Se cumplen
30 años de la descomunal operación “Furia Urgente”, cuando siete mil marines
estadounidenses invadieron la minúscula isla de Granada para darle la estocada
final a una inédita experiencia revolucionaria en el Caribe.
Gerardo Szalkowicz / Marcha (Argentina)
Los marines durante la invasión a Granada. |
A las cinco de la madrugada del 25 de octubre
de 1983, una pequeña nación insular caribeña de apenas 344 kilómetros cuadrados
y menos de 100 mil habitantes pagaba caro el pecado de haber soñado una
revolución. La ciudad de Saint George, capital de Granada, era bombardeada
desde aviones, helicópteros y buques de guerra norteamericanos y luego invadida
por más de siete mil soldados.
La operación “Furia Urgente”, ideada por
Ronald Reagan y acompañada por los gobiernos vecinos de Barbados, Jamaica y
Dominica, arrancaba de cuajo los cimientos de un original proceso de
transformación social iniciado cuatro años antes, aprovechando el torbellino
que atravesaba el proceso tras las fuertes disputas internas y el asesinato de
su líder, Maurice Bishop, seis días antes.
Precisamente el 19 de octubre había
significado el principio del fin. Días antes, un sector del Gobierno Popular
Revolucionario, encabezado por el vice primer ministro Bernhard Coard, impulsó
un golpe palaciego, tomó el control del gobierno y metió preso a Bishop.
La maniobra y la detención del hasta entonces
primer ministro desencadenó una revuelta popular: los estudiantes abandonaron
las aulas al grito de “No Bishop, no school” y los obreros portuarios iniciaron
una huelga. En la noche de ese 19 de octubre, una multitud agitó carteles con
la consigna “Queremos a Bishop, no a Coard” y Bishop fue liberado. Pero lo
trasladaron al Cuartel del Ejército, donde horas más tarde fue ejecutado junto
a su pareja y ministra de Educación, Jacqueline Creft, y otros miembros del
Ejecutivo. Minutos después, Radio Free Granada informó que un consejo militar
tomó el poder y decretó el toque de queda.
La conquista del Tío Sam
La CIA estaba al tanto de la crisis interna y
ya tenía preparado el zarpazo. Los pretextos de la invasión seguían el libreto
de siempre: una supuesta fabricación de cohetes (nunca aparecidos), el peligro
(inexistente) que corrían los estudiantes norteamericanos en la isla y, sobre
todo, la construcción de un aeropuerto para potenciar el turismo de la que
participaban activamente obreros y técnicos cubanos y que, para EEUU, sería
utilizada como base militar soviética. Una vez más, el cuco de la expansión
comunista.
En su primera gran operación desde la Guerra
de Vietnam, EEUU abusó de una grotesca desproporción militar: apenas encontró la
débil resistencia de un ejército de 800 soldados (en rigor, muchos menos por la
gran deserción tras el asesinato de Bishop), con armas viejas y rudimentarias.
El saldo: al menos 94 personas asesinadas, entre ellos 25 cubanos, más de 500
heridos y unos tres mil detenidos. Posteriormente, un consejo asesor administró
el país hasta que en 1984 se celebraron elecciones generales.
EEUU había procurado abonar el terreno para
fomentar la crisis que justificara la invasión, congelando todos los créditos
internacionales, rodeando a Granada de un mundo financiero hostil e impulsando
una feroz campaña mediática contra “el régimen procubano”.
El experimento socialista granadino
Desde 1951 cuando fue designado primer
ministro, Eric Gairy manejó Granada a su gusto. Se hizo amigo del dictador
chileno Augusto Pinochet y tejió fuertes lazos con Washington y Londres.
Pero en los '60 se fundó un movimiento
opositor, el New Jewel Movement, dirigido por Maurice Bishop, un abogado que
había nacido en la isla de Aruba. El 13 de marzo de 1979, este movimiento de
liberación ocupó el cuartel del ejército y la radio local, logró derrocar la
dictadura de Gairy y dio inicio a la “People’s Revolution”, la revolución del
pueblo.
El Gobierno Popular Revolucionario intentó
avanzar en transformaciones sociales con perspectivas socialistas. El impulso
de las manifestaciones culturales locales contra las condicionalidades
externas, el establecimiento de la educación gratuita bajo métodos pedagógicos
liberadores, un nuevo sistema de atención médica apoyado por Cuba y la
reducción del desempleo del 49% al 12%, fueron algunos de los logros de este
proceso que, junto a la revolución sandinista, marcaba una nueva época en la
región.
Hasta que la bota estadounidense puso la mira
y aplastó este pequeño germen de rebeldía y resistencia que estaba dando un
ejemplo enorme.
30 años después, Granada sigue perteneciendo a
la Mancomunidad Británica de Naciones y la autoridad máxima es la reina de
Inglaterra, quien va designando al gobernador títere de turno. El país perdió
toda significación geopolítica y, como dice el abogado Peter David,
protagonista de aquella gesta, “volvió a ser una pequeña isla entre muchas en
el Caribe”. Mientras, la mayor parte de su población vive en la pobreza.
Hoy, todavía resuena la conclusión de Ronald
Reagan sobre esta página de la historia: “Según nos decían, Granada era una
isla amiga y un paraíso turístico. Pero no. Era una colonia soviético-cubana
que se estaba preparando como bastión militar para explotar el terror y debilitar
la democracia. Llegamos ahí justo a tiempo”.
Tuve el gran gusto de visitar Granada varios días durante el gobierno de Bischop, saboreamos el aire de de libertad, como otrora lo respiramos en Guatemala
ResponderEliminarPor que los gobiernos de EE UU son tan testarudos y torpes. Lo continúan siendo ahora mismo con Obama espiando los asuntos personales de Merkel y metiéndose donde no los llaman.