Bajo la mampara de fundamentar una
“nueva” visión del desarrollo, lo que realmente buscan los Estados Unidos con
la visita del presidente Obama es dejar claro que Centroamérica está,
nuevamente, en el redil que siempre se le asignó al lado suyo.
Rafael
Cuevas Molina / Presidente AUNA-Costa Rica
Pompa y circunstancia tropical: Obama y los presidentes centroamericanos cenaron en el Teatro Nacional. |
El revuelo por la visita del presidente
norteamericano en Costa Rica ha sido mayúsculo: se han cerrado las más
importantes vías de circulación; han traído, especialmente para la ocasión,
helicópteros que sobrevuelan la ciudad; agentes del servicio secreto
norteamericano se apuestan en sitios estratégicos por donde pasa la comitiva
del presidente norteamericano y se enjalbega, con decorados tropicales, los
sitios a donde llega el “ilustre huésped”.
Conocedores como son de la curiosidad
popular que prevalece por estos lares, las autoridades prohíben al acceso a las
inmediaciones del aeropuerto internacional, para evitar tumultos de quienes
quieren ir a ver, en vivo y en directo, el Air Force One, que se parqueará en
la pista de aterrizaje durante 22 horas.
Los diarios del viernes 3 de mayo
dedican muchas páginas a tratar los vericuetos de la personalidad de Obama y de
su esposa. Un ejemplo de la tónica de estos artículos es el que se dedica a
exaltar los bien torneados brazos de la primera dama norteamericana, mientras
una “analista” hace consideraciones sobre cómo han influido en la moda
universal.
Esos mismo diarios no dicen
prácticamente nada de los otros mandatarios que llegarán a San José, capital
costarricense, los centroamericanos que realizan su reunión del Sistema de
Integración Centroamericano (SICA), a la cual asiste como invitado Obama. Son
los presidentes de pequeños países en donde los Estados Unidos han sido la
figura dominante a través de toda su historia republicana, y que solamente
cuentan para este en la medida en que afectan alguno de sus intereses
fundamentales.
Uno de estos intereses fundamentales en
estos momentos es el de la seguridad, que se presenta como el tema del
narcotráfico y el crimen organizado, pero que en el fondo es el de la presencia
militar de los Estados Unidos, en una región en donde están el Canal de Panamá,
Cuba y Venezuela, que posee no solo las más importantes reservas de petróleo
del mundo sino, además, la entrada a la riqueza acuífera y biológica de la
Amazonía, que serán fundamentales en las décadas por venir.
Bajo la mampara de fundamentar una
“nueva” visión del desarrollo, lo que realmente buscan los Estados Unidos con
la visita del presidente Obama es dejar claro que Centroamérica está,
nuevamente, en el redil que siempre se le asignó al lado suyo. Ya dieron el
golpe de Estado en Honduras; atemperaron las tibias veleidades del entonces
presidente de Guatemala, Álvaro Colom, por entrar a Petrocaribe; mediatizaron
al gobierno del FMLN en El Salvador y aislaron a los agiornados sandinistas en
Nicaragua.
Así que ahora pueden cumplir a cabalidad
su papel de patio trasero y unirse, con mayor o menor ímpetu, según sean las
condiciones de cada país, a la alianza de países que, conformada por México,
Colombia, Perú y Chile, no desiste de aplicar las políticas del Consenso de
Washington.
Por eso, poco parece importarle al señor
presidente Obama que a su mesa se sienten personajes como Otto Pérez Molina,
presidente de Guatemala, que ha sido mencionado en el juicio que se le sigue
por genocidio al general Ríos Montt en Guatemala, como unos de los ejecutores
de la política de tierra arrasada que dejó una estela de miles de muertos en
ese país a inicios de la década de 1980. Ni que entre los comensales se
encuentre Porfirio Lobo Soto, que preside en Honduras un gobierno que se ha
caracterizado por perseguir a sindicalistas, campesinos y periodistas, creando
un verdadero régimen de terror. Y poco le importa porque, como dijo del
dictador nicaragüense Anastasio Somoza el presidente Roosevelt, “es un hijo de
puta, pero es nuestro hijo de puta”.
Con la visita de su presidente a
Centroamérica, los Estados Unidos pretenden establecer, entonces, el coto en el
que su dictum es ley.
La algarabía de la visita de Obama
ResponderEliminarSegún lo que he leído acerca del showman y los businessmen, Mr. President of the United State, Barack Obama (primer afroamericano demócrata en ganar la presidencia "americana"), conquistó a los ticos, a los empresarios, a los presidentes de la región y sus delegaciones (así como había sucedido en otra oportunidad con personalidades muy respetables y famosas como Bob Dylan, Bruce Springsteen, Stevie Wonder, Morgan Freeman, George Clooney, Mick Jagger y otros), con su sonrisa, su trato amable, el "pura vida", el rompimiento de protocolos, etc.
Sin embargo, es claro que Obama responde a los intereses del Imperialismo Yankee y, específicamente, a la mayoría de los Republicanos de Estados Unidos. Es obvio hacer la diferencia entre el gobierno estadounidense y el pueblo de esa nación. Bien puede decirse, ¡ claro !, pero es que también vino acá a ofrecernos nuevas tecnologías y avances científicos ! como el Centro de Neurobiología o las oportunidades educativas de intercambio y muchas enseñanzas en "inglish spiking". Ah!!! qué bueno, diría yo ... si a mi, en particular, me encanta el inglés y reconozco que existen universidades de renombre en dicho país.
Barack Obama ante la presidenta Chinchilla y su gobierno (en el contexto de SICA), dejó trazado el surco (agenda en crudo) para la inversión en los planes de energía (gas natural), el mercado eléctrico privado, temas proyectados y en proceso como la inversión en infraestructura, la minería, no descuidando su poder estratégico en este su aún patio trasero, incluyendo el resto de América Latina. Pero, por favor, qué ocultó este gobierno? Demasiado e inadmisible:
-La crisis en todos los ámbitos, la inseguridad ciudadana, la pobreza como la raíz de todos los problemas sociales y económicos de Costa Rica, la inequidad, el narcotráfico, y .... Obama invita a Costa Rica a entrar al "club de los países ricos" ? ¡¡¡¡Semejante ironía.
-A qué sectores empresariales favorecen las relaciones bilaterales entre Costa Rica y "la Yunái"? Ni lo mencionan.
-Chinchilla y sus secuaces aceptan con júbilo que "el gigante de acero" sea el primer socio de nuestro país, porque se vanaglorian con el lema de la "prosperidad".
Queda expuesto mucho de los naipes que se deben barajar.
María Elena Rodríguez Molina