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sábado, 27 de noviembre de 2010

Nuestra América es un aula

Nuestra América es un aula, estos son tiempos de ensayos. De ensayos como escritura y como práctica pedagógica política. La tarea es romper las cadenas culturales, o dicho de otro, descolonizar nuestra formación.
Carla Wainsztok / Especial para CON NUESTRA AMÉRICA
Desde Buenos Aires

Desde que el presidente Chávez asumió la presidencia allá por finales de los noventa en Venezuela, el continente latinoamericano se ha sacudido, se ha despertado. Como diría José Martí, los pueblos necesitan conocerse. Los pueblos, decimos nosotros, comienzan a reconocerse.
Conocer y reconocer son actividades pedagógicas-culturales. Para conocer y reconocernos es necesario recuperar los relatos de nuestros pueblos. Por ello una tarea imprescindible es la escritura de los manuales de las historias de Indoamérica, urge producir textos de las pedagogías latinoamericanas, necesitamos promover libros de filosofía, de sociología de Nuestra América. Invito al lector o lectora como tarea para el hogar que ingrese a una librería y pregunte por estas obras.
Debemos recordar que la colonización en nuestro continente es doble: expoliación económica y colonización cultural. Por ello, las instituciones educativas y los libros que se leen en ellas son en su gran mayoría eurocéntricos. Se afirma que se enseña Filosofía y es filosofía europea; se dice que se aprenden Historia Universal y es historia europea.
No negamos para nada el pensamiento de otros tiempos y otros espacios, hacerlo nos volvería necios. Pero sí conviene recordar que nuestro norte es el Sur, debemos aprender con Jauretche a pensar en nacional y en latinoamericano, o como afirmaba el compañero Martí: Injértese en nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras repúblicas.
La tarea es romper las cadenas culturales, o dicho de otro modo, descolonizar nuestra formación.
Descolonizar la formación docente en todo el continente laborioso es imprescindible. Para ello hay que hacer un arqueo cultural, revisar los mitos liberales pedagógicos y armar una Galería de Maestros/as Latinoamericanos.
Desde los inicios de la Independencia hubo grandes pedagogos que se merecieron estar en la Galería, pero hubo uno a quien no lo consideramos como se dice comúnmente objeto de estudio o tema de enseñanza; hubo uno a quien lo llevamos en nuestro corazón, uno a quien sencillamente amamos. Simón Rodríguez, el maestro de Bolívar. Él decía que en los niños pobres está la Patria que es otra manera de afirmar, más escuelas, más notebooks, más igualdad educativa.
No sería justo olvidarnos de Paulo Freire y de sus pedagogías de los oprimidos, ese concepto inclusor oprimido/a tan propio de Nuestra América Latina que demostraba que había otras categorías que nos dejaban afuera de la historia.
Para el patriota Salvador Allende, precisábamos Escuelas Fronterizas y una Universidad Latinoamericana que integre, desarrolle y difunda el pensamiento creador de nuestro continente.
Decía el filósofo Spinoza, que el amor es alegría, el odio es tristeza y la esperanza una alegría intermitente.Una docencia latinoamericana implica alegría, esperanzas de compartir la construcción de la Patria Grande. Con todas y todas, no para formar ciudadanos/as, sino para formar pueblos.
La docencia es una apuesta, no hay obra terminada, no hay proyecto acabado, hay sueños, hay la construcción de una comunidad de pensamiento. Una comunidad nuestroamericana de pensamiento.
Nuestra América es un aula, estos son tiempos de ensayos. De ensayos como escritura y como práctica pedagógica política. Nuestra América cabe en un aula, en un aula bonita, profunda y llena de nombres propios.

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