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jueves, 15 de mayo de 2008

“Se acabó la hegemonía de EU en América Latina”: expertos

■ “Obsoletos, los principios de la Doctrina Monroe”: informe del Consejo de Relaciones Exteriores.
■ Recomienda asentar la política de Washington hacia el área en cuatro rubros: migración, pobreza y desigualdad, seguridad energética y seguridad pública.
■ Insta a abrir canales de comunicación con Cuba.
David Brooks (Corresponsal LA JORNADA)
Nueva York, 14 de mayo. “Si hubo una era de hegemonía de Estados Unidos en América Latina, se acabó”, concluye un informe sobre las relaciones de Washington con la región emitido hoy por el centro de estudios de relaciones internacionales más influyente del país.

El informe Relaciones Estados Unidos–América Latina: Una nueva dirección para una nueva realidad fue elaborado por un grupo independiente de expertos patrocinado por el Consejo sobre Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations, o CFR), el cual afirma que “la política estadunidense ya no puede ser basada sobre la suposición de que Estados Unidos es el actor exterior más importante en América Latina”.

Establece que “por más de 150 años la Doctrina Monroe ofreció los principios que guiaban la política estadunidense hacia América Latina, afirmando la primacía de Estados Unidos en las relaciones exteriores de la región. Durante las últimas dos décadas estos principios se han vuelto cada vez más obsoletos”.

El problema ahora, añade, es que “el marco básico de la política en Washington no ha cambiado lo suficiente para reflejar esa nueva realidad”. Por lo tanto, sugiere que los formuladores de política hacia la región tienen que cambiar la manera de pensar: “América Latina no es de Washington para perderla; tampoco es de Washington para salvarla. El destino de América Latina está, en gran medida, en las manos de América Latina”.

Así, el grupo de trabajo insta al próximo presidente de Estados Unidos a comprometerse a trabajar de manera cooperativa con los países latinoamericanos y considera que “la política estadunidense hacia la región debería de complementar las iniciativas latinoamericanas” en rubros como la reducción de pobreza, la mejoría de la seguridad pública y temas como el de la energía.

El grupo, presidido por la ex representante de Comercio de Estados Unidos Charlene Barshefsky y el general James T. Hill, el ex comandante del Comando del Sur de Estados Unidos, e integrado por casi 20 figuras incluidos ex legisladores, políticos, asesores, reconocidos especialistas y guiado con la asesoría de Julia Sweig, directora de Estudios de América Latina del CFR, elaboró una serie de recomendaciones para la política estadunidense hacia la región.

Al señalar que América Latina se ha beneficiado de la “apertura democrática, políticas económicas estables” y el crecimiento económico, reconocen que hay una serie de desafíos para los países del área que surgen de su integración a los mercados globales, así como de la necesidad crítica de “fortalecer instituciones estatales históricamente débiles”. Estos desafíos, subrayan, importan cada vez más para Estados Unidos ya que “los vínculos económicos y sociales cada vez más profundos ligan el bienestar de Estados Unidos a la estabilidad y desarrollo de la región”.

El estudio detalla los factores en esta relación cada vez más integrada: el comercio estadunidense con la zona creció 139 por ciento de 1996 a 2006; América Latina es ahora el principal surtidor de petróleo extranjero para Estados Unidos (casi 30 por ciento de las importaciones comparado con 20 por ciento que trae desde Medio Oriente), y es también la mayor fuente de narcóticos ilegales. Además, la migración se ha acelerado contribuyendo al hecho de que los latinos ahora son 15 por ciento de la población estadunidense y representan casi 50 por ciento del crecimiento de la población. Todos estos factores reflejan cómo “el bienestar de América Latina directamente afecta a Estados Unidos”.

Pero a la vez, a pesar de esta integración, la globalización de América Latina ahora implica que la política estadunidense es sólo uno de varios factores que compiten para influir en la región, y varios países grandes del área ya han diversificado sus relaciones al grado de que Estados Unidos ya no es determinante. A la vez, el informe registra que las percepciones populares de Estados Unidos en la zona han cambiado, con “la estima del liderazgo global y hemisférico estadunidense en su nivel más bajo en la región en la memoria reciente”.

Esta creciente desconfianza, señala, ha permitido que líderes como Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa y hasta Felipe Calderón logren generar apoyo doméstico al criticar a Washington. Agrega el documento que la aparente incapacidad de varios gobiernos para cumplir con promesas de seguridad y prosperidad compartida, han minado la fe en “la democracia representativa”, lo cual ha alentado “la elevación de líderes que prometen amplios cambios políticos y sociales”, como Chávez, que es considerado preocupante por su campaña para “enajenar a América Latina de Estados Unidos y promover políticas exteriores que podrían desestabilizar la región”.

Advierte que a pesar de la liberalización economía, casi 200 millones de latinoamericanos –37 por ciento– viven en la pobreza y eso, combinado con el problema de la desigualdad, genera “barreras” contrarias a los intereses estadunidenses, ya que nutren “polarizacion política y tumulto social, revelando la vulnerabilidad de las instituciones estatales ya de por si débiles, fomentando violencia, obstaculizando el crecimiento económico” y minando a la vez el apoyo a la democracia. “Los ciudadanos latinoamericanos esperan correctamente que la democracia entregue más igualdad, justicia social y prosperidad, no sólo representación formal”, asienta el informe.

Otro fenómeno clave relacionado con fallas en las economías de la región se manifiesta en que casi 18 millones de migrantes latinoamericanos viven en Estados Unidos.

Concluye que hasta ahora el enfoque de la política estadunidense sobre comercio, democracia y droga es inadecuado frente al nuevo panorama, el grupo de trabajo de CFR identifica cuatro rubros que deben ofrecer las bases para la política estadunidense hacia América Latina: migración, pobreza y desigualdad, seguridad energética y seguridad pública.

Recomienda promover una serie de iniciativas de cooperación con el área, particularmente a través de instituciones multilaterales; promoción de una reforma migratoria comprensiva que sea prioridad para el próximo presidente, mayor cooperación en “seguridad energética” con la región, profundizar las “relaciones estratégicas” con Brasil y México, y mayor enfoque en el fortalecimiento de instituciones estatales que son claves tanto para enfrentar problemas de seguridad pública como retos económicos y sociales.

También mantener las relaciones con Venezuela, y buscar que a través de foros multilaterales se aborden las políticas de ese país. Aboga por abrir canales de comunicación formales e informales con Cuba, declarando que “Estados Unidos debería dar una serie de pasos con el objetivo de levantar el embargo contra Cuba”.

Para ver el informe completo:

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