Como la figura emblemática del Che
Guevara, pronto Mandela aparecerá en afiches, camisetas y todo tipo de
referencias vagas que tratarán de desnudarlo del carácter rebelde, subversivo y
antisistémico que entraña. Por eso hoy, ante su muerte, vale la pena traer a
colación su verdadero carácter, la esencia de su lucha, para que no se
olvide.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
Nelson Mandela y Fidel Castro, durante la visita del líder surafricano a Cuba, en 1991. |
Ahora que ha muerto Nelson Mandela, no
hay voz que no se lamente de su partida ni político que no se sienta
identificado con su legado. Casi parece un santo cuyos principios humanísticos
coincidieran con los de todo el mundo, una especie de Juan Pablo II laico que
no tardará en ser beatificado vía exprés y que, desde el cielo, repartirá
milagros.
Mandela es, en efecto, uno de los
grandes luchadores de nuestro tiempo, un símbolo de lo que la tenacidad y la
consecuencia con los principios puede hacer. En otras palabras, un
“imprescindible”, al decir de Bertold Brecht.
No casualmente traemos a colación las
palabras de Brecht. En primer lugar, porque este fue, al igual que Mandela, un
luchador en las filas de los que, en el siglo XX, buscaron construir una
sociedad más justa. Su frase hace alusión a los que entregaron todo en esa
lucha, y que destacaron en la por la construcción del socialismo y por el
derrumbe del sistema colonial, que en la Sudáfrica de Mandela sobrevivió hasta
bien entrada la segunda mitad del siglo XX.
Al fin del régimen del Apartheid, contra
el cual Mandela fue un luchador sobresaliente, de primera fila, contribuyeron
muchos otros compatriotas suyos, numerosos de ellos pertenecientes al partido
Congreso Nacional Africano, al cual también perteneció Mandela, que tuvo un
ideario político-ideológico de izquierda, simpatizante con la construcción de
una sociedad afín con los ideales del socialismo.
Pero también contribuyó de manera
determinante al fin de ese régimen de exclusión y barbarie la solidaridad
internacionalista del pueblo y el gobierno cubanos, que no dudaron en enviar
contingentes armados que pelearon en Angola y la actual Namibia, este último
bastión fundamental del régimen de Apartheid, que al ser derrotado en ese país
por las fuerzas armadas cubanas, inició su proceso de derrumbe que terminó con
sus días en Sudáfrica.
Esto fue reconocido y agradecido por el
mismo Nelson Mandela, quien visitó Cuba, en donde agradeció públicamente el
apoyo solidario que recibieron las fuerzas anticolonialistas y pro socialistas
de su país. En acto público y multitudinario, abrazó a Fidel Castro, y no tuvo
más que palabras de elogio y agradecimiento hacia él y Cuba, quien no dudó en
ofrendar vidas de sus propios ciudadanos.
La liberación de Sudáfrica del régimen
del Apartheid constituyó un paso muy importante, definitivo, en el fin del
sistema colonial en el mundo. Éste, se había iniciado en el siglo XIX en
América, siendo Haití y los Estado Unidos los dos primeros en liberarse, uno del
Imperio Británico y el otro de Francia, a lo que siguió la liberación de las
colonias de los Imperios Español y Lusitano en lo que hoy conocemos como
América Latina.
Inscritas en un contexto de dominio de
las ideas liberales, estas ex colonias construyeron naciones que emularon el
desarrollo capitalista, y construyeron naciones que se inscribieron en el
circuito capitalista mundial.
En África, sin embargo, el proceso de
descolonización se llevó a cabo en la segunda mitad del siglo XX, inscrito ya
en otro contexto, en el cual la existencia del campo socialista creó
expectativas de construir sociedades independientes inspiradas en el
socialismo, así como este se entendía en ese momento histórico, es decir,
fuertemente influenciado por la interpretación que de él se hacía en la URSS.
El fin del régimen del Apartheid en
Sudáfrica se inscribió en este proceso y le puso su broche de oro. Mandela fue
figura central de ese proceso, y se convirtió en su símbolo más relevante y notorio.
Es un símbolo tan poderoso, que muchos tratan de asociarse a él, hayan
comulgado o no con su ideario vinculado, como dijimos, al anticolonialismo y la
construcción de una sociedad socialista.
Como la figura emblemática del Che
Guevara, pronto aparecerá en afiches, camisetas y todo tipo de referencias
vagas que tratarán de desnudarlo del carácter rebelde, subversivo y
antisistémico que entraña. Por eso hoy, ante su muerte, vale la pena traer a
colación su verdadero carácter, la esencia de su lucha, para que no se
olvide.
Juan Félix Montero Aguilar.2013-12-10
ResponderEliminarFariseismo por la muerte de Mandela. Que ahora todos se congratulen por los logros de Nelson Mandela no solo para Sudáfrica sino para el mundo agranda su grandeza, pero en muchos casos es la manifestación de monumental hipocresía.Se olvidan que por muchos años quienes denunciaban las matanzas en Soweto a miles costos eran los periodiquitos de los comunistas en diferentes países, que la solidaridad venía del campo socialista encabezado por la extinta URSS. Los países imperialistas acuerparon al régimen racista hasta que ya fue imposible detener su caída y comenzaron a establecer "sanciones".Inclusive en Estados Unidos tuvieron a Mandela como "terrorista", la CIA contribuyó para su encarcelamiento por 27 años e inclusive ofrecieron armas atómicas al regimen de pretoria para acabar con quienes lo adversaban. El proyecto expansionista del Apartheid a los países vecinos de Sudáfrica fue derrotado gracias a la solidaridad invaluable de Fidel Castro y los cubanos que dieron su vida allá, principalmente en Angola. No es gratuita la admiración que siempre expresó Mandela hacia el líder cubano. Mandela consolidó su objetivo democrático de una Sudáfrica de igualdad de derechos para negros y blancos, pero dejó pendiente la revolución social, déficit que hoy observamos en las matanzas de obreros mineros en huelga y en la desigualdad que ahí prevalece. jf