un pensamiento propio, vivo y vigente que explica y proyecta nuestras realidades con la mirada puesta en la raíz, alejado del deslumbrado pensamiento occidental, y es que la filosofía latinoamericana existe al igual que la más universal de las filosofías. Sin embargo, a pesar de que la independencia llegó durante el siglo XIX para la mayoría de los países de Nuestra América, hay que reconocer que la descolonización ha sido un proceso lento y doloroso, pues no bastó con ganar las guerras y ascender al poder, la cultura y el pensamiento en su mayoría siguieron inscritos en la dependencia, la ruptura de la hegemonía de la razón occidental ha tardado siglos y se arrastra como un pesar.

América fue una utopía, Nuestra América es nuestra utopía, la canción propia no será ceniza, es fuego, es luz, Nuestra América es la unidad de los pueblos cuyo pasado entrelaza las historias presentes, la cultura e identidad recorre en lo mestizo las particularidades de lo autóctono, hay en Latinoamérica y en el Caribe tantos colores como esperanzas, hay danzas y comidas que alimentan las almas que sueñan con volar en libertad, Nuestra América es la vida que a diario se levanta para luchar, resistencia y persistencia, la integración no puede concebirse únicamente en términos económicos cuando los pueblos se hermanaron mucho antes de poseer tesoros materiales, y es que el mayor tesoro lo resguardan en el fondo de los seres que la reconfiguran con su quehacer, la riqueza mayor es la identidad delineada por los recuerdos como memoria viva, memoria que no olvida pero que continua atesorando, se incrementa porque se transforma para reafirmarse a sí misma, el cambio es su motor y la identidad su expresión. Nuestra América renace con cada sol y nosotros la reproducimos en cada acto.

IV

¿Cuándo hablaremos de nuestras historias en las aulas escolares? La enseñanza de la historia sigue teniendo una curricula colonizada, la ausencia de nuestra esencia es evidente, la permanencia de los resabios coloniales en la enseñanza se refleja en la mira puesta en occidente como eje del saber, el proceso descolonizador requiere de la producción de saberes propios, no se trata de negar lo universal, se trata de hacer universal los saberes originarios, se requiere tomar las ideas y expresar las nuestras, “Ni calco, ni copia” como dijera Mariátegui, la filosofía es creación propia de Nuestra América, es su ser el alma enunciada con palabras. Leopoldo Zea trabajó durante décadas para integrar un conjunto de reflexiones que dieron forma a lo que hoy reconocemos como filosofía latinoamericana, sus esfuerzos se encaminaron a la articulación de los saberes, las ideas y los proyectos de unidad, integración, identidad e historia que expresan la cultura y la cotidianeidad en los países latinoamericanos, Zea es impulsor de la lucha por el reconocimiento de nuestra filosofía como una corriente más de la filosofía universal.

La interrogante permanente que le hizo reflexionar fue la misma siempre: ¿es posible hablar de una filosofía latinoamericana?, respuesta afirmativa que tiene explicación histórica, las verdades validas de cada momento histórico delimitan los temas que la propia filosofía latinoamericana trata, la reflexión sobre nuestra condición como humanos responde a la negación utópica de los conquistadores. La filosofía latinoamericana sigue siendo desdeñada en muchos de los llamados “centros del saber”, se le burla como el arrogante adinerado se mofa del humilde campesino, mas olvida el pretencioso burlesco que las manos morenas y llagadas del sencillo son las mismas que cultivan las praderas para que abunde el alimento que en su mesa costosa y extranjera come para saciar el hambre, así, la filosofía latinoamericana nutre la esencia al florecer de las entrañas de los suelos en la geografía marcada por el nosotros.

Nuestra América ha tenido que explicarse a sí misma, para reconocerse y ser reconocida, el trauma colonial continúa negando la existencia, por tanto, el racismo, la discriminación y la desigualdad no únicamente son temas materiales, son ante todo, ideas implantadas en la colectividad como justificante de dominación, la filosofía latinoamericana es respuesta a la hegemonía occidental, es resistencia en el campo de las ideas frente a la cultura que se asume como superior, el crisol nuestro es diverso como lo es la realidad. La filosofía se asume también como instrumento para la liberación de los pueblos.

V

El contexto actual latinoamericano deja en claro la importancia de retomar los esfuerzos de integración y unidad; el presente exige la reflexión crítica para encontrar salidas humanas a los proyectos de terror que nuevamente amenazan la existencia en el mundo. El debate de ideas es urgente, los espacios donde los ideales libertarios de los próceres nos ofrezcan luz inicial para la utopía venidera, profundizar en el estudio y divulgación de la filosofía latinoamericana como elemento de identidad pero también como aliciente de ilusión para nuestros pueblos, somos los pueblos quienes nos salvaremos a sí mismos.

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), es uno de los esfuerzos actuales, pero quienes hacemos cada día las naciones debemos ser participes de las acciones, las amenazas del imperialismo no afectan solamente las decisiones diplomáticas, lastiman la vida diaria de los seres humanos, unidos con hermandad las culturas latinoamericanas respondemos con autodeterminación, Bolívar y Martí advirtieron hace siglos del peligro que significaban los Estados Unidos de Norteamérica mientras continuaran siendo un imperio, hoy el imperio está extendiendo sus alas para perpetuar la dominación, en nosotros los pueblos recae la necesidad de hacer frente y salir fortalecidos, la unidad latinoamericana y caribeña es utopía porque es realidad. Otra vez Latinoamérica enfrenta la disyuntiva de poner fin a la hegemonía imperialista cristalizando el sueño bolivariano y martiano, construyendo la América libre, justa, autónoma, con una real autodeterminación, o padecer las lacerantes atrocidades que la historia registra y siguen repitiéndose, las dictaduras, la desigualdad, el despojo, la explotación podrían profundizarse aún más, la disyuntivas es la humanidad frente a la barbarie.

VI

La semilla de nuestra identidad florece en el quehacer humilde y descalzo de los pueblos, la cultura refleja la grandeza del ser latinoamericano con una filosofía propia y universal, Nuestra América es la utopía que nos mueve al porvenir, la unidad e integración son sueños necesarios, y es que estamos integrados con una sola identidad unidad en la realidad, fortalecerla y protegerla es parte de la militancia de la vida en las geografías nuestras, la esperanza sobrevive en estas tierras al perjurio y la soberbia, la dignidad nos hace ser virtuosos y útiles para la humanidad, la América nuestra vive en la memoria de nuestros pueblos, vive en nosotros ahora que la honramos celebrando su identidad.

1 comentario:

Unknown dijo...

Las fronteras son invento de políticos. Como bien dijo la cosmonauta rusa:"desde aquí no se ven fronteras"

El CELAC, NO LO CONOCEMOS EN aMÉRCIA cENTRAL. Será que no somos parte de América Latina?

Estoy de acuerdo con este arítículo. Ojalá nos tomen en cuenta, no no nos unimos todos, estamos ya derrotados. Ese frene común es urgente!