Panamá.- Dicen los funcionarios del gobierno panameño y de ETESA que el proyecto Interconexión Eléctrica Colombia-Panamá, por Kuna Yala, territorio indígena ubicado en Panamá, va porque es necesario para el desarrollo nacional.
El Congreso General kuna dijo queremos el "desarrollo desde nuestra identidad". El problema es cómo conciben el desarrollo el gobierno y la empresa, o si se quiere, desde qué perspectiva están formulando el concepto. La historia de las empresas en territorios indígenas han mostrado, sin embargo, que el interés real de estas no ha sido el desarrollo de los pueblos ni su inclusión y el combate a la pobreza, sino maximizar las ganancias de sus accionistas mediante el despojo de tierras ancestrales y la violación de los derechos de los pueblos indígenas. Precisamente, es este tipo de nasguet an uilegedga sae (desarrollo que empobrece), como lo expresó solemnemente el anciano kuna Inakeliginya. El pueblo kuna se opone y luchará hasta que se le agoten sus fuerzas y fibras movilizadoras.
Además, el desarrollo promovido por el gobierno panameño y las empresas multinacionales promueve únicamente transformaciones en las políticas y prácticas del desarrollo coyuntural, sin un cambio en la lógica estructural del sistema que lo plantea, diseña y lo pone en práctica.
Por eso, el supuesto mejoramiento de las condiciones de vida, y el cuido de los recursos naturales de los kuna que propone la interconexión eléctrica de Colombia-Panamá, provoca perplejidad y la duda razonable, por la presencia de empresas multinacionales de dudosa notoriedad y bien ganada reputación.
Primero, ENDESA-IBERDROLA, unión de empresas españolas, participan en la construcción del Sistema de Interconexión Eléctrica Para América Central (SIEPAC), que tras una aportación de US$ 45.8 millones, coordinará y administrará la Empresa Propietaria de la Red, e inaugura su presencia por primera vez en Centro América detrás de SIEPAC.
Segundo, la Empresa Propietaria de la Red, está constituida por las 6 empresas eléctricas nacionales de Centro América (INDE de Guatemala, CEL de El Salvador, ENEE de Honduras, ENEL de Nicaragua, ICE de Costa Rica y ETESA de Panamá) y dos socios extra-regionales (ISA de Colombia y ENDESA-IBERDROLA de España, adicionalmente la CFE de México, que ha manifestado su interés de participar como noveno socio de la EPR.
Tercero, este proyecto se encuadra en el Plan Puebla-Panamá, con una estrategia de desarrollo regional auspiciada por el Banco Mundial y que impulsará el negocio de las multinacionales de la energía que operan en la región, como UNION FENOSA, ENDESA-IBERDROLA que controla 110 empresas de energía eléctrica en muchos países de América Latina y el Caribe.
Así, conviene, inclusive, ir mas allá de los planteamientos anteriores, preguntándonos, ¿Cómo el pueblo kuna, puede fiarse en empresas, como ENDESA-IBERDROLA de España que tienen el 44. % de sus acciones en Chile y con un 2.9 % de la acciones del Estado Español, manchadas de sangre y provocan desplazamientos masivos del pueblo Mapuche y campesinos chilenos, ampliamente documentado y denunciado, por Rodolfo Stavenhagen, relator especial de la ONU?
¿Cómo saber, si los derechos del pueblo Kuna están garantizados por la empresa ISA de Colombia, si viola sistemáticamente los derechos indígenas a través de estrategias militares y paramilitares, y el desalojo de pueblos indígenas y afrocolombianos y campesinos mestizos desde Guajira hasta el pacífico, y que coincide con la ejecución de estos proyectos? ¿Acaso se ha preguntado, sobre el impacto del proyecto Interconexión Eléctrica, al pueblo afrocolombiano de Tribugá, de Tumaco, de Buenaventura, de Truandó, del Cacarica, del Curvaradó, a los nueve pueblos indígenas, entre ellos, Wayúu, Wiwa, Wounan, Embera, Katios, Kuna, Chami, y a los millares de desplazados de la Costa Atlántica y el Pacífico colombiano?
¿Tiene palabra de cumplimiento, uno de los beneficiarios de este proyecto, UNION FENOSA, que afectó e inundó el territorio de la población indígena, afrodescendiente y campesina por el embalse de Salvajina, en Colombia sin responsabilizarse de su desplazamiento?
¿Entonces, cómo confiar en ETESA, en el Estado y gobierno panameño?, si los une a empresas exitosas y poderosas económicamente pero desprestigiadas social, humana y políticamente. ¿Además, por qué ETESA no dice todo lo que el proyecto plantea?: posible construcción de un gasoducto, con miras a convertirse en polioducto, transportando además, crudo, fibra óptica y biodiesel por la Comarca Kuna Yala hasta Centro América ¿Cuál es el temor? No es el miedo, ¡así es como actúan las empresas diciendo medias verdades!
Panamá y los panameños indígenas, ancianos, hombres y mujeres, jóvenes y niños nos merecemos por derecho una vida buena con calidad. Queremos desarrollarnos pero con dignidad, equidad e identidad. Y no es precisamente, este tipo de desarrollo, que sólo busca el crecimiento económico, construirá un Panamá unido desde la diversidad, justa y con vocación solidaria, entre todos los panameños.
En este sentido, las empresas deberían entender que no sólo deben satisfacer los intereses de los accionistas y que tampoco son máquinas dirigidas exclusivamente a ganar beneficios materiales, sino grupos humanos que se proponen satisfacer necesidades humanas con calidad dentro del sentido de Responsabilidad Social Empresarial. Sin embargo, otra lógica funciona dentro de su sistema.
Por eso, Indígenas, obreros y campesinos de Panamá, ¡unámonos!
El Congreso General kuna dijo queremos el "desarrollo desde nuestra identidad". El problema es cómo conciben el desarrollo el gobierno y la empresa, o si se quiere, desde qué perspectiva están formulando el concepto. La historia de las empresas en territorios indígenas han mostrado, sin embargo, que el interés real de estas no ha sido el desarrollo de los pueblos ni su inclusión y el combate a la pobreza, sino maximizar las ganancias de sus accionistas mediante el despojo de tierras ancestrales y la violación de los derechos de los pueblos indígenas. Precisamente, es este tipo de nasguet an uilegedga sae (desarrollo que empobrece), como lo expresó solemnemente el anciano kuna Inakeliginya. El pueblo kuna se opone y luchará hasta que se le agoten sus fuerzas y fibras movilizadoras.
Además, el desarrollo promovido por el gobierno panameño y las empresas multinacionales promueve únicamente transformaciones en las políticas y prácticas del desarrollo coyuntural, sin un cambio en la lógica estructural del sistema que lo plantea, diseña y lo pone en práctica.
Por eso, el supuesto mejoramiento de las condiciones de vida, y el cuido de los recursos naturales de los kuna que propone la interconexión eléctrica de Colombia-Panamá, provoca perplejidad y la duda razonable, por la presencia de empresas multinacionales de dudosa notoriedad y bien ganada reputación.
Primero, ENDESA-IBERDROLA, unión de empresas españolas, participan en la construcción del Sistema de Interconexión Eléctrica Para América Central (SIEPAC), que tras una aportación de US$ 45.8 millones, coordinará y administrará la Empresa Propietaria de la Red, e inaugura su presencia por primera vez en Centro América detrás de SIEPAC.
Segundo, la Empresa Propietaria de la Red, está constituida por las 6 empresas eléctricas nacionales de Centro América (INDE de Guatemala, CEL de El Salvador, ENEE de Honduras, ENEL de Nicaragua, ICE de Costa Rica y ETESA de Panamá) y dos socios extra-regionales (ISA de Colombia y ENDESA-IBERDROLA de España, adicionalmente la CFE de México, que ha manifestado su interés de participar como noveno socio de la EPR.
Tercero, este proyecto se encuadra en el Plan Puebla-Panamá, con una estrategia de desarrollo regional auspiciada por el Banco Mundial y que impulsará el negocio de las multinacionales de la energía que operan en la región, como UNION FENOSA, ENDESA-IBERDROLA que controla 110 empresas de energía eléctrica en muchos países de América Latina y el Caribe.
Así, conviene, inclusive, ir mas allá de los planteamientos anteriores, preguntándonos, ¿Cómo el pueblo kuna, puede fiarse en empresas, como ENDESA-IBERDROLA de España que tienen el 44. % de sus acciones en Chile y con un 2.9 % de la acciones del Estado Español, manchadas de sangre y provocan desplazamientos masivos del pueblo Mapuche y campesinos chilenos, ampliamente documentado y denunciado, por Rodolfo Stavenhagen, relator especial de la ONU?
¿Cómo saber, si los derechos del pueblo Kuna están garantizados por la empresa ISA de Colombia, si viola sistemáticamente los derechos indígenas a través de estrategias militares y paramilitares, y el desalojo de pueblos indígenas y afrocolombianos y campesinos mestizos desde Guajira hasta el pacífico, y que coincide con la ejecución de estos proyectos? ¿Acaso se ha preguntado, sobre el impacto del proyecto Interconexión Eléctrica, al pueblo afrocolombiano de Tribugá, de Tumaco, de Buenaventura, de Truandó, del Cacarica, del Curvaradó, a los nueve pueblos indígenas, entre ellos, Wayúu, Wiwa, Wounan, Embera, Katios, Kuna, Chami, y a los millares de desplazados de la Costa Atlántica y el Pacífico colombiano?
¿Tiene palabra de cumplimiento, uno de los beneficiarios de este proyecto, UNION FENOSA, que afectó e inundó el territorio de la población indígena, afrodescendiente y campesina por el embalse de Salvajina, en Colombia sin responsabilizarse de su desplazamiento?
¿Entonces, cómo confiar en ETESA, en el Estado y gobierno panameño?, si los une a empresas exitosas y poderosas económicamente pero desprestigiadas social, humana y políticamente. ¿Además, por qué ETESA no dice todo lo que el proyecto plantea?: posible construcción de un gasoducto, con miras a convertirse en polioducto, transportando además, crudo, fibra óptica y biodiesel por la Comarca Kuna Yala hasta Centro América ¿Cuál es el temor? No es el miedo, ¡así es como actúan las empresas diciendo medias verdades!
Panamá y los panameños indígenas, ancianos, hombres y mujeres, jóvenes y niños nos merecemos por derecho una vida buena con calidad. Queremos desarrollarnos pero con dignidad, equidad e identidad. Y no es precisamente, este tipo de desarrollo, que sólo busca el crecimiento económico, construirá un Panamá unido desde la diversidad, justa y con vocación solidaria, entre todos los panameños.
En este sentido, las empresas deberían entender que no sólo deben satisfacer los intereses de los accionistas y que tampoco son máquinas dirigidas exclusivamente a ganar beneficios materiales, sino grupos humanos que se proponen satisfacer necesidades humanas con calidad dentro del sentido de Responsabilidad Social Empresarial. Sin embargo, otra lógica funciona dentro de su sistema.
Por eso, Indígenas, obreros y campesinos de Panamá, ¡unámonos!
* Consultor en Fortalecimiento Comunitario y Desarrollo Indígena Kuna-Panameño
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