Ha muerto Jorge Sarmientos. Además de su genio musical, recordaremos al hombre de gran sensibilidad social que meses antes de morir dijo “espero una Guatemala sin hambre ni desnutrición, con niños alimentados en la escuela, que todos sintamos la felicidad… no seamos ingratos, pensemos en ellos”.
Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México
Jorge Sarmiento, músico guatemalteco. |
Palabras pronunciadas el sábado 27 de
octubre de 2012 en el Conversatorio Homenaje a Jorge Sarmientos realizado en
el Museo del Estanquillo, México
D.F. Participaron también José Luis Balcárcel, Carlos Navarrete Cáceres
y Samuel Maynes Puente.
El miércoles 26 de
septiembre de 2012, en las primeras horas de la mañana, falleció Jorge Álvaro
Sarmientos de León, conocido en el
mundo de la música de concierto a nivel
mundial como Jorge Sarmientos. Los obituarios
que se publicaron con motivo de la triste noticia, destacaron casi exclusivamente la faceta de Jorge como
músico, que ciertamente es la esencia de
este gran hombre. Junto a Joaquín Orellana,
Jorge Sarmientos es la figura más grande de la música contemporánea guatemalteca. Su genio musical
como compositor y director de orquesta lo llevó a dirigir las más prestigiosas orquestas en
virtualmente todo el continente americano, en buena parte de Europa y en
Japón. Su obra, particularmente el Concierto para marimba y Orquesta No. 1,
compuesto en 1957, fue tocada también en muchas partes del planeta.
Además de ser sanguíneo
director, dueño de una vigorosa personalidad, Jorge fue un compositor prolífico con más de 100 obras. Por el libro de su
amigo Antonio Móbil, Historia del Arte
en Guatemala (Serviprensa, 2002)
podemos saber que entre ellas están Cinco
estampas cackchiqueles
obra temprana de 1953, el poema
para orquesta David y
Betsabé, los ballets Estampas
del Popol Vuh, Estampas de Rabinal Achí, El Pájaro Blanco. También la Oda a la libertad, Ofrenda y gratitud -compuesto en ocasión del terremoto de 1976-; El
poema sinfónico Bolívar, el concierto Diferencias para violoncello y orquesta; su primera obra dodecafónica el Sexteto No. 2 para piano y vientos, Cuarteto para cuerdas -1966-, Homenaje en memoria de Emilio Arenales
Catalán; Planetarium: La muerte de un
personaje, Concierto para violín y orquesta , Homenaje No.2, Concierto para
cinco timbales y orquesta, Tres cuadros rurales sinfónicos y Tecún
Umán inspirada en el poema de Miguel Ángel Asturias. A
todo esto habría que agregar la obra que compuso en 1994, El Destello de Hiroshima, obra inspirada en el bombardeo atómico
sobre Hiroshima y Nagasaki en 1945.
El músico alabado, el revolucionario escondido.
Resulta curioso que en
los obituarios que sobre Jorge he leído, ninguno mencione una obra que él tenía
en gran estima. Me refiero a la Obertura
Popular, compuesta en 1962 al calor
de las jornadas preinsurreccionales de marzo y abril de 1962. En estas jornadas
de movilización estudiantil y popular, observadas sobre todo en la capital de
Guatemala, por primera vez se observó a
través de un estremecimiento nacional, que la sociedad guatemalteca tenía graves y profundos agravios acumulados, no
solamente por las injusticias acumuladas
desde la colonia y el siglo XIX, sino por la contrarrevolución de
1954. Estudiantes, artesanos, pobladores
de las áreas marginales, intelectuales, artistas, sindicalistas, activistas y
dirigentes de los partidos democráticos
y revolucionarios, salieron a las calles a protestar contra el régimen
autoritario y reaccionario del general Miguel Ydígoras Fuentes. Fueron aquellos días de marzo y abril,
síntoma de que el derrocamiento de Árbenz
en junio de 1954 había sembrado las semillas de la terrible tempestad
que azotó a Guatemala durante la segunda mitad del siglo XX. Fueron aquellos
días, el preludio de la gran sinfonía trágica que nos arrastraría a todos en un
mar de fuego y sangre.
Jorge Sarmientos no era
ajeno a esa conflictividad social que se había sembrado en 1954. Con motivo de
su muerte los diarios recordaron de pasada que en el contexto de la
represión observada en el contexto de la
sublevación, Jorge devolvió la máxima
condecoración que el Estado guatemalteco concede a personajes ilustres, la Orden del
Quetzal. Pero poco se dijo, hasta donde yo leí, el motivo por el cual lo había
hecho. Jorge había recibido tal condecoración el 15 de septiembre de 1961 y lo había hecho
con gusto pese a que el gobierno que se
la había concedido no era de sus simpatías. Pero le resultó intolerable el
asesinato de estudiantes en el marco de la rebelión y como acto de protesta y de deslinde con
respecto al gobierno represor, devolvió la condecoración. En todo lo que se publicó con motivo de la muerte del genio musical, tampoco se
recordó que en todo este contexto
represivo, Jorge terminó siendo encarcelado junto con varios de sus amigos, en
aquel entonces, jóvenes revolucionarios marcados indudablemente por la contrarrevolución de
1954 y por la revolución cubana de 1959.
Con ellos compartió en 1963 una de las ergástulas más memorables de las
dictaduras guatemaltecas, aquella que conocida
con el nombre de “La tigrera” se encontraba en las vetustas instalaciones del primer cuerpo de
la policía nacional de Guatemala.
Durante tres meses, Jorge Sarmientos estuvo encarcelado junto a jóvenes
revolucionarios como Carlos Navarrete,
Wilfredo Valenzuela, Enrique Forno, Jorge Ampié,
así como un grupo de campesinos del oriente de Guatemala.
Más de la mitad de ese
tiempo, alrededor de 42 personas
estuvieron hacinados en un espacio de 19 metros de largo por 1.90 de ancho.
El hijo de la revolución de 1944.
Pero más allá de tomar
nota de cómo el establishment mete la
vergonzosa basura debajo de la alfombra,
lo que vale la pena es resaltar que la obra musical de Jorge Sarmientos
también tiene una explicación en sus
orígenes, en su sensibilidad social, en su vocación socialista, y en su
aversión a las injusticias que observó en el mundo y en particular en el país
que le tocó nacer y vivir. Nació Jorge en el seno de una familia campesina de la costa sur, que al
mismo tiempo tenía una estirpe musical.
Su padre, Julio Vicente, fue un
trabajador agrícola que a su vez había nacido en un hogar de marimbistas,
famosos por la marimba “Los Sarmientos” que amenizaban fiestas en las ciudades
de Mazatenango y Huehuetenango y en otros lugares del departamento de
Suchitepéquez. Fue aquel obrero
agrícola, quien le enseñó a Jorge desde los tres años de edad a tocar marimba,
la cual dominaba completamente a los 7 años.
A los ocho años, Jorge ya
enseñaba como tocarla a las jóvenes generaciones de marimbistas y lo hacía
a través de las canciones que
escuchaba en la radio. Era un niño que vivía en un hogar muy modesto, tanto que algunas crónicas se
maravillan de cómo un niño que alguna vez fue descalzo, terminó recibiendo una
ovación de 9 minutos en alguno de sus conciertos en Japón.
El niño
que empezó a vivir sus primeros años de adolescencia en el contexto de
la dictadura de Jorge Ubico (1932-1944)
nunca olvidaría sus orígenes humildes ni tampoco olvidaría el terrible
orden oligárquico en el cual le tocó crecer. No
olvidaría que su padre, aquel trabajador rural, deploraba y padecía el
orden dictatorial que se expresaba en los abusos de la policía montada de la
dictadura y en la famosa “ley fuga” que se aplicaba a los delincuentes pero
también a los prisioneros políticos. Pero Jorge nunca olvidó que fue la
revolución de octubre la que le dio la oportunidad de salir de la vida de joven rural. Fue Manuel Galich, el gran dramaturgo
convertido en ministro de educación del gobierno de Juan José Arévalo, quien le
dio la oportunidad de presentarse a un concurso de becas en el
Conservatorio Nacional después de
haberlo escuchado tocar marimba en una fiesta estudiantil. Fue aceptado con la
aprobación de don Manuel Gómez, quien le vio cualidades para el oboe. Galich
acaso estaba asombrado e indignado al saber
que por una arbitrariedad se le había negado anteriormente una beca a aquel talentosísimo joven. No en balde en
un hermoso documental propiciado por la
Enciclopedia de Guatemala y que fue hecho entre enero y febrero de 2012, Jorge
se declaró revolucionario convicto y confeso: “Yo crecí dentro de la revolución
de Guatemala, durante el periodo de Juan José Arévalo y de Arbenz. Yo me hice
allí”. Apesadumbrado por la muerte de Jorge, he visto dicho documental y lo he
escuchado decir allí: “No soy hombre de
partido. Pero si me considero un hombre revolucionario”.
Me recordé a mi mismo
siendo un adolescente y visitándolo en su casa en el barrio de El Sauce.
Sucedió una noche de viernes en aquellos lejanos años de 1968-1969. Fui con mi
condiscípulo y amigo Byron Ventura Roldán, sobrino político de Jorge. En mi
cabeza de adolescente, las piezas de rompecabezas sobre el compositor y
director de orquesta empezaban a tener un sentido. Había visto a Jorge al acompañar
a mi padre al estreno de una de sus obras sinfónicas que él mismo había
dirigido. Luego lo había visto en una insólita fiesta en mi casa, en la que
habían concurrido los compañeros de lucha estudiantil de mis padres en la
Asociación Pro Retorno al Humanismo (APRAH). En esa fiesta también se
encontraban algunos integrantes de “Los Bravos”, un grupo de elite de la
resistencia urbana de aquellos años. Y
con todos ellos, el galardonado y
afamado compositor y director de
orquesta… Lo veía ahora en su casa,
sentado en la sala mientras nos hacía escuchar “La Mar” de Debussy. Ahora sabía
que además de la concepción del mundo que lo hacía amigo de mi padre, también
había una relación de parentesco que se
agregaba a todo lo anterior. Mati, la esposa de Jorge, era hermana de Leonel
Roldán, ex compañero de estudios de mis padres en la Facultad de Humanidades y
a la sazón dirigente del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT). Leonel junto a
su esposa, terminarían siendo
capturados, bárbaramente torturados y asesinados junto a su esposa en 1980.
Aquella noche, además de escuchar a Debussy, Jorge nos contó de sus años como
estudiante de composición en la Escuela
Normal Superior de Música de París, de la incomprensión hacia los artistas en
Guatemala, de la vida trágica de Manuel Herrarte (1924-1974) el gran pianista y
compositor guatemalteco y finalmente, las razones por las cuales era un
convencido del socialismo.
Jorge Sarmientos forma parte de una generación que nació en
los albores de la dictadura de Ubico, que estaban entrando a la
adolescencia cuando dicha dictadura fue
derribada. Que vivió los últimos años de dicha adolescencia
y los primeros de vida adulta durante lo que Luis Cardoza y Aragón llamó “Los
diez años de primavera democrática en el país de la eterna dictadura”. Y que luego viviría las penalidades de una de
las dictaduras más oprobiosas de América latina. Recordaría Jorge siempre esa
afortunada frase y recordaría siempre
cómo siendo un joven veinteañero formó parte del grupo de artistas e intelectuales
que se fundó durante los años de la revolución guatemalteca, el grupo Saker-Ti.
Recordaría siempre cómo escritores, pintores y músicos se unirían en dicha
organización pensando en un arte con vocación social y cómo los jóvenes estudiantes del Conservatorio Nacional salían
a dar conciertos por todos lados pues se
trataba de llevar el arte al pueblo. Cabría recordar a algunos integrantes de
esa generación, algunos de los cuales, en medio de sus diferencias políticas e
ideológicas supieron recordar sus raíces y vivencias comunes: Alicia Arenales,
José Luis Balcárcel, José Barnoya,
Roberto Díaz Castillo, Américo Giracca,
Mario René Chávez, Mario Vinicio Castañeda, Carlos Alberto
Figueroa, Jorge Mario García Laguardia,
José María López Baldizón, Olga Martínez
Torres, Antonio Móbil, Carlos Navarrete, Edelberto Torres Rivas,
Mario René Matute, Roberto Paz y Paz, Huberto Alvarado, Arturo Martínez,
Enrique Torres. En el marco del grupo “Saker-ti” a esta generación se les agregarían
hombres de más edad como el pintor Jacobo Rodríguez Padilla y los
pianistas José Arévalo Guerra y Manuel Herrarte.
En la transición hacia la dictadura militar y en su pleno apogeo, Jorge Sarmientos continuó con su carrera como
músico. Después de aprender a tocar clarinete, saxofón, se graduó como pianista
en el Conservatorio Nacional. Entró a
cursar estudios superiores en el Instituto de Bellas Artes en donde se graduó como maestro de piano y
director de orquesta además de compositor. Para ese momento ya estaba siendo
premiado y en un concurso ganó una beca a Paris para estudiar en la Escuela Normal Superior de Música de París
en donde estudió cursos superiores de
Piano, composición y dirección orquestal. En 1965 viajó a Buenos Aires
través de otra beca ganada en concurso con el objeto de estudiar en el Centro Latinoamericano de Altos Estudios
Musicales del Instituto Torcuato di Tella. En los dos años de estancia con beca
en el CLAEM (1965-1966), Jorge Sarmientos compuso cuatro obras. La primera, Preludio y Danza Orgiástica Op. 34 para
orquesta, ganó el premio único Iberoamericano 1965. En 1969 estuvo en el Primer
Curso Internacional de Análisis estructural, Interpretación y Dirección de la
música contemporánea en donde estudió
con los grandes directores Pierre Boulez y Sergiu Celibidache.
Además tuvo la oportunidad de
dirigir la Filarmónica de Basilea en
Suiza. Tres años después se fue a estudiar
a Italia el Curso Internacional de Perfeccionamiento para Directores de orquesta y estuvo
dirigiendo la orquesta de la Opera
de Bolonia. Todas estas experiencias lo
llevaron a dirigir orquestas
virtualmente en todo el continente americano y en varios países de Europa, así
como en el Japón. Fue parte de la
Orquesta Sinfónica Nacional de Guatemala
durante 37 años. Y durante casi 20 años (1972-1991) fue su Director
Artístico.
Al jubilarse continuó
con un programa de radio de nombre “Creaciones inmortales de la música”,
el cual se transmitió por durante
treinta años en la radio nacional y
luego por la radio de la Universidad de san Carlos de Guatemala. En febrero de
2012, pocos meses antes de su muerte, anunció que ya estaba
trabajando en el Concierto
para Marimba y orquesta No. 2. Según
afirmó es un concierto con un lenguaje muy moderno y de gran orquestación. Los
últimos 15 años de su vida fue asesor específico en asuntos culturales de la Dirección General
de Extensión Universitario. Además de la orden
del Quetzal que devolvió, Jorge recibió la Orden Andrés Bello de
Venezuela, las Palmas Académicas de Francia y meses antes de su muerte,
la Orden del Sol Naciente que le otorgó Japón. Además de innumerables
premios, le fue otorgado por la Facultad de Humanidades de la Universidad de
San Carlos de Guatemala el Emeretísimun,
una de las máximas distinciones
universitarias.
Palabras finales.
Ha muerto Jorge
Sarmientos. Recordaremos su vocación expansiva, su imagen de minotauro siempre
embistiendo, su notoria y enérgica
personalidad expresada en sus composiciones, en su estilo de dirección y en su
trato personal. Además de su genio musical, recordaremos al hombre de gran
sensibilidad social que meses antes de morir dijo “espero una Guatemala
sin hambre ni desnutrición, con niños
alimentados en la escuela, que todos sintamos la felicidad… no seamos ingratos
pensemos en ellos”. Esa sensibilidad que
lo llevó a escribir en 1962 “La Obertura Popular”. En la misma está escrito:
“Obertura Popular, dedicada a los obreros y campesinos”. En el soberbio documental auspiciado por la
Enciclopedia de Guatemala, Jorge Sarmientos habría de contar las
circunstancias que inspiraron dicha
obra. Fue una estrofa que había escrito
su amigo Mario Vinicio Castañeda lo que hizo que Jorge con una guitarra le
pusiera una melodía. La melodía después se volvió una obra sinfónica. La
estrofa decía:
“Adelante clase proletaria
Campesinos y obreros en acción,
a luchar por la reforma agraria,
objetivo de la revolución”.
Podemos
repetir lo que hasta la saciedad se
dijo en el momento de la partida definitiva de Jorge. Sus dotes como compositor y como director de
orquesta, las condecoraciones que recibió,
el que justamente sea considerado como parte de los orgullos nacionales
de su patria Guatemala. Lo que he querido destacar aquí, es algo que se olvida:
que nacido en cuna humilde Jorge nunca olvidó sus orígenes, ni las injusticias
a las que son sometidos los pobres del mundo. Lo dijo
Jorge en una entrevista publicada en
2009: “Yo quiero una Guatemala limpia, sin impunidad, sin miseria, con
satisfacciones para toda la ciudadanía, pero no solo para nosotros, sino para
toda la humanidad. Yo creo que existe tanta lucha; hay que pensar en todo el
mundo. Alguien decía: “Mi patria es el mundo, y mis hermanos, la humanidad”.
Biografia interesante(θ‿θ)
ResponderEliminarA ok
EliminarPor que le disen asi
ResponderEliminarHola
ResponderEliminar