Nos acercamos, muy posiblemente, a una reconfiguración
parcial del panorama político de América Latina, que podría arrojar luces sobre
tendencias que podrían ir cristalizando en los próximos años.
Rafael
Cuevas Molina /Presidente AUNA-Costa Rica
En Argentina, el kirchnerismo enfrentará una nueva prueba electoral en octubre. |
Después de varios años en los que
fuerzas nacional-progresistas han podido asumir la gestión gubernamental en
varios países de América Latina, se aproxima un nuevo ciclo de elecciones. Éste
tiene distintas connotaciones en función de cada uno de los países pero, en
términos generales, constituye un momento importante que posibilitará hacer un
balance del nivel de fortaleza que tienen tales proyectos.
Dos procesos se aproximan a elecciones
que casi tienen un carácter plebiscitario aunque no hayan sido convocadas con
esos fines: Argentina y Venezuela.
En Venezuela se tendrán elecciones
municipales después de nueve meses de gestión del presidente Nicolás Maduro.
Venezuela constituyó, bajo la presidencia de Hugo Chávez, el proyecto
dinamizador de algunos de los más emblemáticos procesos que caracterizaron a
estos gobierno nacional-progresistas. El mismo presidente Chávez mostró siempre
una gran energía y entusiasmo en impulsarlos, imbuido de un espíritu solidario
latinoamericanista que no se veía desde la Revolución Cubana. En estas
condiciones, la Revolución Bolivariana concitó adhesiones y entusiasmos que
permitieron vivir un espíritu de cambio que no se intimidaba ante la innovación
y la transgresión con tal de afirmar una vía que llevara hacia “otra cosa”,
distintaa lo realmente existente. El reto de Nicolás Maduro ha sido inmenso:
estar a la altura de tal dinámica en medio de una ofensiva de la derecha que,
aunque no ha cejado nunca de pelear por volver a la gestión gubernamental, en
esta oportunidad se siente envalentonada por la inesperada desaparición del
carismático líder.
En Argentina, la gestión kirchnerista
pasa, también, por un momento de amenazas que se viene gestando desde hace ya
varios meses, producto de la inconformidad de sectores medios con las políticas
sociales que no los tienen a ellos como el centro de su atención. Las clases
medias latinoamericanas constituyen hoy en día un serio escollo para los
gobiernos que desean impulsar políticas que favorezcan a los más pobres pero,
sobre todo, cuando anuncian que quieren procurar cambios más profundos que
puedan tocar las estructuras prevalecientes. Ganados para la sociedad de
consumo, estos sectores medios que identifican la felicidad con tener más, se
han constituido en los más visibles opositores de la presidenta Cristina
Fernández, abriendo la posibilidad que en las elecciones legislativas que se
aproximan el kirschnerismo pierda la ventaja con la que cuanta en el Congreso.
Otra es la perspectiva en Chile y
Honduras, en donde se abre la posibilidad de retorno de agrupaciones política
que fueron desplazadas del poder por la derecha. En el caso chileno, la Nueva
Mayoría se perfila como virtual ganadora de las próximas elecciones
presidenciales, con la novedad de haber incluido a fuerzas que podrían
inclinarla hacia la toma de posiciones más hacia la izquierda que las que
anteriormente tuvo la Concertación. Esas fuerzas de izquierda, precisamente, se
han visto cuestionadas por haber pasado a formar parte de esta alianza, dados
los antecedentes de los tres anteriores gobiernos de la Concertación, que no
solo no rompieron con el modelo heredado del pinochetismo, sino que lo
administraron, e incluso en algunos casos, lo profundizaron. El argumento del Partido
Comunista es que precisamente su participación en esta alianza posibilitará un
cambio en ese sentido. En todo caso, las opciones que se abren hacia el futuro
en un Chile sismado por la protesta social pueden ser favorables para el
movimiento popular que tanto ha perseverado en la lucha y la protesta.
Honduras, por su parte, se enfrenta a la
posibilidad no solo de retorno de las fuerzas que acuerparon la presidencia de
Manuel Zelaya, derrocado por acercarse al proyecto latinoamericanista del ALBA,
sino de estas reforzadas por otras más conscientes y radicalizadas por la lucha
que llevaron a cabo en contra del golpe de la derecha. Para Centroamérica en su
conjunto, un triunfo de Xiomara Castro, esposa de Zelaya, abriría de nuevo la
posibilidad que otros procesos que tienen lugar en países colindantes,
especialmente El Salvador y Nicaragua, pudieran sentirse más confiados para
adelantar políticas propias de esta oleada nacional-progresista de América
Latina.
Nos acercamos, entonces, muy
posiblemente a una reconfiguración parcial del panorama político de América
Latina, que podría arrojar luces sobre tendencias que podrían ir cristalizando
en los próximos años.
Esperando que en Argentina no se agregue un lunar, no tomado en cuenta cuando escribieron el artículo, cual es los problemas de salud de la presidenta Cristina.
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