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sábado, 30 de octubre de 2010

Atitlio Borón: “los procesos políticos de cambio en América Latina o se profundizan o la restauración conservadora es inevitable”

Para el politólogo argentino, la lucha emancipadora tiene que ser continental y debe avanzar simultáneamente en procesos integracionistas como la ALBA, Unasur, el Banco del Sur, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe.
Fernando Arellano / Cronicon.net y Rebelion
La advertencia es categórica: o se profundizan los cambios en aquellos países de gobiernos progresistas en América Latina o la derecha con la complicidad y el apoyo de Washington retomará el poder para imponer su modelo represivo en lo político, y neoliberal en lo económico. Así analiza la coyuntura sociopolítica de la región el destacado sociólogo y politólogo argentino Atilio Boron.
En el desarrollo de dos charlas que dictó durante el Encuentro Internacional de Economía Política y Derechos Humanos, organizado por la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo de Buenos Aires y que recoge en esta síntesis el Observatorio Sociopolítico Latinoamericano (http://www.cronicon.net/ ), Borón hizo un pormenorizado análisis de la situación política del hemisferio, sus escenarios, las amenazas que enfrentan los gobiernos progresistas, y planteó una agenda para un proyecto transformador en las naciones latinoamericanas.
La lucha emancipadora tiene que ser continental, dijo, y recomendó simultáneamente avanzar en procesos integracionistas como la ALBA, Unasur, el Banco del Sur, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe.
Una independencia con mucha dependencia
Con la autoridad académica que lo caracteriza, este científico social señaló que el proceso del bicentenario de la independencia de las naciones latinoamericanas es inconcluso y que uno de los mayores obstáculos es el imperialismo norteamericano con sus aliados locales, los grupos dominantes criollos.
“La lucha por la igualdad y la democracia es muy demorada. Es una independencia con mucha dependencia, no obstante que los avances en materia de resistencia a las políticas neoliberales en varios países de la región son muy positivos”, acotó.
Su condición de observador político, catedrático universitario y analista de la realidad socioeconómica de América Latina le permite tener una visión muy certera de los fenómenos sociales que vienen suscitándose a lo largo y ancho del continente. Ph.D. en Ciencia Política de la Universidad de Harvard, Magister en Ciencia Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de Santiago de Chile, y Licenciado en Sociología con diploma de honor de la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires, Borón cuenta además con una amplia experiencia como docente. Desde 1986 está vinculado con la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), de la cual fue su vicerrector, es Investigador Superior del Consejo Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Argentina (CONICET). Entre 1997 y 2006 se desempeñó como secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), ha sido profesor visitante de varias universidades del mundo (entre ellas, Columbia, MIT, UCLA) y actualmente se desempeña como director del PLED, el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Autor de varios libros, entre los cuales se destaca "Imperio e Imperialismo", que obtuvo en 2004 el Premio honorífico de ensayo Ezequiel Martínez Estrada de Casa de las Américas. Por su acuciante actividad investigadora y sus profundos análisis de la realidad latinoamericana, en julio de 2009 le fue concedido el Premio Internacional José Martí por parte de la UNESCO.

La batalla de las ideas es fundamental
En la guerra de los pueblos contra el neoliberalismo y la hegemonía norteamericana, Borón recuerda lo que dijo José Martí: “De pensamiento es la guerra que se nos libra; ganémosla a fuerza de pensamiento.” Es decir, dirigir esta guerra con criterio político es el único modo de ganarla, por eso, agrega, “la batalla de las ideas es fundamental para enfrentar la dominación ideológica, el control monopolista de los medios de comunicación y de las escuelas de economía”.
Pero al mismo tiempo, dice, se debe lograr coordinar la resistencia social para dar la batalla contra el capitalismo. “Los movimientos sociales y las fuerzas populares no pueden dar una lucha local, parcial y parroquial, sino que es necesario concretar una coordinación mundial de todas las resistencias a lo largo y ancho de todos los continentes”, explica.

Lo cierto, colige, es que frente a la crisis de civilización que enfrenta la humanidad, “el mundo no resiste un siglo más de explotación capitalista, porque sostener un sistema consumista como el que practica es insostenible”.
Cuatro realidades sociopolíticas en Latinoamérica
Dentro del contexto latinoamericano, Boron sostiene que claramente se pueden determinar cuatro realidades sociopolíticas:
1. Cuba constituye la excepción en el continente; una revolución triunfante que ha construido un Estado de nuevo tipo y una sociedad no capitalista.
2. Venezuela, Bolivia y Ecuador, cuyos gobiernos impulsan un proyecto radical de transformación social, política y económica pero aún en medio de un Estado capitalista y una sociedad burguesa. No hay solución dentro del capitalismo, es la convicción de estos gobiernos, algo que los distingue de los del siguiente grupo.
3. Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, países gobernados por líderes de centroizquierda que no ponen en cuestión la ruta del capitalismo. Su acento está en el impulso de programas de amplio calado social y en un cierto posicionamiento internacional que, en ciertas circunstancias puntuales, los convierte en socios privilegiados de Venezuela, Bolivia y Ecuador.
4. Países gobernados por la derecha: México, Colombia, Chile y Perú, que mantienen y defienden el modelo neoliberal y son obsecuentes con los dictados de Washington.
Amenazas para el proceso de transformación
Borón es reiterativo en que el principal obstáculo para el desarrollo socioeconómico de los pueblos de América Latina es la hegemonía norteamericana y sus aliados, las oligarquías locales que por proteger sus intereses tienen espíritu de cipayo.
A ello hay que agregar los gobiernos obsecuentes de Washington que en Latinoamérica son una piedra en el zapato para la integración regional como los de México, Colombia, Chile y Perú.
Con estos socios, el Departamento de Estado y el Pentágono dirigen su acción hacia “el control exclusivo de la gran cuenca amazónica, el corazón latinoamericano que alberga grandes riquezas en materia de petróleo, gas, minerales estratégicos, agua, biodiversidad y potencial alimentario”, sostiene este politólogo argentino.
Paraguay bajo ocupación
Además, Borón viene alertando sobre las acciones de ocupación que está desarrollando el gobierno norteamericano en Paraguay, sin que haya logrado despertar la suficiente solidaridad y compresión de la región respecto a lo que está ocurriendo en este país.
“Paraguay está ocupado administrativamente por Estados Unidos; sus agentes torpedean al gobierno de Fernando Lugo y han logrado parar en el Congreso de esta nación el ingreso de Venezuela a Mercosur, que es un proyecto de integración política y económica incompatible con los intereses a largo plazo de Washington”.
En efecto, explica Borón, “el gobierno de Lugo es un inaceptable estorbo para los designios estadounidenses en la región. Si bien hasta el momento Lugo se ha cuidado de mantener muy cordiales relaciones con la Casa Blanca y ha consentido el irritante protagonismo de la embajada en los asuntos internos del Paraguay, un amplio espectro del establishment estadounidense lo percibe con mucha aprensión y lo sataniza como el peligroso bienhechor que, a pesar suyo, puede convertirse en el catalizador de procesos políticos mucho más radicales, al estilo de los que existen en la vecina Bolivia o en el más lejano Ecuador. En las afiebradas alucinaciones de los halcones del Pentágono y el Departamento de Estado, Lugo aparece como una suerte de Kerensky tropical que al igual que su predecesor ruso terminará abriendo la puerta a una insurgencia plebeya de incalculables proyecciones y grávida de serias repercusiones en la geopolítica regional. Esto es así porque Paraguay ocupa un lugar privilegiado para cerrar, desde el Sur, el anillo de bases militares que rodea la gran cuenca amazónica, fuente de toda clase de recursos energéticos, biodiversidad, minerales estratégicos y agua, sobre todo agua. Esa es la razón por la que dos bases ya se han instalado en ese país, en Pedro Juan Caballero y en Mariscal Estigarribia”.
Agenda para un proyecto de transformación
No obstante las múltiples amenazas de Washington y de sus lacayos en el hemisferio, Boron considera que la vía para seguir avanzando en los procesos reformistas y de emancipación está en su profundización.
Por eso su advertencia: “Los procesos políticos de cambio en América Latina o se profundizan o la restauración conservadora es inevitable”.
En ese sentido, el desafío de los gobiernos progresistas es mostrar resultados concretos en reformas sociales, políticas y económicas, por lo cual este politólogo se permite plantear una agenda de temas para un proyecto transformador América Latina que, a manera de enunciado, comprende:
- Repudiar y anular la deuda externa.
- Modificar los regímenes tributarios regresivos, condición necesaria para la reconstrucción del Estado destruido por las políticas neoliberales.
- Profundizar la distribución del ingreso.
- Volver a convertir en bienes públicos derechos esenciales como la salud, la educación, la vivienda, la seguridad social, la recreación.
- Recuperar los recursos naturales.
- Avanzar en los procesos de integración supranacional.
- Impulsar nuevas formas de democracia participativa, que supere las formas arcaicas de la democracia liberal.
No se trata de imponer un esquema uniforme, un modelo único de cambio, porque cada país tiene sus particularidades, sus tradiciones políticas y sus propios métodos para acometer las reformas. Parafraseando el poema de Antonio Machado, Borón concluye diciendo: “militante, no hay modelo, se hace el modelo al andar”.

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