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sábado, 29 de noviembre de 2008

¿Qué le pasa al independentismo puertorriqueño?

Hoy día tenemos varias organizaciones que claman por la independencia. Desde el PIP, y ahora el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH), al Frente Socialista y su respectiva organización juvenil, y recientemente la llamada “La Nueva Escuela”, entre otras. El problema es que no hay un frente común entre las organizaciones y tenemos diferentes versiones del mismo mensaje.
Jean G. Vidal Font*/Especial para Claridad
Qué le pasa al independentismo Puertorriqueño? En las elecciones del 2008, el Partido Independentista Puertorriqueño obtuvo un poco más de un dos por ciento en las elecciones generales. Por primera vez, en décadas, el PIP no logró obtener escaños legislativos. En tan sólo ocho años, el número de electores del PIP ha bajado desde sobre 100,000 electores en el 2000 a unos 40,000 en el 2008. El partido culpa a los electores que “traicionan” al PIP para apoyar al Partido Popular Democrático, pero no hace la pregunta crucial… ¿Qué le pasa al Independentismo?
Hoy día tenemos varias organizaciones que claman por la independencia. Desde el PIP, y ahora el Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH), al Frente Socialista y su respectiva organización juvenil, y recientemente la llamada “La Nueva Escuela”, entre otras. El problema es que no hay un frente común entre las organizaciones y tenemos diferentes versiones del mismo mensaje. Cada cual pelea por lo suyo y terminamos con un grupo dividido. Ninguno quiere ser el segundo-en-mando, sino que todos quieren ser los protagonistas. Aunque hay varios problemas con el independentismo, uno (si no el mayor) de los problemas es la actitud de “comandante” que tienen todos los grupos. Hay que llegar a un acuerdo sobre lo que nos une, la independencia de nuestra Isla, y unir los esfuerzos a ese fin solamente, sin perjuicio de que cada grupo continúe luchando por sus particulares causas sociales. Filiberto Ojeda aludió a esto en uno de sus ensayos antes de su muerte, llamando por un frente unido. Es hora de crear ese frente.
No obstante, eso no resuelve el problema. Puerto Rico continúa viviendo en una “partidocracia” controlada por dos partidos (PNP y PPD). El PIP, en su lucha para tener representación en el gobierno, intenta jugar el juego de ajedrez que es la “partidocracia” pero olvida que en dicho juego, sólo puede haber dos protagonistas. El PIP debe dividir sus esfuerzos en dos áreas. El partido debe perseguir un programa de gobierno pragmático que apunte a la centro-izquierda. Dicho programa debe hablarle al “arroz y habichuela” del ciudadano sin importar de su idealismo de estatus. El PIP debe convertirse en el partido de justicia social, el partido de igualdad y prosperidad. Que enfoque la independencia económica de cada ciudadano, en vez de la independencia nacional, ya que solo con la solvencia económica es que Puerto Rico podrá prosperar como república. Por otro lado, en un nivel más parecido a la sociedad civil, el partido debe continuar la lucha por la independencia, concentrándose en educar al pueblo de qué significa el colonialismo actual, cómo lo podemos terminar y por qué la independencia no es sólo la opción más favorable, sino la única opción viable para Puerto Rico. Este esfuerzo, no obstante, debe ser en unión a los otros grupos existentes, llevando un mensaje claro y común.
Además, el movimiento no debe olvidar que aunque sus políticas son más de centro-izquierda, Puerto Rico sigue siendo un país de centro-derecha. Hay que convencer al resto del pueblo de la viabilidad de la república, y hay que derrotar el mito (usado para asustar al electorado) de que un Puerto Rico soberano sería un “Cuba o un Haití”. El mensaje tiene que ser que el destino soberano de Puerto Rico es una cosa, y el destino económico lo seguirán decidiendo los mismos electores que hoy deciden elecciones. Eso no cambiará.
Posiblemente, con esto llegamos al punto más importante de lo que hablamos. No podemos continuar hablando de la independencia con la misma gente que ya cree en ella. No podemos continuar “preaching to the choir”. Nuestro discurso tiene que girar en convencer a los Estadolibristas hacia adoptar el independentismo (o república asociada) como su causa, y de convencer a los estadistas de que la versión de estadidad que el PNP lleva vendiendo por décadas es imposible, y que su mejor (y única) opción es la soberanía.
No podemos conformarnos con una celebración en Lares cada año, o con una marcha frente al Tribunal Federal cada ciertos meses. Al electorado no le gusta ver un partido de confrontación, le gusta ver un partido pragmático. Igualmente no quieren ver un movimiento de confrontación, quieren ver un movimiento que invita y no grita, sino que habla apasionadamente. El movimiento tiene que tomar una estrategia que se amolde a la ciudadanía urbana y otra estrategia que apunte hacia la ciudadanía rural de la isla, llamando atención a los asuntos que les afectan a las respectivas comunidades. Tenemos que continuar invirtiendo en la juventud, pero no en la forma “revolucionaria” que hemos hecho por los últimos 30 años. El radicalismo ya no funciona. Hay que educar a la juventud a pensar y argumentar en un siglo 21, con los temas de la globalización y la emancipación social como puntos de entrada.
Por último, necesitamos involucrar a los pequeños comerciantes y clase media. Mirando a varios ejemplos de movimientos revolucionarios, como la República de Irán (olvidando por un momento en lo que resultó dicha revolución) hasta las “revoluciones de colores” en las antiguas repúblicas soviéticas, uno de los grupos más importantes fue la clase media y los pequeños comerciantes. Éstos grupos son los que tienen mayor influencia en sus empleados y son la mayoría del electorado. Estos son las mentes más importantes para convencer, haciéndolo con un mensaje claro que conteste la interrogante, “¿Cómo me afectaría la independencia a mi negocio?”
Estas palabras no pretenden ofrecer la solución mágica al problema ante nosotros, pero sí debe servir como comienzo a una larga discusión que debemos tener si queremos que nuestros hijos nazcan en la República de Puerto Rico.
*El autor es abogado.
jeanvidalesq@gmail.com

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