El 28 de diciembre recién pasado el
Estado de Guatemala, a través de un acuerdo 370-2012 firmado por el presidente
de la República, el ex general Otto Pérez Molina, limitó la competencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para juzgar los casos de
violación a los derechos humanos cometidos en el país antes de 1987.
Rafael
Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
En 1982, el general Pérez Molina fue jefe militar en el área Ixil, Quiché (Foto: Prensa Libre). |
Las razones para hacerlo son una
leguleyada y muestran su ignorancia no solo del derecho internacional sino, en
general, de los más elementales datos que debieron haber corroborado antes de
emitir el decreto como, por ejemplo, que a la Corte Interamericana de Derechos
Humanos le llamen Corte Interamericana de Justicia. Dan vergüenza ajena.
Este tipo de acciones están llamadas a
preservar la impunidad en un país en el que, según 600 testimonios recopilados
por el Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi),
existen 200 mil víctimas en 36 años de guerra, de 1960 a 1996, y 55 mil
casos de violaciones a derechos humanos. Según ese mismo informe, los militares
son responsables del 93% de esas violaciones.
El ex general Otto Pérez Molina, actual
presidente de Guatemala, es uno de los potenciales sindicados de algunos de los
crímenes cometidos a inicios de la década de 1980. El vídeo localizable en: https://www.youtube.com/watch?v=RTmcndUR88A,
muestra algunas imágenes que dan una idea del involucramiento del señor ex
general en esos acontecimientos.
Otros altos mandos del ejército
guatemalteco se encuentran ya siendo sindicados ante los tribunales de
justicia, y podrían verse favorecidos con el acuerdo. Son ellos: Efraín Ríos
Montt ex jefe de Estado entre 1982 y 1983, quien actualmente es procesado
por genocidio en Guatemala y busca que le otorguen la amnistía; Benedicto
Lucas García, ex jefe del Estado Mayor de la Defensa, quien es
investigado por la masacre de la aldea El Jute; Óscar Humberto Mejía
Víctores, quien fuera ministro jefe de Estado de 1983 a 1986 y fue declarado
inimputable por su estado de salud; José Rodríguez, quien fue director
del aparato de inteligencia militar conocido como la G-2, y subalterno de
Héctor Mario López Fuentes, acusado de genocidio por lo que no pudo gozar de
amnistía, aunque la solicitó. Fue jefe del Estado Mayor de la
Defensa; Pedro García, quien fue jefe policial y se encuentra
condenado a 70 años de prisión por la desaparición forzada del estudiante Édgar
Fernando García.
Como se sabe, los años más cruentos de
la guerra en Guatemala fueron los de principios de los años 80, cuando las
fuerzas armadas guatemaltecas implementaron la política de tierra arrasada que
desapareció de la faz de la tierra cientos de aldeas indígenas, y en las
ciudades desaparecieron o asesinaron a cientos de universitarios, sindicalistas
y activistas políticos de izquierda.
Eran los años en que, temiendo que en
Centroamérica se concretara la teoría del dominó, después de la Revolución
Sandinista en Nicaragua seguirían El Salvador y Guatemala en la lista de países
en los que las fuerzas insurgentes llegaban al poder.
Para ello implementaron un verdadero
pogromo nunca antes visto en América Latina después de la conquista por parte
de los españoles. Evidentemente, las heridas abiertas por dicha conflagración
continúan abiertas treinta años después, más aún por la negación de las
atrocidades cometidas por parte de los militares que continúan recurriendo a
todo tipo de tácticas para evitar que se haga justicia.
Este ha sido un paso más en esa
dirección.
Los familiares y sobrevivientes del Caso Diario Militar solicitamos su apoyo, porfavo ingresar en https://oiga.me/campaigns/gobierno-de-guatemala-deroguen-el-decreto-370-2012
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