Lo que ha salvado a Brasil es el agronegocio y principalmente la exportación de commodities a China. Esto enseña que las alianzas del gobierno van a estrecharse más con los terratenientes, que con el movimiento social. Aquí, encontramos el desafío: ¿si en China no hubiera crecimiento económico suficiente para alimentar la necesidad de Brasil y del mundo, qué pasaría?
Venancio Guerrero* / Especial para Con Nuestra América
Desde São Paulo, Brasil.
La economía brasileña ha crecido a tasa de 2,7% en 2011, distinta del 7,5% en 2010. Al mismo tiempo, China amenaza crecer menos, como a 7,5%. En la misma semana, Dilma Rouseff (presidenta brasileña) y Ángela Merkel (Primer Ministra de Alemania) discuten sobre el proteccionismo brasileño. Aquí está amenazada la salida de los Estados Nacionales a la crisis económica mundial, lo que puede profundizar crisis políticas regionales.
Después de noviembre de 2008, hubo diversos intentos para salir de la crisis. Los países de la tríada hegemónica, Japón-Estados Unidos- Europa (principalmente, Francia, Alemania, Inglaterra y países bajos) han aceptado los emergentes, China, Brasil, Rusia e India entre las mesas de discusiones sobre la coordinación de la economía mundial, el G 20.
Desde entonces, el motor del crecimiento mundial fueron los emergentes. El Estado Brasileño ha intervenido en la economía, desde proyectos de habitación, reducción de impuestos, hasta una gran ayuda del Banco Nacional de Desenvolvimento Social (BNDES) - un Banco del Estado de Brasil -, al capital privado. Esos ejes, fueron centrales para la expansión en 2010. Pero también para la elección de Dilma Rouseff como sucesora Lula.
Esa política fue vista desde afuera como la Izquierda Progresista en el poder, o sea, la formula viable de alternativa a la tríada hegemónica, principalmente en contra a Estados Unidos. Varios países y procesos políticos tienen la estrategia de Lula como su referencia. Sin embargo, la visión del neodesarrollismo brasileño como una estrategia de alternativa antiimperialista de izquierdas, que buscan construir otra sociedad justa, viene mostrándose fallida. Por algunas razones fundamentales:
Sus políticas sociales no cambian profundamente al sistema de desigualdad propio de Brasil. Son políticas compensatorias que generan inclusión por el consumo, pero mantienen la desigualdad de acceso a la tierra, vivienda, educación y salud. Además de mantener al mercado de trabajo con altas jornadas y rotación de trabajadores.
El Plano Minha Casa Minha Vida, de construcción de viviendas, que fue unos de los ejes de la recuperación económica, no ha resuelto el problema de déficit habitacional. Bien como, ha creado una especulación inmobiliaria que ha valorado los precios de casas e alquileres, generando, todavía, más desigualdad y periferias. Pues, barrios que eran periféricos y baratos, se hicieron caros, los pobres han tenido de mudar para más lejos, todavía. La síntesis del plano refleja el problema de la estrategia de izquierda capitalista. Pues, los fondos para habitación son liberados para el capital inmobiliario elegir como, donde, y cual el precio del terreno, la construcción y vivienda.
El neodesarrollismo viene enseñando sus llagas sociales. Ese año, en Brasil están ocurriendo luchas dentro de ese mismo contexto, muchas veces generadas por esas políticas. Más de 9.000 familias fueran desalojadas de sus casas, en el Estado de São Paulo. Aquí, eran personas que ocupaban un terreno de un especulador (procurado por la policía internacional). Como ahora, el mercado inmobiliario necesita de terrenos y de personas para demandar casas, lo mejor era quitarlos de sus casas. El gobierno dijo que era en contra al desplazamiento de las familias hecha por el Gobernador del Estado de São Paulo, Geraldo Alckmin, pero no hizo nada para cambiar.
También, el pacto con el agronegocio viene enseñando la faz conservadora del gobierno Lula. Hay desplazamientos de comunidades indígenas por los terratenientes en todo Brasil, por el agronegocio de soya y caña-de-azúcar. En el Estado de Mato Grosso do Sul, la etnia Guaraní-Kaiowá está sufriendo un verdadero genocidio. Sin, contar los árboles y animales, la naturaleza en general, que son desplazadas por los terratenientes y por los proyectos de presas, desalojase su existencia. Sectores del agronegocio reciben fuerte ingresos del gobierno y son estratégicos para el crecimiento económico.
Pero el principal problema del modelo neodesarrollista es su creencia en poder controlar al capitalismo, buscando pequeños avances en el proceso de llegar a “otra sociedad justa”. Para eso es necesario mantener su estabilidad, crecer y lograr mantener altos el empleo y el presupuesto del Estado.
Aquí hay otro error en las evoluciones de la estrategia del Partido de los Trabajadores, la cual señala una confrontación entre Brasil y países de la tríada, principalmente en contra Estados Unidos.
Para esos países, Brasil es estratégico, dependen de él para superar la crisis. Esa apuesta es tan grande, que los inversionistas trajeron una lluvia de capital especulativo, que genera inversiones y liquidez para todos los mercados crecieren arriba de lo que de hecho sostienen en demanda efectiva. Por tanto, hay una burbuja que está por explotar. Eso amenaza al proyecto de desarrollo interno del PT y de Lula: la estrategia de construir una alternativa política al capitalismo y neoliberalismo por el propio capitalismo.
Brasil ha crecido poco por varias razones: 1) La crisis mundial es más fuerte que las políticas económicas naciones de los Estados. El crecimiento de los emergentes no logra superarla y generar demanda suficiente para hacer girar la economía mundial, o sea, la disminución de las exportaciones brasileñas han tenido impacto internamente. La industria fue la que menos ha crecido 2) La inflación ha amenazado explotar, el gobierno ha sacado las viejas formulas del neoliberalismo y ha cortado presupuesto público 3) El crecimiento por el consumo se basa también en el endeudamiento de las familias brasileñas, el año de 2011 ha tenido muchas deudas impagables, con eso ha crecido la tasa interés al consumidor. Si no fuera la euforia de consumir por consumir basada en el optimismo en la economía brasileña y la política de disminución de impuestos a los bienes durables, habría una caída más fuerte del crecimiento del consumo.
Lo que ha salvado a Brasil es el agronegocio y principalmente la exportación de commodities a China. Esto enseña que las alianzas del gobierno van a estrecharse más con los terratenientes, que con el movimiento social. Aquí, encontramos el desafío: ¿si en China no hubiera crecimiento económico suficiente para alimentar la necesidad de Brasil y del mundo, qué pasaría?
Recientemente, David Harvey, economista inglés, estuvo en Brasil, y ha hecho una observación sobre China: Que su crecimiento esta alimentado por inversiones que pueden no tener mercado. El Estado produce casas, infraestructura, predios, pero espera que después de hacerlos, aparezcan los demandantes. ¿Y si no?
Por otro lado, los países mantienen su guerra muda de depreciar sus monedas y cerrar su comercio. Más dudas que respuestas: ¿Esa guerra puede venir a abrirse? ¿Será que no van a producir más movimientos como lo de la Rusia de cortar el gas de los europeos? ¿Van aparecer más terroristas de Noruega? ¿Hasta cuando la izquierda va a creer en el capitalismo?
*Venâncio Guerrero es economista y militante de movimientos populares en Brasil. Es editor del blog: ANTES DA TEMPESTADE (http://antesdatempestade.wordpress.com/)
correo: venancio.guerrero@yahoo.com.br
Creo que en los últimos años Brasil ha crecido muchísimo desde todo punto de vista. He estado viviendo en dicho país pero desde hace un año me mude a un alquiler de casas en Montevideo con el que estoy muy conforme por la buena presidencia que ha hecho Mujica
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