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sábado, 28 de agosto de 2010

“Los dueños de la palabra” y la democracia en América Latina

¿Puede existir democracia real, pluralidad política y diversidad cultural, cuando cuatro o cinco grupos empresariales controlan el negocio de las infocomunicaciones: uno de los espacios privilegiados para la producción y difusión de los contenidos ideológicos, ideas, patrones de conducta y valores que dan sentido a las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales en nuestro tiempo?

Andrés Mora Ramírez / AUNA-Costa Rica
(Fotografìa: la presidenta argentina Cristina Fernández, en la presentación del informe sobre la compra de la empresa Papel Prensa)
Los grupos empresariales de la comunicación han sido centro de atención de la opinión pública, durante la última semana, con motivo de las denuncias sobre las prácticas de concentración de la propiedad de los medios, las relaciones que mantienen con las élites político-económicas latinoamericanas, su influencia sobre los sistemas políticos, y las consecuencias que estos fenómenos tienen para la siempre inconclusa tarea de la construcción de la democracia en la región.
En Argentina, el gobierno dio a conocer un informe que establece vínculos entre los dueños de los principales diarios–Clarín, La Nación y La Razón- y la junta militar que dirigió la dictadura de finales de los años 1970 y principios de la década de 1980, para apropiarse ilegalmente de la empresa Papel Prensa, principal proveedora de ese insumo fundamental en el país suramericano. “Después de leer este informe, me quedó un sabor amargo y la certeza de que existe un poder que está por encima de la primera magistratura. Desde hace décadas que existe un poder que intenta subordinar al Estado a sus intereses. Esto lo pude ver en todo el expediente. Lamento decirle a ese poder que no seré funcional a sus intereses”[1], fueron las palabras que dirigió la presidenta Cristina Fernández en un mensaje televisivo difundido desde la Casa Rosada.
En Brasil, por su parte, el presidente Lula da Silva inauguró el primer canal sindical: la Televisión de los Trabajadores (TVT), con sede en el circuito industrial de Sao Paulo, cuna del Partido de los Trabajadores. En el acto de lanzamiento, y en el contexto de la disputa que sostienen Lula y numerosos movimientos sociales con el poderoso Grupo Globo, el mandatario afirmó: “No sería justo que en un país como el nuestro, con una democracia cada vez más sólida y madura, un sindicato o los movimientos sociales continúen impedidos de ejercer su libertad usando sus propias emisoras de TV. Queremos informar al pueblo con más imparcialidad que como está siendo informado”[2].
Y en México, los relatores de la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la ONU advirtieron que “la concentración en la propiedad y el control de los medios de comunicación limita seriamente el vigor, la diversidad y el pluralismo en el debate democrático”; además, afirmaron que “el derecho a la libre opinión también se ve coartado por la ausencia de un marco jurídico claro y equitativo en la asignación de frecuencias de radio y televisión, por la inexistencia de mecanismos de acceso a medios alternativos y por la falta de regulación de la publicidad oficial, cuyo manejo es discrecional”[3]. Comedidos, los funcionarios de esas organizaciones evitaron referirse, con nombres y apellidos, a los dueños de los grupos Televisa y TV Azteca, duopolio que controla la televisión y no pocas instancias y actores de la política formal del país.
Presurosa, la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ha salido en defensa del “mundo libre” en el que señorean sus principales asociados, alegando que, por ejemplo, en el caso argentino, lo que se ha puesto en marcha es un plan del oficialismo para asegurarse “el control de los medios”[4]. En cambio, poco o nada dice sobre las restricciones que los oligopolios de la comunicación –uno de los poderes fácticos de nuestras sociedades- imponen a la realización de algunos de los supuestos de la democracia liberal, como la participación informada de los ciudadanos y ciudadanas, con igualdad de derechos, en la discusión y decisión de los asuntos públicos; la libre difusión de las ideas y de información alternativa; o la posibilidad de elegir libremente entre opciones políticas, sin ser manipulados, desinformados o sometidos a campañas de terror mediático.
A ese sistema de medios de comunicación –prensa escrita, radio, TV, internet- e industrias culturales que ha sido estructurado en América Latina, nos hemos referido en otras ocasiones utilizando la metáfora del latifundio mediático. A los grupos empresariales que controlan este espacio cercado, los investigadores Martín Becerra y Guillermo Mastrini los llaman “Los dueños de la palabra”. Y así han titulado un libro de lectura indispensable, publicado en 2009 por Prometeo Libros, y en el que analizan –con datos del 2004- las condiciones de acceso, estructura y concentración de los medios.
Su investigación ofrece datos que permiten comprender la naturaleza de las dinámicas del conflicto entre empresarios, gobiernos y movimientos sociales, y los intereses en conflicto en aquellos países donde avanzan las iniciativas de regulación y democratización del espacio público de las comunicaciones. Veamos: en Argentina, el Grupo Clarín controla el 31% de la circulación de periódicos y el 40,5% del porcentaje de facturación, así como el 23,2% de la facturación de la TV de pago; en Brasil, el Grupo Globo controla el 16,2% del mercado de periódicos, el 56% de la facturación de la TV abierta y el 44% de la TV de pago; y por último, en México, Televisa y TV Azteca se reparten el negocio de la TV abierta con el 69% y 31,37% de la facturación, respectivamente.
¿Puede existir democracia real, pluralidad política y diversidad cultural, cuando cuatro o cinco grupos empresariales controlan el negocio de las infocomunicaciones en América Latina: uno de los espacios privilegiados para la producción y difusión de los contenidos ideológicos, ideas, patrones de conducta y valores que dan sentido a las relaciones políticas, económicas, sociales y culturales en nuestro tiempo?
Quizá solo en la democracia que se empeñan en mantener, a su medida, “los dueños de la palabra”.
NOTAS
[1]Existe un poder por encima de las instituciones”, en diario Página/12, publicado el 25 de agosto de 2010. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-151970-2010-08-25.html
[2]Lula lanzó el canal sindical”, en diario Página/12, publicado el 25 de agosto de 2010. Disponible en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-151939-2010-08-25.html, y “Lula da Silva inauguró Tv sindical”, Agencia de noticias ANSA, publicada el 24 de agosto de 2010. Disponible en: http://www.ansa.it/ansalatina/notizie/fdg/201008241244383848/201008241244383848.html
Véase además: “Lula vrs. Globo”, de Darío Pignotti, en Le Monde Diplomatique Edición Perú. Año III, número 32, diciembre de 2009. Disponible en: http://www.eldiplo.com.pe/lula-vs-globo
[3]Monopolios de medios limitan el ejercicio de la democracia”, en diario La Jornada. México DF. Publicado el 25 de agosto de 2010. Disponible en:
http://www.jornada.unam.mx/2010/08/25/index.php?section=politica&article=005n1pol
[4]Se agudiza enfrentamiento político en Argentina”, en diario La Nación. San José, Costa Rica. Publicado el 26 de agosto de 2010. Pág. 25A.

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