Discurso pronunciado por el Dr. Samuel Silva Gotay en los actos de graduación de los estudiantes en huelga de la Universidad de Puerto Rico, el pasado 13 de junio.
Samuel Silva Gotay*
Agradecemos el envío de este texto al Dr. Carlos Pérez Morales, geógrafo e historiador, miembro del Comité Ejecutivo de la Asociación Puertorriqueña de Historiadores.
Hace 46 años que el profesor Manrique Cabrera, ante el reclamo de los estudiantes para que les hablara --minutos después de que la policía los levantara a macanazos de su sit-in frente al museo, donde protestaban por la entrada de la policía al campus-- dijo en voz muy alta: “No hay distinción más grande para un profesor viejo, que los jóvenes le pidan que les hable”. Yo, que fui testigo de lo acontecido ese día, hoy siento lo mismo que sintió el profesor.
Dedicamos este discurso de graduación no solo a los valerosos estudiantes universitarios en huelga que se gradúan, sino también a los colegas profesores y a los compañeros de la Hermandad que día y noche han estado en los portones cuidando de la seguridad de los estudiantes.
Cuando me reclutaron ayer por la mañana para que acometiera la tarea suicida de preparar un discurso de esta importancia con menos de 24 horas de antelación, dije que sí, porque yo sé de qué ustedes se gradúan. Ustedes obtienen el “grado honorario de ciudadano ejemplar”.
Ustedes se gradúan de haber pasado por el fuego. Han sido templados como las espadas en la fragua. Han sido sometidos a la tentación de desistir, a la dulce solicitud de compra, al impacto de la mentira, el engaño y el miedo. Pero han resistido el fuego, han sido forjados como hombres y mujeres íntegros. ¿De qué se gradúan entonces? Se gradúan de integridad. ¿Cuánta gente en el país tiene ese título?
Sabemos que hay instituciones donde los miembros de la más alta dirección, no tienen ese título.
Dedicamos este discurso de graduación no solo a los valerosos estudiantes universitarios en huelga que se gradúan, sino también a los colegas profesores y a los compañeros de la Hermandad que día y noche han estado en los portones cuidando de la seguridad de los estudiantes.
Cuando me reclutaron ayer por la mañana para que acometiera la tarea suicida de preparar un discurso de esta importancia con menos de 24 horas de antelación, dije que sí, porque yo sé de qué ustedes se gradúan. Ustedes obtienen el “grado honorario de ciudadano ejemplar”.
Ustedes se gradúan de haber pasado por el fuego. Han sido templados como las espadas en la fragua. Han sido sometidos a la tentación de desistir, a la dulce solicitud de compra, al impacto de la mentira, el engaño y el miedo. Pero han resistido el fuego, han sido forjados como hombres y mujeres íntegros. ¿De qué se gradúan entonces? Se gradúan de integridad. ¿Cuánta gente en el país tiene ese título?
Sabemos que hay instituciones donde los miembros de la más alta dirección, no tienen ese título.
En el largo artículo que escribí hace dos semanas sobre el proceso de protestas estudiantiles y huelgas de 1964-1974, digo lo siguiente:
“Durante ese proceso se desarrollaron elementos de acción democrática en la lucha estudiantil que de nuevo vemos brotar en el contexto actual, a pesar de las diferencias de las épocas. A diferencia de este nuevo proceso, las luchas en la década del sesenta y setenta tenían un claro encuadramiento ideológico contra la Guerra de Vietnam, el servicio militar obligatorio y la presencia de la enseñanza militar en el campus, aunque también compartían con el de hoy la pasión por una reforma universitaria. En ambas generaciones observamos un espíritu limpio, altruista, de compromiso con la justicia que se da en opciones concretas. Aquellos no pudieron ser comprados; estos no se venden ni por un Centro de Convenciones. La amenaza de cárcel y los palos de las bestias azules los dejan inconmovibles. Estos, como aquellos, sacrifican sus intereses personales por los intereses de la Universidad, de sus compañeros y del país. Prevalece en ambas generaciones de protestantes el respeto mutuo, la práctica democrática del diálogo y del debate abierto. La valentía flota como si fuera la del torero en la Plaza de Toros frente a la posibilidad de la muerte.
“De la misma manera que aquella experiencia de firmeza ante la injusticia y la adversidad formó hombres y mujeres íntegros, no podemos esperar menos de esta nueva experiencia. Esta escuela provee lo que falta al salón de clases, a veces muy concentrado en la mera información del curso sobre el ‘cómo’ hacer las cosas. Pero aquí en la plaza de la lucha, los(as) estudiantes se tienen que enfrentar además a la pregunta del ‘por qué’ de todo en la vida. Es esta la pregunta que los hace plenamente humanos. Es en el desafío de hacer preguntas y demandar respuestas a los administradores universitarios, a los políticos, a la naturaleza y a Dios, que los universitarios tallan un saber que los lleva a transitar por la vida como dueños de su destino, con las respuestas en el puño. . La historia nos regala hoy otra generación de hombres y mujeres jóvenes, curtidos en la integridad para enfrentar los políticos que solo traen en su alforja el egoísmo, la visión enana y desinformada del mundo, creada a imagen y semejanza de su pequeño barrio o su aristocrática clase social, donde se desconoce el compromiso con los pobres y oprimidos.” (CLARIDAD, 27 de mayo al 2 de junio, 2010)
En su práctica, ustedes han optado por una concepción de la CIUDADANIA, en la cual “la responsabilidad por el otro” es fundamental. Habéis entrado en una milenaria tradición que reconoce lo más noble y desarrollado del ser humano. En su evolución el ser humano se separa en forma definitiva de los humanoides que le precedieron, cuando comenzó a albergar en su clan a los ancianos, a los incapacitados, ciego, cojos, los que no tenían ninguna utilidad material para el clan. Estos eran objeto de misericordia, una de las más altas cualidades éticas del homo sapiens. Aquí nació la responsabilidad social que llevó a la concepción de la ciudadanía a su plenitud.
Cuando esas milenarias culturas de la antigüedad lograron poner su lenguaje por escrito comenzaron a dejarnos evidencia de este salto que ya había ocurrido en la evolución de la humanidad. Dice el Código Shulgui, de Mesopotamia, en su ley #9 de hace más de 4,000 años: No entregué el huérfano al rico, no entregué la viuda al hombre poderoso, no entregué el hombre de un peso al hombre de mil pesos, no entregué el hombre de un cordero al hombre de un buey…no impuse trabajos, hice desaparecer el odio, la violencia y el clamor por la justicia. Establecí justicia en el país. (Ver, F Lara Peinado, Los primeros códigos de la humanidad, Madrid: Tecnos, 1994)
Siglos después, la tradición profética de los hebreos habrá de recoger ese sentido de responsabilidad social en sus reclamos ante el poder, en forma de vida, y lo sacralizará. Ejemplo paradigmático es el texto en que el profeta Isaías se enfrenta a quienes eran síndicos del templo y de las empresas de la época, hombres respetables y religiosos conservadores, que vienen a reclamar, porque Dios no hace caso de sus sacrificios y ayunos, a lo cual responde el profeta representando a Yahvé:
"Es que el día en que ayunabais buscabais vuestro negocio y explotabais a todos vuestros trabajadores. Es que ayunáis para litigio y pleito y para dar de puñetazos al desvalido. No ayunéis como hoy para hacer oír en las alturas vuestra voz… ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero?: Desatar los lazos de maldad, deshacer el yugo, dar libertad a los quebrantados y arrancar todo yugo. ¿No será compartir con el hambriento tu pan y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras y de tu semejante no te apartes? Entonces brotará tu luz como la aurora… te precederá tu justicia y la gloria de Yahvé te seguirá". (Isaías. 5:2-8)
Esta tradición tomará visos radicales en Jesús, sucesor de los profetas y llegará hasta nosotros en lo mejor de la tradición hebreo-cristiana. Hay una fuerte veta de ella que informa la cultura humanista e ilustrada de la modernidad, que nos legó la abolición de la esclavitud, e hizo posible a mitad del siglo XX, la Teología Latinoamericana de la Liberación. Las protestas estudiantiles del ‘60 en Francia, Polonia, Checoslovaquia, Estados Unidos, México y Puerto Rico, contienen una veta ética que atraviesa sus prácticas y discursos en su empeño por construir una nueva sociedad y una nueva ciudadanía.
Ustedes se han colocado en esta milenaria y noble tradición humanista y política. Esta concepción de la ciudadanía se encuentra hoy en contradicción con la concepción neo-liberal de la ciudadanía, de la globalización excluyente, que promueve y auspicia los poderes económicos que quieren monopolizar el poder y la economía a favor de los ricos y los poderosos. Esos quieren desvalijar los obreros de sus trabajos y entregar el patrimonio del país a los ricos mediante las alianzas público privadas, sin el debido control del Estado en detrimento de los beneficios que el país debe recibir. Son los mismos a los que se enfrentaron los profetas hace más de tres mil años, pero ahora revestidos del lenguaje de la tecnología moderna. De nuevo se monta el mismo drama, preguntan por qué no se les hace caso, y los estudiantes, los profetas modernos, les dicen nuevamente, en nombre de la misericordia: Es que buscáis vuestro negocio y explotáis a todos vuestros trabajadores, es que ayunáis para litigio y pleito, para dar de puñetazos al desvalido.
Ustedes, estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, sois los profetas de hoy.
Porque ustedes, los estudiantes, habéis optado a favor de los compañeros universitarios que vendrán en el futuro;
-porque habéis optado a favor de los padres y las madres que con gran sacrificio envían sus hijos a la universidad pública del país;
-porque habéis puesto el interés de los otros antes que los intereses personales;
- porque habéis hecho un sacrificio muy grande para salvar la educación universitaria pública del país;
-porque habéis dejado al descubierto las intensiones malsanas del régimen para con la Universidad;
Por todo esto, es que recibís hoy el grado honorario de ciudadano ejemplar. Bienvenidos a la gran tradición milenaria de la ciudadanía plena, la ciudadanía que debemos continuar construyendo día a día, la del mundo del futuro, la del otro mundo que es posible construir aquí.
“Durante ese proceso se desarrollaron elementos de acción democrática en la lucha estudiantil que de nuevo vemos brotar en el contexto actual, a pesar de las diferencias de las épocas. A diferencia de este nuevo proceso, las luchas en la década del sesenta y setenta tenían un claro encuadramiento ideológico contra la Guerra de Vietnam, el servicio militar obligatorio y la presencia de la enseñanza militar en el campus, aunque también compartían con el de hoy la pasión por una reforma universitaria. En ambas generaciones observamos un espíritu limpio, altruista, de compromiso con la justicia que se da en opciones concretas. Aquellos no pudieron ser comprados; estos no se venden ni por un Centro de Convenciones. La amenaza de cárcel y los palos de las bestias azules los dejan inconmovibles. Estos, como aquellos, sacrifican sus intereses personales por los intereses de la Universidad, de sus compañeros y del país. Prevalece en ambas generaciones de protestantes el respeto mutuo, la práctica democrática del diálogo y del debate abierto. La valentía flota como si fuera la del torero en la Plaza de Toros frente a la posibilidad de la muerte.
“De la misma manera que aquella experiencia de firmeza ante la injusticia y la adversidad formó hombres y mujeres íntegros, no podemos esperar menos de esta nueva experiencia. Esta escuela provee lo que falta al salón de clases, a veces muy concentrado en la mera información del curso sobre el ‘cómo’ hacer las cosas. Pero aquí en la plaza de la lucha, los(as) estudiantes se tienen que enfrentar además a la pregunta del ‘por qué’ de todo en la vida. Es esta la pregunta que los hace plenamente humanos. Es en el desafío de hacer preguntas y demandar respuestas a los administradores universitarios, a los políticos, a la naturaleza y a Dios, que los universitarios tallan un saber que los lleva a transitar por la vida como dueños de su destino, con las respuestas en el puño. . La historia nos regala hoy otra generación de hombres y mujeres jóvenes, curtidos en la integridad para enfrentar los políticos que solo traen en su alforja el egoísmo, la visión enana y desinformada del mundo, creada a imagen y semejanza de su pequeño barrio o su aristocrática clase social, donde se desconoce el compromiso con los pobres y oprimidos.” (CLARIDAD, 27 de mayo al 2 de junio, 2010)
En su práctica, ustedes han optado por una concepción de la CIUDADANIA, en la cual “la responsabilidad por el otro” es fundamental. Habéis entrado en una milenaria tradición que reconoce lo más noble y desarrollado del ser humano. En su evolución el ser humano se separa en forma definitiva de los humanoides que le precedieron, cuando comenzó a albergar en su clan a los ancianos, a los incapacitados, ciego, cojos, los que no tenían ninguna utilidad material para el clan. Estos eran objeto de misericordia, una de las más altas cualidades éticas del homo sapiens. Aquí nació la responsabilidad social que llevó a la concepción de la ciudadanía a su plenitud.
Cuando esas milenarias culturas de la antigüedad lograron poner su lenguaje por escrito comenzaron a dejarnos evidencia de este salto que ya había ocurrido en la evolución de la humanidad. Dice el Código Shulgui, de Mesopotamia, en su ley #9 de hace más de 4,000 años: No entregué el huérfano al rico, no entregué la viuda al hombre poderoso, no entregué el hombre de un peso al hombre de mil pesos, no entregué el hombre de un cordero al hombre de un buey…no impuse trabajos, hice desaparecer el odio, la violencia y el clamor por la justicia. Establecí justicia en el país. (Ver, F Lara Peinado, Los primeros códigos de la humanidad, Madrid: Tecnos, 1994)
Siglos después, la tradición profética de los hebreos habrá de recoger ese sentido de responsabilidad social en sus reclamos ante el poder, en forma de vida, y lo sacralizará. Ejemplo paradigmático es el texto en que el profeta Isaías se enfrenta a quienes eran síndicos del templo y de las empresas de la época, hombres respetables y religiosos conservadores, que vienen a reclamar, porque Dios no hace caso de sus sacrificios y ayunos, a lo cual responde el profeta representando a Yahvé:
"Es que el día en que ayunabais buscabais vuestro negocio y explotabais a todos vuestros trabajadores. Es que ayunáis para litigio y pleito y para dar de puñetazos al desvalido. No ayunéis como hoy para hacer oír en las alturas vuestra voz… ¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero?: Desatar los lazos de maldad, deshacer el yugo, dar libertad a los quebrantados y arrancar todo yugo. ¿No será compartir con el hambriento tu pan y a los pobres sin hogar recibir en casa? ¿Que cuando veas a un desnudo le cubras y de tu semejante no te apartes? Entonces brotará tu luz como la aurora… te precederá tu justicia y la gloria de Yahvé te seguirá". (Isaías. 5:2-8)
Esta tradición tomará visos radicales en Jesús, sucesor de los profetas y llegará hasta nosotros en lo mejor de la tradición hebreo-cristiana. Hay una fuerte veta de ella que informa la cultura humanista e ilustrada de la modernidad, que nos legó la abolición de la esclavitud, e hizo posible a mitad del siglo XX, la Teología Latinoamericana de la Liberación. Las protestas estudiantiles del ‘60 en Francia, Polonia, Checoslovaquia, Estados Unidos, México y Puerto Rico, contienen una veta ética que atraviesa sus prácticas y discursos en su empeño por construir una nueva sociedad y una nueva ciudadanía.
Ustedes se han colocado en esta milenaria y noble tradición humanista y política. Esta concepción de la ciudadanía se encuentra hoy en contradicción con la concepción neo-liberal de la ciudadanía, de la globalización excluyente, que promueve y auspicia los poderes económicos que quieren monopolizar el poder y la economía a favor de los ricos y los poderosos. Esos quieren desvalijar los obreros de sus trabajos y entregar el patrimonio del país a los ricos mediante las alianzas público privadas, sin el debido control del Estado en detrimento de los beneficios que el país debe recibir. Son los mismos a los que se enfrentaron los profetas hace más de tres mil años, pero ahora revestidos del lenguaje de la tecnología moderna. De nuevo se monta el mismo drama, preguntan por qué no se les hace caso, y los estudiantes, los profetas modernos, les dicen nuevamente, en nombre de la misericordia: Es que buscáis vuestro negocio y explotáis a todos vuestros trabajadores, es que ayunáis para litigio y pleito, para dar de puñetazos al desvalido.
Ustedes, estudiantes de la Universidad de Puerto Rico, sois los profetas de hoy.
Porque ustedes, los estudiantes, habéis optado a favor de los compañeros universitarios que vendrán en el futuro;
-porque habéis optado a favor de los padres y las madres que con gran sacrificio envían sus hijos a la universidad pública del país;
-porque habéis puesto el interés de los otros antes que los intereses personales;
- porque habéis hecho un sacrificio muy grande para salvar la educación universitaria pública del país;
-porque habéis dejado al descubierto las intensiones malsanas del régimen para con la Universidad;
Por todo esto, es que recibís hoy el grado honorario de ciudadano ejemplar. Bienvenidos a la gran tradición milenaria de la ciudadanía plena, la ciudadanía que debemos continuar construyendo día a día, la del mundo del futuro, la del otro mundo que es posible construir aquí.
Muchas gracias.
* El Dr. Samuel Silva Gotay es Profesor Distinguido de la Universidad de Puerto Rico en la Facultad de Ciencias Sociales en Río Piedras. Es autor de los siguientes libros, (1) El pensamiento Cristiano revolucionario en América Latina y el Caribe, Salamanca, 1981, con tres ediciones posteriores y dos traducciones, una al alemán, otra al portugués; (2) Protestantismo política en Puerto Rico: 1898-1930, San Juan, Editorial Universidad de Puerto Rico, 1997; 1998; (3) Catolicismo y política en Puerto Rico, bajo España y Estados Unidos, siglos XIX y XX; San Juan, Ed. Universidad de Puerto Rico, 2005. Actualmente trabaja en el volumen Religión y política en Puerto Rico en el periodo de la Guerra Fría: 1960-1990.
* El Dr. Samuel Silva Gotay es Profesor Distinguido de la Universidad de Puerto Rico en la Facultad de Ciencias Sociales en Río Piedras. Es autor de los siguientes libros, (1) El pensamiento Cristiano revolucionario en América Latina y el Caribe, Salamanca, 1981, con tres ediciones posteriores y dos traducciones, una al alemán, otra al portugués; (2) Protestantismo política en Puerto Rico: 1898-1930, San Juan, Editorial Universidad de Puerto Rico, 1997; 1998; (3) Catolicismo y política en Puerto Rico, bajo España y Estados Unidos, siglos XIX y XX; San Juan, Ed. Universidad de Puerto Rico, 2005. Actualmente trabaja en el volumen Religión y política en Puerto Rico en el periodo de la Guerra Fría: 1960-1990.
No es verdad que hay 3 opciones de estatus político para Puerto Rico
ResponderEliminarEl gobierno de Estados Unidos (EEUU) le ha hecho creer a muchos puertorriqueños que existen 3 opciones de estatus político para Puerto Rico. ¡Eso, no es cierto! EEUU quiere con eso poner a los puertorriqueños a pelear entre nosotros mismos. ¡Su estrategia ha sido genial! Tenemos 116 años como colonia de EEUU y la evidencia de que el 80% de los puertorriqueños salen a votar en las elecciones coloniales demuestra que la gran mayoría de nosotros todavía no nos hemos dado cuenta de ese embuste.
En realidad, solo hay una opción. ¡Eso lo dice la ley internacional a través de la Organización de Naciones Unidas (ONU)! La ONU determinó en el 1960 que el coloniaje es un crimen en contra de la humanidad. Desde entonces, la ONU le ha pedido al gobierno de Estados Unidos que inmediatamente descolonice a Puerto Rico. Eso quiere decir que el gobierno de EEUU está obligado a entregarle a Puerto Rico a soberanía que ilegalmente le quitó como resultado de su invasión militar del 25 de julio de 1898.
EEUU, hasta hoy, ha ignorado las 33 resoluciones de la ONU para descolonizar a Puerto Rico. Para esconder eso, y para aparentar ser democrático, EEUU ha querido empujarnos plebiscitos para que los puertorriqueños decidan si queremos continuar siendo su colonia, convertirnos en un estado de EEUU, o descolonizarse (independencia) como lo ha determinado la ONU.
El problema con los plebiscitos que empuja EEUU es que:
1. No cumple con la ley internacional de que una nación no puede tener una colonia.
2. No cumple que la solución de la ley internacional es que la nación que tiene la colonia tiene que entregarle su soberanía.
3. No cumple con la ley internacional en cuanto a que para decidir libremente lo que quiere un pueble, primero tiene que ser libre (descolonizado).
4. Tiene 2 opciones que va en contra de lo que un pueblo colonizado puede escoger- continuar siendo una colonia e integrarse al imperio. Solo la opción de integrase al imperio sería posible cuando la colonia primero tenga su soberanía y luego lo decida así.
Por eso, tenemos que hacer 3 protestas anualmente hasta lograr que EEUU cumpla con la descolonización inmediata de Puerto Rico.
José M López Sierra
www.TodosUnidosDescolonizarPR.blogspot.com