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domingo, 14 de junio de 2009

Che Guevara: una política de la transfiguración

El Che Guevara lleva hasta sus últimas consecuencias su propia transfiguración, una transfiguración en la que se vinculan la política revolucionaria en una de sus versiones más concentradas (la sacrificial), y una formación letrada que se expresaba en ese escritor fracasado en el que se quería reconocer el Che.
Gustavo Ogarrio / EL SEMANAL

Para Armida, para Julieta, para Mariela
Poco tiempo después de que Ernesto Che Guevara muriera asesinado en Bolivia, el 8 de octubre de 1967, el poeta cubano José Lezama Lima escribió una breve interpretación en la que identificaba la figura del Che con cierta transfiguración poética de la historia. Afirma Lezama: “Como Anfiáreo, la muerte no interrumpe sus recuerdos. La aristía, la protección en el combate, la tuvo siempre a la hora de los gritos y la arreciada de cuello, pero también la areteia, el sacrificio, el afán de holocausto. El sacrificarse en la pirámide funeral, pero antes dio las pruebas terribles de su tamaño para la transfiguración. Donde quiera que hay una piedra, decía Nietzsche, hay una imagen. Y su imagen es uno de los comienzos de los prodigios, del sembradío en la piedra, es decir, el crecimiento tal como aparece en las primeras teogonías, depositando la región de la fuerza en el espacio vacío.”
Lezama ya había escrito los ensayos de su célebre libro La expresión americana, una fábula historicista en la que postulaba su sistema de interpretación poética de la historia. Había encontrado en las figuras de Fray Servando Teresa de Mier, Simón Rodríguez y Francisco de Miranda el trazo de un romanticismo de perseguidos, marginal respecto al movimiento dominante bajo el cual se formaron los Estados nacionales en el siglo XIX. Las líneas que Lezama le dedica al Che comparten un ánimo similar a su interpretación de los tres perseguidos que inauguran el hecho romántico latinoamericano.
El Che es un sujeto cuya formación política está marcada por dos actos básicos de transfiguración: el viaje, es decir, el desplazamiento geográfico que desencadena la inestabilidad y la crisis de la conciencia ante hechos como la pobreza, la desigualdad, la enfermedad, y la lectura, la formación letrada que se vincula hasta fundirse con la experiencia testimonial. Al igual que los tres trotamundos letrados y libertarios que Lezama señala como portadores de la imagen política y poética del romanticismo latinoamericano, el Che Guevara lleva hasta sus últimas consecuencias su propia transfiguración, una transfiguración en la que se vinculan la política revolucionaria en una de sus versiones más concentradas (la sacrificial), y una formación letrada que se expresaba en ese escritor fracasado en el que se quería reconocer el Che. Leer más...

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