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sábado, 22 de mayo de 2010

EE.UU: repliegue y cerrojo estratégico

Si por un lado el repliegue norteamericano ha creado condiciones para el desarrollo de proyectos políticos posneoliberales en el Sur de nuestra América; por otro, obligó a los EE.UU. a tender un intenso cerrojo político, económico, militar y cultural en su zona de influencia inmediata: México, Centroamérica y Colombia, la Mesoamérica ampliada.
Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
connuestraamerica@gmail.com
Lleva razón el presidente de Uruguay, José “Pepe” Mujica, cuando afirmó, en días pasados, que EE.UU. ya no es el “patrón absoluto” de Suramérica y que, por el contrario, se encuentra en retirada, mientras Brasil despliega su proyecto de hegemonía real (Telesur, 16-05-2010).
Por supuesto, se trata de una retirada obligada por una derrota en varios frentes: entre ellos, la crisis del neoliberalismo y el fracaso del Consenso de Washington, las inéditas movilizaciones sociales del paso de entresiglos y la emergencia de nuevos liderazgos políticos, con un marcado acento nacional-popular y antiimperialista, que configuraron un nuevo mapa (geo)político.
Junto a lo anterior, sería imposible obviar la parte de “culpa” que, en esa retirada, tiene la conjugación de factores internos del sistema político y económico estadounidense (que podríamos rastrear desde la derrota en Vietnam en 1973, hasta el fracaso de las guerras imperialistas en Irak y Afganistán), así como de factores externos, a saber, el ascenso de China y el nuevo rol que cumplen las potencias emergentes (Brasil, Rusia e India) en el sistema internacional. Prueba de esto es el acuerdo logrado entre Brasil, Turquía e Irán, sobre el programa nuclear de este último, que supone un éxito de la diplomacia brasileña y, al mismo tiempo, un duro revés para Washington, sus soluciones guerreristas y las presiones que ejerce ante el Consejo de Seguridad de la ONU para sancionar al gobierno de Teherán.
No obstante, si por un lado ese repliegue ha creado condiciones para el desarrollo de proyectos políticos posneoliberales en el Sur de nuestra América; por otro, obligó a los EE.UU. a tender un intenso cerrojo político, económico, militar y cultural en su zona de influencia inmediata: México, Centroamérica y Colombia, la Mesoamérica ampliada.
En efecto, mientras la crisis de hegemonía estadounidense recrudecía bajo los dos gobiernos de George W. Bush y la sombra de su guerra infinita contra el terrorismo (a la que arrastró a varios gobiernos centroamericanos), y en Suramerica caían, uno tras otro, los regímenes neoliberales, Washington apuró la implementación de los planes estratégicos Colombia y Mérida, y las alianzas panamericanistas del “libre comercio”, que suponen compromisos más allá del campo económico. Y bajo el gobierno del presidente Obama, la instalación de nuevas bases militares (Colombia, Panamá), la ambigüedad cómplice con los golpistas hondureños (funcional en su plan de desestabilización del ALBA), la ocupación militar de Haití bajo el falso argumento de la “misión humanitaria” y el desarrollo, por ahora incipiente, del Plan Centroamérica, dan prueba del cerrojo que establece EE.UU. con sus aliados mesoamericanos.
Esta reconfiguración de la presencia estadounidense influye, de manera decisiva, en las posibilidades y vías de que disponen nuestros pueblos para emprender cambios y transformaciones del orden social. Honduras, por ejemplo, nos muestra hoy, de manera dramática, hasta dónde están dispuestas a llegar las élites de los grupos dominantes centroamericanos en su alianza con el imperialismo.
Es verdad, como dice el “Pepe” Mujica, que el viejo orden unipolar se revuelve, agónico, ante los signos evidentes de su colapso y el surgimiento del mundo multipolar. Pero una mirada más profunda a ese movimiento de repliegue y cerrojo que ensayan los EE.UU. nos recuerda, justamente en el contexto del bicentenario de las luchas emancipadoras, que la tarea de la independencia y la liberación aún no está concluida.
Por eso, más que nunca, es necesario que el Sur de nuestra América vuelva sus ojos y sus esfuerzos de cooperación y construcción de alternativas hacia esta sufrida región del continente, abandonada a su suerte, durante las últimas décadas, bajo la égida de la decadente potencia del Norte.

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