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sábado, 20 de marzo de 2010

Cuba no juega con sus principios

¿Por qué los que hoy se alían para reclamarle a Cuba por los contrarrevolucionarios, no se unen para exigirles a gobiernos como el de los Estados Unidos, Colombia, Honduras o España el apego a las leyes para un trato justo a quienes adversan sus gobiernos o hacia aquellos que han sido encarcelados injustamente?
Abner Barrera / AUNA-Costa Rica
En el libro Cien horas con Fidel, ante a una pregunta formulada por Ignacio Ramonet, Fidel dice: “Nosotros no cederemos jamás a presiones. Ése es un principio tan invariable como el respeto a la persona humana, como los principios que han guiado a nuestra Revolución. Hay uno de ellos: por la fuerza no se obtiene nada en este país, de otra forma se pueden obtener muchas cosas.”[1]
Quienes se acerquen a leer la historia de la Revolución Cubana, encontrarán que este principio les ha acompañado desde sus inicios hasta ahora; eso explica bien su autodeterminación como país socialista, cuya independencia y soberanía los cubanos están dispuestos a defender hasta las últimas consecuencias. Cuba es un país pacífico que condena la guerra y el terrorismo en todas sus manifestaciones, venga de donde venga, pero no es un país con gobernantes ingenuos que se arrodillan ante las provocaciones del imperialismo que, usando hoy “nuevos” métodos trata de apuntalar a la Revolución, acusándola de violar los derechos humanos; acusación infundada que lleva varias décadas.
Hoy el poder mediático comercial, con sus grandes publicistas al servicio de los intereses imperialistas en el mundo, intenta impactar en la mente de la gente con imágenes, denuncias, pronunciamientos y editoriales, presionando por la liberación de veintiséis “presos políticos” en la Isla.
Como ha sido demostrado –cosa que los medios comerciales no presentan- la historia de los autodenominados disidentes, no es otra que, la de contrarrevolucionarios a sueldo de Washington; se trata de mercenarios, algunos hasta fanáticos que están dispuestos a todo –matar o suicidarse- con el fin de lograr sus propósitos. Pero lo que está detrás de todo esto, además del objetivo injerencista del imperialismo estadounidense en Cuba (lo cual ya es bastante), es también el negocio del que viven la mafia cubanoamericana de Miami y los grupúsculos contrarrevolucionarios en La Habana, éstos reciben los dólares del Norte por posar callejeramente, ya sea con una bata blanca, una imagen de Martin Luther King o declarándose poeta, periodista o psicólogo “disidente”; todo eso sirve para convertirse en “defensor” de los derechos humanos. Luego pueden pasar por las oficinas de la SINA a recoger sus premios.
Los medios no analizan si esos presos son realmente presos políticos o no. Lo que les interesa es atacar a Cuba, por eso los publicitan, diciendo que son “presos de conciencia”. Éste es el mismo lenguaje que utilizan desde el escribidor Vargas Llosa hasta el terrorista Carlos Alberto Montaner. Pero sus diatribas son las mismas. Tanto Vargas como Montaner, en el afán de servir a Washington, se dedican a hacer lobby a diestra y siniestra entre políticos y diplomáticos.
Los medios comerciales nunca han informado que la camarilla detenida en Cuba el 2003, eran contrarrevolucionarios, que habían cometido delitos penados por la ley. Esta situación no debería extrañar a nadie, menos aún a quienes defiende la democracia y el derecho. Cuba al igual que otras naciones es un Estado de derecho que hizo sus leyes para construir una sociedad justa, libre y pacífica. Pero también creó sus leyes para defenderse de las agresiones terroristas de los Estados Unidos, que por varias décadas utilizó a gente lumpen en la Isla con esos objetivos.
El gobierno de Cuba tiene razón en llamarlos contrarrevolucionarios, porque el afán de esa gente es subvertir el socialismo cubano. ¿Permitiría el gobierno de los Estados Unidos o cualquier otro gobierno que haya gente en su país delinquiendo y poniendo en riesgo a su nación?
De la misma forma como sucedería en cualquier otro lugar, Cuba no puede permitir que nadie ponga en peligro la seguridad nacional. El gobierno cubano no puede ser contemplativo con gente que está al servicio de los intereses de una potencia extranjera, como los Estados Unidos, para subvertir el orden y la paz social.
Cuba no necesita que sus adversarios vengan a decirle cómo es que tiene que gobernarse ni cómo es que tiene que defenderse. En 1992, a la pregunta de Tomás Borge: ¿Cómo trata Cuba a los enemigos de la Revolución que ejercen actividades ilegales? Fidel Castro respondió: “Hay delitos comunes y delitos contrarrevolucionarios. Muchas veces los delitos contrarrevolucionarios son más repugnantes, incluso, que los delitos comunes. ¿Con qué nos vamos a defender nosotros, si no nos defendemos con las leyes, con los códigos? ¿Qué vamos a organizar, escuadrones de la muerte? ¿Vamos a desaparecer gente, vamos a utilizar esos medios de defensa? ¡No los utilizaremos jamás! Y no tenemos ningún otro medio que las leyes y los tribunales de justicia para defender a la Revolución.”[2]
Previamente en esa conversación Fidel había dicho: “Creo que nuestra Revolución tiene una característica –y lo digo sin querer ofender a nadie, sin lastimar a nadie- que habrán tenido muy pocas revoluciones en la historia: nuestro pueblo se educó en el odio al crimen, en el odio a la tortura, en el odio a la violencia física contra las personas, en el odio a los abusos de poder.”[3]
¿Por qué los que hoy se alían para reclamarle a Cuba por los contrarrevolucionarios, no se unen para exigirles a gobiernos como el de los Estados Unidos, Colombia, Honduras o España el apego a las leyes para un trato justo a quienes adversan sus gobiernos o hacia aquellos que han sido encarcelados injustamente?
Quienes tratan de inmolarse haciendo huelgas de hambre para exigir la liberación de contrarrevolucionarios violadores de la ley, saben que están usando un método que puede ser eficaz para llamar la atención del mundo por la propaganda y la publicidad que los medios al servicio del Imperio les dan, pero saben también que el gobierno de Cuba actúa a derecho y se rige sin presiones de nadie y de nada. Sí fuera lo contrario, entonces mañana, aparecerían secuestradores de un avión, una embarcación o una niña, exigiendo caprichos que pueden ir desde una laptop para su celda hasta vuelos privados para llegar al manicomio de Miami.
En estos días en que la tiranía mediática mundial pretende engañar al mundo diciendo que en Cuba hay “presos de conciencia”, oculta una verdad colosal: quien viola los derechos humanos de toda una nación como Cuba, es el gobierno de los Estados Unidos que, desde hace más de cincuenta años ha impuesto sobre la Isla un bloqueo económico, comercial y financiero criminal, el cual ha sido condenado reiteradamente por casi la totalidad de los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas.
Sobre esta acusación contra la Revolución que pretenden presentarla como una novedad, hace ya varios años Fidel se expresó de esta manera: “Tenemos y tendremos presos contrarrevolucionarios, porque mientras nuestro país esté asediado por Estados Unidos, bloqueado por Estados Unidos y mientras Estados Unidos estimule por todos los medios las actividades contra el Estado cubano, estimule por todos los medios los actos de sabotaje, las actividades contra la Revolución, mientras no renuncie a sus planes de liquidar a los dirigentes de la Revolución, mientras aliente esa actividad, habrá personas que realicen actividades contra la Revolución y nosotros tendremos que defendernos”.[4]
Como puede verse se trata de un asunto de principios, con los que la Revolución Cubana no juega.
NOTAS
[1] Ignacio Ramonet: Cien horas con Fidel, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, Cuba, 2006, p. 512.
[2] Fidel Castro: Un grano de maíz. Conversaciones con Tomás Borge. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, Cuba, 1992, p. 232.
[3] Ibid., p. 226.
[4] Gianni Miná: Un encuentro con Fidel. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, Cuba, 1988, p. 40.

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