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sábado, 31 de marzo de 2012

Las colonias del siglo XXI

Entre paraísos fiscales y bases militares, los enclaves coloniales británicos en todo el mundo han sido centro de controversias internacionales. Malvinas podría ser la punta de lanza para la discusión se su situación. Dónde están y cómo funcionan las colonias modernas de la Corona.

Redacción Marcha (www.marcha.org.ar)

De los 16 enclaves coloniales que aún persisten en el mundo, 11 están bajo la órbita del Reino Unido, incluidas nuestras Islas Malvinas. Para los británicos se trata de 'territorios de ultramar'; según la ONU son 'territorios no autónomos' y están en el centro del debate del Comité de Descolonización, creado para resolver los casos de estos 'países sin gobierno propio', como los define el artículo 73 de la Carta de las Naciones Unidas en 1946. Además de Malvinas, el Reino Unido administra la economía y las relaciones internacionales de Anguila, a 240 km de Puerto Rico; Bermudas, en el Atlántico Norte; Gibraltar, en la península Ibérica; Islas Caimán, al noroeste de Jamaica; Islas Turcas y Caicos, al norte de Haití; Pitcairn, en la Polinesia; Islas Vírgenes Británicas, al este de Puerto Rico; Montserrat, al sudeste de Puerto Rico; Santa Elena, isla al oeste de la costa africana, y Tokelau, en el Océano Pacífico Sur.

En la mayoría de los casos se trata de pequeños archipiélagos o islas que juntas no llegan a sumar 350.000 habitantes pero que han dado de que hablar en la historia reciente de la potencia colonial. Sin representación parlamentaria, pero con un gobernador elegido por 'Su Majestad', estos enclaves coloniales británicos no aportan grandes recursos económicos -al contrario, en muchos casos se convierten en un gasto para la corona-, pero sí se han revelado como estratégicos para negociar con otras potencias -Estados Unidos obtuvo el arriendo de partes de territorios de Bermuda y de las Islas Turcas y Caicos para construir bases militares estratégicas en el Caribe-, y siete de ellos son considerados como paraísos fiscales según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). En la mayoría de los casos, el modelo político permite un cogobierno entre un primer ministro, elegido por el voto de los habitantes de la colonia, y un gobernador impuesto por el Reino Unido. Sin embargo, en varias ocasiones este sistema ha fracasado y la balanza se inclinó hacia el lado de los intereses británicos.



Caribe, entre narcotráfico y paraísos fiscales.

En 1985 la noticia del arresto de Norman Saunders, primer ministro de las Islas Turcas y Caicos y su ministro de Desarrollo, Stafford Missick, generó fuertes repercusiones en el Reino Unido. En Miami se lo acusó de recibir 30.000 dólares de agentes encubiertos estadounidenses para que las islas se convirtieran en lugar de tránsito de los aviones que transportaban cocaína desde Colombia hacia Estados Unidos. Fue el punto de partida para una serie de investigaciones que demostraron que las islas se convirtieron en uno de los principales puntos para el transporte del narcotráfico centroamericano. Bajo el mandato del ex gobernador Martin Bourke, en los años '90 se intensificó el rol de la isla en el comercio de drogas y el laxismo con que las autoridades enfrentaron el problema, causando la irritación de la corona -el excéntrico Bourke llegó a dar todos los detalles a la revista británica Offshore Finance Annual admitiendo no tener ningún plan para contrarrestar el delito-. En esos mismo años, el gobierno compartido entre el gobernador y un primer ministro elegido en elecciones, llegó a hundir los barcos de inmigrantes haitianos que se acercaban a las costas de las islas. Sin embargo, el principal atractivo de las Islas Turcas y Caicos es el extremadamente permisivo sistema tributario, que las convirtieron en una de las sedes favoritas de decenas de miles de empresas offshore. Con siete bancos para una población de 15.000 habitantes, las Islas Turcas y Caicos han profundizado en los últimos años su tendencia a hospedar todo tipo de negocios. A partir de una serie de denuncias de corrupción que envolvieron al ex primer ministro Michael Misick, el Reino Unido dictó una resolución que suspendió la participación de los isleños en el gobierno de la colonia y trasladó todo el poder al gobernador elegido por la reina. Esta actitud provocó la preocupación de los países agrupados en la Comunidad del Caribe (CARICOM), que además de denunciar el “intento de recolonización de las islas”, advirtieron acerca de que “a imposición del gobierno directo contraviene totalmente el desarrollo de las prácticas de buen gobierno, incluida la mejora de la gestión fiscal y administrativa, en las Islas Turcas y Caicos”.

Algo muy parecido es lo que pasa hoy en las Islas Caiman, otro enclave colonial británico que está en la cima del listado de paraísos fiscales junto con Suiza y Luxemburgo. De los más de 270 bancos activos en las islas, sólo 19 están habilitados para operar en las finanzas internas. El resto están dedicados a ofrecer servicios a empresas y particulares extranjeros. A través de una serie de reformas en la legislación de la isla, a partir de la comprobación de casos de lavado de dinero y financiación del narcotráfico, el Reino Unido promovió la circulación de la información fiscal de las islas hacia Londres, estando constantemente al tanto de los grandes movimientos financieros que allí ocurren.

A la lista de enclaves coloniales del Reino Unido considerados como paraísos fiscales, se le suman Anguila, Bermudas, Gibraltar, las Islas Vírgenes Británicas y Montserrat.

Resistencias

Las recientes presentaciones argentinas en diversos foros internacionales acerca de la soberanía de las Islas Malvinas, reavivaron la discusión acerca de la descolonización de los territorios sobre los cuales Gran Bretaña tiene injerencia directa. Sin embargo, son muy pocos los lugares donde haya una real disputa acerca de la soberanía, o existan movimientos que reclamen la independencia. La estrategia de la corona se basa en proclamarse como simple administradora de los intereses económicos de sus colonias, dejando a los residentes cierto margen de libertad política.

Así como en 1982, el Reino Unido planteó la necesidad de recuperar las Malvinas a través de la intervención militar, las fuerzas armadas británicas intervinieron para aplastar los intentos de independencia en otras colonias. En Anguila, en 1969, los paracaídistas ingleses sofocaron la rebelión surgida a partir de un referéndum que declaró a la isla independiente. Dos años más tarde se impuso una constitución que otorgaba cierta autonomía a la isla pero la mantenía bajo el dominio británico.

En las Bermudas, en 1973, el gobernador Richard Sharples y su ayudante de campo fueron asesinados por activistas del Black Beret Cadre, un grupo vinculado a los movimientos del Black Power que se desarrollaron en los años '70 en el Caribe y Norteamérica. En su declaración, el principal acusado del asesinato, Erskine Durrant "Buck" Burrows, aseguró que el objetivo era “buscar que la población, los negros en particular, tomen conciencia de la maldad y la perversidad del sistema colonial en la isla. En segundo lugar, el motivo era mostrar que estos colonos son personas comunes como nosotros que comen, duermen y mueren como cualquier otra persona y que no necesitamos vivir en el miedo y el temor”. Sin embargo en 1995 el 75% de la población votó en contra de la independencia en un referendum constituido ad hoc.
Junto con Malvinas, Gibraltar es quizás el único territorio que hoy vive una real disputa por la soberanía. El estado español reclama a Gran Bretaña la tenencia del Peñón situado en la punta más austral de la Península Ibérica, aunque las negociaciones, en este momento, han llegado a un punto muerto.

En este contexto, la disputa por la soberanía de las Islas Malvinas se convierte en el principal escenario en que se lleva a cabo la batalla por la descolonización. Las islas son quizás el único enclave colonial británico con posibilidades de desarrollo desligado del turismo y la especulación financiera. La pesca, la ganadería y la reciente posibilidad de extraer petróleo de las costas de las Malvinas las convierten en la colonia más codiciada de las 11 que hoy sigue manteniendo el Reino Unido. De sostenerse la disputa en los ámbitos internacionales, la resolución podría sentar un precedente histórico para el resto, una posibilidad que la corona no parece querer transitar.

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