Apresurada y, en buena medida,
subrepticiamente, el gobierno de Costa Rica firmó el lunes pasado la hoja de
ruta para llegar a ser miembro pleno de la Alianza del Pacífico, a la que ya
pertenecen Chile, Perú, Colombia y México, cuatro de las economías más grandes
de América Latina.
Rafael
Cuevas Molina/Presidente AUNA-Costa Rica
En Cartagena, la presidenta Laura Chinchilla firmó la adhesión de Costa Rica a la Alianza del Pacífico. |
Para tales efectos, la señora presidenta
de Costa Rica viajó a Colombia, en donde se reunían -en la VIII Cumbre de la
Alianza- sus pares de los países que ya integran la organización, y firmó el
documento.
La Alianza del Pacífico nace, crece y se
reproduce bajo el amparo de la idea de profundizar el modelo de desarrollo
dominante en América Latina en los últimos treinta años. Los postulados
ideológicos de los que parte adscriben a lo que en la jerga neoliberal se llama
la “apertura al mercado mundial” que, en las condiciones en las que se realiza
en el marco de tal modelo, posibilitan la relación desigual de nuestros países
con los grandes capitales transnacionales.
Requisito indispensable y necesario para
pertenecer a tal Alianza es el que sus miembros hayan firmado tratados de libre
comercio con sus pares, los cuales se negocian bajo el patrón ya establecido de
desgravaciones arancelarias y libre circulación de capitales. Dados los grandes
intereses transnacionales en juego tras bambalinas, tiene un papel importante
la determinación de los derechos de propiedad intelectual que, como ya se sabe,
en este tipo de tratados terminan dejando en desventaja tanto a los conocimientos
y saberes de los pueblos aborígenes (que son patentados por grandes compañías
transnacionales), como a enfermos (que terminan comprando medicinas más caras)
y agricultores (que quedan prisioneros del uso de semillas modificadas y otros
insumos para la agricultura) entre otros.
Por otra parte, la Alianza del Pacífico
se ha erigido, desde el punto de vista político, en la alternativa a la ALBA,
que parte de una idea distinta de lo que debe ser la integración
latinoamericana. En este caso, se privilegian los proyectos comunes que
potencien el desarrollo endógeno y contribuyan a disminuir problemas seculares
de América Latina como la pobreza y la desigualdad.
Son dos modelos que tanto apuntan en
direcciones diferentes, como provienen de iniciativas distintas. Como se sabe,
la ALBA es un proyecto que nace bajo la
iniciativa de Venezuela, a la que se sumaron la Argentina presidida por Néstor
Kirchner, el Brasil de Lula da Silva, la Bolivia de Evo Morales y el Ecuador de
Rafael Correa.
De la Alianza, por su parte, se pueden
rastrear sus antecedentes en la propuesta norteamericana del ALCA, que
estrepitosamente fracasara en Mar del Plata, Argentina, en el 2005. Ante la
imposibilidad de crear un área de libre comercio que abarcara todo el
continente, los Estados Unidos de América optaron por la estrategia de negociar
tratados de libre comercio por separado con cada uno de los países. La Alianza
forma parte de esa estrategia, y la mano norteamericana aparece con evidencia
detrás de ella. No se trata solamente de un proyecto económico sino, también,
ideológico-político, al que le interesa continuar creando consumidores y no
ciudadanos.
Como bien ha dicho la señora presidenta
de Costa Rica, doña Laura Chinchilla, a ella y a su gobierno le interesa
profundizar ese modelo consumista, abierto a los más voraces capitales
transnacionales, que ha impulsado durante su gestión; para ello se une a la
Alianza. Tal disposición encuentra oposiciones en su mismo país, incluso de la
unión de cámaras patronales, tal como también sucede en Colombia y otros
países, que observan con preocupación la desprotección en la que quedarán.
Hemos dicho que la firma de la hoja de
ruta para la adhesión plena de Costa Rica ha sido hecha de forma subrepticia,
porque no han sido revelados los términos bajo los cuales se unirá el país a la
Alianza. También hemos dicho que el proceso se hace de manera apresurada,
porque Costa Rica se encuentra en medio de un proceso electoral, que deberá
conocer desenlace en menos de dos meses, y dejar firmado un tratado de ese
calibre implica maniatar a su posible sucesor.
No e comprendido esta accion de la Presidenta de Costa Rica que ahora es Coordinadora de la CELAC.Costa Rica acaba de ser nombrada coordinadorsa del CELAC y ahora firma un acuerdo con ALIANZA del PACIFICO . Un lado dios y otro el diablo !!!!!!!!!!!!!
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