La derecha política y la derecha religiosa están en campaña. Esta es la derecha que poco o ningún interés ha tenido por la defensa de los derechos humanos, importándole, más bien, lo que un teólogo puertorriqueño ha denominada las grescas que acontecen al sur del ombligo…
Dr. Darío López Rodríguez* / Para Con Nuestra América
Desde Lima, Perú
(Fotografía: el candidato presidencial Pedro Pablo Kuczynsky)
Las últimas encuestas indican que la estrategia proselitista de la derecha política y de la derecha religiosa peruana parece estar teniendo resultados que, hasta hace dos semanas, parecían serle bastante esquivos. Hasta hace poco, los candidatos “naturales” de este sector de la política peruana que siempre han gobernado el Perú, ahondando las desigualdades y exprimiendo al Estado en beneficio propio, no lograban encantar al electorado.
Es interesante observar que esta suerte de reposicionamiento político ha traído consigo la emergencia de nuevos liderazgos religiosos insertados estratégicamente en diversas tiendas políticas marcadas por un claro conservadurismo ideológico. Pero, la estrategia más importante, evidenciada en la presente campaña electoral, lo constituye la construcción de un líder político revestido de la imagen del candidato outsider, cuyo discurso legitima aquellos valores morales y apuestas ideológicas que la derecha religiosa y política han abrazado históricamente. Al respecto, columnista del Diario El Comercio, Juan Paredes Castro Sostiene lo siguiente:
“Es cierto que Alberto Fujimori fue el “outsider” más completo que hemos tenido hasta hoy frente a la política tradicional peruana, a la que, de paso, combatió mucho. Fue Fujimori tan exterior, tan ajeno y tan intruso respecto del sistema institucional constituido, que la historia lo registra así. Sin embargo, hay una clase de “outsider” que emerge y se mueve contradictoriamente desde dentro de la política tradicional, en este caso peruana y latinoamericana, y que se distingue por ser visto, desde afuera, como si no perteneciera a ella. Esa clase de “outsider”, como ha salido de la boca del lobo, forma parte de la política tradicional pero es al mismo tiempo un cuerpo extraño a ella. Son los casos de Luis Castañeda y Pedro Pablo Kuczynsky. El primero, más conocido como un gerente exitoso. El segundo, como un economista de calificadas performances… El “outsider” Kuczynsky aparece de pronto con signos expectantes de crecimiento que podrían llevarlo a la segunda vuelta, si es que se produce un fuerte disloque en las preferencias ciudadanas del momento… Kuczynsky es un “outsider” que viene galopando desde las entrañas de un espectro partidario variopinto que en la campaña electoral es prácticamente inexistente. Las siglas PPK opacan cualquier retaguardia estructurada suya. Con una diferencia importante: “outsider” y todo, su candidatura no representa una aventura” (El Comercio, 20 de marzo del 2011, p. a9).
¿Puede ser considerado un outsider alguien que desde hace tres décadas ha estado activamente involucrado en la vida política, que ha sido varias veces y en distintos gobiernos ministro de Estado, y que ha tenido que diseñar, proponer y ejecutar políticas públicas? El señor Pedro Pablo Kuczynski no es, ciertamente, un outsider. Ese es el cuento que la derecha política y la derecha religiosa quieren vendernos como mercancía novedosa, colocándolo una etiqueta nueva y aplicando un buen marketing político. Sin embargo, debemos reconocer que la jugada política (¡una buena jugada política, por cierto!) parece estarles dando los resultados que ellos mismos no calculaban ni en el mejor de sus sueños.
El candidato de la derecha política y religiosa, las transnacionales y los intereses norteamericanos, Pedro Pablo Kuczynski, está peleando los primeros lugares y tiene muchas posibilidades de pasar a la segunda vuelta con la ayuda de todo el aparato mediático, económico y religioso que la derecha tiene de su lado. Y si pasa a la segunda vuelta, para competir con un candidato que no cuenta con la simpatía de la derecha y que será atacado por todos los frentes como ya viene sucediendo, tendrá el apoyo incondicional de los sectores sociales acostumbrados a controlar el poder político y económico con la anuencia de una religión y de religiosos instrumentales al sistema.
La derecha política y la derecha religiosa están en campaña. Esta es la derecha que poco o ningún interés ha tenido por la defensa de los derechos humanos, importándole, más bien, lo que un teólogo puertorriqueño ha denominada las grescas que acontecen al sur del ombligo, es decir “asuntos relativos a la educación sexual, el síndrome de inmunodeficiencia adquirida, el embarazo de adolescentes, el aborto, la disponibilidad de medios anticonceptivos, las tiendas de artículos pornográficos” (Luis Rivera Pagán, Fe y Cultura en Puerto Rico, CLAI: Quito, 2002, p. 58).
Poco a nada le importa a este sector de la derecha el legítimo derecho que tienen los pueblos originarios a poseer la tierra de sus ancestros y difícilmente aceptaría que se le imponga un impuesto a las ganancias excesivas de las compañías mineras. En la agenda política de este sector está marcadamente ausente la justa demanda que exige que los pobres y los excluidos tengan una educación de calidad, vivienda y trabajo dignos, el respeto a la jornada laboral de ocho horas y los beneficios sociales a los que todos los ciudadanos tienen derecho.
El outsider manufacturado por la derecha, pase o no pase a la segunda vuelta, le garantiza mínimamente una bancada respetable en el próximo Congreso, con capacidad de negociación política y con suficiente peso a la hora de votar para no permitir que se realicen cambios en la política económica o que se aprueben leyes favorables a los sectores sociales históricamente marginados y excluidos del país. En otras palabras, la derecha y sus eventuales aliados tendrán una amplia mayoría en el próximo Congreso, y los peruanos de a pie seguiremos viendo cómo la desigualdad social, económica y religiosa, se ahonda en el Perú.
Lima, 02 de abril del 2011
Saludos. La cita de "las grescas que acontencen al sur del ombligo" no es una cita de un teólogo puertorriqueño. La cita es de Luis Rafael Sánchez, escritor puertorriqueño homosexual. Solo esa aclaración. Saludos.
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