sábado, 25 de noviembre de 2017

Elecciones en Honduras

De darse un giro del pueblo hondureño el próximo domingo 26 de noviembre, al optar por las fuerzas progresistas, será junto con el chileno un salto que pondría de nueva cuenta a temblar a la derecha regional y sobre todo a Washington.

Adalberto Santana / Especial para Con Nuestra América
Desde Ciudad de México

Uno de los países latinoamericanos que junto con Chile cierran en este año de 2017 los procesos electorales, es Honduras. En Chile se realizaron la primera vuelta las elecciones presidenciales el pasado  domingo 19 de noviembre.  Esos comicios generaron una grata sorpresas para las fuerzas progresistas, las cuales se presentaron con dos opciones electorales. El Frente Amplio con su candidata Beatriz Sánchez, según las estimaciones de las siempre fallidas encuestas electorales le pronosticaron que no rebasaría el 8 por ciento. Sin embargo,  se alcanzó más del 20 por ciento del electorado. Bloque de fuerzas de la izquierda   chilena que logró ubicarse en el tercer puesto. En tanto que el segundo lo alcanzó apenas con un poco más del 22 por ciento el candidato del otro bloque de fuerzas de la izquierda moderada o socialdemocracia con su candidato Alejandro Guiller. Candidatura que requerirá contar en una coalición con los votos de la Democracia Cristina (que ya le brindó su respaldo), pero también los del candidato por  “el Partido Progresista de Marco Enríquez-Ominami (5,72  por ciento), quien ya los puso a su disposición”.  Pero sobre todo del 20,26 por ciento de la candidata del partido Frente Amplio, Beatriz Sánchez.

El ganador de la primera fuerza más votada fue el candidato de la derecha y ex presidente de Chile, Sebastián Piñera, que también según los sondeos de opinión argumentaban que rebasaría más del 40 por ciento, finalmente apenas alcanzó el 36 por ciento. Con todos estos resultados las elecciones chilenas tendrán que ir a una segunda ronda para el próximo 21 de diciembre. Si las fuerzas de la centro-izquierda y la izquierda logran hacer una alianza electoral para esa fecha, sin duda será un nuevo triunfo de las fuerzas progresistas latinoamericanas y  de darse el caso, se logrará un nuevo aire renovador para la democracia chilena. Particularmente frente al avance golpista de la derecha en Brasil, cuando le arrancaron la presidencia a Dilma Rousseff en 2016 por medio de un golpe de Estado.

El otro caso paradigmático en la región son las elecciones generales que se disputarán en Honduras el domingo 26 de noviembre (2017). Honduras es un país neurálgico del área centroamericana. Es una economía regional que cuenta con un poco más de  8.6 millones de personas. Población que alcanza a contar con un 54 por ciento que vive en zonas urbanas, y con un 51 por ciento de mujeres, según reporta  el XVII Censo de Población y VI de Vivienda 2015, oficializado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE).

Otro rasgo distintivo de la tierra del prócer centroamericano  Francisco Morazán (1793-1842), es que  en Honduras la mayoría de la población vive en situación de pobreza. De tal manera que de acuerdo con algunos estudios económicos un 45 por cierto se ubica bajo el umbral de la miseria. Situación que significa que extensos núcleos familiares subsisten con un dólar al día. Lo que representa que una diversidad de grupos “no les ajusta para comer los tres tiempos reglamentarios”. Esta situación hace contraste con el hecho de que únicamente un 5 por ciento de su población se ubique en los sectores más privilegiados. Estructura que muestra que la mayor parte de los recursos  económicos y sociales se concentren en unas pocas manos.  Grupos de gran capacidad económica que muestran que ellos son materialmente los propietarios de Honduras, detentando el poder político, a través de su “clase política gobernante”. A esta situación se suma el hecho de que el territorio hondureño sigue siendo una plataforma de ocupación por parte de los marines estadounidenses quienes siguen presentes en las bases militares de Palmerola y Trujillo y que no han salido de la región sino que se han implantado para actuar cuando la Casa Blanca, hoy ocupada por el impredecible y delirante presidente Donald Trump, lo decida de acuerdo a sus intereses estratégicos.

En este marco social y político el llamado padrón electoral hondureño muestra una tendencia a que concurran  a votar cerca de 6.2 millones de personas (2017). Cantidad superior a los 5.8 que concurrieron a las elecciones del 2013. Incluso sumando dentro de esa cantidad a los más de un millón de hondureños que viven fuera del país centroamericano, principalmente en EU.

En las próximas elecciones hondureñas, a diferencias de las chilenas, no hay segunda vuelta. La disputa electoral se resolverá el mismo domingo 26 de noviembre. En esas elecciones también se eligen a la par del próximo mandatario nacional a 128 diputados (pero hay 92  candidatos que apuestan por la reelección) así como las autoridades locales. Esos comicios tienen como árbitro formal al llamado Tribunal Supremo Electoral. Organismo que formalmente califica las elecciones y que es muy proclive al actual presidente Juan Orlando Hernández (JOH), quien logró postularse en  las elecciones presidenciales, habiendo violado flagrantemente la constitución del país que lo prohíbe. Esto en virtud de que no puede haber constitucionalmente una reelección. Sin embargo, al torcer un fallo la Corte Suprema de Justicia en  mayo de 2015, dejó abierta esa posibilidad, así un juez  le dio el a JOH la legitimación de aspirar por segunda ocasión a la presidencia del país centroamericano.

De esta manera, los comicios del 26 de noviembre se encuentran con el registro de nueve candidatos. Sin embargo, por los antecedentes históricos y políticos, son tres fuerzas que sumarán la mayor concentración de los votos. En ese esquema figura según los mismos sondeos de opinión, en primer lugar la candidatura de Juan Orlando Hernández del Partido Nacional. En segundo puesto resalta  Salvador Nasralla Salum, de la llamada Alianza Opositora contra la Dictadura. Bloque de fuerzas que aglutina al principal partido de oposición que dirige el ex presidente Manuel Zelaya, el mismo que fue derrocado en 2009 por la oligarquía hondureñas, los militares golpistas y los representantes de Washington. En  la Alianza Opositora se conjuntan  el Partido Libertad y Refundación (LIBRE) y el Partido Innovación  y Unidad (PINU-SD). Por último figura la fuerza más débil de los tres partidos principales, el Partido Liberal que tiene como candidato a Luis Zelaya.

El escenario político hondureño muestra que el candidato oficial (JOH) recibe todo el poder del gobierno, el mismo que él encabeza. Pretende por cualquier medio continuar en el poder. Sin embargo, la acumulación de fuerzas   lograda por el ex presidente Zelaya y su partido LIBRE, más la intensa movilización social y política  lograda por ese bloque puede establecer una mayoría de  votantes al pronunciarse por la izquierda hondureña. Amplios sectores populares del país centroamericano se encuentran  desgastados por el proyecto neoliberal que ha hecho de Honduras una economía extractivista,  donde el crecimiento de la pobreza,  la marginación y la violencia, han colmado a la mayoría de la población. Sectores que  han mostrado su disposición a hacer un giro a la izquierda, para así poner al centro de su proyecto un freno al capitalismo depredador, saqueador y marginador de la derecha hondureña. Economía  centroamericana que se ubica como uno de los dos países más marginados de la región latinoamericana, el otro es Haití. Honduras es un país, donde la violencia criminal es un poco más grande proporcionalmente que la de México.

De darse ese giro del pueblo hondureño el próximo domingo 26 de noviembre, al optar por las fuerzas progresistas, será junto con el chileno un salto que pondría de nueva cuenta a temblar a la derecha regional y sobre todo a Washington. De ganar la izquierda hondureña veremos una nueva ola progresista latinoamericana. Veremos en los próximos días nuestros horizontes y la capacidad de respuesta y maduración política de nuestros pueblos latinoamericanos.

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