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sábado, 15 de febrero de 2014

Pederastia en la Iglesia Católica

La Iglesia Católica sigue sumida en un escándalo y una crisis. Las conclusiones recientes del Comité de la ONU sobre Derechos del Niño son demoledoras: la Santa Sede ha incumplido los derechos fundamentales del menor pese a que  fue signataria de la Convención de la ONU sobre los derechos del niño.

Carlos Figueroa Ibarra / Especial para Con Nuestra América
Desde Puebla, México

"Se encuentran abusadores entre los miembros de las profesiones más respetadas del mundo y, más lamentablemente, incluso entre miembros del clero y otro personal de la iglesia", dijo monseñor Silvano Tomasi, representante de la Santa Sede ante Naciones Unidas en Ginebra. El problema es que la Iglesia Católica no es cualquier  institución.  Es aquella que en nombre  del combate  al demonio, torturó y quemó a miles de hombres y mujeres en la hoguera y que hoy ha defenestrado  muchos hombres y mujeres que en el nombre de los más auténticos  principios cristianos se unieron a las mejores causas. Al mismo tiempo que esto sucedía, la Iglesia Católica  encubrió y propició la impunidad de miles y miles de sacerdotes que cometían abusos sexuales contra menores. En México hay dos casos emblemáticos. Uno de ellos es el cura Nicolás Aguilar, violador de decenas de niños en México que fue protegido por el actual Arzobispo de México, Norberto Rivera,  y enviado a Los Angeles,  en donde siguió violando a decenas de niños en ese lugar. En suma un verdadero criminal.

El otro caso es el del fundador y máximo conductor de la poderosa orden religiosa “Los Legionarios  de Cristo”, el padre Marcial Maciel quien fue protegido por Juan Pablo II y por el  después Papa Ratzinger. Maciel abusó sexualmente de decenas de jóvenes seminaristas de su orden, vivía con lujo asiático, tenía relaciones “inmorales” con hombres y mujeres. Además era un consumidor habitual de todo tipo de drogas. Esto  es lo que ha dicho hace unos días la orden que él fundó,  pidiendo perdón y renegando de quien fuera su poderoso máximo dirigente. Cabe agregar que Maciel tuvo una mujer e hijos y también abusó sexualmente de estos últimos. En suma un verdadero criminal.

La Iglesia Católica sigue sumida en un escándalo y una crisis. Las conclusiones recientes del Comité de la ONU sobre Derechos del Niño son demoledoras: la Santa Sede ha incumplido los derechos fundamentales del menor pese a que  fue signataria de la Convención de la ONU sobre los derechos del niño; la Santa Sede nunca reconoció la importancia de los crímenes cometidos por los sacerdotes pederastas: lo que hizo fue encubrirlos; con este encubrimiento la Santa Sede propició que los abusos sexuales contra los niños se siguieran cometiendo. En suma según el citado Comité de la ONU, El Vaticano debería entregar  toda la información sobre los sacerdotes pederastas a las autoridades civiles para que sean enjuiciados y condenados. En 2009,  el propio Tomassi reconoció que las estadísticas internas de El Vaticano indicaban que entre 1.5 y 5% de los sacerdotes estaban involucrados en abusos sexuales contra menores, lo que implicaría entre 6 mil y 20 mil criminales con sotana en todo el mundo. Cifras conservadoras, solamente la delegación estadounidense ante el Comité de la ONU, presentó 20 mil casos de abusos sexuales.

La reacción de El Vaticano resulta elocuente. Su vocero, el padre Federico Lombardi declaró que el Comité de la ONU se había excedido en su mandato, había adoptado posiciones prejuiciadas, minimizado el status único de la Santa Sede y había hecho una publicidad absolutamente anómala contra ésta.

Observamos una prueba de fuego para el Papa Francisco. Su discurso e imagen han sido efectivos y hoy el antiguo Cardenal Bergoglio es  una celebridad mediática mundial. Si Francisco acepta las recomendaciones de la ONU y las hace realidad, entonces veremos que como se ha dicho, vientos de cambio soplan en El Vaticano. Si lo que hace es continuar los planteamientos que  ya ha comenzado a hacer el vocero de El Vaticano, podría pensarse que  Francisco es más de lo mismo.

Hoy el Papa Francisco tiene la palabra.

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