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sábado, 18 de junio de 2011

Los dilemas de la resistencia hondureña

Si la resistencia quiere darle perspectiva al gran movimiento desatado por el entusiasmo generado por el Zelaya gobernante y la indignación generada por el Mel derrocado, tendrá que crear un camino consistente que la lleve de nueva cuenta a ser gobierno.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América

Desde Puebla, México

El domingo 26 de junio de 2011 se celebrará en Honduras la Asamblea Nacional del Frente Nacional de Resistencia Popular. Ha sido precedida dicha asamblea de la reunión de la Coordinación y Comité Político del FNPR celebrada el 10 de junio recién pasado. Tanto este evento como el que se celebrará próximamente han sido marcados por la presencia del Coordinador del FNRP, José Manuel Zelaya Rosales, líder indiscutible del vasto movimiento social y político que se ha venido gestando en Honduras desde hace aproximadamente cinco años.

El movimiento de masas más palpitante de Centroamérica y uno de los más notables de la América Latina de hoy discutirá posibles alternativas a buena parte de los dilemas que hoy se presentan en el contexto del regreso a su patria de Mel Zelaya. El primero de ellos lo tiene el propio Zelaya. Figura conspicua del Partido Liberal, su movimiento va mucho más allá de dicho partido por lo que pensar en la lucha política encasillada en el mismo sería mutilar significativamente a dicho movimiento. Por otra parte no es posible soslayar que buena parte de la base del FNRP procede de las filas del liberalismo y que la lucha por conseguir la mayoría electoral atraviesa por la negociación con las diversas tendencias liberales, excepto aquellas que fueron beligerantemente golpistas, como las que encabeza Roberto Micheletti. ¿Abandonará Zelaya el Partido Liberal como se lo demanda el sector más beligerante del movimiento? ¿O bien caminara entre dos aguas como lo ha anunciado al declararse “liberal y socialista”?

Otros dilemas han sido dejados atrás por el propio curso de los acontecimientos. Por ejemplo durante los seis meses que siguieron al golpe, el sector más radical de la resistencia hondureña consideraba que se estaba desperdiciando el momento para desatar una insurrección que condujera a la resistencia al poder. Una insurrección atraviesa por un acopio significativo de armas, una decisión de amplios sectores del pueblo de enfrentarse violentamente al poder establecido y de una fractura significativa del ejército gubernamental. Hasta donde puedo ver ninguna de esas condiciones existían en Honduras.

Acaso el dilema más importante de la resistencia hondureña en el momento actual es con respecto a la Asamblea Constituyente. En este asunto el heterogéneo movimiento que es la resistencia se ha expresado en tres tendencias. Una tendencia vería el proceso constituyente como algo reducido a los partidos políticos tradicionales y sin una mayor participación de los amplios sectores populares que le ha dado vida a la resistencia. La tendencia del “espacio refundacional” ve el proceso constituyente como “autoconvocado”, como proceso de educación política y organización de amplios sectores populares y como una vía para tomar el poder. Una tercera tendencia coincidiría en la necesidad de educación y organización de los de abajo pero se manifiesta escéptica de que un proceso constituyente auto convocado tuviera efectos vinculantes porque se haría sin el concurso de todas las fuerzas políticas hondureñas y esto incluye a la derecha.

Otro dilema se refiere al proceso electoral de 2013. ¿Es este proceso electoral la prioridad del FNPR o es el proceso constituyente auto convocado que decidió la Asamblea Nacional de febrero pasado? Podría pensarse que ambos procesos no son excluyentes pero es realista dudar si coinciden los tiempos políticos para hacerlos. El “espacio refundacional” insiste que deben mantenerse las condiciones para la participación electoral del FNRP acordadas en la Asamblea Nacional antes mencionada: retorno de Zelaya, la auto convocatoria de la Asamblea Constituyente y una nueva ley electoral.

Seguramente Zelaya que convalidó estas decisiones ahora lo esté repensando. Como político educado en la realpolitik, sabe que las coyunturas electorales suelen ser volátiles. ¿Estarían en 2017 las mismas condiciones que se observan ahora y de cara al 2013?

Resulta evidente que si la resistencia quiere darle perspectiva al gran movimiento desatado por el entusiasmo generado por el Zelaya gobernante y la indignación generada por el Mel derrocado, tendrá que crear un camino consistente que la lleve de nueva cuenta a ser gobierno.

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