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domingo, 14 de diciembre de 2008

Los senderos inestables de la democracia argentina

La democracia en estos 25 años ha sido permanentemente puesta a prueba, ha sido debilitada por los poderes económicos concentrados y por la mayoría de la clase política que no supo estar a las alturas de las circunstancias favoreciendo, durante gran parte de su desarrollo, la ampliación de las injusticias y de la desigualdad asociadas a prácticas cuya sede última acabó siendo los tribunales y los lenguajes jurídicos.
Por Ricardo Forster / Página12
¿Desde dónde intentar pensar estos 25 años de democracia? ¿Cómo interrogar por una época argentina que viniendo de la noche más oscura de nuestra historia no dejó de entrar en un nuevo laberinto? ¿Qué decir de estas décadas tan cambiantes en las que nada ha quedado intocado por las inclemencias de un tiempo cultural, tecnológico y económico que vino a modificar de cuajo lo establecido y lo conocido?
Preguntas que surgen al tratar de indagar más allá de la lógica simplista y autoindulgente de las efemérides; interrogaciones que intentan desocultar la trama misma de la experiencia democrática, de sus giros sorprendentes y de sus imposibilidades, pero cuestionamientos que no pueden dejar de formularse desde un determinado presente que, suerte de improvisada atalaya, nos hace ver lo acontecido a nuestras espaldas a partir de ciertas experiencias que marcan a fuego nuestra interpretación.
Quiero decir que no es lo mismo mirar retrospectivamente los años de la democracia posdictatorial desde las vicisitudes inauguradas por el gobierno de Néstor Kirchner en el 2003 que, por ejemplo, tratar de hacer el esfuerzo de valorar esos años instalados en la década menemista. Tal vez la diferencia sea precisamente la que está señalando que en los últimos años –y eso más allá de aciertos y errores– la política ha regresado a tallar en el interior de la vida cotidiana reintegrándola al espacio público en donde efectivamente se dirime lo democrático; mientras que el tiempo menemista se caracterizó no sólo por una brutal caída en las virtudes gubernamentales sino, fundamentalmente, por un vaciamiento generalizado de la política en nombre del discurso hegemónico de la época articulado alrededor de la lógica neoliberal. Una profunda grieta se abrió entre la democracia y la demanda social, entre la acción legítima y la justicia social. Leer más...

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