La senadora, férrea opositora al régimen de Uribe, dialogó con la Agencia Periodística del Mercosur sobre la realidad de su país, más allá de las FARC: el paramilitarismo, los desplazados, la crisis humanitaria y otros temas más.
Roberto Aguirre / APM
(Desde Neuquén, Argentina)
La senadora Piedad Córdoba es la mayor referente de la oposición en Colombia. En los últimos años, su militancia política se ha volcado de lleno al conflicto con la guerrilla, situación que marca a fuego a la realidad política del país desde hace más de medio siglo.
En agosto de 2007, el presidente Álvaro Uribe le encomendó que negociara junto con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez el canje humanitario de 40 rehenes en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Cinco meses después, la intervención rindió sus frutos y la guerrilla liberó a seis prisioneros, entre ellos Clara Rojas, la compañera de fórmula de Ingrid Betancourt. Esto, a pesar de que el presidente colombiano había suspendido la mediación por considerar que la Senadora se excedía en sus atribuciones.
Partidaria acérrima de la salida política al conflicto, Piedad Córdoba es una voz clave para entender los pormenores de la realidad política colombiana. APM dialogó con ella en ocasión de su visita a la ciudad argentina de Neuquén para el 23º Encuentro Nacional de Mujeres, que se realizó en esa localidad. Sin tapujos y con duras críticas a Uribe, la Senadora se refirió al conflicto con las FARC y la liberación de Ingrid Betancourt, aunque también reveló la realidad oculta de Colombia: la existencia de desplazados y desaparecidos en un país con una profunda crisis humanitaria.
En agosto de 2007, el presidente Álvaro Uribe le encomendó que negociara junto con el presidente de Venezuela, Hugo Chávez el canje humanitario de 40 rehenes en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Cinco meses después, la intervención rindió sus frutos y la guerrilla liberó a seis prisioneros, entre ellos Clara Rojas, la compañera de fórmula de Ingrid Betancourt. Esto, a pesar de que el presidente colombiano había suspendido la mediación por considerar que la Senadora se excedía en sus atribuciones.
Partidaria acérrima de la salida política al conflicto, Piedad Córdoba es una voz clave para entender los pormenores de la realidad política colombiana. APM dialogó con ella en ocasión de su visita a la ciudad argentina de Neuquén para el 23º Encuentro Nacional de Mujeres, que se realizó en esa localidad. Sin tapujos y con duras críticas a Uribe, la Senadora se refirió al conflicto con las FARC y la liberación de Ingrid Betancourt, aunque también reveló la realidad oculta de Colombia: la existencia de desplazados y desaparecidos en un país con una profunda crisis humanitaria.
Luego del éxito de la liberación de la operación “Jaque”, que liberó a Ingrid Betancourt y otros 14 rehenes: ¿Uribe descartó por completo una salida política al conflicto?
No, no creo que la haya descartado porque nunca la ha tenido. Para él no existe esa salida, la única que existe es la salida militar. Pero yo creo que esta vez le a ser bastante difícil a pesar del miedo y el terror que existe en la sociedad colombiana, ya que se ha generado todo un movimiento para exigir a los actores que son el Estado y la guerrilla una salida política al conflicto que vive Colombia, que parece interminable, para que no estemos otros 40 años cruzando disparos.
Y, obviamente, hay un riesgo muy alto para la región porque ya se vio lo que es capaz de hacer Estados Unidos: Colombia es su títere, él su ventrílocuo. Lo mueve, lo manipula, le dice que dispare aquí, que dispare allá y creo que eso de continuar así, es un riesgo muy grande para la región y para el país. Esto ya generó una crisis humanitaria muy grande.
No, no creo que la haya descartado porque nunca la ha tenido. Para él no existe esa salida, la única que existe es la salida militar. Pero yo creo que esta vez le a ser bastante difícil a pesar del miedo y el terror que existe en la sociedad colombiana, ya que se ha generado todo un movimiento para exigir a los actores que son el Estado y la guerrilla una salida política al conflicto que vive Colombia, que parece interminable, para que no estemos otros 40 años cruzando disparos.
Y, obviamente, hay un riesgo muy alto para la región porque ya se vio lo que es capaz de hacer Estados Unidos: Colombia es su títere, él su ventrílocuo. Lo mueve, lo manipula, le dice que dispare aquí, que dispare allá y creo que eso de continuar así, es un riesgo muy grande para la región y para el país. Esto ya generó una crisis humanitaria muy grande.
Sin embargo, la operación militar fue efectiva y devolvió a los rehenes sanos y salvos ¿Esto significa que ganó Uribe y su vía armada?
Yo creo que es una torpeza decir que Uribe ganó. Lo que él aplica no es otra cosa que aquella máxima que dice que “el fin justifica los medios”. El presidente intentó generar una competencia contra quienes apostamos por la salida política y el acuerdo humanitario y vamos ganando. Las FARC a pesar de que Uribe rompió la mediación hizo liberaciones unilaterales y avanzaba la liberación de los demás rehenes.
Entonces, es como cuando un mal estudiante va perdiendo el año y cuando llegan los exámenes, no sale a la calle y no acude a fiestas hasta que no aprueba los exámenes, así sea tomando anfetaminas para no dormirse. Esto es el mismo caso. Uribe invadió Ecuador, ofreció recompensas al estilo del viejo oeste, montó un teatro de guerra, se robó los símbolos de la Cruz Roja, de Telesur, y dejó, por un lado, la tranquilidad de recuperar a los rehenes y vivos en muy buenas condiciones.
Eso es una cosa que a todo el mundo le generó un respiro ya que era fundamental que no mataran a Ingrid Betancourt y a los tres estadounidenses porque, en realidad, los demás no les interesan. Los que aún quedan ahí, ya no le importan a nadie. Porque los otros rehenes generaban una situación conflictiva internacional y haberlos rescatado vivos generó una sensación tranquilizadora.
Ahora, por el otro lado, lo que privilegia es una estrategia muy similar a la estrategia estadounidense donde todo se vale. Y lo que se trata fundamentalmente es de proteger un modelo, un establecimiento, porque no se sabe que es más clave en un momento determinado: la crisis política interna que vive Colombia con una sociedad paramilitarizada, donde le Congreso tiene el 60 por ciento de sus miembros juzgados por la Corte Suprema de Justicia, donde hay encarcelados 4 y hay más sentenciados; donde además hay, como ocurrió aquí en Argentina, militares, totalmente vinculados con las cosas oscuras. También hay empresarios involucrados, lo que suma preocupación y nos aleja de un proceso de paz.
Entonces, uno puede decir entonces que la operación “Jaque” fue exitosa en la medida que de que estas personas están vivas. Pero no puedo dejar de reconocer que -en términos de lo que nosotros defendemos- que es una salida política, que se acabe la guerra, que se acabe el conflicto, esto no aporta absolutamente nada.
Por ejemplo, la guerra contra el narcotráfico, contra los cultivos ilícitos se está perdiendo. Aumentaron en un 27 por ciento las hectáreas de cultivos ilícitos en el país, es decir en 70 mil toneladas, lo que significa que esa plata se perdió.
Yo creo que es una torpeza decir que Uribe ganó. Lo que él aplica no es otra cosa que aquella máxima que dice que “el fin justifica los medios”. El presidente intentó generar una competencia contra quienes apostamos por la salida política y el acuerdo humanitario y vamos ganando. Las FARC a pesar de que Uribe rompió la mediación hizo liberaciones unilaterales y avanzaba la liberación de los demás rehenes.
Entonces, es como cuando un mal estudiante va perdiendo el año y cuando llegan los exámenes, no sale a la calle y no acude a fiestas hasta que no aprueba los exámenes, así sea tomando anfetaminas para no dormirse. Esto es el mismo caso. Uribe invadió Ecuador, ofreció recompensas al estilo del viejo oeste, montó un teatro de guerra, se robó los símbolos de la Cruz Roja, de Telesur, y dejó, por un lado, la tranquilidad de recuperar a los rehenes y vivos en muy buenas condiciones.
Eso es una cosa que a todo el mundo le generó un respiro ya que era fundamental que no mataran a Ingrid Betancourt y a los tres estadounidenses porque, en realidad, los demás no les interesan. Los que aún quedan ahí, ya no le importan a nadie. Porque los otros rehenes generaban una situación conflictiva internacional y haberlos rescatado vivos generó una sensación tranquilizadora.
Ahora, por el otro lado, lo que privilegia es una estrategia muy similar a la estrategia estadounidense donde todo se vale. Y lo que se trata fundamentalmente es de proteger un modelo, un establecimiento, porque no se sabe que es más clave en un momento determinado: la crisis política interna que vive Colombia con una sociedad paramilitarizada, donde le Congreso tiene el 60 por ciento de sus miembros juzgados por la Corte Suprema de Justicia, donde hay encarcelados 4 y hay más sentenciados; donde además hay, como ocurrió aquí en Argentina, militares, totalmente vinculados con las cosas oscuras. También hay empresarios involucrados, lo que suma preocupación y nos aleja de un proceso de paz.
Entonces, uno puede decir entonces que la operación “Jaque” fue exitosa en la medida que de que estas personas están vivas. Pero no puedo dejar de reconocer que -en términos de lo que nosotros defendemos- que es una salida política, que se acabe la guerra, que se acabe el conflicto, esto no aporta absolutamente nada.
Por ejemplo, la guerra contra el narcotráfico, contra los cultivos ilícitos se está perdiendo. Aumentaron en un 27 por ciento las hectáreas de cultivos ilícitos en el país, es decir en 70 mil toneladas, lo que significa que esa plata se perdió.
¿El rescate tapó otras realidades políticas de Colombia?
Colombia es un país que tiene cuatro millones de desplazados internos. Un país que tiene 30 mil desaparecidos, que cuenta con cinco mil ejecuciones extrajudiciales. No se pude decir que sea un país que está en paz. Y por el rescate de estas personas que, reitero, es muy importante, no se van a acabar los conflictos y los problemas que tiene Colombia. Uribe ha vendido al mundo la idea de que la causa de los problemas son las FARC y eso es mentira. Los desplazados no están por culpa de las FARC. Los desplazamientos se dan por culpa de los grandes intereses macroeconómicos que hay en esas regiones. Ahora por ejemplo está el tema del desarrollo de los biocombustibles porque en Colombia crece y se cultiva la palma africana.
Entonces Uribe busca convertirse, diríamos en un “superman de la guerra espacial”. Esto puede garantizarle éxitos coyunturales a él pero unas derrotas interminables para el resto del país.
Colombia es un país que tiene cuatro millones de desplazados internos. Un país que tiene 30 mil desaparecidos, que cuenta con cinco mil ejecuciones extrajudiciales. No se pude decir que sea un país que está en paz. Y por el rescate de estas personas que, reitero, es muy importante, no se van a acabar los conflictos y los problemas que tiene Colombia. Uribe ha vendido al mundo la idea de que la causa de los problemas son las FARC y eso es mentira. Los desplazados no están por culpa de las FARC. Los desplazamientos se dan por culpa de los grandes intereses macroeconómicos que hay en esas regiones. Ahora por ejemplo está el tema del desarrollo de los biocombustibles porque en Colombia crece y se cultiva la palma africana.
Entonces Uribe busca convertirse, diríamos en un “superman de la guerra espacial”. Esto puede garantizarle éxitos coyunturales a él pero unas derrotas interminables para el resto del país.
Si la salida belicista no sirve para evitar la guerra con las FARC y genera todas estas consecuencias que usted menciona ¿Cuál es la verdadera intención de Uribe? ¿Para qué sirve, por tomar un ejemplo, el Plan Colombia?
El Plan Colombia sirve para matar dirigentes sociales y sindicalistas y para desprestigiar la oposición. Pero para nada sirve para erradicar el narcotráfico. Nosotros vemos que hay tantos contribuyentes en Estados Unidos preocupados por el uso de su dinero en las guerras, habría que decirles que el Plan Colombia se ha perdido. Que su dinero se usa para perseguir la lucha social, criminalizar la protesta social, pero para erradicar la droga, en absoluto.
Es evidente que la guerra es un buen negocio. La plata de la guerra además se camufla en una estrategia contra el narcotráfico. Son puras mentiras. Esto se va acentuar porque América Latina, con pocas excepciones, toda está en poder de gobiernos progresistas. Claramente, esta “tarea de lucha contra el narcotráfico” está impulsada en contra de los que exigimos un modelo de cambio en el país.
El Plan Colombia sirve para matar dirigentes sociales y sindicalistas y para desprestigiar la oposición. Pero para nada sirve para erradicar el narcotráfico. Nosotros vemos que hay tantos contribuyentes en Estados Unidos preocupados por el uso de su dinero en las guerras, habría que decirles que el Plan Colombia se ha perdido. Que su dinero se usa para perseguir la lucha social, criminalizar la protesta social, pero para erradicar la droga, en absoluto.
Es evidente que la guerra es un buen negocio. La plata de la guerra además se camufla en una estrategia contra el narcotráfico. Son puras mentiras. Esto se va acentuar porque América Latina, con pocas excepciones, toda está en poder de gobiernos progresistas. Claramente, esta “tarea de lucha contra el narcotráfico” está impulsada en contra de los que exigimos un modelo de cambio en el país.
Justamente, en los últimos días, usted ha denunciado una persecución en su contra…
…Una campaña violenta, de desprestigio, de descrédito. El sólo hecho que desde el gobierno se lo califique a uno como “terrorista” quiere decir que ya estamos con la “lápida al cuello” como decimos en Colombia. Te pueden disparar, te pueden desaparecer. Y no es una campaña contra mí, sino contra todos lo que hemos iniciado el viaje del acuerdo humanitario, de salida política del conflicto. Pero, obviamente, el gobierno ejerce mayor presión en mi caso.
…Una campaña violenta, de desprestigio, de descrédito. El sólo hecho que desde el gobierno se lo califique a uno como “terrorista” quiere decir que ya estamos con la “lápida al cuello” como decimos en Colombia. Te pueden disparar, te pueden desaparecer. Y no es una campaña contra mí, sino contra todos lo que hemos iniciado el viaje del acuerdo humanitario, de salida política del conflicto. Pero, obviamente, el gobierno ejerce mayor presión en mi caso.
Volviendo a lo que usted mencionaba sobre los desaparecidos y desplazados, evidentemente hay una realidad de Colombia que permanece eclipsada por el conflicto con las FARC y que no trasciende e nivel internacional…
Las cifras que acabo de dar sobre desplazados y desaparecidos son cifras recientes. Son cifras tan preocupantes que la Corte Institucional de Colombia ha exigido programas específicos para tratar el desplazamiento que, además, tiene un impacto muy fuerte sobre las mujeres. Los pronunciamientos severísimos de la Corte Institucional dan cuenta de la grave crisis humanitaria en Colombia, que tiene como epicentro de la guerra a los negros, los indígenas, las mujeres, las niñas y los niños con graves violaciones como por ejemplo, abusos a nenas de cuatro años, embarazos de niñas de 9 y 10 años por parte de los actores del conflicto. Una degradación de la guerra que además se ensaña contra las mujeres.
Esto por un lado. Por el otro, lo grave y lo delicado de un país que tiene a su Congreso en manos del paramilitarismo –fuerzas armadas para-estatales-, que no son casos asilados ni de responsabilidad personal o penal, sino que es todo un proyecto articulado, desde el momento en que los paramilitares empiezan a denunciar sus vínculos con los empresarios que son quienes realmente promueven todo el plan paramilitar. Cuando ellos empiezan a denunciar esos vínculos del paramilitarismo con el presidente Uribe, son extraditados a Estados Unidos. Y como ellos mismo dicen, se llevan a más de la mitad de los que tenían que declarar en el país. Aquí se extradita la verdad, en un claro atentado contra los derechos que tienen las víctimas del conflicto.
Un solo paramilitar confesó hace 15 días haber matado a tres mil personas. Otro confesó haber matado 11 mil personas. Entonces, la crisis es más grande. No estamos en manos de un Robin Hood en la presidencia de la República.
Por otra parte, si bien las FARC tienen prisioneros de guerra, la cárcel está llena de presos políticos de detenciones arbitrarias, de ejecuciones extrajudiciales, de detenciones masivas. Acaban de detener (el gobierno) a 16 mujeres que pertenecen a organizaciones campesinas en los últimos días y eso es una manera de abortar, de coartar la lucha social. Pero además de eso se trata de un gobierno que no tiene autoridad ni ética ni moral para dirigirnos ni para impartir justicia como lo está haciendo.
Las cifras que acabo de dar sobre desplazados y desaparecidos son cifras recientes. Son cifras tan preocupantes que la Corte Institucional de Colombia ha exigido programas específicos para tratar el desplazamiento que, además, tiene un impacto muy fuerte sobre las mujeres. Los pronunciamientos severísimos de la Corte Institucional dan cuenta de la grave crisis humanitaria en Colombia, que tiene como epicentro de la guerra a los negros, los indígenas, las mujeres, las niñas y los niños con graves violaciones como por ejemplo, abusos a nenas de cuatro años, embarazos de niñas de 9 y 10 años por parte de los actores del conflicto. Una degradación de la guerra que además se ensaña contra las mujeres.
Esto por un lado. Por el otro, lo grave y lo delicado de un país que tiene a su Congreso en manos del paramilitarismo –fuerzas armadas para-estatales-, que no son casos asilados ni de responsabilidad personal o penal, sino que es todo un proyecto articulado, desde el momento en que los paramilitares empiezan a denunciar sus vínculos con los empresarios que son quienes realmente promueven todo el plan paramilitar. Cuando ellos empiezan a denunciar esos vínculos del paramilitarismo con el presidente Uribe, son extraditados a Estados Unidos. Y como ellos mismo dicen, se llevan a más de la mitad de los que tenían que declarar en el país. Aquí se extradita la verdad, en un claro atentado contra los derechos que tienen las víctimas del conflicto.
Un solo paramilitar confesó hace 15 días haber matado a tres mil personas. Otro confesó haber matado 11 mil personas. Entonces, la crisis es más grande. No estamos en manos de un Robin Hood en la presidencia de la República.
Por otra parte, si bien las FARC tienen prisioneros de guerra, la cárcel está llena de presos políticos de detenciones arbitrarias, de ejecuciones extrajudiciales, de detenciones masivas. Acaban de detener (el gobierno) a 16 mujeres que pertenecen a organizaciones campesinas en los últimos días y eso es una manera de abortar, de coartar la lucha social. Pero además de eso se trata de un gobierno que no tiene autoridad ni ética ni moral para dirigirnos ni para impartir justicia como lo está haciendo.
Teniendo este vínculo sistemático que usted menciona entre el Estado y el paramilitarismo, ¿Es exagerado decir que Colombia es un Estado terrorista?
Yo diría que se trata de un estado mafioso. Un régimen mafioso.
Yo diría que se trata de un estado mafioso. Un régimen mafioso.
¿En ese marco, es posible otra reelección de Uribe?
El gran problema es que desde la oposición no tenemos encuestas y las únicas encuestas que existen son las que determinan que el presidente tiene popularidad. Porque además se instaló en la imaginación de la gente lo que le dije anteriormente: la responsabilidad de todo lo que ocurre en el país es culpa de las FARC. Pero la gente no segmenta muchas de las cosas que pasan. Los últimos atentados que hubo en Bogotá los hizo el gobierno a través de los militares y eso está comprobado. Intenta generar terror en la gente y que se caiga en un rechazo a las FARC. Pero el rechazo a la FARC busca una sola cosa: que no haya ninguna negociación política, que no haya ningún acuerdo humanitario. Y que la intranquilidad de la gente se fundamente en la existencia de las FARC, eso no es cierto.
Colombia es un estado con un régimen mafioso. Regido en gran medida por el paramilitarismo. Con una inmensa desigualdad en la participación de la riqueza. Con una corrupción hasta los tuétanos, con una capacidad de desaparecerte, perseguirte y desprestigiar a la oposición Y con una dependencia total y absoluta del presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
El gran problema es que desde la oposición no tenemos encuestas y las únicas encuestas que existen son las que determinan que el presidente tiene popularidad. Porque además se instaló en la imaginación de la gente lo que le dije anteriormente: la responsabilidad de todo lo que ocurre en el país es culpa de las FARC. Pero la gente no segmenta muchas de las cosas que pasan. Los últimos atentados que hubo en Bogotá los hizo el gobierno a través de los militares y eso está comprobado. Intenta generar terror en la gente y que se caiga en un rechazo a las FARC. Pero el rechazo a la FARC busca una sola cosa: que no haya ninguna negociación política, que no haya ningún acuerdo humanitario. Y que la intranquilidad de la gente se fundamente en la existencia de las FARC, eso no es cierto.
Colombia es un estado con un régimen mafioso. Regido en gran medida por el paramilitarismo. Con una inmensa desigualdad en la participación de la riqueza. Con una corrupción hasta los tuétanos, con una capacidad de desaparecerte, perseguirte y desprestigiar a la oposición Y con una dependencia total y absoluta del presidente de Estados Unidos, George W. Bush.
Entonces, ¿por qué gana Uribe? ¿Por qué tiene tanta popularidad?
Porque él no tiene ministros sino agentes publicitarios. Porque su ministro de relaciones exteriores, Jaime Bermudez, que fue embajador aquí en Argentina, tiene pinta de artista de cine de los años 30, es un hombre muy buen mozo y es un mago de las comunicaciones y de las estrategias mediáticas. También, muchos de los medios de comunicación están en manos de las grandes trasnacionales, a las que solamente les interesa la licitación por el tercer canal abierto, que por estos días se licita en Colombia. Mientras, nosotros estamos en un país nadando en la pobreza, en la miseria, en la guerra, y en la crisis humanitaria.
Porque él no tiene ministros sino agentes publicitarios. Porque su ministro de relaciones exteriores, Jaime Bermudez, que fue embajador aquí en Argentina, tiene pinta de artista de cine de los años 30, es un hombre muy buen mozo y es un mago de las comunicaciones y de las estrategias mediáticas. También, muchos de los medios de comunicación están en manos de las grandes trasnacionales, a las que solamente les interesa la licitación por el tercer canal abierto, que por estos días se licita en Colombia. Mientras, nosotros estamos en un país nadando en la pobreza, en la miseria, en la guerra, y en la crisis humanitaria.
¿Cómo calificaría la postura de la presidenta Cristina Fernández y su marido, Néstor Kirchner, en el conflicto colombiano?
Tengo mucho que agradecerles. Tengo un profundo afecto, especialmente por Cristina. De manera permanente y generosa apoyó el acuerdo humanitario y además yo la reconozco como una defensora de los Derechos Humanos. Yo espero que ella siga apoyando la salida negociada y política del conflicto, y no se incline a pensar que se trata de un problema de algunos colombianos, sino que se trata de una crisis humanitaria. La preocupación por la vida y la solidaridad por la vida es un tema que nos toca a todos en el mundo.
Tengo mucho que agradecerles. Tengo un profundo afecto, especialmente por Cristina. De manera permanente y generosa apoyó el acuerdo humanitario y además yo la reconozco como una defensora de los Derechos Humanos. Yo espero que ella siga apoyando la salida negociada y política del conflicto, y no se incline a pensar que se trata de un problema de algunos colombianos, sino que se trata de una crisis humanitaria. La preocupación por la vida y la solidaridad por la vida es un tema que nos toca a todos en el mundo.
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