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sábado, 9 de junio de 2012

México: Disputa electoral cerrada

Desde que la ventaja holgada del candidato del PRI fue disminuyendo y el apoyo a López Obrador fue aumentando, se desató con fuerza la campaña contra el candidato de la izquierda mexicana. A partir de ahora, es una carrera contra el tiempo y contra la posibilidad de fraude.

Emir Sader / Carta Maior (Traducción de ALAI)

A un mes de las elecciones presidenciales mexicanas, el resultado está abierto, después que se acentuó la caída del hasta hace poco favorito, Peña Nieto, del PRI, así como la subida del candidato de la izquierda, López Obrador, del PRD, mientras la candidata del PAN, Josefina Vázquez, quedó definitivamente relegada al tercer lugar.

Hasta hace poco, Peña Nieto tenía una gran ventaja en los sondeos, con algo más de 20 puntos, apoyado por casi toda la gran media monopólica mexicana. Con el fracaso del gobierno Calderón –comenzando por la “guerra al narcotráfico”, pero también por la totalidad de su gobierno ortodoxamente neoliberal-, las élites dominantes se inclinaron por el candidato del PRI para dar continuidad a la misma política neoliberal y de subordinación externa a los Estados Unidos.

Las manifestaciones juveniles de protesta contra la prensa que privilegia a Peña Nieto están contribuyendo a cambiar las opciones del electorado. A un mes de las elecciones comenzaron a aparecer encuestas que indican que la diferencia entre los dos disminuye significativamente. A partir de ese momento es una carrera contra el tiempo y contra la posibilidad de fraude.

La derecha hará todo lo posible para impedir que esto acontezca. Los Estados Unidos se llevarían una sorpresa, no sólo porque México es el país fronterizo con América Latina, sino porque es uno de los pocos países aliados de peso en el continente. Un gobierno de López Obrador no podrá salir simplemente del Tratado de Libre Comercio de América del Norte pero, como hace Perú, avanzará en la diversificación del comercio internacional, se aproximará políticamente a los países de América del Sur, cambiará la política económica, bloqueará la privatización de la Pemex –la empresa mexicana del petróleo-, revitalizará el Estado mexicano, centrará la acción gubernamental en las políticas sociales. Sería un cambio interno muy importante y significativo en el plan externo.

Desde que la ventaja holgada del candidato del PRI fue disminuyendo y el apoyo a López Obrador fue aumentando, se desató con fuerza la campaña contra el candidato de la izquierda. Antes prácticamente ignorado por los media privados, para no abrirle espacio, pasaron a atacarlo con falsas denuncias, buscando reactivar un nivel de rechazo que López Obrador está consiguiendo superar, mientras las movilizaciones estudiantiles posibilitan que aumente fuertemente el rechazo a Peña Nieto.

El proceso electoral mexicano está especialmente viciado, porque no hay segunda vuelta y el presidente tiene un mandato de 6 años, aunque gane con evidencias de fraude, como fue el caso de Calderón. La disputa final puede ser cerrada. Si López Obrador no consigue una ventaja significativa, puede ser víctima, nuevamente, del fraude que le quitó la presidencia hace 6 años. El gran factor de cambio a su favor viene de las bellas manifestaciones estudiantiles, que se oponen a las campañas de difamación de la vieja media mexicana. 

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