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sábado, 18 de agosto de 2012

La historia oculta destella el futuro

Desde el pasado de América, llegan las luces de su camino presente. Solo hace un año el continente vitoreó el bicentenario de su independencia en un contexto de cambios profundos hacia la integración que una vez soñaron sus próceres. Las voces de estos hombres y mujeres a favor de una región de paz, prosperidad y soberanía son el mejor aliciente para lo que hoy emprenden las naciones latinoamericanas. Una entrevista con el historiador cubano Sergio Guerra Vilaboy.

Cristina Hernández / LA JIRIBILLA

El historiador Sergio Guerra Vilaboy
En efecto, mantener vigente la herencia del pensamiento progresista en Latinoamérica ha sido uno de los propósitos de varios historiadores de los países del ALBA, quienes recientemente celebraron su segundo encuentro en Caracas, Venezuela.

A propósito de este evento, intercambiamos con el académico cubano Sergio Guerra Vilaboy,  director  del  Departamento  de  Historia  de la Universidad  de La Habana, presidente de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC) y Académico de Número de la Academia de la Historia de Cuba. Guerra recibió en 2010 el Premio Extraordinario Casa de las Américas por el Bicentenario de la Emancipación Hispanoamericana por el texto La Integración Latinoamericana en la Historia. Un sueño bicentenario. Además, es autor de libros como El dilema de la independencia; Cinco siglos de historiografía latinoamericana; Breve historia de América Latina; Cronología del Bicentenario y Jugar con Fuego. Guerra social y utopía en la independencia de América Latina.

La apropiación de los legados que ha dejado la tradición rebelde latinoamericana constituye una de las mejores herramientas intelectuales de cara a los peligros que impone a la humanidad un modelo global depredador. Repensar la manera en que se ha construido esa historia, y otorgar espacio a quienes fueron soslayados por razones clasistas y discriminatorias, es una faena que ocupa a los intelectuales conscientes, como Guerra, de que también en estos cambios de paradigmas globales se albergan la sobrevivencia y justicia humanas.

Recientemente participó en el II Encuentro de Historiadores del ALBA, celebrado en Venezuela. Coméntenos sobre su experiencia en esa cita.

Así es, tuve la oportunidad de participar como ponente invitado al encuentro, desarrollado del 23 al 27 de julio de 2012 en el Archivo de la Nación de la República Bolivariana de Venezuela. Este evento dio continuidad a los coloquios inaugurados en julio de 2010 en Buenos Aires por el Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, con el coauspicio del Fondo Cultural del ALBA, y al que también asistí en representación del Grupo Nacional del Bicentenario de la Independencia de América Latina adscrito al Ministerio de Cultura.

En este segundo encuentro figuraron como ponentes 15 intelectuales de 11 países latinoamericanos, lo que le dio una trascendencia mayor, pues en el anterior solo participamos cuatro historiadores. Como parte de las actividades del II Encuentro estuvimos en el Palacio Miraflores en el acto donde el presidente Hugo Chávez reveló el rostro digital de Bolívar y en la preinauguración del Mausoleo del Libertador. 

El programa del cónclave también incluyó dos días de actividades en diversos estados por parte de los ponentes invitados. A mí me correspondió el estado del Táchira donde di una conferencia y fui entrevistado por distintos órganos de prensa escrita y radial, así como por el canal Vive TV.
Considero que este evento fue un éxito, lo que se refleja en la repercusión que tuvo en los medios venezolanos, la atención dispensada por el propio presidente Chávez y la presencia de muchas personas interesadas tanto en la sede principal en Caracas como en los diferentes estados venezolanos.

¿Cuál es, a su juicio, la principal significación de un evento como este, atendiendo a las condiciones del contexto contemporáneo en la región?

Se trata de un importante esfuerzo de los historiadores de nuestro continente por estar a la altura de los procesos de cambio que vive la América Latina hoy. Por eso, el énfasis puesto en casi todas las intervenciones, tanto de los ponentes como de los participantes y observadores que abarrotaban el salón de sesiones, en la necesidad de rescatar la historia oculta de las luchas populares de nuestros pueblos y de los movimientos sociales y antimperialistas de la región, de los héroes anónimos del pueblo, los verdaderos protagonistas de la historia. De ahí el interés por propiciar un mayor conocimiento de la verdadera historia de los países latinoamericanos, reivindicando a los excluidos y marginados, así como los valores nacionales y patrióticos, rescatando el papel formativo y educativo de la historia. Fue, en pocas palabras, un esfuerzo colectivo por dirigir la mirada de los historiadores y de la historia misma hacia estos temas obviados por la historia oficial tradicional.

En las conclusiones del Encuentro Luis Pellicer dijo que “los historiadores estamos obligados a hacer un esfuerzo de reflexión y una crítica a la historiografía creada por la derecha en nuestros países para justificar las relaciones de desigualdad, dominación e implementación del Estado liberal burgués como única forma de superación de nuestras sociedades”. ¿Cómo pueden concretarse estas aspiraciones? ¿Cuál sería el apoyo que en este sentido pudiera ofrecer la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad?

En la última sesión se aprobó una declaración de los historiadores del ALBA en la que se recoge el espíritu de ese planteamiento que mencionas y que de una u otra manera dominó, como he dicho, las intervenciones que se hicieron en el II Encuentro. Precisamente, para que ese llamado no caiga en suelo infértil, se planteó la necesidad de regularizar estos encuentros cada dos años y quedó abierta la posibilidad de hacer el siguiente en Quito, Ecuador, en el 2014.

Ahora bien, no se trata de reunirnos cada cierto tiempo para hacer una especie de catarsis colectiva, sino de impulsar en serio una nueva forma de investigar, enfocar y divulgar la historia de nuestros pueblos. Por ello hay que hacer conciencia entre los intelectuales, historiadores, pedagogos, maestros y, en general, entre toda la población de nuestros países, de la urgencia de avanzar en esa dirección.

Es en este sentido que la Red en Defensa de la Humanidad ha jugado, juega y debe seguir jugando un papel destacado; en crear conciencia sobre estos temas y en la búsqueda de mecanismos y fórmulas que faciliten la lucha por alcanzar estos objetivos medulares.

¿Qué experiencias de difusión y redimensionamiento del trabajo de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad existieron en el evento?

Lamentablemente la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad fue la gran ausente del coloquio de Venezuela, pues en la práctica no se aludió a ella, cuando en realidad los antecedentes del Encuentro de Historiadores del ALBA están precisamente en la Red en Defensa de la Humanidad. Por eso en el evento de Caracas, cuando me correspondió hablar en la sesión final, aproveché para mencionar la importancia de la Red de Intelectuales, que es, en mi criterio, el precedente inmediato de estos encuentros de historiadores del ALBA.

En concreto, recordé que en la mesa En Defensa de la Memoria, desarrollada en la propia Caracas por iniciativa de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe (ADHILAC), que formó parte de aquella reunión fundacional del 1 al 5 de diciembre de 2004 denominada Encuentro Mundial de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad, se trataron en profundidad muchos de estos temas.

Fue allí también donde cobró cuerpo la Red de los Intelectuales y Artistas En Defensa de la Humanidad. Prueba de ello es que las problemáticas debatidas entonces en la mesa En Defensa de la Memoria, que reunió a decenas de historiadores y cientistas sociales de diferentes países, fueron, entre otros, la manipulación de la historia contra los movimientos populares; la necesidad de pasar de una historia de las elites hacia una historia de la resistencia y las luchas populares; así como desarrollar el pensamiento integrador de Nuestra América, en particular las ideas de Simón Bolívar y José Martí.

Estas necesarias y justas referencias al trabajo desarrollado por la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la humanidad las hice aprovechando la entrada en el salón de sesiones de la Dra. Carmen Bohórquez, que ha tenido un papel destacado en este empeño de la mencionada Red. Eso propició que en el debate final, que siguió poco después de mi intervención, se aludiera por alguno de los presentes en el foro a la Red En Defensa de la Humanidad y a aquel encuentro anterior en Caracas.

¿Cómo evalúa el rol que juega y pudiera jugar esa Red en las actuales condiciones del continente latinoamericano?

Desde su creación, la Red en Defensa de la Humanidad ha salido a la palestra oportunamente cada vez que una situación internacional crítica lo ha requerido. En ello ha tenido un papel de vanguardia, esclareciendo muchos problemas del mundo de hoy, condenando las injusticias y llamando a la solidaridad con las mejores causas del planeta. Desde esta perspectiva, la Red ha jugado un papel singular que debe seguir teniendo. Pero creo debe ser cada vez más un esfuerzo colectivo de creación, abierto a nuevas ideas y vías, de manera que alcance la mayor influencia posible.

¿Qué fortalezas y debilidades advierte en el trabajo y funcionamiento de la Red en Defensa de la Humanidad? ¿Cuál sería su trascendencia histórica?

Las fortalezas son muchas y tienen que ver con el prestigio alcanzado y la amplia participación de intelectuales y organizaciones sociales que de alguna manera ha logrado integrar. En este sentido radica, a mi juicio, su trascendencia histórica. Sin embargo, debe perfeccionar su trabajo, buscar nuevas formas de difusión y, sobre todo, lograr una mayor presencia en cuanto foro de intelectuales se celebre en el hemisferio. No es una meta fácil de alcanzar, pero tampoco es algo tan difícil. Basta que nos lo propongamos y trabajemos todos para ese fin.

A poco tiempo de haberse celebrado el Bicentenario de la Independencia de la región, ¿qué nuevos retos se imponen? ¿Cuál es el papel que confiere a los intelectuales en respuesta a ellos?

En realidad, el bicentenario de la independencia de América Latina lo estamos celebrando desde hace tiempo, pues nunca podemos olvidar que comenzó con los levantamientos populares de indígenas (Perú y Bolivia) y esclavos (Haití) a fines del siglo XVIII.  Además, los años por venir están preñados de acontecimientos  memorables de la historia de nuestros pueblos que no podemos olvidar.

Por solo citar algunos ejemplos: este año debemos conmemorar las primeras constituciones de los países hispanoamericanos; el año próximo el bicentenario de la Campaña Admirable de Bolívar y de su proclamación popular como Libertador; en el 2014 dos siglos de la gran sublevación indígena de Pumacahua en los Andes; en el 2015 el de la visionaria Carta de Jamaica y así sucesivamente. Por eso, el plan de trabajo confeccionado por el Grupo Nacional del Bicentenario de la Independencia de América Latina proyectó acciones hasta el 2030, cuando se consideró se cierra este ciclo bicentenario, acontecimiento que se simboliza con el fracaso de los sueños de integración latinoamericana de los próceres y la muerte del Libertador en Santa Marta.

Los historiadores e intelectuales debemos seguir aportando, desde diferentes vías y perspectivas, a la difusión de estos grandes hechos de la historia de América Latina, de manera que contribuyan, como se acordó en este II Encuentro de Historiadores de los países del ALBA, a afianzar y desarrollar la conciencia revolucionaria de los pueblos de Nuestra América.

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