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sábado, 19 de junio de 2010

Cananea y Pasta de Conchos: violencia de estado y resistencia obrera

El presidente Felipe Calderón y el Grupo México se equivocan si piensan que todo está escrito en Cananea. Nada más lejano a la realidad. La experiencia adquirida al menos en la última década de luchas mineras, en la que sobran ejemplos de la manera en que este sector de trabajadores ha sabido responder a las adversidades, permiten pensar que la resistencia obrera continuará.
Cristóbal León Campos* / Especial para CON NUESTRA AMÉRICA
Desde Yucatán, México
La historia parece repetirse, de nuevo Cananea es zona de resistencia y represión. El 6 de junio de 1906, la mina Cananea en Sonora regresó al trabajo luego de la violenta represión que sobre la huelga minera realizó el gobierno de Porfirio Díaz, la cual dejó 23 muertos y encarceló a los principales dirigentes. El presente año 2010, el 6 de junio, 2000 efectivos de la policía federal entraron por los cerros traseros de la mina y desalojaron la huelga de los mineros de la sección 65 del sindicato, que lleva más de tres años y ha costado 1500 millones de dólares a los patrones.
El desalojo de los mineros fue a través de un operativo violento, con armas de fuego, gases lacrimógenos y balas de goma utilizadas por los policías federales. Grupos de golpeadores contratados por los patrones atacaron a los trabajadores, sus familias y las instalaciones de la mina. La sección 65 del sindicato minero intentó sesionar en asamblea y reorganizarse pero la policía arremetió de nuevo contra ellos para disolver la asamblea.

En Coahuila, unas horas después del ataque en Cananea, los deudos de los mineros muertos en la mina Pasta de Conchos, fueron desalojados también por policías federales. Al día siguiente, como es costumbre después de la represión, los burgueses festejaron: el secretario del trabajo Javier Lozano, el gobernador Guillermo Padrés, los Larrea y toda la burguesía prometieron la modernización de las minas y el progreso para el país. Los mineros han dado su testimonio sobre el desalojo, están organizando movilizaciones para liberar a sus presos y denunciaron el trato de la policía, los medios al servicio del poder como Televisa y TV Azteca junto a la gran mayoría de la prensa mexicana, callan la verdad y crean el consenso en la población mexicana para que la injusticia siga gobernando.

La violencia de estado en Cananea y Pasta de Conchos, es derivación de una política antisindical y antiobrera del gobierno espurio, que ya había demostrado con el decreto de extinción de Luz y Fuerza. El autodenominado “presidente del empleo” es el principal enemigo de la clase obrera, a quien además está cargando los efectos de la crisis económica sobre su espalda.

Los únicos que obtienen algún beneficio de la política laboral del gobierno panista son los empresarios nacionales y extranjeros (como las mineras concesionadas a capitales canadieneses) que, a pesar de la crisis en curso, siguieron robusteciendo sus ganancias durante el 2009.

Grupo México (GM) propiedad de los Larrea, ha sido uno de los grandes ganadores durante el sexenio calderonista. El gobierno, a través de las instituciones ha puesto todo su aparato jurídico y policial, para liquidar la resistencia obrera en las minas, diezmar a los sindicatos e intervenir de forma descarada en la vida interna de las organizaciones de los trabajadores. Todo para que la precarización y la flexibilización laboral se profundicen y los Larrea sigan enriqueciéndose con el sudor y la sangre de los mineros mexicanos, e incluso con el sudor de mineros norteamericanos, pues GM es propietario de la mina Arsaco en Arizona, Estados Unidos.

La huelga de la mina de Cananea surgió como respuesta ante las reiteradas violaciones al contrato colectivo de trabajo por parte del GM. Durante todo el tiempo que ha durado la huelga jamás hubo una actitud seria por parte de la empresa para buscar algún acuerdo con los trabajadores en torno a las legítimas demandas de éstos. Pero lo que sí sucedió durante los casi 36 meses de lucha, fue una descarada complicidad entre Javier Lozano, y el GM para desacreditar legalmente a los trabajadores y terminar con la huelga. En el caso de Pasta de Conchos se va más allá de la represión; se anuncia con cinismo la materialización del desprecio y del olvido: sellar con toneladas de concreto la bocamina, evitar de una vez por todas los trabajos del rescate autónomo e independiente, que se realizan por organizaciones adherentes a la Otra Campaña, para devolver a los familiares los cuerpos de 65 mineros muertos en un accidente en el 2008.

Calderón y Lozano se equivocan si piensan que todo está escrito en Cananea. Nada más lejano a la realidad. La experiencia adquirida al menos en la última década de luchas mineras, en la que sobran ejemplos de la manera en que este sector de trabajadores ha sabido responder a las adversidades -como es el caso de Lázaro Cárdenas en mayo del 2006-, permiten pensar que la resistencia obrera continuará. Muestra de ello es que los agremiados de las diferentes secciones del sindicato minero ya están anunciando movilizándose y organizando paros laborales, además de la toma y el cierre de varios puertos marítimos. La recuperación de la mina por parte de Calderón no es otra cosa que la inauguración de un nuevo y más profundo capítulo de Cananea y la lucha minera en México.

Retomar el proyecto emancipador es la tarea más urgente que tienen los obreros del país. Pensar mas allá del capitalismo, y no seguir sobreviviendo en él. Es necesario frenar a Calderón, debemos impulsar la unidad en la acción de todos los sindicatos, enarbolando un programa de lucha en el que se recojan las demandas de los trabajadores de la ciudad y el campo (salario y empleos dignos, educación y salud gratuitas y de calidad, la defensa de las conquistas signadas en la Ley Federal del Trabajo, por la industrialización del campo y créditos blandos para el campesinado pobre, etcétera) y en el que se llame a la movilización para transformar por completo al país, sacando a la burguesía del poder. Pues recordemos que la única forma de frenar definitivamente los ataques de la burguesía es derrocando a su gobierno, eliminando la propiedad privada y luchando por el socialismo.

*El autor es historiador mexicano egresado de la Universidad Autónoma de Yucatán. Colabora en periódicos, revistas y páginas web a nivel local, nacional e internacional.

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