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sábado, 24 de abril de 2010

En Caracas, por la independencia y el socialismo

  • El caracazo desencadenó una ola de luchas populares latinoamericanas contra las políticas del Consenso de Washington, cuando parecía que éstas habían llegado para quedarse. Aquellas rebeliones produjeron un cambio fundamental en la región.

Ángel Guerra Cabrera / LA JORNADA

El 19 de abril, a 200 años del comienzo de la lucha por la independencia de Venezuela, fue una jornada cargada de simbolismos y evocaciones que concluyó con la cumbre de los ocho jefes de Estado y gobierno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) y su Manifiesto Bicentenario de Caracas, Consolidando la Nueva Independencia. El desfile militar en horas de la mañana, que pude ver en Telesur, me recordó los inicios de las Milicias Nacionales Revolucionarias en Cuba al observar los contingentes de obreros, campesinos, estudiantes y pueblos originarios mezclados con las tropas regulares y milicianas. Toda una remembranza del pueblo armado que otro 19 de abril, hace 48 años, derrotó la invasión lanzada por Washington contra la revolución cubana y de la estratégica unión que se forja en Venezuela entre pueblo y fuerza armada desde la victoria sobre el golpe de Estado el 13 de abril de 2002.
Cuba demostró en Playa Girón la posibilidad de derrotar militarmente al imperialismo yanqui en América Latina cuando existía cierto fatalismo por la proximidad de Estados Unidos en la mente de muchos que querían el cambio social. El caracazo, por su parte, desencadenó una ola de luchas populares latinoamericanas contra las políticas del Consenso de Washington cuando parecía que éstas habían llegado para quedarse. Aquellas rebeliones produjeron un cambio fundamental en la región al surgir gobiernos que rechazan esas políticas, como recordó la presidenta Cristina Fernández, oradora principal en la sesión extraordinaria de la Asamblea Nacional de Venezuela dedicada al bicentenario venezolano.
Sus palabras recordaron a San Martín y al peronismo y su misma presencia junto a Hugo Chávez y los representantes populares venezolanos simbolizaba el abrazo de Guayaquil entre el gran prócer argentino y Bolívar y la gran contribución del peronismo al movimiento antimperialista y de liberación nacional de nuestra América. Subrayaba también la actitud abierta e inclusiva de Chávez y de los líderes de la Alba a expresiones políticas no afines al socialismo, pero coincidentes en bregar por la independencia y unidad latinoamericana y en romper con el fundamentalismo de mercado.
El Manifiesto de Caracas proclama las luchas de hoy como la continuación de las de nuestros próceres (concepto esencial a cualquier esfuerzo liberador que aspire al éxito en América Latina), se pronuncia por la consolidación de la independencia y la construcción del camino hacia el socialismo en los países miembros de la Alba (construir una base económica independiente, desarrollada y socialista, señala como objetivo), condena el bloqueo a Cuba y exige la libertad de los cinco antiterroristas cubanos, aboga por la independencia de Puerto Rico y expone acciones concretas en todas las esferas para profundizar la unidad, integración y complementación económica entre sus integrantes e impulsar la de todos los países de la región. Asimismo, formula proyectos para perfeccionar la política social en los países de la Alba en campos donde ya ha logrado avances importantes, como la salud, la educación, la atención integral con bases científicas a las personas con capacidades diferentes y propugna proyectos productivos para dignificar a la mujer, prestar una asistencia especial a las embarazadas y atender a los niños de la calle.
El manifiesto subraya la construcción de la igualdad entre todas las naciones en un mundo pluripolar y la lucha contra el intervencionismo y la guerra como clave de la política exterior de la Alba y encomienda a instancias de la organización afinar los criterios en cuanto a las alianzas con otras organizaciones y países en pro de esos objetivos. También se propone un plan para contrarrestar las campañas mediáticas a que son sometidos sus miembros. Al respecto, el presidente cubano, Raúl Castro, recordó las colosales mentiras de la campaña estadunidense que precedió y acompañó la agresión de Bahía de Cochinos, entre ellas el anuncio de la toma del puerto de Bayamo, ciudad cubana sin costa y de las más alejadas del mar.
La reunión dio todo su apoyo a Venezuela como sede de la cumbre para dejar institucionalizada la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños el 5 de julio de 2011 así como a la Cumbre de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra en curso en Bolivia, donde Evo Morales sintetizó su esencia al decir: o muere el capitalismo o muere la Tierra.

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