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sábado, 25 de junio de 2011

Los EE.UU. y los organismos financieros internacionales cada día más amables con Centroamérica

Los Estados Unidos, principal mercado y, por lo tanto, origen final de todos el tráfico de drogas, trasladó el combate frontal contra las organizaciones criminales que controlan el narcotráfico al sur de su frontera.

Rafael Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica

rafaelcuevasmolina@hotmail.com

La geografía centroamericana ha determinado, en muy buena medida, el destino de este trozo de tierra que se extiende desde Colombia hasta México. Ha sido puente en el que especies de fauna y flora de las dos masas continentales del norte y del sur encuentran un límite o continúan, metamorfoseadas, hacia el otro lado del continente. La depresión del Gran Lago de Nicaragua, por ejemplo, pone fin a los extensos y olorosos bosques de pinos que caracterizan las tierras altas de México, Guatemala y Honduras que, en la actual Costa Rica, no existen.

Por esta tierra estrecha transitaron las tribus nómadas que provenían de las estepas de Mongolia Central hace unos 10 o 15 mil años, y que paulatinamente fueron poblando esta tierras después llamadas Nuevo Mundo o América. Algunos de ellos se establecieron aquí y construyeron, a través de los siglos, civilizaciones impresionantes como la maya o la olmeca, cuyos rastros pueden verse aún en sus ciudades maravillosas en medio de la selva y en sus descendientes contemporáneos que hoy, como el resto de sus congéneres en otras partes del continente, ocupan los estratos más bajos de la pirámide social.

Cuando llegaron los europeos, obsesionados como estaban por encontrar rutas expeditas de navegación que permitieran sacar las riquezas que se saqueaban de nuestras tierras, se encontraron con que en el Estrecho del Darién, en donde ahora es Panamá, el continente se hacía tan delgado que se podía transitar del Océano Pacífico al Atlántico en solo una semana.

Desde entonces, Centroamérica quedó marcada por su destino de istmo, es decir, de espacio de tierra entre dos océanos, dejando de lado su condición de puente, es decir, de lengua terrestre que une a las dos masas continentales del norte y del sur. Por esa razón, durante la época colonial y sobre todo después, ya en el período republicano, la construcción y control de un paso entre las dos masas de agua se transformó en objetivo de las grandes potencias.

Como era de esperarse, por la cercanía de la región con ellos, y por el ímpetu que traían en su ascenso, en la disputa por el control de ese paso salieron gananciosos los Estados Unidos de América. Tanto Panamá, en donde se construyo un canal, como Nicaragua, en donde existía la posibilidad de construir otro utilizando el río San Juan y el Gran Lago de Nicaragua, vieron signada buena parte de su vida como naciones por esa condición de su geografía: Panamá accedió a su conformación como nación independiente al separarse de Colombia respaldada por los Estados Unidos que estaban urgidos por construir el canal. Nicaragua sufrió la presencia de las tropas norteamericanas desde 1912 y solo se fueron, en 1934, cuando pudieron dejar a una guardia pretoriana que vigiló celosamente sus intereses hasta 1979, cuando el Frente Sandinista de Liberación Nacional le hizo morder el polvo.

Hoy, sin embargo, la condición de puente de Centroamérica vuelve a estar en la palestra. En efecto, colocada entre el lugar en donde se produce la materia prima para la elaboración de algunas de las drogas más potentes, y el más grande mercado de ellas en el mundo, miles de toneladas del polvo blanco cruza de sur a norte en lanchas, submarinos, camiones, automóviles, personas, aviones, avionetas, helicópteros, etc. La avalancha es solamente comparable con las fabulosas ganancias que terminan proporcionando.

Es tan grande el problema que le crea su condición de puente de la droga, que los Centroamericanos identifican sus consecuencias, en primer lugar la violencia, como el principal flagelo que los aflige. Los Estados Unidos, principal mercado y, por lo tanto, origen final de todos ese tráfico, trasladó el combate frontal contra las organizaciones criminales que controlan el narcotráfico al sur de su frontera. La situación de México es el ejemplo más claro de esto, pero en situación parecida se encuentra los países centroamericanos que ven crecer exponencialmente las consecuencias de esa verdadera guerra en sus territorios.

Entre el 22 y el 23 de junio, se realizó en Guatemala la Conferencia Internacional de Apoyo a la Estrategia de Seguridad de Centroamérica, a donde asistieron más de 40 países. Según datos del diario La Nación de Costa Rica, como resultado de la reunión “las autoridades garantizaron el acceso a $2.000 millones, pero cerca del 75% de ese monto corresponde a fondos ofrecidos en calidad de préstamo. Por ejemplo, el Banco Mundial puso a disposición $1.000 millones y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) $500 millones. La ayuda mediante donación es menor: Estados Unidos ofreció $40 millones que se sumarán a los $260 millones que inyectará este año al Istmo; Australia donará el equivalente a $25 millones en un plazo de tres años y Alemania completará proyectos por varios millones de euros. Otras naciones ofrecieron capacitación, logística y becas.”

Es decir, endeudarnos hasta el cuello para resolver un problema que el causante principal es nuestro vecino del norte.

Mejor no me ayudes, compadre.

1 comentario:

  1. Dado que Guatemala está a la vuelta de otro proceso electoral, el tema de inseguridad y violencia por narcotráfico hace palidecer cualquier problemática de carácter estructural como la que provoca tanta pobreza, hambre e injusticia social.
    Así, ahora el discurso que venden los canditados a la presidencia de los distintos partidos, concluyen de la forma más irresponsable que el problema se debe a que debido a los Acuerdos de Paz se debilitó el ejercito de Guatemala y toda la institucionalidad de seguridad. Por lo tanto, la salida será modernizar e invertir en el el ejército, rearmándolo e incrementando sus efectivos.
    Ellos olvidan (por ignorancia o conveniencia) que hoy más que nunca el ejercito es la fuente no solo del amparo y la impunidad de los narcotraficantes, sino también de las fuerzas paramilitares que están a su servicio. Los "Zetas" están infestados de kaibiles, de militares de alta y de baja, etc.
    Será un negocio redondo que el ejército se arme y reciba el mandato de combatir a aquellos a quienes proteje. Ni que decir de la DEA...

    Será nuevamente una guerra en la que nosotros pondremos los muertos, mientras que millones de gringos viajan en su alucinante y macabra felicidad después de cada inhalación de coca.

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