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martes, 30 de septiembre de 2008

Ecuador: Categórico triunfo de la aspiración de cambio

Eduardo Tamayo / ALAI
El triunfo del “SI” ha sido contundente en todo el Ecuador. La votación por la nueva Constitución Política, elaborada por la Asamblea Nacional Constituyente, obtiene un 63.97% con el 94,19% de los votos escrutados, mientras el “NO” se sitúa en el 28,11%, el voto nulo llega al 7.2 % y el voto en blanco al 0,72%, según informes del Tribunal Supremo Electoral.
Los resultados del referéndum del pasado domingo reflejan la gran expectativa de cambio que tiene la mayoría de ecuatorianos que se ha expresado en los cuatro últimos procesos electorales. Esta aspiración de cambio también se extiende a los emigrantes que residen en Estados Unidos y Europa, que han sido golpeados por la crisis que sacude a los países centrales. “Queremos que el Ecuador cambie para poder regresar a nuestro país”, es el mensaje que enviaron los emigrantes que suman más de tres millones.
La gente votó por una democracia más participativa, quiere intervenir activa y permanentemente en la vida política, lo cual marca una diferencia cualitativa importante respecto a la democracia representativa que se instauró en 1979 y en la cual el pueblo solo concurría a las urnas para elegir a quien lo iba a explotar el próximo período.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Ecuatorianos aprueban nueva Constitución por abrumadora mayoría

- Según resultados extraoficiales, el apoyo al proyecto constituyente fue contundente, entre el 63 y el 70 por ciento de los votos.
- “Ecuador ha decidido un nuevo país, las viejas estructuras fueron derrotadas. Esta es la confirmación de esa Revolución Ciudadana que ofrecimos al pueblo en el año 2006”, sostuvo el mandatario Rafael Correa.
Notas relacionadas:

Página/12
Rafael Correa logró su promesa. La Constitución promovida por el presidente ecuatoriano desde su campaña electoral se impuso en el referéndum de ayer (domingo) con un margen ampliamente superior al que predecían las encuestas previas, según sondeos de boca de urna. “Hoy Ecuador ha decidido un nuevo país, las viejas estructuras fueron derrotadas. Esta es la confirmación de esa Revolución Ciudadana que ofrecimos al pueblo en el año 2006”, sostuvo el mandatario. En tanto, el líder de la campaña por el No y alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, reconoció el triunfo del oficialismo y dijo estar abierto al diálogo.
“Ha triunfado aplastantemente la nueva Constitución. Es un momento histórico que trasciende por mucho a las personas que hemos estado más visibles en este proceso que es de todo un pueblo”, dijo Correa desde Guayaquil, visiblemente emocionado, tras hacer un llamado a la unidad del país. Con la votación de ayer, el mandatario se anotó la tercera victoria electoral desde que asumió la presidencia en enero de 2007.
Para ser aprobada, la nueva Constitución requería de la mitad más uno de los votos de los 9,7 millones de ecuatorianos que estaban habilitados para votar. Y la traspasó con resto. Según un sondeo realizado por la empresa Cedatos, el Sí alcanzó el 66,4 por ciento a nivel nacional, mientras que para la consultora SP la aprobación fue del 70 por ciento y del 63 por ciento para Participación Ciudadana. Las tres encuestadoras atribuyeron al No entre el 25 y el 29 por ciento de los sufragios, mientras que los votos nulos y blancos rondaron entre el 1 y el 7 por ciento. Desde el Tribunal Supremo Electoral (TSE) tenían previsto difundir los datos oficiales de al menos el 50 por ciento de los votos a última hora de ayer. El resto de los resultados se conocerá hoy.
La votación marcó la sanción de la vigésima Carta Magna en la historia de Ecuador. El nuevo texto refuerza el papel del Estado en la economía, desarrolla mecanismos de participación directa y reserva al sector estatal el manejo de los recursos naturales. Además, se concibe como instrumento político para la instalación de un nuevo modelo económico y de desarrollo, bajo las pautas del llamado “socialismo del siglo XXI” (ver aparte). El próximo paso previsto en la Constitución será convocar elecciones legislativas y presidenciales. Correa podrá volver a ser candidato y hasta aspirar a la reelección cuatro años después, sin que se le computen el año y 10 meses que lleva en el gobierno.
Pese a haber logrado más votos, los números no le alcanzaron al oficialismo para llegar a más del 50 por ciento en Guayaquil, bastión de la oposición. Si bien por la mañana se había mostrado seguro sobre el triunfo del No en su ciudad, Nebot reconoció el triunfo del presidente. “El (Correa) ha hecho una propuesta, su partido ha hecho una propuesta, que es la que acaba de triunfar, y yo respeto ese triunfo”, declaró a la televisión local Teleamazonas. El alcalde opositor hizo esas declaraciones después de que Correa, tras conocer los resultados de boca de urna, abriese la posibilidad de dialogar con él. “Soy un hombre civilizado”, aclaró Nebot, y dijo que si lo invitan está abierto al diálogo.
Durante la campaña el alcalde había criticado con dureza el texto constitucional, argumentando que su aprobación debilitaría las autonomías de las ciudades y la descentralización. Por su parte, Correa venía sosteniendo que un revés en Guayaquil convertiría a la ciudad en un “foco de permanente desestabilización”, al que había comparado con la boliviana Santa Cruz.
Apenas unos minutos después de las 17 hora local, el TSE dio por clausurados los comicios y difundió una breve evaluación en la que afirmó que la consulta se desarrolló sin que se registraran disturbios. Durante el día varias misiones extranjeras de observadores habían hecho comentarios similares. “Es una votación normal, como ha ocurrido en los anteriores procesos electorales en Ecuador. Es muy buena la organización con que nos hemos encontrado. Hay mayores desarrollos tecnológicos para certificar la autenticidad del voto y asegurar el escrutinio”, aseguró el jefe de la delegación de la OEA, el chileno Enrique Correa.
Temprano por la mañana, en medio de un importante operativo de seguridad y de los vítores de sus seguidores, Correa votó en un colegio en Quito. Vestido con su ya clásica camisa de cuello alto con motivos indígenas, el mandatario aseguró que la eventual victoria del Sí implicaría un triunfo de todo el país antes que de su gobierno. “Lo más importante es que se vive una democracia plena, que el pueblo toma en sus manos su propio destino, su futuro”, sostuvo.
Tras abrir la jornada electoral, el presidente se comprometió a respetar y hacer respetar los resultados de la consulta. “Serán una orden que cumpliremos con responsabilidad histórica”, dijo. Y subrayó que en estos comicios no se vota a favor o en contra de un gobierno o de un alcalde. “La decisión de hoy definirá el modelo de sociedad en que viviremos los ecuatorianos”, sentenció.
Notoriamente contento y relajado, con la seguridad de que las encuestas previas le auguraban una victoria cercana al 60 por ciento, el mandatario llamó a la población a tener una jornada en paz y en orden. Luego, flanqueado por el vicepresidente, Lenin Moreno, y varios ministros, se fue a esperar los resultados a Guayaquil, su ciudad natal.
Durante la jornada electoral la Policía movilizó alrededor de 30 mil efectivos por todo el territorio nacional, para resguardar los exteriores de los colegios electorales. Para vigilar el interior y custodiar las urnas, las Fuerzas Armadas asignaron a 28 mil soldados. Pero no fueron los únicos que vigilaron. Más de dos mil personas controlaron el desarrollo del referéndum como integrantes de la docena de misiones de observación electoral de organismos nacionales o extranjeros.

El conflicto desnuda el colonialismo en Bolivia

El conflicto actual desnuda el fundamento del Estado en Bolivia: su colonialismo. Una elite tradicional criolla, hoy arrinconada en el oriente, que piensa el territorio nacional como su hacienda, con mano de obra indígena que le debe sumisión, y al Estado como un patrimonio privado, ambos legítimos por estirpe. La investigadora Ximena Soruco explicó a APM cómo fue la conformación de la elite oriental, el origen del reclamo autonómico y el racismo en los departamentos opositores.
Roberto Aguirre / APM
La crisis interna que por estos días vive Bolivia está lejos de ser un problema de coyuntura. El enfrentamiento entre el gobierno de Evo Morales y los sediciosos prefectos autonomistas es en realidad la representación material de una puja de fuerzas histórica, que involucra a la elite tradicional del oriente rico y los pueblos originarios que, por primera vez en dos siglos, mantienen el control del Estado.
La investigadora social boliviana, Ximena Soruco, explicó a APM cuáles son los orígenes de este enfrentamiento, de dónde proviene el reclamo autonómico y cómo es el día a día de los “collas” que viven en las regiones opositoras.
Entre sus numerosos trabajos sobre Bolivia se destaca la coautoría del libro de reciente publicación “Los barones del Oriente. Elites y poder en Santa Cruz”, que desnuda el origen de esa clase social que hoy es oposición y lucha por defender sus intereses.
Vista a la distancia, la crisis en Bolivia se traduce como un enfrentamiento entre sectores opositores y el gobierno de Morales. ¿Cuál es la causa profunda del conflicto en Bolivia?
Considero que hoy en Bolivia no sólo están en pugna dos partidos o representaciones políticas, ni siquiera dos proyectos políticos (uno de reconstrucción de un Estado que sea capaz de retener el excedente y redistribuirlo a la población, y otro que mantenga la política económica).
El conflicto actual desnuda el fundamento del Estado en Bolivia: su colonialismo. Una elite tradicional criolla, hoy arrinconada en el oriente, que piensa el territorio nacional como su hacienda, con mano de obra indígena que le debe sumisión, y al Estado como un patrimonio privado, ambos legítimos por estirpe.
¿Cómo se conformó esa elite en el oriente boliviano, que usted detalla en el libro “Los barones de Oriente”?
La elite boliviana que hoy se asienta en el Oriente tiene tres momentos de conformación: En principio, el auge de la producción de la goma, a fines del siglo XIX, que atrajo la migración europea y que vivió del comercio de extracción y venta de materias primas e importación de manufacturas.
Luego el Estado de 1952 y las dictaduras (1964-1983) que buscaron crear una burguesía agroindustrial en el Oriente a través de la migración de mano de obra de indígenas andinos. Finalmente, la consolidación de esta burguesía agroindustrial en el rubro de la soja, con producción brasilera y de campesinos bolivianos y acopio y exportación en manos de capital transnacional.
Aunque la agroexportación es el rubro más moderno de esta elite, existe un amplio sector de ganaderos medianos y grandes que buscan la defensa de la hacienda, y los indígenas sometidos a ella, para mantener su fuente de acumulación.
¿Cuál es el origen de su reclamo autonómico y del racismo que se observa hacia los pueblos originarios?
La autonomía es una demanda legítima de la población del oriente boliviano, ante el centralismo de la elite tradicional (empresarios y ganaderos orientales que ocuparon cargos gubernamentales claves entre 1971 y 2005 y canalizaron la inversión pública hacia sus negocios).
La elite que pierde el control del Estado el 2006, en manos de Evo Morales, utiliza la demanda autonómica regional para preservar sus intereses en los gobiernos locales. Se pretende el control irrestricto de la tierra, las regalías y su inversión y la eliminación –incluso física, como demostró la masacre de Pando (que dejó al menos 17 muertos)- del disenso de la población indígena oriental y de los migrantes andinos que allí viven.
¿Qué papel juega el Comité Pro Santa Cruz en la reproducción de los valores de esta elite?
El Comité Pro Santa Cruz es la representación institucional de esta élite desde 1951, fecha de su fundación. Este comité cívico (civil) se crea para enfrentar las demandas de reforma agraria de los campesinos cruceños en la Revolución de 1952. A partir de allí, monopoliza la representación de la lucha por regalías en el departamento, contra el Estado centralista del cual es parte.
Es interesante la mención que se hace en el libro “Los barones de Oriente” sobre cómo el concepto de autonomía en realidad engloba una gran cantidad de necesidades particulares insatisfechas… ¿Es posible afirmar que no atender a esos reclamos es un error de parte del gobierno de Morales?
Sí fue un error muy grave. El gobierno entendió “autonomías” bajo el significado que le daba la elite, como la preservación de su poder económico y político. Las autonomías tienen otros significados no contenidos en esta visión hegemónica: la autodeterminación por parte de los indígenas de tierras bajas, la descentralización político administrativa, una redistribución más justa del excedente, la reivindicación de identidades culturales urbanas (lo cruceño, tarijeño), entre otros.
Recuperar la demanda autonómica por parte del gobierno es una tarea central, se trata de una descentralización del Estado, con equidad en la distribución de los recursos y con responsabilidad y solidaridad entre las regiones que conforman la nación.
¿Cree que el proyecto de Evo Morales atenta contra la base de sustentación económica de estos grupos de poder en el Oriente?
No, en el sentido de que la Nueva Constitución Política del Estado reconoce la propiedad privada y la dinámica económica de este sector. No, en tanto esta elite no es plenamente capitalista, sino que su fuente de acumulación es la actividad privada (explotación y comercio de materia prima), pero protegida y subvencionada por el Estado.
Salvo el enclave de la soja y la agroexportación (que requiere de subvención de diesel y convenios internacionales para vender su producto que no es competitivo frente a la soja argentina o brasileña), esta elite tiene como principal ingreso su participación en el aparato burocrático (prefecturas, poder judicial, cortes departamentales electorales, universidades públicas), o la especulación de la tierra, que implica, la ausencia de control del Estado en los impuestos y en la propiedad rural (en Bolivia, la propiedad de la tierra se garantiza a través del cumplimiento de la Función Económico Social, o sea que la tierra sea efectivamente trabajada).
Desde Argentina parece que los departamentos de la “Media Luna” son regiones opositoras, sin embargo en ellas viven muchos partidarios del Gobierno. ¿Cómo es la convivencia de sectores tan antagónicos?
Muy violenta. La elite ha mostrado un profundo autoritarismo al interior de la región, al declarar como traidores a los disidentes, apedrear, arrojar bombas molotov a las instituciones críticas a su proyecto (organizaciones sociales de indígenas y campesinos, ONGs, casas de dirigentes de la oposición), impedir el ingreso de personas de tez morena (identificadas como “collas”) en la plaza central de Santa Cruz y el centro, golpear y perseguir a indígenas y campesinos en sus concentraciones o marchas, en sus barrios, los mercados en donde trabajan, e intimidarlos mediante las amenazas y el miedo cotidiano.
Incluso llegaron hasta el escalofriante suceso de El Porvenir, Pando, donde se planeó una emboscada a los campesinos que iban a una reunión con carros de la Prefectura, se les disparó y fueron perseguidos y asesinados, incluidos mujeres y niños.
Es decir, podríamos estar ante una situación límite. El oponente político se vuelve enemigo y se busca eliminarlo. La aniquilación selectiva y planificada de esta masacre muestra que no es un acto irracional, sino una completa deshumanización del otro, del indígena, a la que esta élite podría haber llegado ¿Estamos ante un proyecto político que sólo se ve posible mediante la aniquilación del indígena, “del invasor colla”?
¿Cómo vio la participación de los países de Sudamérica en el conflicto boliviano?
Contundente, es una muestra de que en la región se busca una relación más horizontal y soberana sur-norte.
¿Cree que Estados Unidos está detrás de un Golpe de Estado al gobierno Morales y alineado con las regiones autonomistas?
Es posible por los indicios que han aparecido en la prensa, entre reuniones del embajador con los prefectos y decisiones políticas de la oposición, pero habría que esperar un informe oficial del gobierno boliviano al respecto.
A partir de la apertura del diálogo ¿Es posible una salida para el conflicto en Bolivia o los intereses de ambos sectores son irreconciliables?
Esperamos que la presión de la sociedad boliviana por la solución de la crisis política permita algún acuerdo inicial sobre el cual ir avanzando.

Situación y perspectivas del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil.

"Hace falta alterar la actual estructura de poder, es necesario modificar el actual esquema de la correlación de fuerzas políticas de la sociedad brasileña. Y esa modificación, sólo sucederá como fruto de una reiterada lucha, y de muchos enfrentamientos. No porque nos guste a nosotros por sí mismo el conflicto, sino porque es sólo mediante la confrontación y mediante la lucha, que nosotros hemos podido conquistar lo que tenemos", afirma en esta entrevista Gilmar Mauro, dirigente del MST de Brasil.
Waldo Lao Fuentes / Contrahistorias - Rebelion
Estamos en el Seminario sobre la Reforma Agraria, con Gilmar Mauro, de la Coordinación Nacional del Movimiento de los Sin Tierra de Brasil.
Gilmar, ¿podría usted hacer para nosotros un diagnóstico de lo que significó el Quinto Congreso del Movimiento de los Sin Tierra (MST)?
Gilmar Mauro: El Quinto Congreso fue uno de los mayores Congresos desarrollados en la historia del Brasil, porque logró reunir más de diecisiete mil trabajadores de todo el país. Y el objetivo era organizar un debate político, acerca de varios temas que tienen que ver con la cuestión de la reforma agraria, pero que no se reducen simple y exclusivamente a este tema de la reforma agraria. Así que Intentamos también hacer un diagnóstico internacional del capitalismo, de la actualidad, y también un diagnóstico sobre el Brasil actual.
Discutimos igualmente la cuestión de las alianzas, y lo que sería un programa de reforma agraria para la actualidad; discutimos sobre los desafíos del Movimiento de los Sin Tierra (MST) en el próximo periodo, desde el punto de vista interno, desde el punto de vista organizativo, pero también los desafíos frente a la sociedad brasileña. Y al mismo tiempo, definimos las orientaciones políticas para el MST en el próximo periodo.
Además de todos estos contenidos planteados, es obvio que el Congreso es también un momento de confraternización, un momento en que toda la militancia del MST se reúne, festeja, en fin, intercambia experiencias, y al mismo tiempo, participa de ciertas actividades de lucha, como fue el caso de la Marcha que ocurrió durante el transcurso de nuestro propio Congreso. En resumen, fue uno de los mayores y más importantes Congresos de toda la historia del MST.

La UNASUR apaga su primer incendio en Bolivia: Brasil hace la diferencia

Más allá de la retórica y las declaraciones, la intervención activa de Brasil para desescalar el conflicto boliviano mostró el estilo de su diplomacia y los objetivos de una gran potencia que consigue, en una sola jugada, mantener a raya las ambiciones imperiales en su "patio trasero" y aislar los intentos de incrementar la tensión en la región.
Raúl Zibechi / ADITAL
La Declaración de la Moneda, documento aprobado por unanimidad por los doce países miembros de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), puede ser considerado como un triunfo de la diplomacia de Itamaraty. Los nueve puntos de la resolución, combinan un sólido e irrestricto respaldo al gobierno de Evo Morales con duras advertencias a la oposición, que se plasman en la iniciativa de crear una comisión para "realizar una investigación imparcial" sobre la masacre de Pando, para impedir que quede en la impunidad.
En resumidas cuentas, la oposición queda aislada internacionalmente, y debe tomar en cuenta que los países de la región no están dispuestos a permitir que prosigan las acciones violentas destinadas a desestabilizar y, eventualmente, voltear al gobierno de Morales o dividir el país.
Los tres últimos puntos de la Declaración exhiben un delicado pero firme matiz respecto a los anteriores. Inducen al gobierno legítimo de Morales a dialogar con la oposición, con el objetivo de "concertar la búsqueda de una solución sustentable en el marco del pleno respeto al Estado de Derecho y al orden legal vigente". Va más lejos: decide la creación de una comisión para "acompañar los trabajos de esa mesa de diálogo" y una comisión "de apoyo y asistencia" al gobierno boliviano.
Una consecuencia inmediata de la declaración de Unasur y de las gestiones de Brasil, fue el acuerdo alcanzado el martes 16 de septiembre entre el gobierno y la oposición. En tres aspectos, por lo menos, supone una evidente marcha atrás del gobierno del MAS: acepta que los departamentos deben recuperar una parte del Impuesto Directo a los Hidrocarburos, que el gobierno había decidido que financiara la Renta Dignidad a los jubilados y es una de las principales demandas de la oposición; invita como "facilitadores y testigos" a Unasur, la Iglesia Católica, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos (OEA) y las Naciones Unidas; y suspende por un mínimo de un mes la convocatoria del Referéndum Constitucional. A cambio, espera obtener "paz social".
Una victoria o una derrota, según se mire. Si se parte del día después del referendo de agosto, en el que el presidente Morales fue ratificado con el 67% del voto, es un evidente paso atrás. Si se creen las versiones, nada infundadas, de que estaba en marcha un golpe de Estado, el gobierno de Morales consigue superar una de las instancias más difíciles en 30 meses, aunque el futuro sigue siendo incierto. En todo caso, la oposición consiguió convertir en polvo la contundente victoria de agosto, que debería haber comenzado a resolver el "empate estratégico".
La cuenta del gas
Si se enhebran cuidadosamente los pasos que se dieron para llegar a la Declaración de la Moneda, puede concluirse que se trata de un apoyo irrestricto a Morales pero condicionado, y que las condiciones-fuera de toda duda-las puso el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. El jueves 11, luego de la masacre de Pando y ante la reticencia del ejército a aceptar el estado de sitio, el gobierno boliviano pidió a sus pares de la región, en particular a Venezuela, Argentina y Brasil, pronunciamientos de apoyo a la democracia boliviana. Argentina y Venezuela lo hicieron el mismo jueves, con tonos totalmente diferentes, mientras Brasil recién lo hizo el viernes 12.
Como se sabe, Hugo Chávez se mostró dispuesto a enviar militares para defender al gobierno de Morales, lo que le valió una inmediata respuesta del Comandante en Jefe boliviano, general Luis Trigo, mucho más veloz en responder las airadas declaraciones del venezolano que en impedir la masacre de Pando. La declaración de la cancillería argentina expresó su apoyo "pleno e incondicional" a Morales, ante lo que calificó como "graves hechos de violencia y sabotaje terrorista" de la oposición.
El asesor para asuntos internacionales de Lula, Marco Aurelio García, dijo que su país "no tolerará una ruptura del ordenamiento democrático", pero el presidente fue más ambiguo pese a su respaldo a Morales: "La oposición tiene derecho a hacer oposición, pero todo tiene un límite, porque si extrapolan los límites todo el mundo pierde, y creo que Bolivia lo que necesita es que todo el mundo gane. Lo que hago es un llamado al pueblo boliviano, a los trabajadores, al gobierno y a la oposición para que permitan que Bolivia encuentre su propio destino, fortaleciendo su democracia".
El viernes 12, el vicepresidente de la Asociación de Exportadores de Brasil, José Augusto de Castro, reaccionó ante la disminución del suministro de gas durante siete horas, el día anterior por un atentado de la oposición al gasoducto binacional: "Mientras los bolivianos se limiten a agitaciones en la frontera, todo está bien. Lo que no pueden hacer es meterse con el gasoducto". Bolivia bombea a Brasil 31 millones de metros cúbicos de gas todos los días, que suponen el 70% del consumo de la industria paulista y el 100% por ciento de la industria de Porto Alegre.
Planalto no podía dejar de actuar una vez que el suministro de gas estaba en peligro. La oposición autonomista-de modo espontáneo o "aconsejada"-había dado en el blanco al petardear un gasoducto más que vulnerable. Según varias fuentes, hacia el jueves 11 Brasil se disponía a enviar a García y al secretario general de Itamaraty, Samuel Pinheiro Guimarães, a La Paz, donde también debía llegar Jorge Taiana, canciller argentino, para, iniciar una gestión de mediación. Cuando los brasileños ya estaban dentro del avión, la gestión abortó porque Morales no dio el visto bueno a la intermediación brasileña, con el apoyo-o la presión-de las fuerzas armadas.
En este punto existen, por lo menos, dos versiones. Una de ellas indica que Morales habría dado prioridad al despliegue de tropas militares y policiales para garantizar el suministro de gas y establecer el estado de sitio en Pando y en Santa Cruz, con lo que apostaba a una solución estrictamente interna del conflicto. La estatal Agencia Brasil difundió una versión según la cual Morales se habría mostrado pesimista acerca de llegar a un acuerdo con la oposición y habría apostado, por el contrario, a la movilización social para destrabar la situación.
La segunda versión, apunta a una molestia del Ejecutivo boliviano por la suave pero persistente presión de Lula para que Evo llamara a la oposición a negociar, y muy en particular por los contactos de la cancillería brasileña con los autonomistas de la Media Luna. Consultado sobre si había mantenido contactos personales, García reconoció que "la idea es que la Embajada de Brasil (en Bolivia) esté haciendo esos contactos".
Sea como fuere, lo cierto es que el desarrollo de la reunión en La Moneda confirmó la existencia de "matices" entre los diversos países de UNASUR, y entre Planalto y el Palacio Quemado. En la reunión de presidentes, luego de una larga exposición de Evo, Lula le habría preguntado si pensaba hacer prevalecer el diálogo o la fuerza, y le aconsejó "priorizar el diálogo sin abandonar la fuerza". Al parecer, Lula tenía dudas sobre las intenciones del presidente boliviano, similares en todo caso a las expresadas por la oposición que mencionaba un "autogolpe" de Evo.
Más adelante, según la misma versión, cuando Chávez pretendió incluir en la Declaración un párrafo crítico del papel de Estados Unidos, recibió una rápida y negativa respuesta de Rafael Correa y de Lula. Más tarde, la anfitriona, Michelle Bachelet, propuso darle participación a la OEA en el documento, lo que fue rechazado por Lula, esta vez con el apoyo de Chávez.
Brasil potencia
Todo indica que Brasil salió fortalecido de la crisis boliviana. Como lo señaló días atrás el ministro de Defensa, Nelson Jobim, en referencia al flamante Plan Estratégico Nacional de Defensa, apuesta a la hegemonía regional: "Estamos viviendo hoy un objetivo claro, que es la afirmación de Brasil como gran potencia. Y eso significa la capacitación clara del poder efectivo de disuasión".
En la crisis boliviana, ese papel de potencia pasa por mantener cierta equidistancia en el conflicto gobierno-oposición. El asesor internacional de Lula lo expresa de forma clara en un frase que, atribuida o real, sintetiza la posición de Brasil: "El problema es que el país está viviendo un proceso de reformas, sin salirse del marco democrático, pero tanto la oposición como el gobierno actúan como si estuvieran frente a una revolución".
Esa posición de Brasil puede llevar a buena parte de las izquierdas del continente a considerar que ha capitulado frente al imperio o, en una variante de la misma posición, a creer que el gobierno de Lula está haciendo el juego al de George W. Bush. Ciertamente, Brasil no se ha mostrado entusiasmado con algunos proyectos de integración como el Banco del Sur y el Gasoducto del Sur, por lo que ambos se encuentran paralizados. Sin embargo, las cosas no pueden reducirse a opciones ideológicas.
El mismo día que gobierno y oposición firmaban un acuerdo para pacificar el país, Washington tomaba la decisión de incluir a Bolivia en la "lista negra" de los países que no combaten decididamente el narcotráfico, junto a Venezuela y Birmania. David Johnson, director de Asuntos de Narcotráfico del Departamento de Estado, sostuvo que el gobierno de Morales "sigue apoyando la expansión de la producción lícita de hojas de coca, pese al hecho de que el actual nivel de cultivo legal excede de lejos la demanda para consumo tradicional".
Mientras el gobierno de Bush echa más leña al fuego, con la esperanza de que la hoguera no deje de arder, Planalto toma el camino opuesto, como ya sucedió luego del ataque de Colombia al campamento de Raúl Reyes, el 1 de marzo pasado. La diplomacia brasileña tiene una partitura diseñada tiempo atrás para la región, y se limita a ejecutar los acordes con la mayor precisión posible. Samuel Pinheiro Guimarães, actual secretario general de la cancillería y destacado intelectual, analiza en su último libro la política de su país hacia Estados Unidos y hacia los socios de la región. Sostiene que el eje de la política exterior brasileña debe consistir en una alianza estratégica con Argentina y en "la construcción paciente, persistente y gradual de la unión política de América del Sur y el firme y sereno rechazo de políticas que sometan a la región a los intereses estratégicos de los Estados Unidos".
En la presente crisis, Brasil no se apartó un ápice de esa estrategia. Por otro lado, y este es un aspecto que a menudo se olvida, Brasil tiene intereses propios en Bolivia, que no siempre coinciden con el gobierno del MAS. La semiestatal Petrobras sigue jugando un papel decisivo en la explotación de los hidrocarburos bolivianos, siendo el principal inversor en el país andino.
Además, la participación de brasileños en el agronegocio es muy importante. En Santa Cruz, unas 200 familias de agricultores brasileños cultivan 350 mil hectáreas de soja que representan el 35% de la producción sojera boliviana. Estos agricultores tienen peso político, ya que representan un tercio de los afiliados a la Cámara Nacional de Comercio Bolivia-Brasil y están presentes en la Asociación de Productores de Oleaginosas y Trigo que agrupa a 12,000 agricultores de Santa Cruz.
De diversas maneras, Brasil controla alrededor del 20% del PIB de Bolivia, porcentaje que en los próximos años se deberá incrementar a través de inversiones estratégicas en infraestructura, energía y minería, a menudo financiadas por el poderoso Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social. Pero esas inversiones y esos intereses están concentrados en la Media Luna, en particular en Tarija y Santa Cruz. Por duro que sea reconocerlo, y más allá de la intención de los actuales gobernantes, el "Brasil potencia" contribuye a desequilibrar la balanza entre el oriente agroexportador y el occidente quechua-aymara. Más complejo aún: sus intereses nacionales "objetivos" se sitúan más cerca de Santa Cruz que de La Paz. Eso puede explicar-aunque no justificar-una cierta equidistancia del gobierno Lula, que no puede menos que hacer equilibrios en un país donde, una vez más, el subcontinente se juega buena parte de su futuro.

Fernando Lugo y la nueva iglesia

Oscar J. Serrat / ALAI
El obispo Fernando Lugo, presidente del Paraguay, es un caso sin precedentes en la historia del catolicismo romano, asegura el teólogo argentino Rubén Dri, catedrático universitario especializado en sociología de las religiones y uno de los fundadores del “Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo”, de activa participación en las luchas sociales y políticas de los años sesenta y setenta en este país.
La singularidad reside, según Dri, en que el nuevo mandatario paraguayo, sin abjurar de sus concepciones religiosas y políticas avanzadas, ha sabido sortear con buen éxito los previsibles escollos de una jerarquía católica encabezada por quien él considera como “el Papa más reaccionario” de los tiempos modernos.
Dri es profesor investigador y titular de la Cátedra de Sociología de la Religión en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, autor de una docena de libros sobre su especialidad, entre ellos “Proceso a la Iglesia Argentina ”. Su activa militancia religiosa y política le valió persecución, cárcel y torturas en tiempos de la dictadura militar instaurada en 1976, cuyos represores dieron muerte a varios de sus compañeros “tercermundistas”. Exiliado en México, fue profesor de la afamada Universidad Autónoma de aquel país.
Dri ofreció una disertación sobre “Lugo y la otra Iglesia en América Latina”, en un escenario que hubiese sido inconcebible hace algunos años para un orador de extracción religiosa: el antiguo edificio del Comité Central del Partido Comunista argentino. “Mi presencia aquí es un signo de los nuevos tiempos que estamos viviendo y nos indica la necesidad de saber distinguir dónde están nuestros verdaderos enemigos”, advirtió.

Funes el memorioso

Pueblo y encuestas aseguran que optarán por el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional con Funes el Memorioso a la Cabeza, en esta etapa decisiva y sin desperdicios que procurará un porvenir en nombre de la memoria con que el pueblo salvadoreño decidirá desde las urnas.
Adriana Vega / ALAI
No hace mucho Mauricio Funes realizó una fugaz visita a Argentina. Aspirante a las próximas elecciones en su patria, El Salvador, se presentará como candidato por el Frente Farabundo Martí en el mes de marzo, y fue recibido por la Presidenta durante su transitorio paso por Buenos Aires.
Otras personalidades lo aguardaban, pero debido al escaso tiempo recién por la noche cumplió el cometido de su entrevista.
Nuestros periódicos trataron escasamente el tema y Página 12 le realizó una nota de título bastante atrevido donde se lo llamó “Funes el desmemoriado” aludiendo a un cuento de Borges y demostrando desde el inicio a una reportera muy mal predispuesta con el colega-candidato.
Si bien se ofreció un espacio, las preguntas, la ironía y el desafortunado encabezamiento denotaron un mal trato que lamentablemente se hará extensivo a millones de salvadoreños que según las encuestas y el entusiasmo popular, pronto lo votarán para transformar a este periodista y luchador social en el Presidente Electo de la República Hermana de El Salvador.
De más está decir que un matutino que pertenece al monopólico grupo Clarín ha intentado intimidarlo tal como acostumbran los medios gráficos de derecha cuando se refieren a Fidel, Chávez, Correa y Ortega, irrespetando no sólo sus investiduras sino también a quienes los eligen y votan por ellos.
Si bien se formularon preguntas sobre hechos que en Argentina resultan altamente sensibles como es la demora que nuestra justicia muestra con los asesinos de la dictadura, o la manera como una porción de nuestro pueblo los enfrentó causando gran admiración, la periodista referida inquirió sobre temas muy urticantes en plena campaña comparando los hechos salvadoreños con situaciones propias de una sociedad que recién después de treinta años se está encargando de resolverlos.
Porque si bien buscamos la unidad en la diversidad como dice Martí, no se puede pedir lo mismo a salvadoreños, peruanos, uruguayos o chilenos porque conformamos realidades disímiles con historias compartidas. Los medios aprovechan para tratar estos temas indagando más en frustraciones e insatisfacciones todavía resentidas, en vez de ocuparse de futuros y esperanzas.
En El Salvador ha habido un conflicto armado de autenticidad desgarradora que dejó como saldo cerca de ochenta mil muertos, cientos de desaparecidos, impedidos, afectados emocionalmente y millares de exiliados. Toda una secuela de problemas que intensificó el conflicto de aquella cercana guerra civil surgida de la profunda crisis económica por la que atravesó el país desde los años setenta y que incitó la ira de la población civil llevándola a levantarse en armas en contra de un régimen que oscilaba por la caída del precio del café, los persistentes dolos electorales y el fastidio de la población ante los gobiernos militares, devenidos dictadura.
Cabe hacer memoria: el suceso que más encendió los ánimos durante el estallido fue el cruel asesinato del arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero en 1980, quien viendo las injusticias que se cometían con el pueblo, desde su propia jerarquía eclesiástica y sin intervención del Poncio Pilatos-Vaticano decidió optar por los pobres.
El ambiente de violencia política vivida durante la década anterior contribuyó a una guerra civil que duraría doce años, (desde 1980-hasta 1992) definida militarmente por las fuerzas guerrilleras como Guerra Popular Prolongada. Finalizó cuando los combatientes del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), formado por cinco agrupaciones de izquierda y el gobierno de derecha de Alfredo Cristiani, de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), firmaron los "Acuerdos de paz" en Chapultepec, México, certificando reformas políticas y militares que no ahondaron en el problema social y económico.
Si bien estos aspectos fueron nafta sobre el fuego para la guerra, la contienda la manipularon y costearon los conocidos psicópatas de siempre, en especial USA, quien financiaba las operaciones con un millón de dólares diarios y la excusa de la "Guerra Fría" para evitar que el comunismo penetrara en Centroamérica.
Cavando intensas lastimaduras, el neoliberalismo apareció después de la firma de los Acuerdos de Paz para destruir instituciones y desde el año 1992 en El Salvador se pregona la democracia aunque bien sabemos que los gobiernos burgueses instalados son tan sólo monigotes que actúan por el poder, los privilegios y prebendas.
Por lo tanto hoy las esperanzas están colocadas en Mauricio Funes con el que intuyen tendrán un gobierno progresista y de izquierda – primero en la historia del país – y viven convencidos de que por las circunstancias que los rodean no podrán obtener todo lo que desean, aún con la calidad y trascendencia de su candidato, sino por el tipo de profundización de los cambios con que sueñan.
Tienen intensa conciencia de que el proceso será muy lento pero no imposible. Se está asimilando un cambio y se aceptan numerosas formas que han colocado parte del ideario en el refrigerador pero sin olvidarlo. Esperan su oportunidad comenzando por lo elemental que es garantizar el estado de derecho, rescatar las instituciones – justicia, principalmente -, eliminar los privilegios y combatir la corrupción incrustada en la sociedad.
Desean garantizar una salud y educación de calidad que se inicie con la alfabetización y la atención de todos. Procurarán fuentes de trabajo que inhiban de la pobreza a millones de salvadoreños. Deberán ocuparse sin recreo por la justicia y un sistema judicial fuerte y valiente promoviendo jueces dignos porque aún no existen estas garantías.
Orden complejo y no muy diferente a lo que nos ocurrió a los argentinos.
Para los salvadoreños estos enunciados del programa del FMLN son prioridades y aún sacrificando otros logros apreciados los dejarán para el futuro porque si conciben bien primeras intenciones, ejecutarán luego las que guardan en su memoria histórica.
Por todo esto, el abordaje de la entrevistadora María Laura Carpineta (quien también sacó de contexto a Celia Hart en su última entrevista en Argentina) funcionó con la acometida forma de los derechistas, encarando a Funes, provocándolo, describiéndolo “enojado”, no firme ni consistente y, mucho menos, serio tal como el candidato es.
Señalarle epítetos como desmemoriado ha sido un desliz insultante, deberíamos explicarle a María Laura que: “tú no tienes derecho a pronunciar ese adjetivo descalificador”- le diría Borges, que para su Funes usó el antónimo. Y precisamente Funes más bien es una enciclopedia de información y conocimientos adquiridos por más de veinte años de ejercicio transparente en el periodismo, razón por la que el pueblo le respeta y aprecia. Si bien el salvadoreño no recuerda cada palabra como el Ireneo de Fray Bentos que manipula la periodista en cuestión, conocemos que los salvadoreños no han perdido la memoria.
Es más, la tienen exageradamente fresca y se ejercitan para andar colosales pasos después de traspiés y desilusiones debidos a tres elecciones presidenciales en las que el Frente se frustró.
Pueblo y encuestas aseguran que optarán por el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional con Funes el Memorioso a la Cabeza, en esta etapa decisiva y sin desperdicios que procurará un porvenir en nombre de la memoria con que el pueblo salvadoreño decidirá desde las urnas.
Bs. As. 25 de setiembre del 2008
- Adriana Vega es maestra, escritora, poeta, periodista y martiana argentina

"Lex mercatoria" y Derechos Humanos

Todo esto nos lleva a pensar cómo han de resolverse los conflictos entre las corporaciones transnacionales y las poblaciones de América Latina: ¿son suficientes las legislaciones y tribunales nacionales? ¿quién protege a la ciudadanía frente a los abusos de las grandes empresas?
Juan Hernández y Pedro Ramiro *
Ya hay más de 400 compañías españolas con presencia en América Latina. Por eso, “lo que está pasando en la región no se entendería sin la presencia de la empresa española, como no se puede imaginar el Santander sin América Latina”, como afirma el director general para esa región del banco de Emilio Botín. Y es que, allí, las multinacionales españolas disponen de una posición privilegiada, sobre todo en el sector de los servicios destinados al mercado interior, y más de un tercio de sus ingresos anuales provienen de sus actividades en territorio latinoamericano. Repsol YPF es la mayor transnacional petrolera de América Latina; Telefónica lidera el campo de las telecomunicaciones; Endesa domina el mercado de la electricidad; el Santander y el BBVA son los dos mayores bancos de la región.
Pero la internacionalización de las empresas españolas, que ha tenido lugar en muy poco tiempo -apenas una década-, ha dejado tras de sí una lista de consecuencias sociales, ambientales y culturales. Las poblaciones afectadas responsabilizan a las compañías multinacionales del saqueo de los recursos naturales, la privatización de los servicios públicos y la desregulación del mercado laboral. Hasta ahora, las empresas transnacionales apenas han contribuido a solucionar las desigualdades en los países donde han realizado sus inversiones. Por eso, no es de extrañar que en la mayor parte de los países de América Latina se haya extendido una mala opinión sobre las corporaciones extranjeras, y especialmente de las españolas por ser las que tienen una mayor presencia en el continente.
En algunos países, los conflictos con estas empresas han llegado a ser muy sonados: basta recordar lo que pasó cuando el Gobierno de Bolivia promulgó el decreto de nacionalización de los hidrocarburos -que afectaba a los intereses de Repsol en aquel país-, cuando el Rey Juan Carlos tuvo que actuar como mediador en el incidente diplomático entre Argentina y Uruguay -por la construcción de una planta de la papelera ENCE- o la que se armó a finales del año pasado en la Cumbre de Santiago de Chile (aquella del “¿Por qué no te callas?”) cuando se puso en duda el rol de Unión Fenosa en Nicaragua.
En este sentido, una veintena de multinacionales europeas presentes en América Latina y el Caribe han sido acusadas ante el Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) por los impactos de sus actividades en los países de la región. En la audiencia del TPP que tuvo lugar el pasado mes de mayo en Lima (Perú), numerosos testigos expusieron qué ha supuesto para las poblaciones y ecosistemas de la región la presencia de empresas como, entre otras, Repsol YPF -acusada de operar en 17 resguardos indígenas en Bolivia y de contaminar el territorio mapuche en Argentina-, Unión Fenosa -cuestionada por su gestión del servicio eléctrico en Colombia y Nicaragua- y los bancos Santander y BBVA, que financian, respectivamente, las represas del río Madera (Brasil) y el proyecto gasífero de Camisea (Perú), proyectos criticados por ser agresivos social y ambientalmente. Con todo ello, utilizando mecanismos jurídicos que cuestionan el modelo normativo neoliberal y empleando las convenciones internacionales sobre derechos humanos, el jurado del TPP decidió sancionar moral y éticamente a las compañías multinacionales acusadas de violaciones de los derechos humanos.
Todo esto nos lleva a pensar cómo han de resolverse los conflictos entre las corporaciones transnacionales y las poblaciones de América Latina: ¿son suficientes las legislaciones y tribunales nacionales? ¿quién protege a la ciudadanía frente a los abusos de las grandes empresas?
Por un lado, la seguridad jurídica de las inversiones de las multinacionales se protege mediante una tupida red de convenios, tratados y acuerdos que conforman un marco jurídico, político y económico en el que las grandes corporaciones tutelan sus derechos sin contrapesos suficientes. Y es que el Derecho Internacional de los Derechos Humanos no tiene articulados sistemas jurídicos capaces de someter a las multinacionales a control: tanto las legislaciones nacionales de los países receptores como los sistemas universales de protección de los derechos humanos y laborales fundamentales no pueden neutralizar la fortaleza del Derecho Comercial Global. Así, en esta nueva lex mercatoria se subordina la seguridad de los hombres y mujeres de América Latina a los intereses de las compañías extranjeras.
Por nuestra parte, creemos que es necesario elaborar una propuesta para profundizar en los mecanismos de control de las compañías transnacionales. Estas normas deberían articularse en torno a un código internacional que tenga como premisa central desterrar el concepto de la voluntariedad. Y es que no resulta justo que los derechos de las transnacionales se protejan en los tribunales internacionales de arbitraje mientras los derechos de las mayorías sociales quedan en manos de la conciencia empresarial. Más aún, el nuevo entramado jurídico deberá complementarse con la creación de un Tribunal Internacional para las empresas transnacionales, encargado de tutelar y ejecutar las sentencias favorables a los intereses de las poblaciones y equiparando la tutela de los derechos humanos a la eficacia de la que disponen los derechos de las grandes corporaciones. Además, la creación de un Centro de Empresas Multinacionales -adherido a Naciones Unidas y gestionado entre empresarios, gobiernos, movimientos sociales y sindicatos-, que se encargara de analizar, investigar e inspeccionar las prácticas de las transnacionales sobre el terreno, permitiría contrastar y evaluar la información unilateral que actualmente se recoge en las memorias de Responsabilidad Social Corporativa de las compañías multinacionales.

- Juan Hernández Zubizarreta es Profesor de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU)
- Pedro Ramiro es Investigador del
Observatorio de Multinacionales en América Latina - Paz con Dignidad
*Este artículo fue publicado en el diario Público el 2 de agosto de 2008.

El petróleo y la cultura mexicana

La clave de la utopía de Lázaro Cárdenas está en la capacidad de darle un uso social y nacionalista a la riqueza petrolera. El petróleo simbólico de la identidad nacional-estatal mexicana no es el de la devastación sino el de una reconstrucción no oligárquica de la república mexicana.
Bolívar Echeverría / Rebelión
(En la fotografía, a la derecha, el presidente mexicano Lázaro Cárdenas.1938),
El proyecto de reformas a la empresa paraestatal Petróleos Mexicanos, enviado por el ejecutivo al Congreso de la Unión, ha puesto a discusión una serie de problemas de primera importancia para el país que él pretendía más bien pasar por alto. En torno a ellos, la aproximación científico-técnica y científico-económica ha puesto a disposición de la opinión pública un riquísimo conjunto de conceptos –riquísimo lo mismo cuantitativa que cualitativamente- con los que ella puede fundamentar sus tomas de partido. Se trata, cabe decirlo, de conceptos que en su abrumadora mayoría conducen inequívocamente al cuestionamiento de ese intento gubernamental de reforma como un proyecto torpe en lo técnico, absurdo en lo económico e irresponsable en lo político.
Frente a esta aproximación científica al tema del petróleo mexicano, hablar del asunto en términos no científicos, desde una perspectiva cultural, como es tema propuesto a esta mesa, parecería desentonar por completo, forzar demasiado la materia que está a discusión.
Pienso, sin embargo, que no es así. Sobre todo si se tiene en cuenta que esa riqueza de la aproximación científica no se ha visto acompañada de una riqueza equiparable en el campo de la aproximación política. Esta se ha mantenido, por lo general, en el ámbito más bien estrecho de la política como política electoral.
Comparto la opinión de quienes afirman que un elemento principal de la riqueza objetiva, como es el petróleo en el caso mexicano, adquiere un orden simbólico de realidad que, más allá de lo técnico y lo económico, puede tener una vigencia decisiva en términos propiamente políticos.
Si pensamos la cultura no como un simple ornamento de la vida práctica sino como una dimensión esencial e indispensable de la existencia social y si pensamos además la cultura como un cultivo de la identidad comunitaria -un cultivo que, al mismo tiempo que la reproduce de mil maneras, la pone también en cuestión de mil maneras- y si pensamos por último esta identidad comunitaria como un conjunto de formas de vida y de formas del mundo de la vida que una comunidad prefiere con tal fuerza que llega a considerarlas indispensables para su propia existencia; si pensamos de este modo, entonces, todos los elementos que contribuyen a definir esa identidad adquieren una relevancia inusitada; su presencia real como hechos o como objetos recibe una consistencia de orden simbólico: en el uso de cada uno de ellos no están en juego ellos solos, sino junto con ellos algo más, la identidad comunitaria que se ha construido en torno a ellos.
Quisiera, en los minutos que tengo para mi intervención argumentar en torno al hecho de que la identidad nacional mexicana, a la identidad de los miembros del estado o la república mexicana tiene en el petróleo, en la riqueza petrolera, uno de esos elementos simbólicos a los que me refiero, un elemento simbólico central.
Como es conocido, la sustentabilidad de un estado moderno capitalista debe estar garantizada por dos factores de orden material capaces de acompañar al impulso empresarial de los propietarios privados más pudientes y poderosos de la sociedad civil, dos factores de alcance relativo dentro del concierto de los estados: una autosuficiencia económica y una relevancia geopolítica.
Pero la garantía de sustentabilidad de un estado moderno no está dada sólo por estos factores. Ella reside también, y de manera esencial, en la capacidad que ese estado demuestra de aglutinar y organizar sobre un territorio determinado a una determinada población, a un determinado humus antropológico, “étnico”, en calidad de nación; en su capacidad de dotarse a sí mismo de esta base inmaterial y evanescente que es la identidad, la fidelidad a un conjunto de formas. La nación es una comunidad imaginaria, producto de una sutil alucinación, que autoidentifica a esa población al ser refuncionalizada en tanto que sustento humano concreto de un estado capitalista moderno. Así como la vigencia de la nación vuelve simbólicos todos los componentes de la vida y su mundo, así también, a la inversa, la vigencia simbólica de esos componentes es la prueba de la realidad de la nación como el sustento humano del estado.
En el caso de México es posible decir que la vigencia simbólica de la riqueza petrolera es una de las principales entidades que contribuyen a dar realidad a la comunidad mexicana en su existencia como nación del estado mexicano.
Si damos una mirada a la historia, es posible decir que, pese a que el nuevo poder había había declarado, casi por decreto , el fin de la Revolución Mexicana en 1920 y la conclusión de la reforma agraria, en 1930, una restauración de la república oligárquica prerrevolucionaria se consolidaba y volvía cada vez más evidente, una restauración que daba lugar a expresiones de un balance histórico desencantado, como las del corrido que dice:
“ Hagamos de cuenta que fuimos basura / vino el remolino y nos alevantó”.
Apenas reubicados por la tormenta, los miserables retornaban a su misma miseria. Veinte años de muerte y destrucción habían pasado, y su paso parecía haber recompuesto el estado de cosas tal como era antes de ellos.
El sentido de la presencia histórica del presidente Lázaro Cárdenas puede resumirse en la idea de que lo que él pretende ante todo es contradecir ese balance desencantado, demostrar que la revolución no sólo “alevantó” a los miserables para dejarlos caer de nuevo en la misma situación, sino que ella dejó frutos positivos, que abrió el paso a una nueva sociedad. Cárdenas intentó romper la clausura del estado oligárquico, que al dejar fuera a la mayor parte de la población mexicana, había minado la república construida por la reforma liberal juarista hasta dar al traste con ella. Una nueva república es lo que Cárdenas soñaba construir: un estado capitalista moderno, levantado incluso en contra de los potentados, pero un estado capitalista dotado estructuralmente de un fuerte correctivo social, como era la tendencia política dominante en esa época.
Dentro del proceso de formación de la república postrevolucionaria tuvo lugar un episodio central al que es posible atribuir alcances fundacionales: la resolución que una tarde dramática de 1938 tomó el presidente Cárdenas en su calidad de árbitro en el conflicto entre los trabajadores de la industria petrolera y las compañías extranjeras concesionadas para extraer y elaborar el petróleo. La resolución presidencial fue en un doble sentido: afirmó el sentido social de la economía capitalista, al darle la razón a la parte trabajadora y reasumió el sustento territorial del estado mexicano, la riqueza petrolera de su nación.
Ya desde comienzos del siglo XX el petróleo tuvo una connotación simbólica en el ámbito de la cultura mexicana. Su incipiente protagonismo en la tecnificación productiva y en el auge salvaje de la economía de los capitalistas porfirianos auguraba días aciagos para el mundo tradicional de México. López Velarde lo percibía esto con claridad cuando escribió, dirigiéndose a una idealización de la república oligárquica:
“El Niño Dios te escrituró un establo / y los veneros del petróleo el diablo.”
Para él, el petróleo no era otra cosa que un instrumento de la destrucción de la “suave patria”, un representante de la modernización devastadora que amenazaba con extenderse inmisericordemente sobre el territorio indefenso de México.
Pero Cárdenas no debe ser visto como el defensor de esta figura ominosa del petróleo. Su utopía es la de una modernización al mismo tiempo capitalista y humanista –por estar dotada de un sentido social- que no desprecia la “suave patria” sino que pretende rescatarla del carácter oligárquico que la ahoga en secreto. La clave de su utopía está en la capacidad de darle un uso social y nacionalista a la riqueza petrolera. El petróleo simbólico de la identidad nacional-estatal mexicana no es el de la devastación sino el de una reconstrucción no oligárquica de la república mexicana.
Triste fue el destino del sueño utópico de Cárdenas. El capitalismo no acepta correctivos de tipo social, no acepta racionalizarse, organizarse: no respeta ni a la población ni el territorio sobre el que se asienta. Fue un sueño del que, al despertar en los años ochenta, México pasó sin intervalo a la pesadilla neoliberal, desatada por la presidencia de Salinas de Gortari. Una pesadilla que el gobierno actual se niega testarudamente a abandonar, como queda demostrado por el carácter inocultablemente privatizador de la propuesta de reforma enviada al Poder Legislativo. La globalización neoliberal ha llevado a la política económica mundial al borde del colapso. Este hecho, reconocido ya mundialmente, ha llevado a sus poderosos iniciadores a abandonarla, aunque tal vez ya demasiado tarde. El gobierno mexicano es uno de los pocos que insiste en seguir poniéndola en práctica, temeroso tal vez de que “lo bueno por conocer” vaya a ser mucho peor (para él) que “lo malo ya conocido”.
La globalización neoliberal persigue una meta contradictoria: descansa sobre la existencia del estado nacional pero al mismo tiempo malbarata su fundamento territorial, desmantela su nación y anula su identidad nacional. No hay que ignorar, sin embargo, que una población desnuda de identidad, se avergüenza, y que, como dice Marx, en el poema que O. Paz dedica al sacrificio de los jóvenes en 1968, en la Plaza de las tres culturas,
“ una nación que se avergüenza / es león que se agazapa/ para dar el salto”.
Advertencia a la que los gobernantes actuales se empecinan en prestar oídos sordos.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Unasur, un bloque puesto de nuevo en acción

Sin Chávez, los presidentes se reunieron en el edificio de la ONU. Conformarán una comisión para investigar la masacre de Pando, de la que formará parte Rodolfo Mattarollo. Néstor Kirchner, casi seguro, primer secretario de Unasur.
Daniel Miguez / Página12
Desde Nueva York
La situación de Bolivia tuvo un espacio en Nueva York, donde la Unasur se reunió en el edificio de las Naciones Unidas para avanzar con lo acordado el 15 de septiembre en Santiago de Chile. Los presidentes Cristina Fernández de Kirchner, Michelle Bachelet, Luiz Inácio Lula da Silva, Alvaro Uribe y el principal interesado, Evo Morales, acordaron conformar la comisión que será enviada a investigar la llamada masacre de Pando y que será coordinada por el argentino Rodolfo Mattarollo. Luego del encuentro, Bachelet anunció también el significativo apoyo de la Unión Europea a la democracia en Bolivia y dijo que en la próxima reunión del organismo regional va a resultar electo su secretario ejecutivo, cargo que Néstor Kirchner tiene casi asegurado.
A la reunión faltaron varios presidentes, algunos porque tenían agenda superpuesta y otros porque no estaban en Nueva York, como el venezolano Hugo Chávez, de gira por China.
El encuentro comenzó con Morales explicando cómo evolucionó favorablemente lo que había comenzado como una cuadro sumamente crítico y en eso le asignó un rol decisivo al que jugó la región. “Ahora cuando nos sentamos a dialogar con la oposición me dicen que no quieren desestabilizar la democracia ni atacar mi investidura presidencial, algo que era impensado que dijeran antes de la reunión de Unasur”, dijo el presidente boliviano, luego de un efusivo agradecimiento.
Bachelet, en su carácter de presidenta pro-témpore del organismo, informó que “hemos recibido una carta de apoyo de la Unión Europea a la declaración que realizamos como Unasur en defensa de la democracia en Bolivia”. La respuesta fue un aplauso cerrado de los presentes, que retumbaron en el inmenso salón. Al abrir la sesión, Bachelet, con una cuota de humor, había hecho referencia a las dimensiones del lugar. “Esta es la única sala que encontramos disponible y si es muy grande deberá ser por la importancia que comienza a tener la Unasur.”
Cuando se avanzó en las formas concretas de acción de Unasur en Bolivia, al tratarse la creación de una comisión para investigar la matanza y desapariciones en Pando, todas ellas de partidarios del oficialismo, la presidenta argentina propuso a Mattarollo.
La reunión fue breve y expeditiva. Lula, que estaba acompañado por su canciller, Celso Amorim, y su asesor en temas internacionales, Marco Aurelio García, no pidió la palabra. Sobre Lula, su vínculo con Unasur y en especial su implicancia en el caso Bolivia corrieron muchas versiones, entre ellas que no iba a ir a la cumbre de Chile ni que tampoco estaría hoy en Nueva York. Contra los rumores, asistió a los dos encuentros.
La prontitud con que resolvieron los temas llevó a Bachelet a decir en el cierre del encuentro que “hoy hemos vuelto a ratificar aquí que somos rápidos y eficientes y de esta manera desterramos prejuicios acerca de las relaciones multilaterales”. Algunos bromearon sobre las verdaderos motivos de tanta velocidad: ya había pasado el mediodía y nadie había almorzado.
Uno de los temas pendientes de Unasur es designar a su secretario ejecutivo, puesto vacante desde mayo, cuando renunció el ecuatoriano Rodrigo Borja. Hay dos candidatos: Néstor Kirchner y el boliviano Pablo Solón. Pero Kirchner tiene casi todos los boletos, porque Morales desistiría de impulsar a su compatriota.
Bachelet oficializó la situación y pidió que sea elegido en la próxima cumbre. “El presidente de Ecuador, Rafael Correa, envió una carta proponiendo al ex presidente Néstor Kirchner para ocupar la Secretaría Ejecutiva de Unasur. Les pido a todos los delegados que para nuestro próximo encuentro vengan con una decisión tomada, así podemos elegir ese día al nuevo secretario ejecutivo”, dijo Bachelet en el recinto.
La presidenta de Chile también propuso que sea postergada la próxima reunión del bloque que se iba a realizar en octubre en Viña del Mar, “ya que nos vamos a volver a ver muchos de nosotros en Caracas o en Bahía y entonces podemos realizar la nueva cumbre allí”. En la capital venezolana se hará en noviembre la cumbre de presidentes de América latina y Africa; y en Bahía, está previsto para diciembre el encuentro semestral del Mercosur. Según explicó Bachelet, para entonces –noviembre o diciembre– habrán tenido el tiempo para avanzar en el acuerdo de algunas acciones en conjunto de los países miembros. La moción fue aprobada. También, el pedido de Bachelet de que el resto de los países designe rápido a los integrantes de la comisión investigadora de los crímenes de Pando, que trabajarán junto a Mattarollo, que el martes próximo se reunirá en La Paz con Morales para empezar su trabajo.
Bachelet cerró el encuentro y tras las fotos de uso y costumbre, se despachó con un saludo original: “Hasta la vista, como dijo Schwarzenegger”.
Al salir de la ONU, Cristina Kirchner resaltó que Morales haya elogiado “la efectividad de la declaración, que tuvo lugar en Santiago de Chile, en La Moneda, y el curso de acción que en ese momento establecimos” y resaltó a Mattarollo, “un especialista en materia de derechos humanos reconocido a nivel internacional”.

martes, 23 de septiembre de 2008

¡Nueva edición de Cuadernos del Pensamiento Crítico Latinoamericano!

"Guatemala 2000: un edificio de cinco pisos"
Edelberto Torres-Rivas.
La sociedad guatemalteca se parece a un oscuro edificio, de una extraña forma triangular, de aspecto contradictorio de lejos y desagradable de cerca, que produce la impresión de haber sido construido por múltiples arquitectos, unos de muy mala calidad profesional, y que, disímil, pareciera estar a punto de implosión.
Hasta aquí, sin duda, es una edificación a la que parece que nunca se le dio el mantenimiento necesario. Más arriba, en los sucesivos pisos el edificio va ganando en limpieza y proporcionalidad, dando una sensación de bienestar cuando culmina finalmente en lo alto con un moderno estilo señorial, ligero y elegante. El contraste de su sección superior es visible por la limpieza, el orden y la dignidad de sus espacios llenos de luz, con flores y mucho sol. Y porque se encuentra, socialmente lejano y culturalmente ajeno de la gente que se encuentra en la base de este enorme triángulo de base muy ancha.
¿Tiene cinco o tres pisos? Parece un edificio de tres niveles hacia arriba y dos ocultos, hacia abajo. En el interior de esta desfigurada construcción, contradictoria, conviven con disgusto casi general más de 11 millones 361 mil 330 guatemaltecos y guatemaltecas...

Este ensayo es parte de la antología Centroamérica: entre revoluciones y democracia, organizada y presentada por Jorge Rovira Mas, Colección del Pensamiento Crítico Latinoamericano editada por CLACSO Coediciones con Siglo del Hombre editores (Colombia, 2008) y PROMETEO editores (Buenos Aires, 2008).

domingo, 21 de septiembre de 2008

Nuestra América: entre luchas y esperanzas

(Ilustración: "La Patria naciendo de la ternura", mural del artista ecuatoriano Pavel Egüez. Caracas, Venezuela)
Hoy "Nuestra América", la de Bolívar y Martí, la de Juanito Mora y Salvador Allende, está mas viva y activa que nunca.
Dr. Arnoldo Mora Rodríguez / ALAI
Como nunca antes en su historia, los pueblos de América Latina están viviendo en las dos últimas décadas un proceso, que deseamos irreversible, de democratización real; lo cual no ha sido, como nada en política, producto de la casualidad. Recurriendo a grupos armados irregulares en no pocos casos pero siempre con las masas en las calles, nuestros pueblos derrotaron en la década pasada a sangrientas dictaduras logrando recuperar la democracia política, es decir, el derecho a escoger sus gobernantes mediante procesos electorales. Pero este logro, a pesar de su innegable importancia, tan solo alcanzaba a paliar los efectos, pero no a curar las causas reales de nuestros ancestrales males. Dichos males se originan en las profundas injusticias sociales, que han hecho que nuestra región sea conocida como aquella que posee en el mundo las mas abismales diferencias entre los sectores sociales.
Por esta razón, la sola democracia formal no ha sido suficiente para dar estabilidad a nuestra región. Los procesos políticos se han radicalizado y hoy en no pocos paises de Nuestra América, el pueblo ha logrado, mediante elecciones democráticas, tener gobiernos que expresan en mayor o menor medida pero de una manera inequívoca, esa sed de justicia social. Pero las oligarquías criollas no han tardado en reaccionar. Carentes de originalidad e imbuidos de rencor, han tramado golpes de estado, como ha sido su habitual forma de proceder cada vez que sus intereses se ven amenazados. Intentos de golpes de estado y complots con intenciones de perpetrar magnicidios, se han multiplicado en los últimos años. Veamos los que mas se han destacado en las noticias. Efímero golpe de estado en Venezuela en 2002; mas aun, en días recientes, el gobierno ha denunciado un complot para perpetrar un magnicidio. Incursión del ejército colombiano en la frontera con Ecuador, lo que provoca la ruptura de relaciones diplomáticos entre esos paises vecinos. Descubrimiento de sistemas de espionaje en la casa presidencial de Guatemala. Intento de golpe de estado en contra del recién instalado presidente del Paraguay.
Pero las mas graves amenazas han sido en contra del presidente boliviano Evo Morales, donde una de las oligarquías mas retardatarias y sangrientas de América Latina trata en vano de preservar sus privilegios medievales, sin ocultar su odio racial en contra del primer gobernante indígena de ese pais. Mas aun, ha sido expulsado de La Paz el embajador nombrado por el dipsómano G.W. Bush, acusado de conspirar en contra de un gobierno legítimo para imponer una dictadura al estilo de Pinochet. En solidaridad, Caracas ha hecho lo mismo. Ante estas amenazas a la democracia, la respuesta de la diplomacia regional ha sido inmediata y eficaz. Es de destacar que fueron los organismos regionales (Comunidad Andina de Naciones y Unesur) los que han tomado la iniciativa haciendo respetar el derecho internacional. La OEA ha mostrado una vez mas, su lentitud burocrática, muestra inequívoca de su obsolescencia.
Lo mas importante de esta crisis ha sido la consolidación de una diplomacia regional, que ha mostrado al mundo que nuestros pueblos se unen dando pruebas de una hermosa y esperanzadora unanimidad. Hoy "Nuestra América", la de Bolívar y Martí, la de Juanito Mora y Salvador Allende, está mas viva y activa que nunca. Hoy se forja en nuestras tierras a inicios del siglo XXI, una nueva época que hará realidad los sueños de nuestros próceres.

El “fantasma boliviano” toma vuelo en Ecuador

A días del referéndum constitucional, la oposición separatista de la pujante ciudad de Guayaquil prevé un “proceso cívico” similar al de Santa Cruz en Bolivia. Aumentan los roces entre Correa y la Iglesia.
Sebastián Pellegrino / APM
(Foto: Jaime Nebot, Alcalde de Guayaquil)
Mientras el complejo escenario interno de Bolivia parece encaminarse a buen puerto (por lo menos hasta el momento), la tesis autonomista comienza a cobrar protagonismo en Ecuador. Casualmente en el país que -según las últimas encuestas- el próximo 28 de septiembre se convertirá en el primer caso sudamericano de recuperación de la función social del Estado de derecho y desarticulación del modelo de desarrollo neoliberal por la vía constitucional.
Quien lidera el proceso secesionista es el alcalde de la ciudad costera de Guayaquil, Jaime Nebot, principal opositor al Gobierno de Acuerdo País y a las resoluciones de la Asamblea Constituyente que hace pocas semanas terminó la redacción de la nueva Carta Magna.
El pasado 18 de septiembre el Presidente de Ecuador, Rafael Correa señaló las consecuencias que traerían para el país una eventual derrota del referendo constitucional en el distrito separatista: “Si gana el No en Guayaquil (...) tendríamos un permanente foco de desestabilización como está ocurriendo en la Media Luna boliviana", declaró Correa, quien sostuvo que "las élites guayaquileñas tienen un proyecto Singapur para ser otra República”.

¿Clima destituyente?

Una nueva etapa viven los pueblos latinoamericanos. La Patria Grande Latinoamericana ha recibido un nuevo impulso en su proceso de reconstrucción. Es lógico que ello suscitase no sólo la inquietud, sino también la necesidad de intervenir de parte del imperio, que ve algunos de sus principales intereses en peligro.
Rubén Dri * / Página12
Lo que pasa en Bolivia, pasa en Venezuela, pasa en Ecuador, pasa en Nicaragua, pasa en Argentina, pasa en América latina, la Patria Grande en construcción. Aún no sabemos exactamente qué es lo que pasó con el derrumbe de las Torres Gemelas, es decir, cuál fue efectivamente el autor de tamaño asesinato masivo, pero de lo que no hay dudas es de que sirvió a los planes bélicos y genocidas del presidente republicano. Se había mostrado en forma patente y estremecedora la presencia aterradora del “terrorismo internacional”.
Con ello, Bush puede desencadenar, con el inmenso poder bélico que atesora la potencia del Norte, las guerras de Afganistán e Irak. Es evidente que pensó que sólo se trataba de un paseo que pronto le dejaría las manos libres para ocuparse luego del “patio trasero”, es decir, de América latina, que, en ese momento, no parecía preocuparle demasiado. El problema es que lo que debía ser un paseo se convirtió en un pantano del que ya no pudo salir.
En ese lapso en América latina se fueron sucediendo movimientos populares que, de diversa manera y con diversos niveles de profundidad, fueron recuperando el terreno perdido en la noche del neoliberalismo implantado desde la década del 80. Los Estados que habían sido reducidos a su mínima expresión, según la plena ortodoxia neoliberal, fueron siendo recuperados por los movimientos populares, en un proceso que con diversos matices atraviesa todo el continente latinoamericano.
Un nuevo peligro para los intereses imperiales surgía, pues, en tierras latinoamericanas, que se unía al terrorismo y al narcotráfico, el “populismo”. Así, con esta calificación que significa gobiernos que despilfarran los bienes del Estado distribuyéndolos en poblaciones que no están acostumbradas al trabajo sino a dádivas que vienen de arriba, se designa al nuevo enemigo de los intereses imperiales.
En realidad, una nueva etapa viven los pueblos latinoamericanos. Con el triunfo de Lugo en Paraguay, la Patria Grande Latinoamericana ha recibido un nuevo impulso en su proceso de reconstrucción. Es lógico que ello suscitase no sólo la inquietud, sino también la necesidad de intervenir de parte del imperio que veía algunos de sus principales intereses en peligro.
En el Golfo Pérsico, donde se ventilan grandes intereses norteamericanos, está presente la V Flota. Su presencia no es meramente simbólica, sino que se hace efectiva en una intervención armada que ya cuenta con destrucciones masivas y una cantidad de muertos que se hace prácticamente imposible determinar. Mientras continúa su acción de muerte en tierras iraquíes y afganas, vuelve el imperio su mirada a Latinoamérica y especialmente a Sudamérica y, dando una clara señal, envía la IV Flota que, según la apreciación del mismo Pentágono, “tiene el mismo nivel de la V Flota del Golfo Pérsico”.
Por otra parte, el avance de los procesos populares en América latina, derrotando al menos en parte al neoliberalismo, no podía menos que suscitar la contraofensiva de las respectivas derechas, que tratan de desestabilizar a dichos gobiernos. Las derechas, podemos decir, parafraseando a lo que aseguran que dijo Gatica, “nunca hicieron política, siempre fueron golpistas”. Para ello se inventó la teoría del “golpe blando” o “clima destituyente” o “guerra de IV generación”.
No se puede entender lo que está pasando en estos momentos en Bolivia si no lo conectamos con el salvaje lockout de las corporaciones agrarias argentinas, con el complot contra Lugo apenas a tres semanas de su asunción, con el golpe que sufrió Hugo Chávez, con la incursión aérea sobre territorio ecuatoriano, con la reactivación de la “política basura” contra Cristina.
El declarado motivo de los veinte días de protesta del “Consejo Nacional Democrático” que agrupa a los dirigentes de la Media Luna es llamativamente semejante al declarado motivo de nuestras corporaciones agrarias para efectuar el salvaje lockout. Efectivamente, los dirigentes de la derecha boliviana protestan contra el impuesto del 30 por ciento a los hidrocarburos, mientras las corporaciones agrarias de la pampa húmeda protestaban contra el impuesto a las exportaciones que significaba la Resolución 125.
Tradicionalmente, los golpes se hacían con el ejército. Esos son los golpes que hay que denominar “duros”, por contraposición a los golpes “blandos”. Pero lo que está pasando en Bolivia, ¿es un golpe blando, es un clima destituyente? Ya son numerosos los asesinados por la derecha fascista de la Media Luna. No tienen consigo al ejército, pero cuentan con los parapoliciales, semejantes a las tristemente célebres Tres A, que en nuestro país prenunciaron aquí el golpe genocida del ’76.
Evo Morales, como aquí los Kirchner, prefirieron el diálogo, la no represión, la no utilización de la fuerza del Estado, lo cual está bien, es meritorio, pero debe tener su límite. A Bolivia ya le costó numerosos muertos, todos pertenecientes al movimiento popular. Evo se dio cuenta del problema: “Tal vez el culpable sea yo, al decirles a las FF.AA. y a la policía que no usen armas contra el pueblo”. Pensamos que no está allí el error, sino tal vez en no haber previsto hasta dónde son capaces de llevar la violencia las derechas fascistas.
Tanto allá como acá, tanto en Bolivia como en Argentina, en Venezuela como en Paraguay, en Nicaragua como en Ecuador, el problema en debate es si el Estado ha de ser el que dirija la política del Estado que se apoya en los movimientos populares o si serán las corporaciones las que lo harán. En otra palabras, si tendremos Estados populares o si volveremos al más crudo neoliberalismo, si seremos independientes, miembros de la Patria Grande Latinoamericana, o si seguiremos siendo patio trasero del imperio.
* Profesor consulto de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

Ignacio Ramonet: “El parto que está teniendo Bolivia no es posible sin dolor”

“Bolivia es parte de una serie de sucesos que conforman un fenómeno histórico que mueve a Latinoamérica a crear la sociedad que los latinoamericanos se merecen”, afirma Ramonet, periodista y promotor del Foro Social Mundial.
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Grover Cardozo / ALAI
Sentado en una banca de la avenida Nobelvagen de Malmo, en Suecia, y en medio del V Foro Social Europeo, el escritor Ignacio Ramonet realiza una mirada a los duros sucesos que tuvieron lugar en Bolivia en las últimas semanas: “es normal lo que está pasando en Bolivia porque es normal que las clases sociales que dominaron el país se resistan a admitir que ese período tan feliz para ellos se terminó”.
En medio de activistas de toda Europa, Ramonet debate y comparte largas conversaciones sobre los desafíos que en el orden social esperan a Europa, en momentos en que el neoliberalismo duro empieza a hacer aguas en América Latina y otras regiones del planeta.
Por unos minutos sacamos a Ramonet del Jesus parken, un espacio en el que resaltan las whiphalas donde tiene lugar el Encuentro Latinoamericano, que es parte del gran Foro Europeo.
“Bolivia es parte de una serie de sucesos que conforman un fenómeno histórico que mueve a Latinoamérica a crear la sociedad que los latinoamericanos se merecen”, afirma mientras los organizadores lo buscan nerviosos para llevarlo al próximo seminario.
Lacónico y directo reclama para Bolivia el sentido común que es necesario a todo sistema político: “Para que una democracia funcione democráticamente, la minoría debe respetar a la mayoría, porque en eso consiste el pacto sobre el que funciona la democracia. Las minorías no tienen el poder, no ejercen el poder pero tienen el respeto del poder”, dice el autor de “La tiranía de la comunicación”.
-¿Qué lectura tiene Ignacio Ramonet de los problemas políticos y de violencia que sacudieron a Bolivia en las últimas semanas?
A pesar de las tergiversaciones que introdujeron los medios, yo diría que en definitiva es normal lo que está pasando en Bolivia porque es normal que las clases sociales que han dominado el país, que se han apropiado la riqueza y que explotaron a los trabajadores de Bolivia durante siglos se resistan a admitir que ese período tan feliz para ellos se terminó.
Les cuesta reconocer que el gobierno actual tiene toda la legalidad porque ha sido elegido democráticamente y que ese apoyo ha sido reiterado en el referéndum con un resultado que no admite discusión.
Por consiguiente Bolivia es un país que está en busca de justicia social hace mucho tiempo. El gobierno de Evo Morales aporta la esperanza de responder a esas aspiraciones de las masas bolivianas. No se trata de hacer nada extraordinario, sino sencillamente de repartir un poco mejor la riqueza, establecer avances que la mayoría de los países desarrollados conocen hace siglos: alfabetización generalizada, cuidado médico generalizado, derecho para los ancianos de tener una vejez igualmente digna, justicia para todos y fin de la discriminación étnica en particular hacia la mayoría indígena.
-¿El gobierno se mueve en los márgenes de la ley y entre aquello que le permite el estado de derecho?
Todos estos proyectos son perfectamente legítimos. Son proyectos que el pueblo boliviano está reclamando hace muchos anos y que el gobierno lo está aplicando tranquilamente con la fuerza que le da la legalidad democrática. Como siempre este es el enfrentamiento de los que llevan tanto tiempo reclamando justicia y los que no quieren perder sus privilegios.
-¿Hablas de que es normal lo que está haciendo el gobierno, y en esa consideración incluyes el costo de 30 muertos y muchos heridos?
Cuando digo normal, estoy señalando que no se puede poner en marcha un proceso de esta envergadura -dando por fin justicia a los reclamos de la sociedad boliviana- sin que ese proceso suscite reticencias, reservas y protestas por parte de aquellos que pierden sus privilegios de manera histórica y definitivamente, porque Bolivia está viviendo un momento en que la historia bascula, en que la historia cambia, porque ahora la historia se divide en dos. Antes de Evo Morales y después de él y por consiguiente ese parto no se puede hacer sin dolor. Es un parto que cuesta. El gobierno de Evo Morales y la autoridades que están llevando a cabo este cambio saben que habrá obstáculos en la marcha de semejante proyecto.
Lo que pasa es que se trata de un cambio histórico que tendría que ser pacífico porque es legal, porque no ha transgredido ninguna legalidad y tampoco ningún principio fundamental. El gobierno está aplicando el programa para que el que ha sido elegido, que es un programa de reposición de la soberanía nacional. Un programa de repartición de la riqueza nacional un poco más equitativo y busca reducir el nivel de discriminación y racismo que existe en la sociedad boliviana. Todas estas, son aspiraciones perfectamente legítimas y normales que tendrían que haberse producido mucho antes. Eran las raíces de la Revolución del 52 abortadas por todo lo que paso después y se producen con 50 años de retraso.
Por consiguiente la voluntad de la mayoría de la población de que esta vez no se falle, también es muy fuerte. Entonces la responsabilidad de estas muertes (30 campesinos) la tienen las fuerzas sociales que se resisten a este cambio y lo hacen utilizando métodos que no son compatibles con el debate democrático.
-¿Es un problema que se produce en Bolivia, pero alentado desde dentro y fuera de Bolivia?
Las fuerzas que se resisten el cambio tienen apoyos en el exterior del país. Muchas oligarquías latinoamericanas apoyan a estas fuerzas conservadoras porque otras oligarquías también están conociendo este proceso en Venezuela, Ecuador, Nicaragua y en cierta medida en Brasil, Uruguay y Argentina. Estas oligarquías se dan cuenta que hay un fenómeno histórico poderoso que está moviendo a los ciudadanos latinoamericanos a que por fin se dé paso hacia un tipo de sociedad que los latinoamericanos merecen. Una sociedad de justicia, desarrollo, crecimiento y oportunidades para todos. El problema es que algunas personas, porque nacen en un tipo de familia o clase social, tienen más oportunidad que otras y eso no es normal.
-¿Que la desigualdad en América Latina va desde el punto de partida, lo que no es nada justo ni razonable?
Como punto de partida ya hay una desigualdad que no es normal. Eso no ocurre en una democracia verdadera, por lo menos no tan acentuadamente porque no se debe olvidar que en América Latina el abismo que separa a los más ricos de los más pobres es el más grande como en ninguna parte del mundo.
-¿Lo que sucede en Bolivia no sólo es efecto de fuerzas internas, sino también del exterior?
Todas las fuerzas progresistas y muchos ciudadanos y ciudadanas de buena voluntad, esperan que Evo Morales prosiga con cambios pacíficos sin que ninguna fuerza exterior contribuya a agravar y envenenar las cosas y desestabilizar a este gobierno.
-¿Algunos sectores en Bolivia, en la prensa y en la política, incluidos los prefectos opositores, afirman que quienes antes eran excluidos en Bolivia, ahora tienen la tentación de excluir a otros. A eso atribuyen sus movilizaciones incluida la que acabó en una tragedia?
Para que una democracia funcione democráticamente, la minoría debe respetar a la mayoría, porque en eso consiste el pacto sobre el que funciona la democracia. Las minorías no tienen el poder, no ejercen el poder pero tienen el respeto del poder, entonces las mayorías siempre tienen que tener el cuidado de guardar respeto a las minorías.
Por otro lado el argumento que consiste en decir que aquellos que han sido discriminados durante siglos y siglos y que ahora están en el poder, “ahora nos van a discriminar a nosotros”, es un argumento clásico de todos los cambios históricos. Lo que ocurre es que antes estaban en mayoría y ahora son minoría y de repente estiman y piensan que los que llegan ahora al poder los van a discriminar, porque piensan que se van a comportar como ellos. Lo que están haciendo con ese tipo de pensamiento y lógica es confesar que cuando ellos tenían la mayoría no respetaban a la minoría y los discriminaban porque eran mayorías electorales en situaciones donde muchas personas no votaban, como sucedía en Bolivia.
Entonces ese tipo de argumentación no se puede recibir porque nadie puede acusar a una personalidad como Evo Morales, cuya integridad moral, ética y tradición de lucha indican bien que es una personalidad muy respetuosa con todo lo que pueden ser minorías y personas. El sentimiento al que pertenece Evo Morales es un sentimiento humanista de respeto al ser humano. Entonces no lo pueden acusar de eso. Mas que acusaciones parecen acusaciones preventivas, como hay guerras preventivas, porque no se ha producido un racismo al revés. Lo que Bolivia ha conocido es el racismo de siempre y en particular contra los de siempre.
-¿La Cumbre de Unasur dio un sólido respaldo a la democracia boliviana y a Evo Morales, pero también recomendó que se instale el diálogo entre oficialismo y oposición? ¿Qué otros elementos debería tener ese diálogo que ayuden a superar la situación que se vive en Bolivia?
Yo creo que la reunión de Unasur ha sido un éxito para el gobierno boliviano porque el voto fue unánime. En América Latina nadie desea una desestabilización política o una intervención exterior. Eso pasó a la historia, a la historia de los gorilatos y América Latina afortunadamente está en otras vías y otras direcciones. Ahora la necesidad de dialogo es importante porque no se puede estar en contra y el hecho de que el presidente Lula haya estado de moderador es una garantía para todo el mundo de manera que se pueda avanzar dentro de la serenidad y la cordura. Bolivia no necesita más tragedias humanas porque ha conocido mucho de eso en su historia. Más bien necesita que de manera pacífica y solo con justicia social se llegue a la paz y sólo la paz permitirá la prosperidad para todos.