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sábado, 13 de marzo de 2010

Prensa terrorista contra Cuba

En la lucha contra Cuba, Washington y sus aliados, han tenido siempre un desprestigio descomunal, no sólo por las ilegítimas acusaciones que le hacen a Cuba, sino también por los actores que utiliza.

M.Sc. Abner Barrera / AUNA-Costa Rica
El odio contra Cuba por parte de la derecha latinoamericana y europea ha salido una vez más a luz en estas últimas semanas. Los diarios más reaccionarios en diferentes países fueron portavoces de gritos infundados, falsos y calumniosos de quienes, hace más de cincuenta años por todos los medios atacan a la Revolución Cubana.
En la lucha contra Cuba, Washington y sus aliados, han tenido siempre un desprestigio descomunal, no sólo por las ilegítimas acusaciones que le hacen a Cuba, sino también por los actores que utiliza. Para sus propósitos han recurrido a gente de la peor calaña, desde presidentes sentados en la Casa Blanca –brabucones algunos, sonrientes otros- hasta terroristas internacionales como Posada Carriles, Orlando Bosch o Carlos Alberto Montaner, que realizan sus fechorías a vista y paciencia de Washington.
Cuba por haber hecho una revolución triunfante en las narices del imperio (a noventa millas), por ser soberana e independiente, por haber construido a pesar del bloqueo económico, comercial y financiero, una sociedad más humana y más justa, y por haber respondido con creces a todas las agresiones de los Estados Unidos, ha sido convertida sistemáticamente por los medios al servicio del imperialismo yanqui, en el blanco de ataques, valiéndose de todo tipo de embustes y difamaciones.
Estados Unidos en su lucha contra la Revolución Cubana ha juntado y amamantado a especímenes de lo más ignorante y brutal de la lumpenidad dentro y fuera de Cuba. Un ejemplo de cómo los alaridos de esa jauría reaccionaria son tan irracionales lo dice el periodista Luis Ortega radicado en Miami, al referirse a los “exiliados” cubanos: “Son personas que disfrutan como locos cuando un ciclón pasa por Cuba”. “Llevan años alimentándose, gozosamente, de las malas noticias sobre Cuba que les sirven los energúmenos por la radio. Hay algo morboso en eso: sueñan con bombardeos, con epidemias, con catástrofes”[1]. Esos son parte de los “grandes adversarios” de Cuba.
Pero no sólo en Miami la derecha internacional financia a esos mercenarios “defensores de los derechos humanos”, también lo hace al interior de la mayor de las Antillas. El caso más vociferado recientemente ha sido el del delincuente avezado Orlando Zapata, con largo prontuario delictivo, que se auto provocó la muerte con una huelga de hambre, exigiendo televisión, cocina y celular personal. Y aunque los médicos cubanos hicieron todo lo posible, para salvarle la vida -como lo reconoció doña Reina Tamayo madre del fallecido-, Orlando se negó a ser asistido y murió. A raíz de esta muerte la derecha y el terrorismo contra Cuba se han regocijado, y hoy en sus medios masivos y comerciales utilizan su nombre para presentarlo como un preso político víctima de la Revolución.
José Steinsleger, escritor y periodista argentino resumió con el título de “Mártir sin aura”, toda la bacanal ideológica montada por la contrarrevolución para “arrinconar” a Cuba. No ha habido interés por informar ni ceñirse a la verdad de los hechos, sino más bien, han buscado aprovechar este “pretexto” para hacer un escándalo internacional. Pero han sido los diarios digitales de http://www.cubadebate.cu/ y http://www.rebelión.org/ quienes se han esforzado con sendos artículos desmentir las acusaciones.
En Cuba, la contrarrevolución hace sus jueguitos conducidos por la SINA y publicitados al mundo entero por los medios pertenecientes a la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), que es la prensa comercial que baila al compás de la música que Washington impone; son medios amordazados, no son libres ni independientes y se dedican a la publicidad contra Cuba.
Pero como la desfachatez no tiene límites, los publicistas de la contrarrevolución no tienen reparos en propagar los aullidos de cuanto terrorista se ofrezca aunque sea para firmar lo que otros escriben. Ese es el caso de Huber Matos que con su gacetilla publicada por el periódico más comercial y distorsionador de la realidad cubana La Nación (04/03/10) en Costa Rica, pretende engañar a los lectores diciendo que la muerte de Zapata fue provocada por el gobierno cubano.
¿Quién es Huber Matos? ¿Por qué este periodiquillo le publica sus bramidos? Primero porque sigue la lógica que, contra Cuba todo es válido. Segundo, porque la propaganda a favor de Matos siempre ha sido que éste fue víctima de la revolución cubana y tiene “derecho moral” para hablar. Aclaremos. Huber Matos es un traidor de la revolución cubana, es un mafioso narcotraficante y jefe del grupo terrorista Cuba Independiente y Democrática (CID), ha estado aliado a los terroristas Nelsy Ignacio Castro Matos, Gaspar Jiménez Escobedo y Luis Posada Carriles. Ha vivido vinculado a la CIA y siempre apostó por el asesinato del Comandante Fidel Castro.
Percy Alvarado, licenciado en Ciencias Políticas, que trabajó para la Seguridad del Estado, penetró en el grupo terrorista CID de Huber Matos en Miami y conoció las actividades y planes contra la Revolución Cubana, escribe en su libro que, Matos en varias ocasiones dio órdenes a sus facinerosos en Cuba, para que hicieran todo lo posible para acabar con Fidel Castro: “¡Quemen, destruyan, maten, roben -si es preciso-: lo importante es acabar con el tirano!”[2]. Así habla Matos autoproclamado luchador por la libertad, la democracia y los derechos humanos. Él forma parte de la prensa terrorista que pulula en los autodenominados países de democracias ejemplares.
Ese mismo diario en su editorial titulado “Crimen de lesa humanidad” (28/02/10), hace una especie de collage, pegando aquí y quitando allá, de los chillidos publicados días antes en los diarios del manicomio de Miami. La Nación, ni siquiera en su ataque a Cuba es original. Miente de forma grosera y vulgar sobre los hechos.
El publicista dice que se trataba de un “prisionero político”, cuando en realidad fue un preso común. Zapata fue encarcelado por violación de domicilio, estafa, lesiones y fractura de cráneo a una víctima utilizando un machete. Pregunta: ¿Qué tienen que ver estos cargos con la protesta política?
El editorialista afirma que “murió por la falta de oportuna atención médica por parte de sus carceleros”, pero resulta que hasta la misma madre Reina Tamayo Zapata reconoció que los médicos cubanos hicieron todos los esfuerzos posibles por evitar su muerte incluida terapia intermedia e intensiva y alimentación voluntaria y se le garantizaron todos los medicamentos y tratamientos necesarios hasta su fallecimiento.
Dice que el fallecido fue detenido en abril del 2003, “junto a otros 70 disidentes, por el simple hecho de promover mayores libertades individuales” y los hechos revelan que Zapata fue detenido por problemas con la justicia que comenzaron en 1988, con desórdenes públicos, robo y tenencia de arma blanca.
Desde la oficina de la empresa periodística, el editorialista vio que “a la muerte siguió una oleada represiva en diversos lugares del país, para evitar la movilización de disidentes al sepelio de Zapata, que se realizó el jueves, a las 7 a. m., en Banes, bajo estricto control policial”. Lo curioso es que la misma Beatriz Roque, conocida activista contrarrevolucionaria promovida y financiada por la SINA al igual que las denominadas “Damas de Blanco”, se trasladaron publicitariamente a Banes sin ningún problema.
Como puede verse el descaro es desmedido. Este tipo de prensa terrorista ha aprendido a comercializar con los muertos. Quienes están informados sobre Cuba, saben que se trata de un país sin torturas ni muertes extrajudiciales; la ética de la revolución socialista cubana en defensa de la vida de todos sin excepción ha sido siempre una de sus armas que la ha hecho invencible.
Toda esta calumnia pasará a la historia como una diatriba más de los mercaderes de la muerte. Ya no saben qué más publicar, por eso repiten las mismas injurias de siempre. Su negocio es vivir calumniando a la Revolución Cubana.
NOTAS
[1] Luis Báez: Miami donde el tiempo se detuvo, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Cuba 2001, p. 177.
[2] Percy Francisco Alvarado Godoy: Reflexiones de un antiterrorista, Editorial Abril, La Habana, Cuba, 2004, p. 211.

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